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Se cumplen 30 años del referéndum sobre la OTAN. España, peón del Imperio (parte 1 de 2).
Felipe González, antes y después de ser Presidente del Gobierno:
"Y hay que dejar perfectamente claro que el ingreso de España en la OTAN no añade nada a la seguridad nacional"
"El interés de España, lo conveniente para España, es permanecer en la Alianza Atlántica como he repetido muchísimas veces ya"
El 12 de marzo se cumplen 30 años del referéndum sobre la OTAN. La incorporación de España a la OTAN es sin duda una de las claves importantes para entender la transición de la dictadura a la democracia burguesa. El giro atlantista del PSOE, fue uno de los peajes que dicho partido pagó por ejercer de capataz del cortijo, lo cual nos motiva a establecer una comparación con el giro atlantista adoptado ahora por el partido Podemos en sus aspiraciones de poder. Y es que aquel PSOE y el actual Podemos tienen mucho de vidas paralelas, empezando por la condición de ambos como recambio sistémico.
Con motivo de este 30º aniversario, merece la pena recordar unos hechos que vinieron a blindar la pertenencia a la OTAN, una organización militar que es la punta de lanza del imperialismo EE.UU.-UE, cuya praxis tiene más que ver con la agresión que con la defensa y que está al servicio de los intereses de la oligarquía capitalista occidental. Desde la izquierda se ha calificado a la OTAN, con razón, de organización terrorista: no solo por sus agresiones militares, sino también porque es la matriz de la organización terrorista Gladio, creada para llevar a cabo atentados encaminados a provocar desestabilización política.
En la OTAN se entra, pero de la OTAN no se sale: el Imperio no permite la disidencia en sus provincias satélites. Debemos culpabilizar a esa comadrona de los partos difíciles del capitalismo, que es la socialdemocracia, que en 1986 nos atase definitivamente a la barbarie militar atlantista.
España, OTAN, y la Transición. Un breve pero significativo documento revelado por Wikileaks.
El sentido profundo de la Transición española no estuvo tanto en el paso de una dictadura a una democracia burguesa (la idea más extendida) como en las razones por las cuales se operaba tal cambio superestructural (utilizando terminología marxista). Sin estas razones no entenderemos la Transición, y seguiremos empecinados en desviar la atención hacia unas hechos que siendo importantes no explican el proceso general. Las razones de fondo son fundamentalmente dos.
En primer lugar, el capitalismo español y europeo estaba transicionando de fase, exigiendo profundos reajustes que acompañarían al proceso de construcción europea. Por ello, la verdadera transición fue de carácter económico y tuvo lugar con la llegada de Felipe González al poder en 1982, cuando se produjo esa contradicción histórica en la que, por un lado, se potenciaba el estado del bienestar y, por otro, se liberalizaba la economía y se desmantelaba el sector público (poniendo así etiqueta de caducidad al primero). La unidad europea se levantó sobre una arquitectura neoliberal que exigía la armonización de las políticas económicas europeas en una dirección, que fue la tomada. Liberalización y "entrada" en Europa iban de la mano, ambas cosas eran incompatibles con la dictadura y fue a partir del 82 con los gobiernos del PSOE cuando se impulsaron.
Por otro lado, la otra razón de fondo tenía que ver con el instrumento militar con el que la oligarquía euro-estadounidense protegía sus intereses en el mundo: la OTAN. La entrada en la OTAN formó parte fundamental de esa Transición. La permanencia en la OTAN solo fue culminada definitivamente después de que el PSOE se convirtiese en un partido atlantista y zanjase la cuestión con el referéndum de 1986.
Pocos documentos expresan de
manera tan breve pero concisa, el significado de la Transición española
(en este sentido del cual estoy hablando) como el informe confidencial emitido por la Bureau of European and Eurasian Affairs, del gobierno estadounidense, con fecha 30 de julio de 1973.
En los puntos B y C del informe, se pone el acento en tres cuestiones
básicas que tienen que ver con lo que acabo de mencionar:
- Primera. La entrada en la OTAN será una garantía de que España no apoyará las políticas de neutralidad que estaban ganando terreno en el mundo a través del Movimiento de Países No Alineados, fundado en 1955 y verdadero dolor de cabeza para la política exterior de EE.UU.
