viernes, 5 de febrero de 2016

Hechos pasados para una reflexión presente. El Pacto PSOE-IU en las elecciones generales de 2000.

Hechos pasados para una reflexión presente. El Pacto PSOE-IU en las elecciones generales de 2000.
 
 
 
5/2/2016 6:20:00 a.m.

Frutos y Almunia. Elecciones generales de 2000, pacto PSOE-IU.


Recientemente alguien me preguntó por el pacto de Frutos con Almunia en el año 2000. Me di cuenta que había muchos detalles que tan siquiera recordaba ya, que la mayoría de la gente posiblemente haya olvidado lo que sucedió y, entre quienes lo recuerdan, es posible que apenas haya quedado una idea telegráfica. Por este motivo me ha parecido interesante reproducir un paper (un texto académico elaborado específicamente para ser discutido en un seminario o evento académico similar) firmado por Ana Sánchez-Sierra, del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid, presentado hace ya bastante tiempo, en 2005. Es un documento al que por supuesto se le podrían poner objeciones y hacer críticas (para eso están este tipo de documentos). Pero mi propósito es doble: A) refrescar la memoria sobre los hechos; B) traer al presente aquellos hechos en el contexto actual en el que IU parece querer apoyar un gobierno del PSOE presidido por Pedro Sánchez. 

Habrá quien piense que nada tiene que ver aquel pacto con el posible apoyo a la investidura de Pedro Sánchez como estrategia política que impida un nuevo gobierno del PP. Y por supuesto que hay diferencias (para empezar, aquello fue un pacto pre-electoral). Seríamos ingenuos y simplistas si no tuviésemos en cuenta que existen. Pero, en mi opinión, hay aspectos en común y son los que nos interesan:
  1. En uno y otro caso se trata de una alianza con el entramado político de la socialdemocracia/socioliberalismo.
  2. En ambos casos se otorga al PSOE la consideración de fuerza política de izquierdas.
  3. Tanto en un caso como en otro, se rompe con el discurso que enfatiza la idea del "PPSOE", contribuyendo a transmitir una imagen por la cual el PSOE no es parte del problema, no es un instrumento más de la oligarquía ni un ejecutor de la voluntad de la Troika.
  4. En los dos casos se apela a la legitimación de un "cambio", que o bien tira del aparentemente pragmático discurso de "lo menos malo" (una falacia que en ocasiones resulta letal para la izquierda) o, simplemente, se plantea como un cambio en abstracto y mal formulado, que termina siendo siempre un ejercicio de gatopardismo.
Podríamos plantear otros aspectos del parangón, pero basta con los señalados. En definitiva, la cuestión nuclear de fondo que vengo a plantear es si la socialdemocracia debe ser siempre combatida o, por el contrario, deben buscarse alianzas tácticas a partir de unos mínimos que suavicen las duras condiciones en las que vive la mayor parte de clase trabajadora. Quienes me conocen, saben que personalmente soy bastante enemigo de este tipo de pactos, pero es cierto que la política consiste permanentemente en negociar y pactar, una realidad que con frecuencia los más divinos y puristas olvidan. ¿Es aplicable esto al momento actual?.. Personalmente creo que a la larga sería muy negativo el apoyo al PSOE y que las ventajas que podrían derivarse y que permitirían suavizar las condiciones de vida de la clase trabajadora con medidas puntuales, acabarían engullidas por una política económica que el PSOE llevaría a cabo en satisfacción a los deseos de Bruselas. Si Syriza ha salido rana, el PSOE es de antemano un venenoso y grotesco sapo, algo que ciertos líderes de IU parecen no querer darse cuenta aunque resulte muy evidente.

Otro motivo para sacar a relucir este episodio del pasado de IU, tiene que ver con la apuesta del garzonismo y de una parte de la cúpula de IU-PCE, por buscar la confluencia con Podemos, una formación cuyos parámetros son claramente socialdemócratas. Es el mismo acercamiento a la socialdemocracia que tuvo lugar en el 2000. El PSOE es la vieja y desgastada socialdemocracia, y Podemos es la socialdemocracia renovada, fabricada precisamente para solucionar el problema sistémico del desgaste de la primera. 

