El día que CAP traicionó al pueblo y entregó la soberanía al FMI
16/2/2016 9:17:20 a.m.
Hace
27 años, el 16 de febrero de 1989, el entonces, Carlos Andrés Pérez
(CAP), anunció un conjunto de medidas neoliberales acordadas con el
Fondo Monetario Internacional (FMI) que sumieron al pueblo en la pobreza
y ocasionaron un estallido social.
Entre
las principales medidas del llamado “Paquetazo Económico” estaba la de
recurrir al FMI y al Banco Mundial (BM), para que el país recibiera un
préstamo por 4.500 millones de dólares en los tres próximos años, pero
no si antes aplicar ciertas condiciones: liberación de tasas de interés
activas y pasivas, unificación cambiaria con la eliminación de la tasa
preferencial, liberación de los precios de todos los productos,
regulación de 18 productos de la cesta básica, incremento de las tarifas
de servicios públicos, aumento del 100 % del precio de la gasolina y el
aumento inicial de las tarifas del transporte público en un 30%.
Pérez
justificó la medida argumentando que tenían como finalidad “rescatar”
el desarrollo y de bienestar de todos los venezolanos.
“Agotamos
nuestras reservas, pero no vamos a solicitar esos recursos con actitud
implorante, sino como ejercicio de responsabilidad. Consideramos un
deber del FMI colaborar con Venezuela en esta hora difícil. Hemos ido
(al FMI) después de largos estudios que realizamos en Venezuela con
verdaderos hombres capaces de comprender los fenómenos de nuestra
economía”, fue parte del discurso que utilizó para presentar su plan de
“austeridad” el hombre que ganó las elecciones del 4 de diciembre de
1988 por ser “la fuerza de la esperanza”.
El engaño de CAP
Luego
de obtener la victoria con un 53% de los votos, el dirigente adeco
intentó implementar medidas estructurales para desarrollar en el país un
modelo de libre mercado basado en los principios de la doctrina
neoliberal.
La imagen de Pérez, como
oferta electoral era la del presidente del “milagro económico” para
apalancar la lucha contra la pobreza.
Durante
su campaña de “El Gocho pal’ 88” prometió regresar al estado de bonanza
económica que caracterizó su primera administración (1974-1979),
conocida como la “Venezuela Saudita” por el flujo de dólares
provenientes de la nacionalización de la industria petrolera y del
hierro.
Aunque había asegurado al
país que “no pueden haber ajustes en lo económico, cuyos efectos sólo se
sientan en los grupos de menores ingresos” y que el FMI no impondría
condiciones a Venezuela; la situación del país había ido empeorando
paulatinamente con la baja de los precios del petróleo, la devaluación
de la moneda y los altos niveles de inflación y deuda externa.
Venezuela
sufría un desequilibrio en la balanza de sus pagos de la deuda externa,
que representaba un déficit acumulado de 7.376 millones de dólares
entre 1986 y 1988, y el total agotamiento de sus reservas
internacionales, excluyendo el oro, que en buen aparte había sido
enviado a Inglaterra con el pretexto de abonarle recursos a la reserva.
Aunado
a ello, el déficit público en 1988 alcanza los 60.000 millones de
dólares, equivalente a 7% del Producto Interno Bruto (PIB).
No
obstante, contradictoriamente a su promesa electoral, las políticas
implementadas por el mandatario adeco incluyeron la liberación de los
tipos de cambio, la disminución progresiva de la protección de las
industrias, la desregulación de los precios, la disminución (hasta
llegar a la reducción) de los subsidios, así como la privatización de
las empresas públicas, bajo medidas de corte neoliberal a favor de la
disminución de las competencias del Estado.
Para
poder acceder al préstamo del FMI que contemplaba un monto de 4.500
millones de dólares en los siguientes tres años, y de otros 21.000
millones para los próximos 7 años , CAP debió aplicar el “paquetazo”,
con el que liberó la tasa de cambio del bolívar, para que “dejara de
ser un gran mecanismo de subsidio que había permitido, hasta ese
momento, que el pueblo venezolano viviera como no podía, es decir, muy
por encima de sus posibilidades”, dijo Pérez quien anunció la
racionalización y eliminación progresiva de aranceles a la importación,
la liberación de las tasas de interés activas y pasivas en todo el
sistema financiero, con lo cual muchas familias perdieron sus casas que
aún terminaban de pagar a crédito.
“En
coordinación con el FMI, el Banco Mundial y el Comité de la Banca
internacional, se planteó una estrategia económica dirigida a recuperar
equilibrios macroeconómicos perdidos, a fin de que pudiera intentarse de
nuevo avanzar en el proceso de transición de un modelo económico y
político rentístico-petrolero (populista clientelar) a otro de carácter
tecnocrático-privatista”, refiere el texto 27- F para siempre en la
memoria de nuestro pueblo, editado por la Defensoría del Pueblo.
La
mayoría de las medidas del paquete de Pérez, llamado por sus asesores
como el “Gran Viraje”, eran de aplicación inmediata, entre ellas el
aumento de 14 derivados del petróleo y, en especial, el de la gasolina,
que registró el 26 de febrero de 1989 un alza promedio de 94%, generando
además, un incremento de 30% en las tarifas del transporte urbano.