- Segundo. Bajo el tecnicismo de "liberalización interna", se alude implícitamente tanto a las reformas económicas de acuerdo con los intereses de la oligarquía, como a la transición política de la dictadura a una democracia burguesa, condición ésta para la integración en Europa.
- Tercero. La integración en Europa como garantía de vinculación al bloque occidental satélite de EE.UU.
Textualmente se dice en dicho cable, en los puntos B y C (ver wikileaks.org):
B. El posible ingreso de España es deseable no solo por la contribución que España puede hacer a la defensa común, sino también para garantizar que España continúa manteniendo una orientación política occidental más que adoptar una postura neutral o tercermundista.
C. Entre el presente y el momento en el que la entrada de España en la OTAN sea factible, debemos establecer lazos limitados e informales pero prácticos entre España y la OTAN para animar y apoyar a aquellos sectores españoles buscan una mayor liberalización interna (un objetivo compartido por los actuales críticos de la OTAN en España) y que desean ver una España completamente integrada en Europa.Pero refresquemos la memoria sobre cómo llegamos a la OTAN.
España, peón del Imperio. Antecedentes.
EE.UU. hizo de valedor de la dictadura franquista. Permitió que ésta rompiese el aislamiento al que se vio sometida por su proximidad y vinculación con los regímenes fascistas del Eje, durante la II GM.
En efecto, la Guerra Fría convertía a la dictadura en aliada deseada del Imperio. De esta forma, ya en noviembre de 1947, Estados Unidos evitó que la ONU emitiera una nueva condena contra la dictadura de Franco y que se impusieran sanciones. Tres años más tarde (4 de noviembre de 1950), EE.UU. consiguió que la ONU anulase la resolución (de diciembre de 1946) por la cual se condenaba la dictadura franquista. Meses más tarde, Francia, Inglaterra y demás países de la Europa occidental, ratificaban la bendición estadounidense a la dictadura fascista, estableciendo relaciones diplomáticas y apoyando el ingreso de España en los organismos internacionales. Todo ello a pesar del veto de los miembros europeos de la OTAN (creada en 1949) a la entrada de España en la Alianza Atlántica (1). Fue un proceso de legitimación del régimen de Franco llevado a cabo por las relucientes democracias occidentales, que supuso además el olvido definitivo de la República Española y de su legalidad constitucional (conviene no olvidar que esas mismas democracias europeas, ya habían abandonado a la República en su lucha contra el fascismo durante la guerra originada a raíz del golpe de estado de 1936).
En contrapartida al reconocimiento internacional, la
dictadura de Franco aceptó con agrado convertirse en peón del
imperialismo de EE.UU. El valor geoestratégico fue la moneda de
cambio del dictador y además era necesario, para los intereses de
EE.UU., buscar una solución que permitiese a España incorporarse al
frente militar occidental sin estar inicialmente dentro de la OTAN. El 23 de septiembre de 1953, España y EEUU firmaban los llamados "Pactos de Madrid". El acuerdo hispano-estadounidense (que en realidad fueron tres acuerdos diferentes) permitía a EE.UU. la instalación en España de cuatro bases militares (que acabarían siendo las bases aéreas de Morón, Zaragoza y Torrejón de Ardoz, y la base naval de Rota). A cambio, el régimen de Franco recibiría ayuda económica y militar. Aunque siempre se vendió a la opinión pública que las bases estaban bajo la soberanía compartida, muchos años más tarde se supo de la existencia de una cláusula secreta no difundida,
por la cual EE.UU. podía de forma unilateral tomar cualquier decisión
en casos de crisis militar. España se incorporaba así al territorio
nuclearizado del bloque occidental (bombas atómicas en las bases y
submarinos nucleares), lo que la convertía en potencial objetivo militar
del Pacto de Varsovia.
