Cazadores desaparecidos en Zacatecas: ¿dónde están? ¿qué les ocurrió?
Descubren en Zacatecas 12 tambos con ceniza, ropa y zapatos.
Foto: Leonardo Garza
Foto: Leonardo Garza
José Luis Cordero, hermano de Diego y
Ernesto y tío de Juan Diego, solicitó al gobernador de Guanajuato,
Miguel Márquez Márquez, intervenir para la reactivación de las
investigaciones iniciadas en Zacatecas, a fin de tener la certeza de lo
que ocurrió con el grupo de cazadores, quienes fueron ‘levantados’ por
policías del municipio de El Plateado de Joaquín Amaro y entregados a un
grupo delictivo –presuntamente Zetas– en una gasolinería a la salida de
la capital zacatecana; luego de ello, habrían sido ultimados en las
inmediaciones de Fresnillo.
Además de las dudas
prevalecientes sobre la búsqueda del grupo de cazadores, los familiares
tienen reservas sobre los resultados de las pruebas de ADN practicadas
por los peritos de la Procuraduría de Zacatecas a los restos calcinados
hallados en el predio Las Negritas del municipio de Calera,
presuntamente pertenecientes a Ernesto Cordero, subteniente retirado del
Ejército.
“Oficialmente para nosotros no hay ninguno
encontrado, no tenemos ninguna prueba; un certificado de que alguno
haya sido identificado y que ya haya sido avalado por el Ejército, del
que mi hermano era miembro”, señaló en entrevista José Luis Cordero.
También
explicó que de haber resultado plenamente positiva la identificación de
los restos del militar desaparecido, esto debió haber sido comunicado
formalmente al Ejército, entre otras cosas para que la esposa de Ernesto
pueda recibir la pensión que le era otorgada al subteniente en retiro.
“Pero
no; preguntamos en el Ejército y la Procuraduría de Zacatecas no le
notificó nada sobre esa supuesta identificación… por eso no les creemos,
la esposa de él no ha podido recibir la pensión porque se necesita esa
certificación de la identidad, y ni una cosa ni otra”, dijo.
La desaparición
El
grupo de cazadores había viajado a Zacatecas en diciembre del 2010,
como lo hacía cada año, para cazar venado, jabalí y guajolote en las
inmediaciones del rancho de San Lorenzo, para lo cual contaban con los
permisos respectivos.
El 6 de diciembre, cuando
viajaban por la carretera que comunica a los municipios de El Plateado
de Joaquín Amaro y Tabasco, se detuvieron a comprar refrescos y policías
municipales los siguieron y les hicieron el alto, para posteriormente
trasladarlos a la cárcel municipal de El Plateado con el pretexto de
revisar los permisos de cacería y de portación de armas.
Ahí los tuvieron toda la noche, y al día siguiente los trasladaron hasta Zacatecas.
“Ahí
los entregaron a un grupo que iba detrás de ellos en varias camionetas,
y ellos les dijeron que no sabían con quién se estaban metiendo;
creyeron que eran de inteligencia militar”, narró José Luis Cordero,
basado en los testimonios de dos sobrevivientes, uno de ellos fue
liberado por ser menor de edad y el otro porque logró escapar.
Los
testimonios refieren que en una región agreste los hombres habrían sido
ejecutados y posteriormente quemados, aunque el testigo indicó que
escuchó los disparos y vio el fuego cuando ya se encontraba a más de
medio kilómetro de distancia, mientras huía de sus captores.
A
partir de las denuncias interpuestas por los familiares en Zacatecas,
se efectuaron algunas diligencias para la localización del sitio donde
habrían sido entregados al grupo armado y donde supuestamente se les
asesinó, algunas de ellas con la intervención del Ejército –a petición
de los hermanos de Ernesto y Diego, algunos de los cuales también fueron
militares–, pero sin que ninguno haya sido encontrado, ni sus restos.
Tiempo después, un grupo de zetas
fue abatido en un enfrentamiento con corporaciones federales, y a
quienes se les aseguraron algunas de las pertenencias de los cazadores,
entre ellas una cámara de video en la que quedó registrado parte del
trayecto efectuado por el grupo.
El hallazgo de una
fosa con restos humanos calcinados en un tiradero de basura en Calera
–Las Negritas– dio la pauta para que el procurador Arturo Nahle
anunciara la identificación, mediante pruebas de genética forense y el
comparativo de ADN, de una vértebra del cuerpo de Ernesto Cordero.
“Yo
le he dado mucho seguimiento; no les ando diciendo a las Procuradurías
cómo hagan su trabajo, pero me da mucho coraje que las autoridades nunca
hayan tenido antes conocimiento de ese lugar, Las Negritas, sabiendo
que ese sitio existe desde hace varios años, como el otro de la
comunidad México Nuevo, en Fresnillo, donde encontraron unos tambos
supuestamente con restos de animales calcinados… nosotros le señalamos
ese lugar al procurador y se molestó”, señaló José Luis Cordero.
Desde
ese entonces, hace más de un año y medio, “no tenemos nuevos datos;
vemos las notas de que se encuentran otros cuerpos, otras fosas, pero no
sabemos si son o no de nuestros familiares, no nos informan nada”,
reclamó.
Por ello, el hermano de los cazadores
desaparecidos, con apoyo del Centro de Derechos Humanos Victoria Díez,
solicitó formalmente al gobernador Miguel Márquez convocar a una nueva
mesa de trabajo con las Procuradurías de Zacatecas y Guanajuato para
revisar las pesquisas efectuadas y saber si se ha continuado con la
búsqueda efectiva de las víctimas del ‘levantón’.
Al respecto, la directora del Centro, Ángeles López, dijo a Apro
que ni la Procuraduría zacatecana, ni la Comisión de Derechos Humanos
de esa entidad han atendido recientes peticiones de información enviadas
por el organismo para conocer el estado de la averiguación.
“Para
nosotros en este caso prevalece la impunidad porque, hasta donde
sabemos, los policías que fueron detenidos no han sido sentenciados –y
si lo fueron, no nos informan–; tampoco han atendido nuestra solicitud
para conocer el acta de levantamiento que se hizo en el predio donde se
encontraron los restos que se identificaron como de Ernesto Cordero, y
así pues nuestro panorama sigue siendo muy incompleto”.
Ángeles López agregó que el dictamen del ADN no es suficiente para los familiares.
“El
informe del levantamiento contiene toda la información del contexto,
las circunstancias en que se encontraron los restos, del lugar. A través
de la PGR se pidió esa información, y tampoco a ella se la han
entregado”, deploró la abogada.
Lo más importante,
resaltó, “es la parte central de la demanda de los familiares: la
búsqueda efectiva. La gran pregunta es ¿dónde están?, ¿qué les ocurrió?,
¿qué están haciendo las autoridades para buscarlos? porque vemos
oficios que les mandan a las Procuradurías de los estados, a Plataforma
México, a Migración. Pero, ¿están saliendo a buscarlos? Porque los
tienen que buscar”, exigió.
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