viernes, 14 de noviembre de 2014

México en crisis

México en crisis

Todo este ambiente nebuloso tiene responsables: los partidos políticos.

COMPARTIR 
José Luis Vargas Valdez 14/11/2014 02:45
México en crisis
No importa lo que hoy se diga o se haga, lo público está en crisis y México parece asfixiarse. Saber de México hoy duele.
Se respira una pesadez colectiva que proviene de la desconfianza social, de la desesperanza de un mejor escenario nacional, un ambiente cargado de dolor e indignación.
Los crímenes de Ayotzinapa y Tlatlaya no son los primeros de esta magnitud y barbarie, ni probablemente los más graves, si tomamos en cuenta aquellos otros que no conocemos en relación con los aproximadamente 20 mil desaparecidos que se calcula existen aún. Lo que sí, es que son los hechos que han desbordado la cloaca de podredumbre de “lo público” y, en consecuencia, que están reventando el pacto social por un hartazgo generalizado en contra de la clase política.
Lo más delicado es que desde hace años no contamos con el antídoto necesario que ante un escenario así se requiere. Es decir, no tenemos un liderazgo claro que a través de la estatura política y la fuerza moral como ejemplo, reencauce esa energía negativa a un ánimo colectivo distinto.
En medio de la tormenta, se vuelve precaria la reputación de “lo público” a partir de las muestras de quienes principalmente hoy nos representan y, desafortunadamente, surgen muchas dudas sobre la utilidad pública de la democracia formal y del valor de la política como arreglo social.
La causa principal de este desasosiego colectivo radica en el enojo acumulado por la pobreza ética e intelectual de nuestra clase política. Por la falta de dignidad para ocupar los cargos públicos. Por la concepción de poder como una mera condición para obtener una serie de prebendas tan básicas como sacarle al erario coche, chofer, celular, viajes y hasta unos cuantos escoltas. Por la carencia total de honestidad intelectual para decir “de eso yo no sé”. Por la capacidad de hacer fortunas sin esfuerzo, producto de lo ajeno y del pago de favores (recuérdese que favor con favor se paga).
Se trata, decía Max Weber, de la clase que vive de la política en vez de vivir para la política, la cual representa una “nobleza cortesana” que se compone por personajes totalmente dependientes del poder político y con una inmensa necesidad de aferrarse al mismo. Ese prototipo produce una clase parasitaria que aspira a erigirse como la nueva nobleza (el tercer estrato lo llamaba Weber). Basta con estar al servicio del príncipe o ser pariente por consanguinidad o afinidad, para poder gozar de un cúmulo de privilegios y derechos que el resto de ciudadanos no tienen y, seguramente, nunca tendrán.
Ese nuevo remedo de aristocracia que es producto del arribismo y la falta de escrúpulos, ha hecho de la impunidad su principal baluarte. Pues confirma que en ciertos niveles de poder existen los intocables que efectivamente están por encima de la ley.
Para nuestro prototipo del político mexicano, llegar al cargo representa la meta y no el inicio de la carrera. Se trata de funcionarios públicos que afianzan posiciones como chimpancés que saltan de los árboles; jueces, magistrados y ministerios públicos que hacen del cinismo, la corrupción y el abuso de poder su fuente de riqueza; legisladores que llegan a las curules, producto de un premio a sus complicidades y ocupan zonas de tolerancia a la incompetencia e impunidad.
Todo este ambiente nebuloso tiene responsables: los partidos políticos. Pues son quienes en su calidad constitucional de entidades de interés público postulan a los personajes más indignos y menos aptos, motivo por el cual faltan al deber implícito de ofrecer opciones dignas para la representación política y la renovación de los poderes públicos.
Tristemente todo lo anterior provoca un México cobarde, en el que nadie se atreve a ejercer la denuncia; en el que la ley es vista como un estorbo para unos y como el credo de los ingenuos para otros. Peor aún, un México en el que la justicia es vista como un mito y la impunidad como la materialización del éxito. Un México en crisis que se desangra día con día y que está convulsionando por la ausencia de liderazgo, capacidades políticas y falta de moral pública.
                *Abogado y extitular de la Fepade
                jl_var@yahoo.com

No hay comentarios.:

Publicar un comentario