“No pulsaron el sentir de los económicamente poderosos que vieron cómo se les acabó el festín de doce años de gobiernos panistas”
Intereses económicos y políticos de adversarios
No es más fuerte la razón porque se diga a gritos.
Alejandro Casona
José Fonseca
Ni los responsables de los crímenes
cometidos en Iguala —la tragedia que ha conmovido a la opinión pública
nacional— calcularon que sus acciones contra los muchachos normalistas
fueran a tener las consecuencias políticas y sociales que vive la nación
desde aquella noche del 26 de septiembre pasado.
La tragedia de Iguala ha alterado la ecuación de la gobernabilidad
nacional. Y no es que toda la república esté en la misma situación que
Guerrero o las entidades que sufren por el desgobierno de autoridades
locales, no, simplemente las circunstancias ahora parecen operar en
contra del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.El gobierno peñista sufre así las consecuencias de errores de cálculo que le hicieron subestimar la virulencia de los grupos radicales y la celeridad con que la izquierda montaría una campaña de desprestigio del gobierno, para así disimular sus complicidades con los alcaldes guerrerenses vinculados con el crimen organizado.
De la misma manera se sobreestimó la reacción favorable de los más poderosos grupos económicos a las reformas estructurales. Por supuesto que los grupos económicos querían la reforma, pero se malinterpretó en el gobierno esa disposición a las reformas.
Se malinterpretó porque creyeron que a los grandes intereses económicos les interesaba de verdad que el Estado mexicano fuera fuerte. No pulsaron el sentir de los económicamente poderosos que vieron cómo se les acabó el festín de doce años de gobiernos panistas.
Y, sobre todo, se sobreestimaron las capacidades de respuesta del gobierno de la república.
Se han conjugado los intereses de los grupos económicos y de los grupos políticos adversarios ideológicos del actual régimen, entre ellos muchos grupos radicales.
Como tormenta perfecta, los extremos del espectro ideológico se han juntado y paradójicamente persiguen el mismo objetivo: desgastar el gobierno peñista.
Subestimaron el rencor de los adversarios y han actuado con indiscreción, lo cual es pecado mortal en la política.
Están a tiempo de revisar premisas. De construir los escenarios que les permitan, con la información de que dispone el gobierno federal, prevenir coyunturas adversas y preparar planes B o C para cada escenario.
Están a tiempo de emplear los poderosos instrumentos del poder que conserva la Presidencia de México. A tiempo de evitar que ganen quienes, por distintas razones, económicas, ideológicas y electorales, le apuestan al fracaso del gobierno del presidente Peña Nieto.
jfonseca@cafepolitico.com
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