Sirva todo esto para el debate. El artículo de Ana Sánchez-Sierra es muy extenso (25 páginas), así que he extraído las partes más importantes. Para el que quiera leer el texto completo, incluyendo las notas que no figuran aquí, puede descargarlo en pdf pulsando en este link.

@VigneVT

Referencia documental:
Ana Sánchez-Sierra: "El Pacto PSOE-IU en las elecciones generales de 2000: estrategia electoral, proceso negociador y efectos", Estudio/Working Paper 44/2005, Departamento de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid).
Negrita e imagen que encabeza el texto, son añadidos nuestros.

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Cartel electoral. Frutos, candidato de IU en las elecciones de 2000.


El Pacto PSOE-IU en las elecciones generales de 2000: estrategia electoral, proceso negociador y efectos.
Ana Sánchez-Sierra
[Fragmentos seleccionados del artículo]

Este artículo se centra en el estudio del pacto firmado por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y la coalición Izquierda Unida (IU) en los inicios de la campaña electoral de las elecciones generales de marzo de 2000. La unidad de acción de la izquierda plural abrió un escenario inédito en elecciones generales y emergió como una novedad sustancial dentro de la oferta de competición partidista. Análisis posteriores tildaron de “desesperada” la campaña electoral socialista y a la luz de los resultados consideraban concluido el pacto (1).

La clave estratégica de la campaña del 2000 del PSOE fue la participación (Varela, 2004:183). El pacto PSOE-IU se lanzó como un acicate movilizador del voto de izquierdas. Los resultados mostraron que un millón de votos de antiguos votantes socialistas y ochocientos mil de Izquierda Unida fueron a parar a la abstención. En total se estima que los firmantes del pacto perdieron 3 millones de votos (Varela, 2004:190). Las primeras impresiones de las encuestas mostraban que el electorado no se entusiasmaba con la idea y que el impacto del pacto era nulo (Wert, 2000:26).

El pacto PSOE e IU constó de tres compromisos. En primer lugar, un acuerdo programático de mínimos, es decir, con diferentes compromisos políticos y principios inspiradores de políticas públicas (en total 59). Pero ninguno de los partidos firmantes se veía obligado a renunciar a la defensa íntegra de su programa, ni antes ni después de las elecciones. En segundo lugar, un pacto de investidura por el que IU se comprometía a apoyar al candidato socialista a la presidencia si éste aceptaba los puntos negociados del acuerdo programático. Y por último, una alianza electoral en las candidaturas al Senado por el que se coordinaban electoralmente en un total de 27 circunscripciones (2).

Las campañas electorales de ambos partidos fueron independientes y no existió una ligazón de las actividades y mensajes que hubiera servido para propagar los efectos del acuerdo (García, 2004:166). Hubo únicamente dos actos conjuntos de presentación del pacto, junto con el apoyo de intelectuales y artistas y un apretón de manos de sus líderes Joaquín Almunia y Francisco Frutos poco antes del cierre de sus respectivas campañas electorales.

El acuerdo PSOE-IU fue un acontecimiento clave de campaña. A diferencia del acuerdo de la izquierda francesa (3), que se pretendía emular, el acuerdo español fue primero anunciado y luego negociado. El pacto PSOE-IU fue un fenómeno no ajeno a una estrategia de campaña que apostó por reactivar el voto ideológico. El anuncio o no al electorado por parte de los líderes de sus intenciones de gobernar juntos responde a una decisión política de campaña, cuya intención es maximizar los réditos electorales. La campaña electoral de 2000 se polarizó en dos escenariosla valoración de la acción de gobierno del Partido Popular (PP) y la apelación a la ideología de los electores (González y Garrido, 2000). En términos de ubicación ideológica el conjunto del electorado se situaba más próximo al PSOE que al PP, pero a la hora de evaluar la actuación del PP, ese mismo electorado valoraba positivamente la gestión política del PP (González, 2002).

