La sombra de Al Qaeda actúa en interés del Gobierno iraquí
Foto: EPA
Esta
provincia siempre ha sido un centro de resistencia: sus habitantes se
enfrentaban a fuerzas estadounidenses, que defendían al nuevo Gobierno
chií, al igual que antes luchaban contra las del dictador suní Saddam
Hussein. A finales del año pasado esta guerra permanente llegó a su
apogeo.
La
nueva escalada de tensión comenzó cuando el ejército iraquí detuvo a un
diputado suní e intentó disolver una acampada de protesta sunita que
llevaba más de un año en la capital de la provicia rebelde, Ramadi,
causando la muerte de al menos diez personas. Como consecuencia de esto,
cuarenta y cuatro diputados del Movimiento Muttahida Qaumi (MQM)
presentaron sus renuncias este lunes como protesta por las medidas
adoptadas por el gobierno, que, a su vez, lanzó en Anbar una operación
antiterrorista a gran escala.
Las
autoridades de Iraq eran conscientes, entretanto, de que están a un
paso de una confrontación armada abierta en la provincia y por lo tanto a
la vez buscaron soluciones pacíficas. Tras negociar con los jeques de
las tribus locales, el gobierno está cumpliendo la principal condición
de los rebeldes: retirar las tropas de Fallujah y trasmitir la
responsabilidad de garantizar la seguridad a la policía local.
En
cuanto las fuerzas gubernamentales abandonaron las ciudades de Anbar,
todo pareció tranquilizarse y los habitantes de la provincia por fin
recobraron la esperanza de encontrar un compromiso con el centro y pasar
página para resolver los viejos problemos. Bagdad, en cambio, no salió
airoso de la situación. Sólo una cosa podría justificar la presión por
parte del Gobierno: la aparición de los terroristas.
Y
aparecieron. Como por un encargo en Fallujah y Ramadi entran los
combatientes del ISIS y la situación cambia de manera radical: las
tropas vuelven a ocupar la provincia. Pero ahora no es para llevar a
cabo represalias por motivos religiosos sino para aplastar a un grupo
terrorista vinculado con Al Qaeda. Pero no es todo, es posible que
gracias a la sombra de Al Qaeda Bagdad obtenga más beneficios. El
presidente Nuri al Maliki piensa en armar a los líderes tribales para
que ellos carguen con todo el peso de la lucha contra los terroristas
mientras el ejército sólo garantizará el apoyo aéreo.
De
esta manera la presencia de los terroristas permitió al Gobierno iraquí
no sólo justificar el uso de la fuerza en Fallujah y Ramadi sino
también conseguir el apoyo de la comunidad internacional y obligar a la
oposición suní no sólo desvincularse de Al Qaeda sino enfrentarse a ella
con las armas en las manos. Está claro que el compromiso tan deseado
por Anbar no será el mismo una vez finalizada la operación.
Uno
de estos días los senadores estadounidenses John McCain y Lindsey
Graham denunciaron que lo ocurrido en Fallujah era "previsible" desde
que Obama decidió retirar las tropas de combate de Iraq a pesar de las
protestas de los militares estadounidenses y políticos iraquíes. No se
sabe cómo se habría desarrollado la situación si las tropas de EEUU se
hubiera quedado en el país. Pero ¿acaso habrá mejor "aliado" que Al
Qaeda para luchar contra los oponentes sin muchos miramientos?
ap/lj
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
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