lunes, 31 de diciembre de 2012

México SA

México SA
¿Democratización del capital?
México: concentración a galope
Barones Forbes: 10 mil por ciento
Carlos Fernández-Vega
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Asistentes a la decimoctava feria del empleo, que se llevó a cabo el pasado 22 de agosto en el Palacio de los DeportesFoto Yazmín Ortega Cortés
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éxico cierra 2012 tal como lo ha hecho a lo largo de muchos años, es decir, con una de las concentraciones de la riqueza y del ingreso más ofensivas y desiguales del planeta, con todo a la mano para que en 2013 la brecha se profundice aún más. Muy pocas naciones en el mundo pueden ser exhibidas como ahora lo hace la Cepal, la cual, si bien no descubre el hilo negro, pone la espeluznante realidad en la balanza: en nuestro país hay un multimillonario por cada 10 millones de habitantes, o si se prefiere, casi 6 millones de pobres por cada barón Forbes, en el mejor de los casos.
Lo anterior resume la exitosísima política para democratizar el capital en el país, puesta en marcha desde los tiempos salinistas, a partir de la cual la riqueza del Estado pasó a manos de un selecto grupo de amigos del régimen (cuya acumulación de riqueza originalmente dependía de la clase política y, tres décadas después, resulta exactamente al revés) y aceleró el proceso de concentración hasta cerrar 2012 con la medalla de plata en lo que a número de multimillonarios Forbes se refiere, sólo superado por Brasil, donde, a pesar de topo, el porcentaje de población en pobreza es inferior al mexicano.
La Cepal advierte que “México es el segundo país de América Latina con mayor número de billonarios, pero a escala mundial es uno de los que menos recursos obtienen por los impuestos que cobra sobre la propiedad o el patrimonio… Una minoría que concentra un alto porcentaje del ingreso nacional y que controla una significativa proporción de los recursos productivos… A escala mundial hay una tendencia a incrementar ‘levemente’ los impuestos a la propiedad, pero en América Latina se mantienen en una tasa muy baja y en México se encuentran estancados desde hace 20 años: representa 0.18 por ciento del producto interno bruto desde comienzos de los años 90”, tres veces menos que el promedio latinoamericano y cuatro veces por abajo del registrado en los países en transición (La Jornada, Susana González).
Por ejemplo, en 1991, por primera vez apareció un barón mexicano entre los multimillonarios Forbes: Carlos Slim, con mil 600 millones de dólares (en ese entonces ya controlaba Teléfonos de México). Veinte años después su fortuna se había incrementado 4 mil 300 por ciento, para redondear 70 mil millones de dólares. Otro caso es Ricardo Salinas Pliego: en 1994, el de los abonos chiquitos aparece en Forbes por primera ocasión con mil 200 millones de dólares (Imevisión ya en el bolsillo); para 2012 acumulaba 17 mil 400 millones (segundo en la lista mexicana de súper ricos), crecimiento cercano a mil 500 por ciento en el periodo.
En igual lapso, la fortuna de Alberto Bailleres (zar de la plata en México, por medio de Grupo Peñoles) pasó de mil 900 a 16 mil 500 millones, con cerca de mil por ciento de aumento. El rey del cobre, Germán Larrea (Grupo México, el de Pasta de Conchos), incrementó sus haberes en mil 300 por ciento (de mil 100 a 14 mil 200 millones). Este par fue premiado con muchísimas concesiones mineras, otorgadas especialmente en tiempos de Fox y Calderón. Y Emilio Azcárraga, el de Televisa, ha invertido en negocios no rastreables por Forbes, de tal suerte que en su alforja sólo se registran 2 mil millones.
En 1994, el último año –oficialmente– de Carlos Salinas de Gortari en Los Pinos, Forbes ya registraba 24 mexicanos súper ricos (todos asociados con la venta de empresas del Estado) y por primera (y última) vez aparecía un político: Carlos Hank González, con 3 mil millones de billetes verdes. Pero a partir de 1995 el inventario de súper ricos se estabilizó en una decena de empresarios, uno de ellos, desde 2009, Joaquín El Chapo Guzmán.
En los últimos 30 años la economía mexicana ha ido de bache en bache, de crisis en crisis, y los mexicanos de miseria en miseria. En ese periodo la tasa anual promedio de crecimiento económico a duras penas alcanza 2 por ciento y el número de pobres supera 60 millones. En cambio, las fortunas de los barones mexicanos Forbes (y otras que no aparecen relacionadas en la revista especializada; las de políticos entre ellas) han crecido como la espuma, mientras el inventario de empresas del Estado se reducía como parte del proceso de democratización del capital, ruta seguida por cinco gobiernos al hilo.
Si se considera 1991 como punto de partida (con sólo Slim en la lista de multimillonarios) y se compara el acumulado en 2012 (con 10 megaempresarios, incluido un narcotraficante), el incremento de la riqueza por ellos acaparada ha sido cercano a 10 mil por ciento, para un promedio anual de 500 por ciento, y van por más. He allí el resultado concreto de la democratización del capital: los Forbes aumentaron su patrimonio a un ritmo anual de 500 por ciento; la economía mexicana a duras penas 2 por ciento.
Aquí de nueva cuenta entra la Cepal: Los recursos que México obtiene por impuestos a la propiedad o al patrimonio representan la tercera parte del 0.42 por ciento del PIB que obtienen en promedio los países de América Latina y casi la cuarta parte del 0.68 por ciento calculado para los países en transición. A escala mundial la media de este tipo de impuestos equivale a 1.04 por ciento del PIB y para los países de la OCDE, al que pertenece México, llega a 2.12 por ciento, es decir, 12 veces más que México, que se coloca en el tercer lugar latinoamericano de los que menos ingresos obtienen por estos impuestos, ya que desde los 90 equivalen a 0.18 por ciento del PIB.
Si bien la Cepal agrega que el incremento de impuestos a los más ricos no resolverá por sí solo el problema de la desigualdad social, sostiene que en América Latina y otras regiones hay un amplio margen para ampliarlos sobre quienes tienen las rentas más altas. Recuerda que, de acuerdo con una propuesta de la ONU, se podrían obtener entre 40 y 50 mil millones dólares anuales si se establece un impuesto de uno por ciento sobre sus activos netos a los mil 200 millonarios del mundo.
El organismo advierte que los contactos políticos, el origen social, el trato favorable en materia tributaria y las regulaciones que benefician a los ricos también contribuyen a la acumulación de grandes fortunas sin una vinculación productiva evidente. Y sobre los Frankenstein del régimen anota que cualquier intento por elevar los impuestos puede dar origen a fuga de capitales y ahorros, y dado el poder de las élites económicas no se debe subestimar su capacidad de ejercer presión para evitarlo, aunque el secretario de Gobernación diga no conocerlos.
Las rebanadas del pastel
Entonces, ¡feliz Año Nuevo!, en espera de más democratización del capital. ¡Salud! (de las dos). Un abrazo.

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