El Papa, el Capitalismo y la Humanidad
Buscando qué ha trascendido a propósito del regocijo en Cuba por la visita que acaba de iniciar el Sumo Pontífice a la Mayor de las Antillas, encontré El Papa y el capitalismo
en cuyo texto su autor resalta algunas ideas en contra del Santo Padre
como las sustentadas por Ricardo Hausmann —directivo del Centro para el
Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard— en ¿El capitalismo causa la pobreza?; al paso que concluye expresando:
“Mi
opinión: El Papa hace bien en hablar sobre los pobres del mundo, y
también tiene razón en criticar el capitalismo llevado a su extremo. Sin
embargo, en su reciente viaje a Bolivia, habló de este último sin
mencionar los excesos de los países anticapitalistas, que han creado más
pobreza y más opresión que ningunos otros.
“Será
muy interesante ver si Francisco balancea sus opiniones sobre el
capitalismo durante su visita a Estados Unidos. Yo apuesto a que lo
hará”.
He aquí el pretexto que me provoca compartir con mis lectores/as las letras que continúan.
Ante
todo, debo advertir que el descontento que reflejan Hausmann y otros
con la postura del Papa Francisco se afianza, básicamente, en su discurso del 9 de Julio de este año en ocasión de la asistencia del Líder Máximo de la Iglesia Católica
al II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares efectuado en Expo
Feria de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, oportunidad en la que expresó
ideas medulares para la transformación cualitativa que necesitamos los
habitantes de la casa común denomida Tierra, a partir de las preguntas
siguientes:
¿Reconocemos, en
serio, que las cosas no andan bien en un mundo donde hay tantos
campesinos sin tierra, tantas familias sin techo, tantos trabajadores
sin derechos, tantas personas heridas en su dignidad?/ ¿Reconocemos que
las cosas no andan bien cuando estallan tantas guerras sin sentido y la
violencia fratricida se adueña hasta de nuestros barrios?/ ¿Reconocemos
que las cosas no andan bien cuando el suelo, el agua, el aire y todos
los seres de la creación están bajo permanente amenaza?/ ¿Reconocemos
que ese sistema ha impuesto la lógica de las ganancias a cualquier costo
sin pensar en la exclusión social o la destrucción de la naturaleza?
Al respecto, considero un punto clave en el razonamiento de Su Santidad el hecho que él expusiera en Santa Cruz de la Sierra:
Se
está castigando a la Tierra, a los pueblos y a las personas de un modo
casi salvaje. Y detrás de tanto dolor, tanta muerte y destrucción, se
huele el tufo de eso que Basilio de Cesarea —uno de los primeros
teólogos de la Iglesia—llamaba “el estiércol del diablo”, la ambición
desenfrenada de dinero que gobierna. Ese es “el estiércol del diablo”.
El servicio para el bien común queda relegado, cuando el capital se
convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos, cuando la
avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico, arruina la
sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo, destruye la
fraternidad interhumana, enfrenta pueblo contra pueblo y, como vemos,
incluso pone en riesgo esta nuestra casa común, la hermana y madre
tierra.
Así, me cuesta un esfuerzo inmenso digerir cómo en ¿El capitalismo causa la pobreza?
se cuestiona si los problemas que preocupan al Papa son consecuencia de
lo que él llama un capitalismo “desenfrenado” o, por el contrario, son
consecuencia de que el capitalismo no haya logrado implantarse como se esperaba; si se debería concebir en una agenda para promover la justicia social frenar el capitalismo o, en su defecto, eliminar las barreras que impiden la expansión del sistema basado en el predominio de la propiedad privada burguesa —las negritas son mías.
De
cara a esta loa a la preeminencia de la Formación Económico Social que
sustituyó el reino de los señores feudales, al menos pregunto: ¿Quién
pudo prever a ciencia cierta el modo de implantar el Capitalismo? ¿Hasta
dónde pudieran llegar/las personas pudieran aguantar las calamidades
impuestas por el Capitalismo? ¿Será posible que alguien en su sano
juicio crea en verdad que la causante de la tragedia galopante que viven
no sé cuántos millones y millones de infantes, adoslescentes, jóvenes y
personas adultas en el Norte y, sobre todo, en el Sur, de llegar a ser
expandida, pueda devenir panacea a las desgracias de terrícolas?
Para
no abusar más de su tiempo —y sin despreciar el supuesto caso de que
usted estuviera interesado en recibir otros elementos de mi apreciación
en este orden de idea—, me permito recomendar ver mi ¿Avanza el fin del Capitalismo en el mundo?
No obstante, apenas resalto algunas de las “herejías” de la obra de la
Revolución Cubana —antítesis por naturaleza del desenfreno al quehacer
de la propiedad privada.
A juzgar por lo que nuestro Presidente Raúl Castro expresó al recibir al Santo Padre y a modo de respuesta a la inquietud presente en El Papa y el capitalismo
en la que su autor se queja de que el Sumo Pontífice en la aludida
presencia en Bolivia no menciona “los excesos de los países
anticapitalistas”, destaco:
Millones
de personas han recobrado su salud con la cooperación cubana: 325 mil
710 colaboradores/as han trabajado en 158 países; hoy, cincuenta mil 281
trabajadores/as cubanos de la salud prestan sus servicios en 68
naciones. Gracias al programa “Yo sí puedo”, 9 millones 376 mil personas
han sido alfabetizadas en 30 estados; y más de 68 mil estudiantes
extranjeros, de 157 países, se han graduado en Cuba —y fíjese usted que
no menciono, por ejemplo, ni nuestra ayuda ante el Ébola ni resultados de la Misión Milagro ni los elogios del Papa Francisco al arribar a La Habana.
Por
tanto, pienso que en la fórmula “El Papa, el Capitalismo y la
Humanidad” es muy difícil que los oprimidos/as de la Tierra que defiende
Su Santidad apuesten por el reino de la burguesía que tanto mal le ha
proporcionado al Universo.
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