De esta manera, España se convirtió en una pieza más del espacio militarmente colonizado por el imperialismo estadounidense, en un satélite de EE.UU. Sin embargo, los Pactos de Madrid apenas fueron un primer paso en el vasallaje español a la política exterior militar de EE.UU. En 1970, España firmó un nuevo Acuerdo de Amistad y Cooperación con EE.UU. Cinco años después, al poco de la muerte de Franco, el 24 de enero de 1976, se firmó en Madrid el Tratado de Amistad y Cooperación, siendo Arias Navarro Presidente de Gobierno. En este último tratado se hacía ya mención al compromiso de Washington de orientar la relación militar en el marco de la OTAN, y de facilitar la incorporación de España a dicha organización; por parte de España se expresaba la voluntad de incorporarse a la OTAN en un futuro próximo. El acuerdo se dulcificó haciendo mención a la retirada progresiva de las armas nucleares almacenadas en las bases, algo que lógicamente era papel mojado, debido al secreto militar estadounidense y a la ausencia de mecanismos de control por parte española (además de la ambigüedad de la cláusula).
Bajo la breve presidencia de Calvo-Sotelo, España solicitó formalmente el ingreso en la OTAN el 2 de diciembre de 1981, firmando el protocolo de adhesión unos días más tarde, el 10 de diciembre. La decisión había sido aprobada previamente por el Congreso (29 de octubre, 186 votos a favor y 146 en contra) y ratificada por el Senado (un mes más tarde, 106 votos a favor y 60 en contra). En el Congreso contó con el voto favorable de UCD, AP (Coalición Democrática), PNV y CiU, y oposición del PSOE y PCE. Meses más tarde, el 30 de mayo de 1982, España se convirtió en miembro de pleno derecho de la OTAN. La forma en que se tomó la decisión de entrar en la OTAN, pone al desnudo el mito de la cultura política del consenso que se atribuye al período de la Transición en los temas claves, ya que la adhesión fue aprobada por el Congreso con apenas 40 votos de diferencia.
Inicialmente España no entró a formar parte de la estructura militar de la OTAN, aunque no deja de ser un hecho anecdótico, ya que la OTAN es en sí misma una estructura militar. Luego hablaremos de esta artimaña lingüística.
El 28 de octubre de 1982, el PSOE ganó las elecciones generales con mayoría absoluta. La promesa de realizar un referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN, fue sin duda un factor importante en su triunfo electoral. Tardó tiempo el gobierno de Felipe González en celebrar la consulta. Hubo que esperar hasta el 12 de marzo de 1986.
El camino del referéndum y el refuerzo de la reorientación atlantista del PSOE.
El voto en contra del PSOE a la adhesión española a la OTAN, en la votación del Congreso el 29 de octubre de 1981, no resultó decisivo. De antemano se sabía que el gobierno de Calvo Sotelo contaba con los votos suficientes.
En mi opinión y a contracorriente de lo que se ha dicho, creo que la postura del PSOE respecto a la OTAN, comenzó a ser ambigua ya antes de ganar las elecciones, al menos por parte de algunos sectores dentro del partido. Hemos de tener en cuenta que el gran padrino y "monitor" internacional del PSOE fue el SPD alemán, un partido atlantista sin fisuras. Del SPD y de la Internacional Socialista, que por entonces estaba bajo control de la socialdemocracia alemana (Willy Brandt fue su Presidente entre 1976 y 1992), fluyeron los recursos económicos necesarios para lanzar al PSOE en la Transición. El SPD y la Internacional Socialista fueron baluartes de apoyo también del portugués Mario Soares, uno de los artífices del fracaso de la revolución portuguesa. Estamos hablando de un club internacional claramente atlantista, alineado con la política exterior de Washington, y el PSOE desde luego no iba a ir a contracorriente dentro del mismo.
