La corrupción en México, un problema de todos
Independientemente de las estrategias electorales de ciertos partidos, estamos ante una oportunidad histórica.
Todos
los días escuchamos noticias y comentarios sobre la corrupción en
México, por lo que muchos ciudadanos se expresan de forma negativa de
las autoridades e instituciones de nuestro país ante esta problemática
que, me parece, no ha sido justamente dimensionada.
Por lo
importancia del tema a tratar, considero necesario empezar por definir
qué es la corrupción. Para Transparency International, una ONG de
presencia global que promueve medidas contra crímenes corporativos y
corrupción política, ésta significa el abuso con fines de lucro personal
de un poder delegado.
Si
tomamos literalmente esta definición, resulta fácil e inmediato
responsabilizar a la clase política, pues no podemos pasar por alto que
estamos ante una manifestación de debilidad institucional, moral y
legal. Sin embargo, cuando un tercero intenta influir en el proceso de
toma de decisiones sin que ello le corresponda, está también incurriendo
en actos de corrupción.
¿A qué
me refiero con esto? A que no sólo es corrupto el político que se vende a
intereses particulares o al crimen organizado; o el juez que acepta un
incentivo económico para modificar una resolución, por poner algunos
ejemplos. También es corrupto aquel individuo que, para evitar una
multa, da una mordida, lo mismo que quien viola derechos de manera
flagrante e impunemente.
Sí, la
corrupción es un problema de todos. Es institucional, debido a que
nuestras reglas suelen ser ambiguas en la exigencia de transparencia y
rendición de cuentas, de lo que se deriva la impunidad, ya que las
consecuencias jurídicas son prácticamente nulas. Pero es también
cultural, pues estamos tan acostumbrados a ella que pensamos que no vale
la pena combatirla.
¿Sabían
que la corrupción en México nos cuesta aproximadamente 1.5 billones de
pesos al año? Esto representa cerca del 9% del Producto Interno Bruto
(PIB), lo que es equivalente, por decir algo, a casi 45 veces el
presupuesto que recibe la UNAM.
La
cuestión es que, para poder enfrentarla y porqué no, combatirla, resulta
indispensable empezar por reconocer que no sólo es un problema
multifactorial; es necesario, además, asumir responsabilidades y
plantear acciones integrales que incluyan la participación ciudadana.
En días
pasados, el líder nacional del Partido Acción Nacional (PAN), presentó
una propuesta para crear un Sistema Nacional Anticorrupción basado en
seis ejes que pretenden, en conjunto, rescatar a la Secretaría de la
Función Pública y fortalecer a la Auditoría Superior de la Federación.
Si bien
la clase política del país celebró el comunicado y se mostró en su
mayoría dispuesta a apoyar la iniciativa del dirigente blanquiazul, cabe
destacar que ésta no es más que un giro a la ya existente propuesta
anticorrupción planteada por el equipo de transición del Presidente
Enrique Peña Nieto, y que ha estado siendo analizada en la Cámara de
Diputados desde entonces.
El
problema aquí es que la corrupción se encuentra en niveles insostenibles
no sólo por los aspectos antes mencionados, sino porque se ha vuelto
parte de las negociaciones políticas, a costa de la ciudadanía.
Y que
mejor forma de aclarar este panorama que el Índice de Percepción sobre
Corrupción, publicado por la organización Transparencia Internacional,
estudio en el que 177 naciones han sido analizadas este 2014. En dicho
informe, nuestro país aparece en el lugar 106 con una calificación
reprobatoria de 3.3, en una escala del 1 al 10. Éste, sin duda, es el
argumento principal del líder panista en su propuesta. Pero seamos
honestos, en el año 2000, México se ubicó en el lugar 59, por las
razones que ya todos conocemos.
Lo
cierto es que, independientemente de las estrategias electorales de
ciertos partidos, estamos ante una oportunidad histórica. Es un hecho
que la participación ciudadana es cada vez mayor y la transición de
gobernabilidad a gobernanza abre nuevas posibilidades en la inclusión
integral para el combate a la corrupción.
Por
ello, dejémonos de demagogias y promesas, el cambio depende de todos: el
gobierno, las autoridades y la clase política, por un lado, haciendo lo
que le corresponde, que es el impulso de mecanismos efectivos en torno a
este mal que nos aqueja como nación. Nosotros, los ciudadanos, evitando
conductas que creemos facilitan nuestra vida, cuando en realidad la
infectan y contaminan.
Asumamos
nuestra responsabilidad y preparémonos para ser cada día mejores
personas y, por ende, mejores ciudadanos, en un país que nos necesita
más que nunca.
Aprovecho este espacio para invitarlos a participar en el curso Construcción de Ciudadanía
que el Instituto de Capacitación y Desarrollo Político, A.C. celebrará
el día 30 de octubre del presente año en el Club de Banqueros de México,
a partir de las 14:30 horas. Soy una ciudadana que cree firmemente en
que los problemas comunes debemos resolverlos en conjunto, ahí radica la
verdadera transformación. Si compartes esta convicción no dejes de
asistir. Confirma tu asistencia en el correo electrónico cursos@icadep.org.mx Te esperamos.
*Dunia
Ludlow se desempeña actualmente como Secretaria General del Instituto de
Capacitación y Desarrollo, A.C. (ICADEP) del Partido Revolucionario
Institucional. Es Maestra en Gobierno y Administración Pública por la
Universidad Complutense de Madrid, España.
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