Papa Francisco denuncia sed de poder en la misa del Domingo de Ramos
El pontífice también anunció su viaje a Brasil en julio para presidir la Jornada Mundial de la Juventud
Cynthia Rodríguez / Especial
25/03/2013 06:02
En la plaza donde los “viva Francisco” no se dejaron esperar, el Papa llamó a recordar las “heridas de la humanidad” que dejan las guerras, la violencia, los conflictos económicos que golpean al más débil, la sed de dinero y de poder, la corrupción y la división entre los gobernantes y el pueblo.
“Nuestra alegría no nace de la posesión de las cosas. No debemos creer al maligno que nos dice: no puedes hacer nada contra la violencia, la corrupción, la injusticia o contra tus pecados. No debemos acostumbrarnos al mal”, manifestó Francisco a los jóvenes que ayer llegaron a la Basílica de San Pedro.
Desde hace 38 años el Domingo de Ramos es también la Jornada de la Juventud, por lo que Francisco se dirigió a ellos.
A la vigilia del histórico encuentro con el Papa emérito Benedicto XVI en Castel Gandolfo, Francisco encabezó una misa ante 250 mil fieles de todo el mundo, que una vez más abarrotaron la plaza y las calles aledañas a la basílica en el Vaticano.
Jorge Mario Bergoglio hizo una fuerte denuncia sobre el riesgo de ceder ante la desesperanza. “En este momento viene el diablo enmascarado de ángel e insidiosamente nos dice su palabra... No lo escuchemos y sigamos a Jesús”, exhortó el Pontífice.
Ante los presentes el Papa confirmó su presencia en la Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará del 23 al 28 de julio en Río de Janeiro, Brasil.
“Veo con alegría el próximo julio en Río de Janeiro, los espero en aquella gran ciudad de Brasil. Prepárense bien, sobre todo espiritualmente en sus comunidades, porque el encuentro es una señal de fe para el mundo entero”, dijo Francisco repitiendo su mensaje en alemán, francés, inglés, español y polaco.
Luego en italiano se refirió a la Virgen María “para que nos acompañe en la Semana Santa y sostenga a quienes viven situaciones difíciles”.
Traslado en jeep
Nuevamente el papa Francisco utilizó el jeep descubierto para pasear por la Plaza de San Pedro y saludar a los fieles.
Su viaje se detuvo cuando vio a un grupo de jóvenes de la diócesis de Buenos Aires. Ante ellos hizo parar el vehículo y quiso bajar a saludarlos.
Era evidente que se conocían, pues al descender del carro se
dirigió a abrazarlos y ellos respondieron igualmente con abrazos y besos.
El general Domenico Giani, encargado de la Gendarmería Vaticana, no se veía preocupado, incluso ayudó a uno de los jóvenes a hablar después con el Papa siguiéndolo hasta su jeep.
También ayudó a sostener a varios niños para que el Papa los pudiera besar.
Antes, el Pontífice ya había llevado a cabo la procesión en la Basílica, donde todos agitaban sus palmas y ramos de olivo para recibir sus bendiciones.
Recuerdan en Jerusalén camino que siguió Cristo
La coincidencia de la Semana Santa cristiana y de la Pascua judía atrajo a multitudes de creyentes de ambas religiones a Jerusalén, en donde ayer rememoraron el pasaje de Jesucristo.
Algunos con ramos de olivo y de palma, otros con guitarras y pancartas; fueron miles los que acudieron a la tradicional procesión del Domingo de Ramos, que tuvo lugar entre la aldea de Betfagé y la iglesia de Santa Ana en la ciudad antigua.
“Precioso y emotivo”, caracterizó una devota argentina el descenso por el Monte de los Olivos, que sirvió de escenario hace dos mil años para todos los episodios narrados en el Evangelio.
Recordar los pasos y el dolor de Jesús era el objetivo de los peregrinos que sumidos en cánticos y festejos subieron hasta el monte, pararon para rezar en las estaciones relevantes y luego descendieron hasta las murallas.
“El Domingo de Ramos es motivo de fiesta, nos traslada al comienzo de la fe cristiana, a la creencia en la resurrección”, relató el padre Ortíz, que hizo el recorrido al frente de su parroquia puertorriqueña.
La procesión, colorida y alegre, recuerda la entrada de Jesús en Jerusalén antes de la crucifixión, desde el momento en que vio Jerusalén y lloró por su destino, hasta ser recibido festivamente por los campesinos y su entrada en el Monte del Templo.
Al son de canciones y los protocolarios “aleluyas” que tanto caracterizan esta jornada, los fieles avanzaron lentamente detrás del patriarca latino de Jerusalén, monseñor Twal, rodeado de frailes de distintas órdenes, religiosos y monaguillos.
“No es como en nuestro país, pero desde luego muy vistoso”, declaró Marta, española que por primera vez se daba cita en la convocatoria religiosa.
Boy Scouts palestinos llegados de todos los confines de Tierra Santa amenizaron la cabeza de la procesión con sus melodías, mientras más atrás se empezaban a entremezclar los cánticos en diferentes idiomas.
“La mezcla es quizás lo que más me sorprendió”, destacó Luz Salgado, colombiana que trabaja en Israel y fiel todos los años a esta procesión y los otros actos de la Semana Santa.
Los principales actos tendrán lugar el Jueves Santo en el cenáculo y el Viernes Santo a través de la Vía Dolorosa, el camino que hizo Jesús desde la prisión en la que fue custodiado hasta la gobernación romana para el juicio, y el Monte Gólgota para la crucifixión, catorce estaciones cargadas de simbolismo religioso que los peregrinos recorrerán una y otra vez.
El Gólgota quedó hace siglos dentro del Santo Sepulcro, el lugar de reposo de Jesús hasta que resucitó, y donde están las últimas cinco estaciones.
Es el epicentro de la Semana Santa y donde también se celebran las misas de Sábado de Gloria y Domingo de Resurrección.
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