Que EE.UU. nunca permitiría un gobierno contrario a la OTAN, en una época de ruido de sables permanente (todos recuerdan el 23F, pero hubo más conjuras militares anteriormente), era un hecho que reforzaba el giro atlantista dentro del PSOE. Y por si hubiese dudas, el golpe de estado fallido del 23F de 1981, fue comentado telegráficamente por el general Alexander Haig, Secretario de Estado norteamericano, con una frase que muchos tenemos grabada en la mente: "es un asunto interno de los españoles". Siempre interpreté dicha frase como un aviso a navegantes que EE.UU. le mandaba al PSOE, que por entonces tenía ya muchas bazas para ganar las elecciones al año siguiente. Esta cierta ambigüedad del PSOE en relación con la OTAN consiguió engañar a muchos votantes en el 82. De hecho, el conocido eslogan "OTAN, de entrada NO", era por sí mismo ambiguo, ya que no era un "no" a la OTAN como la mayoría de los votantes del PSOE interpretaron, sino simplemente aludía a la promesa de un referéndum.
Por otra parte, la promesa de congelar y aplazar las negociaciones para la integración de España en la estructura militar de la OTAN, no dejaba de ser una jugada electoral de despiste: 1º) porque si se iba a realizar un referéndum no tenía sentido seguir con dicha negociación hasta conocer el resultado; 2º) porque en ningún momento el PSOE cuestionó la existencia de las bases militares americanas, las cuales indirectamente nos integraban en la estructura militar operativa de la OTAN.
El 28 de octubre de 1982, el PSOE sacó mayoría absoluta en las elecciones generales. Durante el discurso de investidura, Felipe González pasó sobre la cuestión de la OTAN "como de puntillas" (Fernando Puell), limitándose a repetir la promesa electoral. En los siguientes meses, ya en 1983, las reticencias dentro del PSOE en contra de la OTAN se fueron debilitando. Uno de los argumentos utilizados por Narcís Serra, Ministro de Defensa, para convencer a sus compañeros de partido que todavía eran reticentes, fue que la reforma de las Fuerzas Armadas sería mucho más fácil dentro de la OTAN, ya que proporcionaría a unos militares -cuyas raíces eran franquistas- un 'referente democrático' exterior. Traducido esto al lenguaje de a pie, tiene mucho de argumento chantaje: si queremos que los militares sean buenos chicos, hay que estar en la OTAN. No es casual que el aquel tiempo se hablase a menudo de la influencia que la OTAN tuvo en el cambio de mentalidad política de los militares durante la dictadura portuguesa, pretendiendo establecer un parangón muy tramposo (2).
En efecto, dentro del PSOE existía la controversia. Por un lado, estaba la línea más "dura" dispuesta a la salida de la OTAN y a la apuesta por una política de neutralidad y orientada a América Latina. En dicha línea estaba el nº 2 del Gobierno, Alfonso Guerra, pero también ministros como José María Maravall, Ernest Lluch y Javier Solana (quien curiosamente acabaría de Secretario General de la OTAN). Por otro lado, estaba la línea atlantista liderada por el Ministro Defensa Narcís Serra, respaldada por un peso pesado dentro del Gobierno como era el neoliberal Miguel Boyer, ministro de Economía, que insistía en que la política económica europeísta era incompatible con la neutralidad militar. Y en medio de ambos sectores, el ministro de Exteriores Fernando Morán jugaba a tratar de armonizar ambas posturas que eran imposibles de armonizar. Finalmente, el sector contrario a la OTAN cambió su postura y el PSOE estrenó una inequívoca identidad otanista en octubre del 84, durante el Debate sobre el estado de la nación, ratificada poco después en el XXX Congreso. El afianzamiento del otanismo dentro del PSOE resultó tan vigoroso que Narcís Serra, Ministro de Defensa, llegó a expresar su confianza en que no se llegase a celebrar el referéndum. El 23 de octubre de 1984, durante el Debate sobre el estado de la nación, Felipe González se comprometía por fin a celebrar el famoso referéndum, en el primer semestre de 1986. En dicho debate, por primera vez, Felipe González se expresó claramente a favor de la permanencia de España en la OTAN. Lo hizo a través de los 10 puntos que constituían la propuesta de política de "seguridad" militar. El famoso "Decálogo", como lo llamó la prensa, se resume en los siguientes puntos (Fernando Puell):
A partir de aquel Debate sobre el estado de la nación de octubre del 84, el PSOE activó la maquinaria de propaganda en favor de la OTAN, como acabamos de decir, con frecuentes declaraciones en TV. También con una densa agenda de viajes al extranjero con los que se transmitía, explícita y/o subliminalmente, una asociación de significado entre seguir en la OTAN y la aspiración de integrarse en el paraíso prometido de la Comunidad Europea.
