viernes, 24 de octubre de 2014

LA GRAN CONTRADICCIÓN DE LA MEDICINA (que nadie quiere afrontar)

LA GRAN CONTRADICCIÓN DE LA MEDICINA (que nadie quiere afrontar)


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Este es un asunto controvertido, que provoca reacciones airadas y muchas veces irreflexivas.
Podríamos considerarlo casi como un tema tabú en nuestra sociedad, pues nos enfrenta con una de esas “verdades inviolables” y comúnmente aceptadas que sostienen el Sistema en pie.
Y todo arranca de una pregunta bien simple…
¿Cómo gana dinero un médico o un farmacéutico?
Y es que responder a esta pregunta nos lleva de cabeza a una de las paradojas más absurdas del mundo actual.
Pues resulta que tu médico o tu farmacéutico solo ganan dinero cuando estás enfermo.
De hecho, toda la industria de la medicina y la farmacia ganan dinero gracias a la enfermedad.
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Llegados a este punto, una mente con una mínima capacidad de raciocinio debería preguntarse: si la medicina y la farmacia ganan dinero con la enfermedad ¿qué interés pueden tener estas grandes industrias en que estemos sanos?
Es un argumento tan lógico y obvio que resulta indignante y incluso descorazonador que nadie quiera aceptarlo como una realidad.
Para comprender mejor las implicaciones de este razonamiento, profundicemos un poco más, utilizando la lógica más simple.
Si relacionamos el negocio de la medicina y la farmacia con el estado de sus pacientes, veremos que sus ganancias se dirimen a través de 3 ecuaciones básicas:
ENFERMO = DINERO
SANO = POSIBLE GANANCIA FUTURA
MUERTO = GANANCIA NULA
Eso dibuja 2 esquemas de negocio básicos:
A-En el primero, se gana dinero gracias a la alternancia cíclica en el estado Sano-Enfermo de los pacientes. A mayor frecuencia en la aparición del estado “enfermo”, mayores oportunidades de ingreso cíclicas.

