Las masacres en Odesa dan el tiro de gracia a la unidad de Ucrania
Oriental Review
Las masacres que enlutaron
Odesa el 2 de mayo de 2014, tanto en las calles como en la Casa de los
Sindicatos de esa ciudad, muestran la voluntad del régimen golpista de
Kiev de imponer la ley del terror anti-ruso. Lejos de reaccionar
condenando esos hechos, los países miembros de la Unión Europea y de la
OTAN se encierran en un silencio cómplice. Estos hechos hacen imposible
la continuación del experimento ucraniano y marcan el inevitable fin de
un Estado artificial.
2 de mayo de 2014 en la
República de Donetsk. La población de Kramatorsk trata de cerrar el paso
a un vehículo blindado de la Guardia Nacional, creada por el régimen
golpista de Kiev.
La misma mentalidad criminal orquestó y perpetró ambas masacres. Al principio de la guerra (1939-1945 [el autor se refiere a la Segunda Guerra Mundial]), el batallón Nachtigall estaba bajo las órdenes de Roman Shukhevych. Este individuo reasignó posteriormente su banda de asesinos a otra unidad de las fuerzas represivas que acababa de crearse. El 2 de mayo de 2014, los habitantes de Odesa murieron entre las llamas del incendio provocado por la nueva generación de fascistas ucranianos que hoy se pasea por las calles del país agitando los retratos de sus predecesores, Stepan Bandera y Roman Chukhevytch.
La masacre de Odesa puso fin a una etapa. Una nueva realidad se impone ahora a los ciudadanos ucranianos que sólo aspiran a defender su derecho a hablar su lengua materna, a preservar su modo de vida y los valores en los creen y que, para lograr eso, no tienen otra opción que levantarse contra el régimen neonazi que se ha apoderado de Kiev, la capital de su país.
Contrariamente a lo sucedido en la región de Donbass, donde se formó una milicia armada, Odesa siguió siendo, hasta el 2 de mayo, una ciudad tranquila y las manifestaciones que allí se registraron eran totalmente pacíficas. A pesar de ello fue precisamente en esa ciudad donde se cruzó el Rubicón. Allí se violó el principio que prohíbe que hombres armados asesinen pacíficos ciudadanos. No es por casualidad que, horas después de la masacre de Odesa, la Guardia Nacional abrió fuego sobre los habitantes de Kramatorsk que trataban de cerrar el paso a sus vehículos blindados interponiéndose físicamente en su camino. Muchos de ellos ignoraban sin dudas lo sucedido a sus conciudadanos de Odesa, quemados vivos en presencia de fuerzas de policía indiferentes a su suerte, mientras los neonazis vociferaban consignas como «¡Fríanse, sucios rusos!» y «¡Muerte a los diablos rusos!». Quienes lograban salir del edificio en llamas eran exterminados a garrotazos y hachazos mientras resonaba el himno nacional ucraniano, manchado para siempre por la huella infamante de la masacre de Odesa, convertida en una nueva Khatyn.
Informaciones recientes demuestran que los dirigentes del régimen de Kiev planificaron y organizaron las provocaciones que sirvieron de pretexto a las operaciones represivas desatadas el 2 de mayo contra la población de Odesa, para intimidar a los opositores. El objetivo era ahogar y liquidar un foco de agitación que podía extenderse y desembocar en la organización pública de una resistencia frontal al régimen de los sucesores de Stepan Bandera, como ya estaba sucediendo en Donetsk, Lugansk y Slaviansk.
Es para eso que los hombres de la fuerza de intervención especial de la región este (Vostok) y las tropas de asalto patrocinadas por el multimillonario ucraniano Igor Kolomoisky fueron enviados a Odesa disfrazados como civiles. La llamada «14ª compañía de las fuerzas de autodefensa de Maidan», proveniente de Kiev y ya implicada en los motines que allí se produjeron el 29 de abril, también participó en la operación de Odesa.
Abril de 2014. Vista de las
tiendas de campaña instaladas por los militantes antifascistas de Odesa
en el barrio de Kulikovo después del golpe de Estado perpetrado en Kiev
en febrero pasado.
Extraña mezcolanza de emblemas
contradictorios (la cinta de San Jorge y la bandera ucraniana) sobre el
chaleco blindado de uno de los participantes en la matanza perpetrada en
las calles de Odesa. Obsérvese además el brazalete rojo que porta este
individuo.
El 2 de mayo de 2014, el club de futbol local FC Chornomorets recibía en Odesa al FC Metalist de Jarkov en un partido correspondiente a la Liga 1 de Ucrania. Multitudes de aficionados llegaron de Jarkov y se dirigieron al estadio. Pero se vieron agredidos repentinamente por encapuchados armados que portaban al mismo tiempo la cinta de San Jorge (adoptada como símbolo de los opositores al régimen de Kiev) y un brazalete rojo. El mismo brazalete rojo podía verse sobre los uniformes de algunos policías ucranianos.
En varias fotos, muy fáciles de encontrar, puede comprobarse que los agresores contaron como mínimo con la neutralidad de las fuerzas de policía. Otras imágenes demuestran que el despliegue, las agresiones y los desmanes de los agresores estuvieron coordinados por individuos que portaban uniformes de la policía. Uno de los coordinadores identificados no es otro que el jefe delegado de los servicios del ministerio del Interior en Odesa, el coronel Dimitri Fucheji.
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