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NotasEl camino del referéndum y el refuerzo de la reorientación atlantista del PSOE.
El voto en contra del PSOE a la adhesión española a la OTAN, en la votación del Congreso el 29 de octubre de 1981, no resultó decisivo. De antemano se sabía que el gobierno de Calvo Sotelo contaba con los votos suficientes.
En mi opinión y a contracorriente de lo que se ha dicho, creo que la postura del PSOE respecto a la OTAN, comenzó a ser ambigua ya antes de ganar las elecciones, al menos por parte de algunos sectores dentro del partido. Hemos de tener en cuenta que el gran padrino y "monitor" internacional del PSOE fue el SPD alemán, un partido atlantista sin fisuras. Del SPD y de la Internacional Socialista, que por entonces estaba bajo control de la socialdemocracia alemana (Willy Brandt fue su Presidente entre 1976 y 1992), fluyeron los recursos económicos necesarios para lanzar al PSOE en la Transición. El SPD y la Internacional Socialista fueron baluartes de apoyo también del portugués Mario Soares, uno de los artífices del fracaso de la revolución portuguesa. Estamos hablando de un club internacional claramente atlantista, alineado con la política exterior de Washington, y el PSOE desde luego no iba a ir a contracorriente dentro del mismo.
Que EE.UU. nunca permitiría un gobierno contrario a la OTAN, en una época de ruido de sables permanente (todos recuerdan el 23F, pero hubo más conjuras militares anteriormente), era un hecho que reforzaba el giro atlantista dentro del PSOE. Y por si hubiese dudas, el golpe de estado fallido del 23F de 1981, fue comentado telegráficamente por el general Alexander Haig, Secretario de Estado norteamericano, con una frase que muchos tenemos grabada en la mente: "es un asunto interno de los españoles". Siempre interpreté dicha frase como un aviso a navegantes que EE.UU. le mandaba al PSOE, que por entonces tenía ya muchas bazas para ganar las elecciones al año siguiente. Esta cierta ambigüedad del PSOE en relación con la OTAN consiguió engañar a muchos votantes en el 82. De hecho, el conocido eslogan "OTAN, de entrada NO", era por sí mismo ambiguo, ya que no era un "no" a la OTAN como la mayoría de los votantes del PSOE interpretaron, sino simplemente aludía a la promesa de un referéndum.
Por otra parte, la promesa de congelar y aplazar las negociaciones para la integración de España en la estructura militar de la OTAN, no dejaba de ser una jugada electoral de despiste: 1º) porque si se iba a realizar un referéndum no tenía sentido seguir con dicha negociación hasta conocer el resultado; 2º) porque en ningún momento el PSOE cuestionó la existencia de las bases militares americanas, las cuales indirectamente nos integraban en la estructura militar operativa de la OTAN.
El 28 de octubre de 1982, el PSOE sacó mayoría absoluta en las elecciones generales. Durante el discurso de investidura, Felipe González pasó sobre la cuestión de la OTAN "como de puntillas" (Fernando Puell), limitándose a repetir la promesa electoral. En los siguientes meses, ya en 1983, las reticencias dentro del PSOE en contra de la OTAN se fueron debilitando. Uno de los argumentos utilizados por Narcís Serra, Ministro de Defensa, para convencer a sus compañeros de partido que todavía eran reticentes, fue que la reforma de las Fuerzas Armadas sería mucho más fácil dentro de la OTAN, ya que proporcionaría a unos militares -cuyas raíces eran franquistas- un 'referente democrático' exterior. Traducido esto al lenguaje de a pie, tiene mucho de argumento chantaje: si queremos que los militares sean buenos chicos, hay que estar en la OTAN. No es casual que el aquel tiempo se hablase a menudo de la influencia que la OTAN tuvo en el cambio de mentalidad política de los militares durante la dictadura portuguesa, pretendiendo establecer un parangón muy tramposo (2).
