miércoles, 14 de mayo de 2014

La indiferencia no es otra cosa que una herencia maligna…



La indiferencia no es otra cosa que una herencia maligna…



Por: Angel Sandoval.

La indiferencia no es otra cosa que una herencia maligna que nos donaron nuestros abuelos, y la cuidamos tal reliquia. La más alta traición que podemos cometer en contra de nuestro pueblo, es ser parte de la indiferencia y aceptar en silencio la dictadura de manipulación cerebral, que nos ordena ser parte de eses gran pecado, la indiferencia.
Si la indiferencia dejara de existir, eliminaríamos de tajo a corruptos, y amenazas de cerebros y pinckis que quieren conquistar al mundo. Terminaríamos con aquellos promotores del nuevo orden mundial, que sirve solo para beneficio de unos cuantos.
La indiferencia es el arma letal del nuevo orden mundial.
Los poderes de dominio corporativo incitan a la indiferencia y desde luego al vicio del consumismo. Nuestros pequeños están expuestos desde los primeros meses de nacidos a un ataque que invita a consumir de una manera voraz. El consumismo es el indicador de cómo debemos de vestir, que debemos de ver y que necesitamos comer. El consumismo nos indica las marcas de nuestro vivir cotidiano y nos regula el nivel de vida que tenemos. Entre mejores marcas, mejor es nuestro nivel de vida. Este regulador crea presiones financieras al bolsillo de cualquier jefe de familia.
La necesidad que crea el consumismo, orilla a los jefes de familia a la competencia, muchas veces desleal, dando vida al capitalismo depredador.
Las grandes corporaciones en unión con los banqueros, son los verdaderos sacerdotes que guían y regulan nuestro nivel de vida. Los creadores del dinero virtual son nuestros dioses capitalistas, que mantiene el fuego de la indiferencia, y nos siembran, con la necesidad del consumismo, cosechando esclavos fácilmente controlables.
El caos existente, en la actualidad, es solo el resultado de la indiferencia pasada.
Los pueblos no deben de darse el lujo de caer, en el gran pecado de la indiferencia, ya que corren el riesgo de quebrantar la tranquilidad de sus naciones.

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