Newsweek: Un golpe militar posible en Turquía
La
situación en Turquía se deteriora rápidamente y existe el riesgo de un
golpe militar que derroque al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan,
según afirma Michael Rubin, un antiguo responsable del Departamento de
Defensa de EEUU en un artículo publicado en el semanario Newsweek.
Según Rubin, el deterioro de Turquía no se limita a la situación de seguridad, con la ola actual de atentados terroristas, sino también al incremento de la deuda del país, la caída en los ingresos turísticos y el fuerte descenso en la cotización de la lira, que ha tenido un efecto negativo en el poder adquisitivo de los ciudadanos turcos.
Todo esto, según el autor, ha llevado a que exista un sentimiento en Turquía de que Erdogan está fuera de control. Él ha comenzado a confiscar periódicos y canales de la oposición y a arrestar a disidentes. Él ordenó también la construcción de un gran palacio de la misma forma que hacían los sultanes y sueña con la reconstrucción del califato otomano.
En las últimas semanas, él ha amenazado con disolver el Tribunal Constitucional. La corrupción es ahora rampante en el país y el hijo de Erdogan ha sido acusado en Italia de un escándalo de blanqueo de dinero de huir con un falso pasaporte saudí.
El país apoya y financia abiertamente a los terroristas en Siria y ocupa territorios de Iraq en contra de la voluntad del gobierno de este último país. Erdogan puso fin también, por motivos electorales, a la tregua con el PKK y ha estado enfrascado en una amplia represión contra las ciudades de mayoría kurda. Esto ha radicalizado a los kurdos turcos, que expresan que no aceptarán ya menos de lo que han conseguido sus hermanos en Iraq, es decir, una región autónoma.
De este modo, la ira contra Erdogan se extiende ahora dentro y fuera del país. Incluso algunos miembros del partido de Erdogan muestran ahora su preocupación acerca de la situación del país y de la paranoia del presidente, que está considerando el despliegue de un sistema de misiles de defensa antiaérea en su palacio para impedir el aterrizaje en él de comandos que intenten matarle o secuestrarle.
La inquietud y el malestar ha llegado al Ejército turco, donde muchos altos oficiales creen que Erdogan está llevando el país hacia el abismo. Rubin se pregunta si la institución armada sería capaz hoy en día de derrocar a Erdogan y su entorno. Él considera que los militares están en condiciones de hacerlo.
Rubin añade que EEUU, en pleno período electoral y en los últimos meses de la Administración Obama, probablemente no se interferiría, en especial si los militares afirmaran su disposición a restaurar dentro de un tiempo la democracia en el país. Los norteamericanos podrían criticar el golpe con relativa suavidad, pero luego trabajarían con el nuevo sistema. Además, los militares liberarían a los periodistas y académicos presos en la actualidad y devolverían los periódicos y cadenas de televisión a sus legítimos propietarios en un gesto dirigido a Europa.
Según Rubin, el deterioro de Turquía no se limita a la situación de seguridad, con la ola actual de atentados terroristas, sino también al incremento de la deuda del país, la caída en los ingresos turísticos y el fuerte descenso en la cotización de la lira, que ha tenido un efecto negativo en el poder adquisitivo de los ciudadanos turcos.
Todo esto, según el autor, ha llevado a que exista un sentimiento en Turquía de que Erdogan está fuera de control. Él ha comenzado a confiscar periódicos y canales de la oposición y a arrestar a disidentes. Él ordenó también la construcción de un gran palacio de la misma forma que hacían los sultanes y sueña con la reconstrucción del califato otomano.
En las últimas semanas, él ha amenazado con disolver el Tribunal Constitucional. La corrupción es ahora rampante en el país y el hijo de Erdogan ha sido acusado en Italia de un escándalo de blanqueo de dinero de huir con un falso pasaporte saudí.
El país apoya y financia abiertamente a los terroristas en Siria y ocupa territorios de Iraq en contra de la voluntad del gobierno de este último país. Erdogan puso fin también, por motivos electorales, a la tregua con el PKK y ha estado enfrascado en una amplia represión contra las ciudades de mayoría kurda. Esto ha radicalizado a los kurdos turcos, que expresan que no aceptarán ya menos de lo que han conseguido sus hermanos en Iraq, es decir, una región autónoma.
De este modo, la ira contra Erdogan se extiende ahora dentro y fuera del país. Incluso algunos miembros del partido de Erdogan muestran ahora su preocupación acerca de la situación del país y de la paranoia del presidente, que está considerando el despliegue de un sistema de misiles de defensa antiaérea en su palacio para impedir el aterrizaje en él de comandos que intenten matarle o secuestrarle.
La inquietud y el malestar ha llegado al Ejército turco, donde muchos altos oficiales creen que Erdogan está llevando el país hacia el abismo. Rubin se pregunta si la institución armada sería capaz hoy en día de derrocar a Erdogan y su entorno. Él considera que los militares están en condiciones de hacerlo.
Rubin añade que EEUU, en pleno período electoral y en los últimos meses de la Administración Obama, probablemente no se interferiría, en especial si los militares afirmaran su disposición a restaurar dentro de un tiempo la democracia en el país. Los norteamericanos podrían criticar el golpe con relativa suavidad, pero luego trabajarían con el nuevo sistema. Además, los militares liberarían a los periodistas y académicos presos en la actualidad y devolverían los periódicos y cadenas de televisión a sus legítimos propietarios en un gesto dirigido a Europa.
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