En efecto, dentro del PSOE existía la controversia. Por un lado, estaba la línea más "dura" dispuesta a la salida de la OTAN y a la apuesta por una política de neutralidad y orientada a América Latina. En dicha línea estaba el nº 2 del Gobierno, Alfonso Guerra, pero también ministros como José María Maravall, Ernest Lluch y Javier Solana (quien curiosamente acabaría de Secretario General de la OTAN). Por otro lado, estaba la línea atlantista liderada por el Ministro Defensa Narcís Serra, respaldada por un peso pesado dentro del Gobierno como era el neoliberal Miguel Boyer, ministro de Economía, que insistía en que la política económica europeísta era incompatible con la neutralidad militar. Y en medio de ambos sectores, el ministro de Exteriores Fernando Morán jugaba a tratar de armonizar ambas posturas que eran imposibles de armonizar. Finalmente, el sector contrario a la OTAN cambió su postura y el PSOE estrenó una inequívoca identidad otanista en octubre del 84, durante el Debate sobre el estado de la nación, ratificada poco después en el XXX Congreso. El afianzamiento del otanismo dentro del PSOE resultó tan vigoroso que Narcís Serra, Ministro de Defensa, llegó a expresar su confianza en que no se llegase a celebrar el referéndum. El 23 de octubre de 1984, durante el Debate sobre el estado de la nación, Felipe González se comprometía por fin a celebrar el famoso referéndum, en el primer semestre de 1986. En dicho debate, por primera vez, Felipe González se expresó claramente a favor de la permanencia de España en la OTAN. Lo hizo a través de los 10 puntos que constituían la propuesta de política de "seguridad" militar. El famoso "Decálogo", como lo llamó la prensa, se resume en los siguientes puntos (Fernando Puell):
- Permanencia de España en la Alianza Atlántica.
- No incorporación a la estructura militar de la OTAN.
- Veto al armamento nuclear en el espacio español.
- Reducción de la presencia militar estadounidense.
- Ratificación del Tratado de Prohibición de Pruebas Nucleares.
- Incorporación a la UEO.
- Reivindicación de la soberanía sobre Gibraltar.
- Participación activa en la Conferencia Europea de Desarme.
- Firma de convenios defensivos bilaterales con los países europeos.
- Consenso parlamentario en materia de política de defensa.
A partir de aquel Debate sobre el estado de la nación de octubre del 84, el PSOE activó la maquinaria de propaganda en favor de la OTAN, como acabamos de decir, con frecuentes declaraciones en TV. También con una densa agenda de viajes al extranjero con los que se transmitía, explícita y/o subliminalmente, una asociación de significado entre seguir en la OTAN y la aspiración de integrarse en el paraíso prometido de la Comunidad Europea.
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(1) El veto europeo a la entrada de España en la OTAN por su condición de dictadura, tiene mucho de hipocresía y quizás haya que buscar otras razones. No debemos olvidar que Portugal, bajo la dictadura portuguesa de Oliveira Salazar, fue uno de los estados fundadores de la OTAN el 4 de abril de 1949. Tampoco resultó un problema para las democracias europeas que Turquía permaneciese en la OTAN durante los períodos de dictadura a consecuencia de los golpes de estado de 1960, 1971 y 1980. Y lo mismo con la dictadura de los coroneles de Grecia. La asociación democracia-OTAN es un mito y una falsedad muy bien cultivada por el establishment.
(2) En efecto, se ha escrito mucho sobre cómo la pertenencia a la OTAN de Portugal durante la dictadura, ejerció una cierta influencia en oficiales y mandos al estar en contacto con colegas de democracias parlamentarias y poder conocer los países "democráticos" durante sus estancias en el extranjero. Sin entrar a discutir la validez de esta hipótesis, el caso español no admite comparación, ya que la condición social y política de las Fuerzas Armadas portuguesas nada tenía que ver con las españolas, mucho más elitistas y endogámicas. Por otra parte, si hubo un factor determinante en el cambio de mentalidad de la oficialidad militar portuguesa, fue el de las guerras coloniales en África.
Referencias
Están añadidas al final de la 2ª parte
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