El principal propósito de este trabajo es presentar el acuerdo PSOE-IU como parte de la campaña electoral de PSOE e IU y analizar la relación entre la opinión de los electores sobre el pacto y su comportamiento electoral. El artículo se estructura en tres partes. En primer lugar, un análisis descriptivo de la estrategia y proceso negociador de los protagonistas del acuerdo. En segundo lugar, un estudio de las opiniones y actitudes del electorado en torno a dicho pacto y, en tercer lugar, el análisis de sus posibles efectos en el electorado utilizando un modelo de regresión logística multinomial. Para ello, se utiliza la encuesta panel del Centro de Investigaciones Sociológicas (estudios 2.382-2.383 CIS), para finalizar recogiendo las conclusiones más destacadas. 

I. Estrategia electoral y proceso negociador

El acuerdo entre PSOE e IU de 2000 fue un pacto pre-electoral, no una coalición electoral stricto sensu (4). Fue un proceso mediante el cual el PSOE e IU, o más concretamente sus candidatos respectivos, Joaquín Almunia y Francisco Frutos (5), coordinaron sus acciones con el objetivo de conseguir mejores resultados electorales.  Como es sabido, la coordinación electoral se refiere a una variedad de procesos por los cuales políticos y votantes coordinan sus acciones con el objetivo de conseguir más escaños o carteras ministeriales (Cox, 2000:49). La coordinación electoral se caracterizaría tanto por la posibilidad de éxito como de fracaso, y apunta, también, a la mezcla de intereses comunes y opuestos (Cox, 1997:4). (...)

(...)

1. Objetivos estratégicos.

El objetivo principal del PSOE durante el proceso negociador del pacto fue la búsqueda de efectividad, es decir, el aumento de sus posibilidades electorales. Pretendía reducir la distancia que las encuestas reflejaban con respecto al Partido Popular (PP) mediante un pacto que movilizara el voto de los electores de izquierdas (ya que las encuestas traslucían un voto proclive al PP entre los votantes más centristas) (6) y, a la vez, aprovecharse del anunciado hundimiento que las encuestas señalaban para IU apelando a una estrategia de voto útil, aunque en esta ocasión fuera de una forma un tanto soterrada. Es decir, el Partido Socialista buscó maximizar el número de escaños de PSOE e IU en conjunto y a la vez obtener el mayor número de votos de antiguos votantes de Izquierda Unida.

Izquierda Unida se encontraba en una encrucijada. Por un lado, las expectativas electorales eran muy malas y, por otro, el improvisado candidato de la coalición, Frutos, era un desconocido para los votantes. En la encuesta pre-electoral del CIS, la frecuencia más alta en la pregunta sobre la valoración de Frutos, en torno al 20 por ciento, es para la categoría de los que declaraban “no conocer” al candidato de la coalición, seguida de los que manifestaban “no saber”. El objetivo principal de IU, al igual que el del PSOE, fue el aumento de sus posibilidades electorales, pero dando prioridad a la negociación de un programa de gobierno. Pretendía neutralizar el voto útil defendiendo su presencia en todas las circunscripciones y presentando el acuerdo alcanzado como una necesidad para llevar a cabo políticas de izquierdas. El eslogan de la campaña electoral de la coalición IU apelaba a esta idea: “Somos necesarios. La negociación y la firma del acuerdo proporcionó un plus de visibilidad público-mediática a la coalición IU y a su repentino candidato a la presidencia. (...)

(...)

3. El Pacto PSOE-IU

El 30 de enero las partes emitieron comunicado conjunto en prensa en el que anunciaban el acuerdo en base a un programa de mínimos y su intención de buscar nuevas fórmulas para las candidaturas del Congreso. En ese momento la oferta del Partido Socialista dejó de ser global, es decir, era posible llegar a un acuerdo sin consensuar la retirada de candidaturas. El encargado de redactar los puntos del acuerdo alcanzado fue Juan Manuel Eguiagaray (14). El documento manifiesta que PSOE e IU habían alcanzado un acuerdo en el que se incluía un compromiso de apoyo a la investidura como presidente de gobierno a favor del candidato socialista basado en el programa de gobierno y que ambas organizaciones políticas tratarían de lograr un acuerdo electoral para asegurar la eficacia parlamentaria de los votos ciudadanos (15). Finalmente, se descartó cualquier planteamiento de retirada o listas conjuntas en el Congreso (única cámara que participa en la investidura del presidente del Gobierno).

