Chimalhuacán, el “crimen perfecto”
El INAH autoriza construcción de uno de los “compromisos cumplidos” de Enrique Peña Nieto en Chimalhuacán. El Instituto argumentó que la zona no tenía valor arqueológico y presentó un aparentemente meticuloso estudio de salvamento arqueológico. Sin embargo, dos fotografías obtenidas por los vecinos del lugar acreditan que dentro del rancho El Molino existían estructuras habitacionales prehispánicas. Los pobladores encontraron también vasijas, molcajetes y sellos
Cuando don José supo que sobre
el rancho El Molino iba a construirse un teatro cayó enfermo. Fue
internado ya en dos ocasiones. Asegura que la pena lo dejó en cama.
“Desde ese tiempo hasta ahorita he estado bien malo. No puedo ni
caminar. Me enfermé de tristeza”, afirma el hombre de 70 años.
Nacido en el rancho, don José
guarda en la memoria el registro de entierros, estructuras y figurillas
prehispánicas. Es un mapa detallado. Cuarenta años como parte de la
plantilla de trabajadores de las 27 hectáreas que conformaban el Rancho
San José le permitieron ser testigo de lo que los vecinos aseguran que
hay debajo de la tierra.
“Arábamos y salían molcajetes,
metates, sellos, vasijas. Una cosa preciosa. Yo no sé quién estuviera
habitando el pueblo de Chimalhuacán, pero eran puras gentes grandotas
porque los esqueletos estaban grandotes. Un día me encontré un
entierro. Me impresionó. Volví a dejar la calavera en su lugar para que
descansara.”
Como don José, los académicos,
investigadores, vecinos y la sociedad en su conjunto carecen de
información fidedigna sobre la civilización que habitó la ciudad antigua
de Chimalhuacán.
La posibilidad de su exploración fue
anulada por el gobierno municipal, el gobierno estatal y el Instituto
Nacional de Antropología e Historia (INAH) con un estudio de salvamento
arqueológico omiso, como lo califica el grupo de arqueólogos que
revisaron ese documento –del que Contralínea posee copia– y que por seguridad pidieron el anonimato.
Don José supo de la obra porque
el predio comenzó a ser visitado por ingenieros. “Yo vivo aquí y pues
uno pregunta…”. Aunque enfermó con la noticia, la comunidad no tenía
objeciones al proyecto. Las autoridades ofrecían embellecer y construir
en beneficio de la sociedad juegos para los niños, una biblioteca, un
auditorio.
La alerta se encendió en los ocho
barrios del municipio mexiquense en marzo de 2012, luego de que la
empresa CIMA, SA de CV, cavara un boquete para cimentar un teatro con
capacidad para 1 mil 700 espectadores y dispersara la tierra extraída en
ocho predios baldíos de Chimalhuacán.
Los vecinos hallaron entre la tierra
toda clase de figuras prehispánicas y dieron aviso al INAH-Estado de
México el 15 de marzo de 2012 (Contralínea 298).
Como resultado de las denuncias de los
vecinos, el Instituto comisionó a Raúl García Chávez y a las
arqueólogas Martha Patricia Hernández y Beatriz Zúñiga Bárcenas para
hacer la inspección arqueológica. El primer día de abril se presentaron
en la zona.
La
existencia de vestigios arqueológicos en el área ya excavada fue
confirmada por el INAH, tal y como consta en el informe que se derivó de
la inspección y que fue reservado por el Instituto hasta 2014.
La resolución apela al artículo 14
fracción VI de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información
Pública Gubernamental, que dicta: “…se considerará como información
reservada la que contenga las opiniones, recomendaciones o puntos de
vista que formen parte del proceso deliberativo de los servidores
públicos, hasta en tanto no sea adoptada la decisión definitiva, la cual
deberá estar documentada”.
Con base en una nueva solicitud de información, el Instituto entregó a este semanario en enero de 2013, copia del Informe
técnico parcial del registro estratigráfico en las excavaciones por la
construcción del centro cultural Chimalhuacán, en Chimalhuacán, Estado
de México.
“La capa IV contiene materiales
cerámicos de las fases Formativo Terminal; Epiclásico; Posclásico
Temprano; Posclásico Medio; Posclásico Tardío”, revela el Informe técnico parcial del registro estratigráfico, elaborado por Raúl García Chávez y Rosalba Aguilera Muñoz.
Sin embargo, además de los hallazgos
en los baldíos, en El Molino presuntamente había estructuras
prehispánicas que quedaron en el centro de la obra y que ya no se pueden
apreciar. La comunidad fue testigo directo de ello y las fotografías
que lograron obtener son la única prueba de su existencia.
“¡Son zonas habitacionales!”, exclaman sin dudar los arqueólogos, con la mirada clavada en las fotografías.
De las zonas habitacionales no hay registro en el documento: “una seria omisión”, dice a Contralínea
Felipe Echenique March, historiador y secretario general del Sindicato
de Investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Pese a la omisión, el 31 de octubre de
2012 Constantino Acosta Dávila, delegado del Centro INAH-Estado de
México emitió el oficio 401.B(4)77.2012/1702, en el que da a conocer a
Rosalba Pineda Ramírez, entonces presidenta municipal de Chimalhuacán,
que se libera el polígono 2 y envía croquis de referencia.
Ochenta páginas bastaron para liberar
la poligonal 2 del predio. Una superficie de 6 mil 821 metros cuadrados
donde CIMA, SA de CV, excavó para la cimentación del teatro sin la
supervisión ni el permiso del Instituto Nacional de Antropología e
Historia.
“Dentro del Polígono 2 se han
realizado tanto el registro estratigráfico como las calas
estratigráficas, no encontrándose ningún monumento inmueble,
prehispánico o histórico, por lo que es factible su liberación”,
consigna el escrito.
El grupo de arqueólogos adscritos al
INAH no ven objeción al reporte de Raúl García. Salvo minucias, como
números romanos sustituidos con arábigos, escalas erróneas, claros
agujeros en el área analizada. “El documento está bien elaborado, cumple
con los protocolos, hay concordancia”. Sin embargo, la omisión les
parece intencional, “amañada”. “Un crimen perfecto”, remata uno de los
especialistas consultados.
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