martes, 22 de julio de 2014

Shahaiya, el barrio de la desolación

2014 · 07 · 22 • Fuente: Javier Martín, Deia.com

Shahaiya, el barrio de la desolación

Ochocientos metros de cascotes y escombros después de penetrar en el barrio palestino de Shahaiya, la palabra desolación pierde su trágico significado, vacía e incapaz de describir tanta tragedia acumulada.

 

 

Una macabra senda de esqueletos de hormigón todavía humeantes, amasijos de ambulancias calcinadas, árboles tronchados, rostros apresurados, voces indignadas, miradas atribuladas y cámaras que no dan abasto para filmar tanto estrago.
Hace apenas media hora que Israel ha aceptado, bajo presiones, una tregua humanitaria tras más de diez horas de incesantes bombardeos en el barrio del este de Gaza, y el tránsito de coches, personal sanitario, voluntarios civiles y bomberos es frenético. Unos reclaman una camilla, otros se afanan para despejar el camino -salteado de escombros, basura, juguetes ennegrecidos, trozos de cotidianidad e ilusiones truncadas-, mientras alguien pide con desesperación una rueda para poner en marcha una ambulancia atestada de cuerpos.
No hay camillas para tantos muertos ni ojos suficientes para ver todos los cadáveres que saltean aquello que un día fueron aceras por las que avanzaba la vida. El de un hombre mayor, vestido con un chándal empapado de sangre, permanece destrozado a la puerta de una casa, oculto bajo un montón de ramas arrancadas.
Ha pasado ya más de una hora de la citada tregua, cientos de personas en su vecindad, y nadie lo había visto hasta que alguien tropezó y sonó el grito más temido: “Shahid, shahid” (un mártir, un mártir). También el más repetido. “Nos matan sin que nadie diga nada, nadie quiere a los palestinos. ¿Cuántos más debemos morir?”, grita una mujer que en apenas unos segundos pasa de la indignación sublime a las lágrimas desconsoladas.
El Ejército israelí afirma que avisó a los habitantes de Shahayia para que abandonaran sus casas porque la presencia en sus calles de milicianos ponía en riesgo sus vidas. Pero hace días que no existe ya lugar para huir de la guerra en Gaza, una superpoblada franja de costa en la que viven encerradas dos millones de personas sin derecho a salida. Israel vigila su cielo, controla su mar y levantó una aislante verja en su perímetro, protegida por cerca de 300 metros de lo que denomina zona colchón.
Egipto mantiene sellada su única puerta de conexión con el mundo, por la que ni siquiera deja que se evacue a los heridos, cerca de 2.500. Y las escuelas-albergue de la Agencia de ONU para los Refugiados Palestinos están desbordadas, sobrepasadas en su capacidad de acogida.
Fuente: Javier Martín, Deia.com

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