Los
transportistas consideraron que el aumento debía ser de al menos 70%, y
la Cámara del Transporte convocó un paro para el lunes 27 de febrero
como medida de presión. Ese día intentaron imponer sus tarifas.
El
resultado fue un estallido popular que en principio fue contra las
unidades de transporte y luego se extendió, como reacción también ante
una ola de acaparamiento y especulación en los principales rubros
alimenticios.
Las protestas se
iniciaron en Guarenas, estado Miranda, y en el área metropolitana de
Caracas y La Guaira, además de Aragua, Carabobo y Mérida. Al final hubo
revueltas populares en casi todos los estados país, a excepción de
Cojedes, Nueva Esparta, Delta Amacuro y Amazonas.
“El
FMI encendió las calles de Caracas”; “Violencia en todo el país” y
“Arde el país, alza del pasaje prendió la mecha”, eran los principales
titulares de la prensa que reseñaba el estallido social, que constituyó
la reacción de un pueblo defraudado, abandonado por el Estado y
condenado a la pobreza y la exclusión.
Aunque
las cifras oficiales revelan que la represión policial durante el
estallido social del 27 y 28 de febrero de 1989 dejó un saldo de 300
muertos y más de un millar de heridos, algunos reportes de
organizaciones de derechos humanos hablan de al menos 3.500 personas
fallecidas.
Pueblo golpeado ante la crisis
La
rebelión popular de hace 27 años constituyó la respuesta de un pueblo
golpeado por la profunda crisis generada por la aplicación de políticas
neoliberales.
A principios de 1989,
la pobreza en la cual vivían cinco de cada diez hogares venezolanos se
recrudeció por los recortes aplicados por Pérez en los recursos
destinados a atender las necesidades del pueblo. Así, la cifra de
“gasto” social, como era concebido en la IV República, bajó de 7,3% en
1988 a 6,9% para 1989. El presupuesto para educación se redujo de 12.005
millones de bolívares en 1988 a 10.635 millones en 1989. Los recursos
para la salud descendieron de 5.599 millones de bolívares en 1988 a
4.311 millones en 1989.
“El esquema
de crecimiento económico impulsado por el Estado petrolero se agotó y el
gasto social se vio afectado no sólo en cantidad sino también en
calidad, al sesgarse hacia las labores administrativas, dejándose de
lado la inversión social”, señalan los investigadores José Ignacio Silva
y Reinier Schliesser en el libro La evolución de la pobreza en
Venezuela, publicado por el Banco Central de Venezuela (BCV) en 1998.
A
esto se sumó un alza en la inflación de 35,5% de 1988 hasta 81% de
1989, mientras que la estructura económica reflejaba que sólo 5% del
empresariado concentraba el 70% de la producción. Para el período
1990-1992 el índice de subnutrición se ubicó en 13,5%.
Modelo de justicia e inclusión
Con
la llegada del comandante Hugo Chávez a la presidencia de la República
en 1999 se dio inicio al desarrollo de una profunda revolución política,
económica y social, y de un nuevo modelo de país, con justicia e
inclusión social.
La inversión
social entre 1999 y 2015 supera los 650 mil millones de dólares, y el
Estado ha destinado el 60% de sus ingresos a impulsar programas y
misiones que permitan atender y satisfacer las necesidades de la
población.
En los primeros 15 años
de Revolución Bolivariana, la pobreza en el país se redujo de 49% a 19%,
mientras que la pobreza extrema bajó de 21% a 5,5%.
Venezuela
pasó de un Índice de Desarrollo Humano (IDH) de nivel medio a un IDH
alto, que la ubica como uno de los países con menor desigualdad de
América Latina.
Este modelo de país
ha sido posible con la protección del salario, la garantía de seguridad
alimentaria y la educación gratuita. Además de programas como la Gran
Misión Vivienda Venezuela, que ha entregado más un millón 4 mil hogares
dignos, desde 2011 hasta la fecha.
Derecha propone volver al paquetazo
La
inversión social ha sido prioridad del proceso revolucionario, frente a
las dificultades y continuas maniobras desestabilizadoras orquestadas
por actores del imperialismo para derrocar al Gobierno bolivariano y
restaurar el neoliberalismo.
Ante la
coyuntura económica que atraviesa el país como consecuencia de la baja
de más 70% en los precios del petróleo, y de los efectos de una guerra
no convencional perpetrada por la derecha, y que incluye el ataque a la
moneda, el bloqueo financiero, y prácticas de acaparamiento, contrabando
de extracción, desabastecimiento e inflación inducida, el presidente de
la República ha reafirmado la voluntad y compromiso del Gobierno
Bolivariano de mantener la inversión social, para atender las
necesidades y garantizar la protección de las familias venezolanas.
Sin
embargo, el jefe de Estado también ha denunciado en repetidas
oportunidades que actores políticos y grandes empresarios de la derecha
venezolana planifican con financiamiento del FMI aplicar un nuevo
paquetazo en el país, que apunta a la aplicación de privatizaciones,
liberación de precios y recortes a programas sociales.
Incluso,
los partidos políticos de la derecha que hoy cuentan con una mayoría
circunstancial en la Asamblea Nacional (AN), han dejado escapar en sus
pocas menciones a posibles acciones económicas, la aplicación de
políticas neoliberales que llevarían al pueblo al mismo estado de
miseria que en 1989.
AVN
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