Aparentemente, el logro de un acuerdo programático sin retirada de candidaturas fue un éxito negociador de la coalición IU. Esta afirmación debe ser matizada si comparamos las proposiciones del acuerdo de gobierno con los respectivos programas electorales de PSOE e IU para las elecciones de marzo de 2000. Dicha comparación revela que sólo en 2 de los 59 puntos del acuerdo programático IU desplazó de forma sustancial la postura de partida del PSOE (16). El acuerdo de gobierno al que llegaron superó los dos principales escollos a los que se enfrentaban: el tema europeo (Pacto de estabilidad) y el tema OTAN (acuerdos en materia de seguridad y defensa). El texto recoge la participación activa en la construcción de la Europa social y política y el mantenimiento de los compromisos internacionales en materia de seguridad y defensa. No obstante, en el preámbulo del acuerdo se señala que hay diferencias entre los firmantes que son convicciones entre otros casos, en lo que atañe a nuestras posiciones sobre la OTAN o el distinto significado atribuido al Pacto de Estabilidad. Pero estas diferencias no impiden, sin embargo, que podamos coincidir, en torno a un Programa de Gobierno” (17).

Como se señaló anteriormente el pacto PSOE-IU estuvo compuesto de tres compromisos: programático, de investidura y para las candidaturas al Senado. La alianza electoral en el Senado a la que llegaron PSOE e IU en 27 circunscripciones consistió en adoptar una estrategia común de infranominación (18) por la que se pretendía conseguir en el Senado una mayoría de representantes de izquierdas por medio de la concentración del voto en tres candidatos (dos de PSOE y uno de IU).

Dicha coordinación estratégica, que no fue posible en el Congreso, se halló con una mayor facilidad en el Senado dada su calidad de cámara de segunda lectura y las coincidencias en la necesidad de su reforma.

El esfuerzo realizado por ambas formaciones para lograr esta alianza electoral solo podría, electoralmente, justificarse bajo una perspectiva de completa movilización del potencial electorado progresista. Es decir, tomando como base los resultados electorales de ambas formaciones en las pasadas elecciones generales de 1996 y partiendo del supuesto de que quienes votaron en 1996 a ambas formaciones lo hicieran de nuevo en el 2000, votando a los tres senadores propuestos en el acuerdo, tan sólo hubieran conseguido los tres senadores pretendidos en 8 de las 27 circunscripciones y 2 senadores en tan sólo una circunscripción. (Sánchez-Sierra, 2002:54). 

El análisis de los resultados obtenidos en las elecciones muestra que en ninguna de las circunscripciones del acuerdo se consiguió, ni tan siguiera, un escaño más, e incluso en la circunscripción de Ibiza-Formentera la coalición de izquierdas PACTE perdió el escaño que poseía su predecesor EFS. La pretendida movilización del electorado de izquierdas no sucedió, y la participación en el Senado en las circunscripciones del acuerdo fue cinco puntos menor (19). El PSOE obtuvo una disminución de catorce puntos porcentuales en el número de votos para el Congreso en las circunscripciones del pacto electoral, mientras que IU sufrió un descenso aún mayor, de cincuenta puntos porcentuales. Esta tendencia no se repitió en el Senado. Aunque tradicionalmente el número de votos que obtienen PSOE e IU en las elecciones al Senado suele ser menor que los logrados en la elecciones Congreso (en torno al 5 por ciento para el PSOE y al 15 por ciento para IU), sin embargo, en los comicios de 2000 esto no ocurrió así en las circunscripciones en las que se aplicó el acuerdo. En su lugar, a pesar de que, como ya hemos visto, ambos partidos redujeron sus votos para el Congreso, en el Senado el número de votos a los dos candidatos de PSOE aumentó en un 6 por ciento para el primer candidato socialista y en 2 por ciento para el segundo. Los votos obtenidos por el candidato de IU fueron más de seis veces los conseguidos en 1996, como se detalla en la tabla 3. De todo ello no se resuelve que todos los que votaron a los dos candidatos socialistas hicieran lo propio con el candidato de IU, y viceversa. Antes de pasar a analizar quiénes “fallaron” más a la hora de votar conjuntamente, cabe preguntarse si el acuerdo PSOE-IU habría sido efectivo en el supuesto de que todos los votantes de PSOE hubieran votado a IU y viceversa. De su análisis20 se observa que sólo en la circunscripción de Asturias se habría conseguido un aumento de los escaños obtenidos, llegando hasta tres el número de escaños logrados. En el resto de circunscripciones, los pobres resultados de PSOE e IU por separado dinamitaron cualquier esperanza de éxito en los resultados del Senado.

