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Alemania exige a May atenerse a las reglas europeas durante el ‘Brexit’
Luis Doncel, Pablo Guimón
Tras el shock del referéndum del Brexit, Alemania estuvo entre los países europeos que reaccionaron con un tono más pausado hacia Londres. Pero los titubeos y anuncios de dureza parecen estar agotando la paciencia de muchos en Berlín.
El último motivo de malestar llegó con el anuncio de nuevas ventajas
fiscales para las empresas de las islas. Schäuble recordó que la cumbre del G20 del año pasado en Antalya (Turquía) acordó justamente lo contrario de lo que ahora pretende hacer el Gobierno británico.
May tendió el lunes una mano a los empresarios, con los que
hasta ahora ha tenido una relación más que fría. Les prometió el
impuesto de sociedades más bajo de las 20 mayores economías del mundo.
En su primer discurso ante los miembros de la Confederación de la
Industria Británica, la primera ministra dio a entender que el impuesto
bajará más y más rápido de lo esperado.
Está previsto que el impuesto de sociedades en Reino Unido, ahora en el 20%, baje al 17% para 2020. Pero el anuncio de May invita a pensar que podría dejarlo por debajo del 15%, en línea con los planes del presidente electo de EE UU, Donald Trump. El anterior canciller del Exchequer, George Osborne, que rebajó el impuesto del 28% al 20%, ya había jugado en el último año con la idea de recortarlo hasta un 15% para contentar a los empresarios preocupados por el Brexit.
Schäuble ya dejó claro su enfado la semana pasada, cuando
reiteró que Reino Unido debe cumplir con todos sus compromisos hasta su
salida total de la UE. El ministro alemán fue más allá, y alertó de que
algunas obligaciones británicas se alargarán en el tiempo, incluso
después de que se produzca el Brexit. "Incluso hasta 2030. Así que no podemos garantizar rebajas generosas", aseguró en una entrevista con el Financial Times.
Pero hay más motivos de malestar. El acuerdo entre el Gobierno británico y Nissan para salvar la planta de Sunderland, que emplea a 7.000 personas, no cayó bien. Berlín insiste en vigilar de cerca un pacto que podría vulnerar las normas europeas de competencia. La canciller Angela Merkel se vio en Berlín con May la semana pasada. Fuentes diplomáticas explican que la líder alemana se mantuvo inamovible en su principio de no cuartear los principios fundamentales de la UE, es decir, no permitir disfrutar de las ventajas del mercado único si no se garantiza la libertad de movimiento de personas. En este principio fundamental, Merkel encontró el apoyo del presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy.
Los líderes europeos temen que, si conceden demasiadas facilidades a Londres, estén dando alas a los populistas que en otros países quieren seguir el ejemplo británico y abandonar la Unión. En este grupo, todas las miradas se dirigen hacia la líder ultraderechista francesa, Marine Le Pen, que parte como favorita para la primera vuelta de las elecciones presidenciales del próximo año.
Está previsto que el impuesto de sociedades en Reino Unido, ahora en el 20%, baje al 17% para 2020. Pero el anuncio de May invita a pensar que podría dejarlo por debajo del 15%, en línea con los planes del presidente electo de EE UU, Donald Trump. El anterior canciller del Exchequer, George Osborne, que rebajó el impuesto del 28% al 20%, ya había jugado en el último año con la idea de recortarlo hasta un 15% para contentar a los empresarios preocupados por el Brexit.
Tregua con los empresarios
La primera ministra británica,
Theresa May, mostró su distanciamiento con los empresarios, que gozaron
de una enorme sintonía con su antecesor, David Cameron, el mes pasado en
el congreso anual del Partido Conservador en Birmingham. May dejó
entonces clara su intención de no guiarse por “los intereses de unos
pocos privilegiados”. El tono de sus palabras, unido a anuncios como la
obligatoriedad de la presencia de los trabajadores en los consejos, los
límites salariales a los ejecutivos o la obligación a las empresas de
publicar el número de empleados extranjeros, fueron interpretados como
toda una declaración de guerra. El sector, además, ha sido muy crítico
con la tendencia de la primera ministra hacia un Brexit duro, que dé prioridad al control de fronteras a costa de renunciar al acceso al mercado único.
Pero el discurso del lunes marca el principio de un acercamiento que, con toda probabilidad, se consumará con el presupuesto de otoño que presenta el miércoles el titular de Economía, Philip Hammond.
Pero el discurso del lunes marca el principio de un acercamiento que, con toda probabilidad, se consumará con el presupuesto de otoño que presenta el miércoles el titular de Economía, Philip Hammond.
Pero hay más motivos de malestar. El acuerdo entre el Gobierno británico y Nissan para salvar la planta de Sunderland, que emplea a 7.000 personas, no cayó bien. Berlín insiste en vigilar de cerca un pacto que podría vulnerar las normas europeas de competencia. La canciller Angela Merkel se vio en Berlín con May la semana pasada. Fuentes diplomáticas explican que la líder alemana se mantuvo inamovible en su principio de no cuartear los principios fundamentales de la UE, es decir, no permitir disfrutar de las ventajas del mercado único si no se garantiza la libertad de movimiento de personas. En este principio fundamental, Merkel encontró el apoyo del presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy.
Los líderes europeos temen que, si conceden demasiadas facilidades a Londres, estén dando alas a los populistas que en otros países quieren seguir el ejemplo británico y abandonar la Unión. En este grupo, todas las miradas se dirigen hacia la líder ultraderechista francesa, Marine Le Pen, que parte como favorita para la primera vuelta de las elecciones presidenciales del próximo año.
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