martes, 3 de mayo de 2016

LA INVENCIÓN DE LA ASEXUALIDAD

LA INVENCIÓN DE LA ASEXUALIDAD


Peter Paul Rubens - “Venus frígida” (1614)

LA VENUS FRÍGIDA: CONGELAR LA SEXUALIDAD


Manuel Fernández Espinosa



"Mantener a la humanidad bajo 500,000,000 en perpetuo equilibrio con la naturaleza." reza el primero de los renglones del extraño monumento llamado Georgia Guidestones. Los portavoces del Nuevo Orden Mundial han expresado en multitud de ocasiones su firme voluntad de controlar la natalidad mundial. Y ahora se hace todo más evidente.
 
¿Por qué la insistente propaganda gay en el mundo occidental y en todas las partes de la tierra que quedan bajo su influencia? La homosexualidad es estéril. ¿Por qué el aborto planetarizado? Para detener la natalidad. ¿Por qué la difusión de los más diversos métodos anticonceptivos? Relaciones sexuales, sí; pero natalidad, no. Y como todo esto no era suficiente ahora se ha descubierto (tatachán) una nueva -¿cómo lo diríamos para no ofender?- una "nueva" tendencia: la asexualidad.
 
Desde hace una semana estoy leyendo aquí y allá artículos que nos presentan la asexualidad, con la insidiosa manera que tienen "ellos" de persuadirnos de que lo "anormal" es "normal" y lo "contranatura" es "natural". Incluso una campaña publicitaria de colchones se ha apuntado a este carro de los locos. Dicho anuncio es todo un catecismo envenenado, para conseguir "normalizar" esta nueva tendencia que tratan de imponer para todos aquellos que, por los motivos que sean, se vean reflejados en ella. Dicen en el anuncio, por ejemplo: 

"Antes el sexo era pecado y ahora parece que el pecado es que no te guste".

Algo fácilmente aceptable incluso para los vigilantes de la más estricta moralidad sexual de signo cristiano. El sexo en sí mismo no es pecado, por mucho que se empeñen los puritanos o los depravados: es pecado desordenarlo.

"Los asexuales no vemos al resto de personas como una fuente de placer".

Parece una versión asexualista del imperativo categórico kantiano: norma contra la cual sólo los violentos sexuales (esos egoístas irredentos que no parecen querer otra cosa que explotar al "otro" y tener hijos como conejos) pueden oponerse. Es un error encontrar en los "otros" una simple "fuente de placer", pero no es todo tan simple como dicta ese sofisma.

"Normal es todo aquello que nos hace sentir a gusto y bien con nosotros mismos".

Toda una ética hedonista y privada, para justificar cualquier despropósito, a la que pudiéramos espetarle: ¿Y si a mí me hace sentir a gusto y bien conmigo mismo liarme a repartir mamporrazos a diestro y siniestro... también es "normal"?

Como vemos, mensajes de apariencia inocua, de ahí su efectividad. Y el propósito de todo es generalizar lo que, si es cierto que existe, es algo extra-ordinario, que se sale de lo normal precisamente: el hecho de no sentir ninguna atracción por el sexo.

De lo que se trataba, en el fondo, era de abrir otra brecha en la sociedad para esterilizar otro sector de población, ese que -por la razón que se quiera: desde una mala racha, un desengaño amoroso... se identifique con una moda que nos están imponiendo en los colchones.

Ellos saben muy bien cómo funcionan estas cosas: inventas el "nombre", lo aireas y empezarán a salir del armario asexuales que desarrollarán incluso psicosomáticamente todo el cuadro sintomatológico: así se controla bien al rebaño, así se neutraliza el apareamiento y (lo que para esta gentuza que nos domina es nefasto) la natalidad.

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