Teniendo en cuenta que la causa fundamental del fracaso la que el acuerdo electoral en el Senado no fue debido a quienes no votaron por el partido aliado sino que radicó mas bien en quienes no votaron en absoluto por ninguno de los dos partidos, el análisis del voto a dichas formaciones puede arrojar cierta luz en el comportamiento electoral de los votantes de PSOE e IU, aunque su importancia en la efectividad electoral del pacto queda muy disminuida. Haciendo uso del modelo utilizado para el análisis (21) cabe observar en todas las circunscripciones del acuerdo unos rasgos generalizados. Según el mismo, el porcentaje de aquéllos que votaron a los dos candidatos socialistas (a los que denominaremos votantes socialistas) y además votaron al candidato de IU fue del 80 por ciento como media con una razonable desviación típica entre circunscripciones del 4. por ciento. (SánchezSierra, 2002: 61). Del mismo modo, el porcentaje de electores que habiendo votado a IU en el Congreso y al candidato de IU para el Senado y que apoyaron a los dos candidatos socialistas en las elecciones generales de 2000 fue del 61 por ciento como media, con una desviación típica bastante alta, del 17%. Esta alta variabilidad entre circunscripciones pude ser debida a las hipótesis asumidas (Sánchez-Sierra, 2002: 58).

Otro dato que puede extraerse del análisis es la estimación aproximada de la proporción de los votos al PSOE recibidos de votantes de IU y viceversa. La media de votos obtenidos por el PSOE de electores que votaron a IU en el Congreso y Senado fue del 8 por ciento, mientras que para IU el porcentaje fue mucho mayor llegando a un 84 por ciento de media. (Sánchez-Sierra, 2002: 63). No resulta desatinado suponer que casi la totalidad de estos votos no habrían ido a para al otro partido de no haberse producido el acuerdo. (...)

(...)

IV. Conclusiones

El pacto PSOE-IU no ambicionó ser una coalición electoral. Podemos hablar del pacto como un acuerdo pre-electoral de carácter estratégico, y no como una coalición electoral en sentido estricto, es decir, con una comunicación expresa a la Junta Electoral competente, cumpliendo los requisitos y plazos dispuestos en la Ley Orgánica de Régimen Electoral General (LOREG). El pacto PSOE-IU constó de tres acuerdos. Uno de índole programática, otro de compromiso de apoyo de la investidura del candidato socialista y un último por el que se coordinaban electoralmente en las candidaturas al Senado.

En conjunto, la posibilidad de un gobierno de la izquierda plural fue acogida positivamente por el electorado: cuanto más ubicado a la izquierda se posicionara el encuestado, más probabilidad tenía de estar a favor del Pacto. Pero también hay que destacar el elevado porcentaje de individuos que no tenían formada una opinión al respecto y a los que no ayudó el desarrollo posterior del acuerdo durante la campaña. El análisis estadístico revela, para el caso del PSOE, que su probabilidad de voto aumentaría en un 13 por ciento si el individuo tuviese una opinión positiva del pacto.

La conclusión más destacada del modelo analizado es la exigua motivación que el pacto tuvo entre los abstencionistas, es decir, la probabilidad de abstenerse se vio influida por la valoración del acuerdo PSOE-IU, la magnitud fue un tanto exigua (una valoración positiva del acuerdo disminuiría la probabilidad de abstenerse en un 5 por ciento). El pacto PSOE-IU, aunque intervino en las probabilidades de voto, en mayor o menor grado dependiendo del partido político, de las elecciones generales de marzo de 2000, no funcionó como un verdadero acicate movilizador del voto de izquierdas
Ana Sánchez-Sierra

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