lunes, 14 de marzo de 2016

Los reyes y la "merde"

Los reyes y la "merde"



Es de perogrullo, a pesar de los, por otro lado exitosos, malabarismos mediáticos para encajarlo en los límites de la lógica, que monarquía y democracia son términos autoexcluyentes ¿Cómo puede digerirse esa estúpida idea de que al frente de un supuesto gobierno del pueblo puede estar un jefe de estado elegido a dedo, por la gracia de dios, del adn o de un dictador, y que vive sin dar palo al agua a costa de sus subditos? Se trata, claramente, de una pregunta retórica de respuesta clara: no se puede digerir; en todo caso, hay que tragárselo sin masticar con la "ayuda" de la propaganda de los medios de comunicación al servicio del régimen.

Pero que los oprimidos y los dominados lo crean no significa que los monarcas y adláteres lo hagan también; al contrario, la monarquía y la clase dominante, es decir, todos esos delincuentes que viven a costa del trabajo ajeno, saben bien cómo funciona el negocio en el que sustentan sus privilegios y, por ello, también conocen la necesidad del constante bombardeo propagándistico que anule lo más posible todo vestigio racional en sus siervos.

También sucede que esos "elegidos" que normalmente son reyes, o por la endogamia histórica o por su vida llena de juergas y caprichos sin necesidad de esforzarse un ápice para lograr su supervivencia y bienestar, no están dotados, ni mucho menos, de una perspicacia significativa. Y mucho menos aquellos que han pasado por carros y carretas para auparse a su nivel, como la actual reina Letizia, antigua casquivana, además de republicana, cuyo único mérito, en su caso, para vivir, nunca mejor dicho, a cuerpo de rey, es irse a la cama de vez en cuando con el nieto ideológico de Franco y parir su descendencia.

La actúal pareja real, como decíamos, sabe muy bien en que se sustenta su vida fácil y sobre que espaldas se sostienen sus privilegios; chupar constantemente del bote no es totalmente gratis, aunque lo parezca, hay que saber mentir y calmar y callar vicios, dispendios y delitos ante los que, pisoteados, siguen increiblemente respetando y soportando la monarquía, so pena de que un día se den cuenta de que tipo de parásitos chupan su sangre. Sin embargo, por sus limitaciones y retrasos físicos, psiquicos y éticos, tanto familares como de clase, que les hacen, como pasaba con su padre Juan Carlos con las mujeres, el vino y los elefantes, entre otras aficiones en las que no dudaba en despilfarrar la asignación presupuestaria, no controlarse en ocasiones, dando a conocer su verdadera forma de ser y pensar ante sus vasallos de la pantomima democrática "prostitucional".

Como dice el refrán, de casta le viene al galgo

Así, han sido hecho públicos algunos mensajes telefónicos enviados por los rey
es a alguno des sus amigos, ya reconocidos delincuentes estafadores, como Javier López Madrid, yerno del mafioso corrupto Juan Miguel Villar Mir, dueño de una de las grandes constructoras españolas, que ha pertenecido al círculo más íntimo de Felipe de Borbón desde que compartieron pupitre en el colegio Los Rosales de Madrid. El amiguete de los reyes, que forma parte del grupo de delincuentes que, como el ex Jefe de la Casa de Su Majestad, Rafael Spottorno, figura también entre los 86 directivos de Cajamadrid que utilizaron las polémicas tarjetas 'black' para gastos privados, no solo no fue recriminado por los monarcas que, democráticamente hablando, deberían tener mucho más respeto hacia los ciudadanos que hacia los colegas de juerga y cachondeo, sino que, al contrario, recibió un sms dándole su apoyo en el que, como pocas otras cosas, queda clara cuales son las verdaderas prioridades y su concreta concepción de la sociedad: por un lado, están sus colegas de vicio y de clase y, el resto, es "merde" (en francés para que quede más fino y más propio de los Borbones).

Esa "merde" (lo que los posmodernos llaman "pueblo" y que en realidad es la clase trabajadora, es decir, los que aportan y crean la riqueza que los reyes y sus amigos se reparten) define como ninguna otra lo que los actuales reyes (y los de siempre), de los trabajadores, de los ciudadanos que no forman parte de su clase, y ante los que, si bien tienen que fingir públicamente para asegurar que acepte la antirracional, inmoral y injustificable situación de que unos cuantos vivan a la espalda de la mayoría, de esa mayoría que produce la riqueza, en realidad los desprecian y, llevados por el miedo a que algún día se organizen y acaben con sus privilegios inmerecidos,sabiendo de que por mucho que se esfuercen su futuro depende de ellos, los ven con un rencor insano y criminal.

No obstante, el preclaro Robespierre dijo aquello de que no hay que probar que el Rey haya cometido ningún delito; su mera existencia es en sí misma un crimen ¿De qué nos asombramos, pues, cuando se rodean de criminales y actúan como tales?



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