A causa de la rusofobia predominante, las autoridades de EE.UU. no pueden admitir que el plan de Vladímir Putin para resolver el conflicto sirio es muy sensato. Pero el interés de Rusia en Oriente Medio coincide con el estadounidense, que es impedir que el Estado Islámico se propague por la región.
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Créalo o no este hombre, sin importar lo que haya dicho o hecho en el pasado, acaba de darle una lección de sensatez a todos sus colegas
Así lo cree el político conservador y columnista estadounidense Patrick J. Buchanan, cuyo artículo al respecto ha sido publicado en un blog de la revista digital
The American Conservative
. En su opinión, si en Washington olvidan las discrepancias del pasado, las dos potencias podrían restablecer una
cooperación eficaz
y combatir a los terroristas.
Una vez derrocado el Gobierno de Al Assad, los terroristas llegarían al poder, exterminarían a miles de alauitas y cristianos sirios y provocarían una crisis migratoria aún más seria, admite Buchanan. "Putin quiere prevenir eso. ¿Y nosotros no? —se pregunta— ¿Entonces, por qué descartamos su oferta de trabajar con nosotros?".
Es inevitable que entre Rusia y EE.UU. haya algunas tensiones, pero ambos países buscan por igual evitar una guerra entre sí y derrotar al Estado Islámico, afirma Buchanan. Y el problema para EE.UU. en la región no es la actitud de Moscú, sino que Washington permitió que sus propios aliados (como los turcos, los israelíes, los sauditas y los árabes del Golfo) lo convencieran de que no se podría conseguir una victoria sobre el EI si antes no se derrocaba a Al Assad.
"Los que nos sugieren esto son los mismos para los cuales la guerra es pan comido y que nos decían que, una vez derrocado Saddam Hussein, Irak se convertiría en una democracia modélica para Oriente Medio y que la muerte de Muammar Gaddafi significaría el surgimiento de una Libia prooccidental", ironiza el autor.

Pero, al contrario, corresponde a los intereses de EE.UU. impedir que Al Assad sea derrocado, que su Ejército se desmoralice y sea derrotado y que el movimiento islamista se abra paso hasta Damasco.
Si este escenario se materializara, Siria se transformaría en una "base estratégica de entrenamiento y un santuario" del Estado Islámico, desde donde los extremistas emprenderían incursiones a distintos países de la región y del mundo.