lunes, 21 de septiembre de 2015

El Papa, el Capitalismo y la Humanidad

El Papa, el Capitalismo y la Humanidad
 
 
Buscando qué ha trascendido a propósito del regocijo en Cuba por la visita que acaba de iniciar el Sumo Pontífice a la Mayor de las Antillas, encontré El Papa y el capitalismo en cuyo texto su autor resalta algunas ideas en contra del Santo Padre como las sustentadas por Ricardo Hausmann —directivo del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard— en ¿El capitalismo causa la pobreza?; al paso que concluye expresando:
“Mi opinión: El Papa hace bien en hablar sobre los pobres del mundo, y también tiene razón en criticar el capitalismo llevado a su extremo. Sin embargo, en su reciente viaje a Bolivia, habló de este último sin mencionar los excesos de los países anticapitalistas, que han creado más pobreza y más opresión que ningunos otros.
“Será muy interesante ver si Francisco balancea sus opiniones sobre el capitalismo durante su visita a Estados Unidos. Yo apuesto a que lo hará”.
He aquí el pretexto que me provoca compartir con mis lectores/as las letras que continúan.
Ante todo, debo advertir que el descontento que reflejan Hausmann y otros con la postura del Papa Francisco se afianza, básicamente, en su discurso del 9 de Julio de este año en ocasión de la asistencia del Líder Máximo de la Iglesia Católica al II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares efectuado en Expo Feria de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, oportunidad en la que expresó ideas medulares para la transformación cualitativa que necesitamos los habitantes de la casa común denomida Tierra, a partir de las preguntas siguientes:
¿Reconocemos, en serio, que las cosas no andan bien en un mundo donde hay tantos campesinos sin tierra, tantas familias sin techo, tantos trabajadores sin derechos, tantas personas heridas en su dignidad?/ ¿Reconocemos que las cosas no andan bien cuando estallan tantas guerras sin sentido y la violencia fratricida se adueña hasta de nuestros barrios?/ ¿Reconocemos que las cosas no andan bien cuando el suelo, el agua, el aire y todos los seres de la creación están bajo permanente amenaza?/ ¿Reconocemos que ese sistema ha impuesto la lógica de las ganancias a cualquier costo sin pensar en la exclusión social o la destrucción de la naturaleza?

Al respecto, considero un punto clave en el razonamiento de Su Santidad el hecho que él expusiera en Santa Cruz de la Sierra:
Se está castigando a la Tierra, a los pueblos y a las personas de un modo casi salvaje. Y detrás de tanto dolor, tanta muerte y destrucción, se huele el tufo de eso que Basilio de Cesarea —uno de los primeros teólogos de la Iglesia—llamaba “el estiércol del diablo”, la ambición desenfrenada de dinero que gobierna. Ese es “el estiércol del diablo”. El servicio para el bien común queda relegado, cuando el capital se convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos, cuando la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico, arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo, destruye la fraternidad interhumana, enfrenta pueblo contra pueblo y, como vemos, incluso pone en riesgo esta nuestra casa común, la hermana y madre tierra.
Así, me cuesta un esfuerzo inmenso digerir cómo en ¿El capitalismo causa la pobreza? se cuestiona si los problemas que preocupan al Papa son consecuencia de lo que él llama un capitalismo “desenfrenado” o, por el contrario, son consecuencia de que el capitalismo no haya logrado implantarse como se esperaba; si se debería concebir en una agenda para promover la justicia social frenar el capitalismo o, en su defecto, eliminar las barreras que impiden la expansión del sistema basado en el predominio de la propiedad privada burguesa —las negritas son mías.
De cara a esta loa a la preeminencia de la Formación Económico Social que sustituyó el reino de los señores feudales, al menos pregunto: ¿Quién pudo prever a ciencia cierta el modo de implantar el Capitalismo? ¿Hasta dónde pudieran llegar/las personas pudieran aguantar las calamidades impuestas por el Capitalismo? ¿Será posible que alguien en su sano juicio crea en verdad que la causante de la tragedia galopante que viven no sé cuántos millones y millones de infantes, adoslescentes, jóvenes y personas adultas en el Norte y, sobre todo, en el Sur, de llegar a ser expandida, pueda devenir panacea a las desgracias de terrícolas?
Para no abusar más de su tiempo —y sin despreciar el supuesto caso de que usted estuviera interesado en recibir otros elementos de mi apreciación en este orden de idea—, me permito recomendar ver mi ¿Avanza el fin del Capitalismo en el mundo? No obstante, apenas resalto algunas de las “herejías” de la obra de la Revolución Cubana —antítesis por naturaleza del desenfreno al quehacer de la propiedad privada.
A juzgar por lo que nuestro Presidente Raúl Castro expresó al recibir al Santo Padre y a modo de respuesta a la inquietud presente en El Papa y el capitalismo en la que su autor se queja de que el Sumo Pontífice en la aludida presencia en Bolivia no menciona “los excesos de los países anticapitalistas”, destaco:
Millones de personas han recobrado su salud con la cooperación cubana: 325 mil 710 colaboradores/as han trabajado en 158 países; hoy, cincuenta mil 281 trabajadores/as cubanos de la salud prestan sus servicios en 68 naciones. Gracias al programa “Yo sí puedo”, 9 millones 376 mil personas han sido alfabetizadas en 30 estados; y más de 68 mil estudiantes extranjeros, de 157 países, se han graduado en Cuba —y fíjese usted que no menciono, por ejemplo, ni nuestra ayuda ante el Ébola ni resultados de la Misión Milagro ni los  elogios del Papa Francisco al arribar a La Habana.
Por tanto, pienso que en la fórmula “El Papa, el Capitalismo y la Humanidad” es muy difícil que los oprimidos/as de la Tierra que defiende Su Santidad apuesten por el reino de la burguesía que tanto mal le ha proporcionado al Universo.



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