La insensatez de los que piden "salarios mínimos" |
2014-04-08 10:13:00 Visitas: 3 |
Autor: Apolinar
Si alguien de verdad quiere
hacer daño a los más necesitados, a los que más problemas tienen para
encontrar trabajo, sin duda una forma de asegurar que, como colectivo,
no encontrarán el modo de llevar un ingreso a casa, uno tan pequeño que
seguro que ni Ud. ni yo aceptaríamos, pero que en su caso puede ser la
ayuda que tanto necesitan, es mediante una ley de salarios mínimos, y
cuanto más alto sea este salario mínimo, más cruel y letal será la
medida.
Emplear a alguien, o no, es
una decisión personal. Una decisión que se toma en la medida en la que
se piense que lo que puede aportar ese futuro empleado es más o al menos
tanto como lo que hay que pagarle como salario. Y esto no es
capitalismo salvaje o egoísmo de mercados sin alma. Es la pura lógica de
un comportamiento humano y sano.
Si una familia hace cálculos y
piensa que podría contratar una empleada del hogar por 500 euros al
mes, pero aparece una ley de salarios mínimos que exige que debe cobrar
al menos 800 euros, muy probablemente hay una persona necesitada que se
acaba de quedar sin una de las pocas posibilidades que tenía de llevar
un ingreso a casa, y en general la economía habrá perdido un puesto de
trabajo. No es que esa familia este podría de avaricia, es que esa
familia, de acuerdo con sus circunstancias, ha valorado el servicio que
le puede prestar esa empleada y no les compensa pagar 800 euros al mees.
Ya encontrarán un apaño.
Es pura lógica humana, y nada
que ver con un capitalismo desalmado. Si el salario que se le debe pagar
a un tipo de trabajadores es más de lo que esos trabajadores le pueden
aportar al posible empleador, no hay forma de conseguir que esos empleos
se mantengan o siquiera existan. La sociedad pierde esos puestos de
trabajo y aumenta el drama social, sin que nadie diga nada, ante la
satisfacción de los “bienintencionados” y la impotencia de los que
necesitaban ese ingreso para seguir subsistiendo, aunque para Ud. o para
mí ese ingreso nos parezca ridículo.
Exigir por ley salarios por
encima de la productividad del trabajador destroza la parte más
vulnerable del mercado de trabajo. Se debe enfocar no por ley sino como
una llamada a la lógica del don y a la economía de la gratuidad. No es
infrecuente que empresas paguen por encima de la productividad de
ciertos trabajadores ante dificultades familiares o personales. Pero
esto no es la solución, solo un parche, y puede que pequeño.
La única forma efectiva y
duradera de asegurar salarios mínimos como a todos nos gustarían es
aumentando la productividad del trabajador, como la historia tozudamente
nos demuestra. Una productividad mayor que se consigue mediante
inversiones acertadas en maquinaria, instalaciones, infraestructuras y,
más importante aún, mediante la mayor preparación y experiencia laboral
de los trabajadores.
Por supuesto, también hay
quien aprovechándose de situaciones de ignorancia o necesidad abusa
pagando escandalosamente por debajo de la productividad de los
trabajadores. Como católicos y personas de buena voluntad no debejos
dejar de identificar y denunciar estas situaciones de “usura” que
impiden a los trabajadores recoger los justos frutos de su trabajo. «No
explotarás al jornalero» (Dt 24,14); «Mirad: el salario que no habéis
pagado a los jornaleros que segaron vuestros campos está gritando; y los
gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los
ejércitos» (Sant 5,4).
Pocos momentos son tan tristes
como decirle o confirmarle a un niño sus sospechas sobre los Reyes
Magos. Romper su mundo de fantasías donde los regalos llueven del cielo,
donde solamente el deseo de que algo suceda, a condición de que ese
deseo esté apoyado sobre un buen comportamiento, hace que lo que en
cualquier otro día del año sería imposible, en la madrugada del 6 de
enero se hace realidad.
Si pudiera, decretaría que
todos tuviéramos un salario mínimo que nos permitiera satisfacer sin
agobios nuestras necesidades personales y familiares, para escolarizar a
nuestros hijos sin tener que forzarles a trabajar, y que nos asegurase
una condición digna cuando por edad o enfermedad ya no pudiéramos
trabajar más; un salario mínimo que también nos dejase espacio para lo
personal, familiar y religioso. Pero esto no es algo que podamos
conseguir en la madrugada del 6 de enero mediante un simple decreto
legislativo.
No hay atajos ni
intervenciones mágicas. Los salarios mínimos no se decretan, solo se
consiguen con muchísimo esfuerzo aumentando la productividad de los
trabajadores. La caridad empieza por aceptar la verdad.
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martes, 8 de abril de 2014
La insensatez de los que piden "salarios mínimos"
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