B-En el segundo
, aún más óptimo, se gana dinero gracias a la enfermedad continuada en el tiempo, es decir, a la enfermedad crónica.
En ambos casos, es esencial ofrecer la suficiente calidad de vida al paciente para que siga sufragando el tratamiento y ante todo, evitar o posponer su muerte, pues ésta significaría el fin de los ingresos.
Queda claro pues, que la salud completa, en ningún caso implica ganancias.
En cambio, la enfermedad, siempre las garantiza.
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Sabemos que éste es un argumento chocante, pero por más vueltas que le demos, es la pura realidad.
Quizás deberíamos dejar de calificar a la medicina y a la farmacia como “ciencias de la salud” y empezar a llamarlas “ciencias de la enfermedad”, ¿no?
Evidentemente, no estamos diciendo que los médicos no se interesen por la salud de sus pacientes o que promuevan la proliferación de enfermedades.
Los médicos, como personas y como profesionales quieren lo mejor para sus pacientes y aplican todos sus conocimientos, procedentes de la educación recibida, en devolver la salud a las personas enfermas.
Pero la clave reside precisamente aquí. En la educación recibida por parte de los médicos. Es decir, en cómo se les han transmitido los conocimientos.
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Porque lo cierto es que desde que acceden a la facultad de medicina, son entrenados y educados para formar parte de la industria médico-farmacéutica y adaptarse a sus lógicas de funcionamiento, de la misma forma que un soldado es entrenado y educado para formar parte de un ejército y adaptarse a sus lógicas de funcionamiento.
Siguiendo estas mismas lógicas, la industria farmacéutica gana inmensas cantidades de dinero gracias a la enfermedad, de la misma manera que la industria armamentística gana inmensas cantidades de dinero gracias a la guerra.
Y llegados hasta aquí, ¿no resultaría muy ingenuo pensar que la industria farmacéutica promueve la salud? ¿O es que acaso alguien imagina a un fabricante de armas promoviendo la paz en el mundo?
Como vemos, la relación y la influencia que ejerce la industria armamentística sobre el mundo militar, es análoga a la que ejerce la industria farmacéutica sobre el mundo de la medicina. Ambas industrias instrumentalizan a aquellos que “usan sus productos” en el ejercicio de su desempeño profesional.
No es disparatado pensar que utilizarán parte de su inmenso poder económico en influir en la educación o programación de los médicos y los farmacéuticos, aquellos que el día de mañana deberán seguir garantizando que el esquema de negocio continúe.
Así pues, es lógico pensar que todo el conocimiento relativo a la medicina y a la farmacia está orientado para adaptarse a la lógica de negocio “enfermedad=dinero”.
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Sin duda habrá lectores que se estarán tirando de los pelos de la cabeza.
Para empezar, porque aceptar esta realidad choca con sus concepciones más profundamente arraigadas.
Sería tanto como admitir que la ciencia puede pervertirse por amor al dinero. Algo inconcebible en la mente inocente de muchas personas, que creen que el mundo de la ciencia es algo puro e incólume, poblado por hombres sabios e íntegros que como ángeles ataviados con batas blancas, ponen su intelecto al servicio del bienestar humano de forma desinteresada.
A estas personas, deberíamos recordarles que TODAS las armas del mundo, tanto convencionales como de destrucción masiva han sido creadas por científicos. TODOS los desastres ambientales, desde los vertidos petrolíferos hasta la contaminación química o radiactiva, habrían sido imposibles sin la implicación directa del mundo científico, al servicio de la codicia más desenfrenada.
El mundo de la ciencia no está formado por seres superiores, sino por personas normales, tan corruptas, codiciosas e inconscientes como lo pueda ser cualquier otro colectivo humano.
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Pero volvamos a centrarnos de nuevo en el mundo de la medicina y en la perversa lógica “enfermedad=dinero” y a los argumentos que pueden esgrimirse en contra de ésta afirmación.
Sin duda, habrá muchas personas que afirmarán que: “la enfermedad es consustancial a la vida humana y a la naturaleza y que la actividad de la medicina consiste, precisamente, en luchar contra la enfermedad”
Es decir, concluirán que el cometido de las industrias médica y farmacéutica es luchar contra las enfermedades y que por lo tanto, de forma lógica y natural, la inevitable aparición de la enfermedad reporta beneficios a ambas industrias, sin que ellas tengan la culpa de ello.
¿Pero sería posible que la medicina y la farmacia centraran sus esfuerzos y su negocio en la salud y no en la enfermedad?
Vamos a razonarlo.
Para que este modelo fuera factible, el médico solo debería ganar dinero mientras el paciente estuviera sano.
Y dejar de ganarlo mientras estuviera enfermo.
Las 3 anteriores ecuaciones del negocio médico-farmacéutico se transformarían en las siguientes:
ENFERMO = GANANCIA NULA
SANO = DINERO
MUERTO = GANANCIA NULA
Así, el médico centraría sus esfuerzos en que sus pacientes mantuvieran la salud todo el tiempo, previniendo la enfermedad antes de que ésta apareciera y por lo tanto estudiando y atacando sus causas y no sus consecuencias.
Y en el caso de que el paciente cayera enfermo, el médico se esforzaría en devolverlo lo más pronto posible a su estado saludable, para volver a ganar dinero con él y mantener su prestigio profesional.
El papel del farmacéutico sería complementario y consistiría, básicamente, en suministrar aquellos productos necesarios para fortalecer y prolongar la salud del paciente, y en su caso, los necesarios para combatir la enfermedad cuando ésta apareciera.
Como podemos deducir, según este modelo, el farmacéutico estaría más relacionado con el mundo de la nutrición que con el de la química.
Esta forma de funcionar, que a mucha gente le puede parecer fantasiosa, ya ha funcionado con anterioridad.
Recordemos que en la antigua China, los médicos cobraban un salario por mantener sanos a sus pacientes y dejaban de percibirlo cuando éstos enfermaban, hecho que repercutía negativamente en su prestigio profesional y por lo tanto, en sus ganancias.
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¿Te parece, pues, un modelo absurdo?
¿Más absurdo que una industria médico-farmacéutica que sólo gana dinero cuando estás enfermo?
Evidentemente, tal y como está estructurada nuestra sociedad actual, este modelo resulta muy difícil de aplicar, a pesar de resultar mucho más lógico y potencialmente beneficioso para el paciente.
Y llegados aquí, quizás deberíamos preguntarnos: ¿porqué desde sus inicios la medicina optó por un modelo en el que la ganancia se asocia a la enfermedad y no a la salud?
Y la respuesta no puede ser más triste: todo gira alrededor del poder.
La enfermedad es un período excepcional de crisis en la vida de una persona, en la que el enfermo, desesperado, se muestra dispuesto a ceder o pagar lo que sea necesario para salvar su vida y el médico se erige en la única figura con capacidad para conseguirlo.
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Por esa razón la medicina centra su actividad en la enfermedad, porque es la situación crítica que implica mayor acaparamiento de poder y autoridad, fluyendo desde el paciente hacia el medico.
Lo hemos visto a lo largo de la historia, donde incluso reyes y emperadores se han inclinado ante sus galenos.
En cambio, si la medicina centrara sus esfuerzos en mantener la salud del paciente, la situación de crisis asociada a la enfermedad correría en contra del médico, pues durante su transcurso perdería prestigio social y desaprovecharía esa oportunidad única en la que el enfermo está dispuesto a conceder mayor dinero, poder y autoridad a su médico.
Por lo tanto, la medicina no ha evolucionado alrededor del concepto de salud; lo ha hecho alrededor de la autoridad y el prestigio social.
Y de las ganancias que éstos acarrean.
Y estos beneficios solo se pueden obtener a través de la enfermedad.
Un funcionamiento completamente opuesto al que debería ser.
Ésta es la gran contradicción de la medicina.
Se basa en mecanismos tan simples que cualquier persona puede entenderlos.
Sin embargo y a pesar de tenerlo enfrente de nuestras narices, el mundo sigue cerrando los ojos a ésta realidad tan obvia.
Y es que el mundo no está lleno de ciegos, sino de personas que no quieren abrir los ojos…
GAZZETTA DEL APOCALIPSIS

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