La victoria de Trump
Estos
días es casi imposible hablar de nada más serio que la asombrosa
victoria de Donald Trump y la aplastante derrota de la protegida del
globalismo, Hillary Clinton, en las elecciones estadounidenses. Este
acontecimiento es tan importante para todo el orden mundial, que puede
ser analizado desde diferentes lados. Todo está tan saturado de
significados diferentes que no sabes por dónde empezar...
El ascenso de Trump, en primer lugar, pone un
final decisivo al mundo unipolar. Trump ha rechazado directamente la
hegemonía estadounidense tanto en su forma moderada, en la que el CFR
insiste, como en su forma dura, como exigen los neoconservadores. En
estas elecciones, los dos principales thinks thanks globalistas
estadounidenses se unieron alrededor de la candidatura de Clinton y se
derrumbaron. Esto significa que el mundo unipolar es liquidado no sólo
bajo la presión de otros países, sino desde dentro de los propios
Estados Unidos. Los pueblos y estados del mundo pueden finalmente
respirar profundamente. La expansión del globalismo ha sido detenida en
su propio centro. El nuevo mundo multipolar significa que los Estados
Unidos se convertirán en uno de los varios polos del orden mundial, uno
poderoso e importante, pero no el único, y lo más importante, que no
tiene pretensiones de ser excepcional.
Putin, en su posición a la vanguardia
de la lucha por la multipolaridad, condujo a esto. El 8 de noviembre de
2016 fue una victoria muy importante para Rusia y para él personalmente.
No hay alternativa al orden multipolar, y ahora podemos finalmente
crear la arquitectura de este nuevo orden mundial, no a través de la
guerra, sino a través de la paz. Trump ha traído esto con él.
La victoria de Trump muestra que hay dos
Norteaméricas hoy, o más bien, dos versiones de Estados Unidos: la
Norteamérica de Clinton y la Norteamérica de Trump. La Norteamérica de
Trump es tradicional y conservadora, sana y digna de respeto. Esta
Norteamérica dijo un rotundo "no" al globalismo y a la expansión de la
ideología liberal. Esta es la verdadera Norteamérica, la Norteamérica
del realismo que ha elegido a su presidente y no ha sucumbido a la falsa
propaganda de los medios liberales globalistas. Esto significa más que
una completa quiebra para casi todas las grandes redes y grandes
corporaciones de información, aparte de The Angeles Times que,
en contra de todos los demás, predijo con confianza la victoria de
Trump. Esto significa el surgimiento de una nueva esfera de la
información, símbolo de la cual es Infowars de Alex Jones, que
se ha convertido en el recurso más poderoso de la verdadera información
en los EE.UU., y cuya audiencia ha crecido rápidamente a 20.000.000 en
cuestión de días, y ha sobrepasado a los canales de gran presupuesto.
Esto no es sólo el poder de la creencia, éste es el poder de la verdad.
Al insistir en que la verdad importa, Alex Jones expresa la posición de
la verdadera Norteamérica, esa Norteamérica que vio a su representante
completo en Trump. Más de la mitad de la población estadounidense cree
sólo en sí misma, no en la mentirosa propaganda globalista liberal de
las élites transnacionales. Esta es una noticia brillante. Se puede
llevar un diálogo con este tipo de Norteamérica. De las sombras ha
surgido una segunda Norteamérica cuyos recursos informativos simbólicos
son ahora The Angeles Times y la televisión de Internet de Alex Jones.
Alex Jones afirma claramente: La victoria de Trump
es el comienzo de una revolución americana. La gente está derrocando a
la élite transnacional. Este es el alba de una lucha de liberación
nacional. Las redes del gobierno mundial han aflojado su apretón en la
garganta de los Estados Unidos y, de aquí en adelante, Estados Unidos
estará en la misma posición que todos los demás estados que participan
en la misma lucha de pueblos, culturas y tradiciones contra la maníaca
secta liberal de globalistas. Hoy, todos estamos en solidaridad con el
pueblo estadounidense.
Después de estas elecciones, debemos
abandonar el antiamericanismo simplista, que era totalmente apropiado
cuando Estados Unidos estaban gobernados por los globalistas, pero que
ahora está más fuera de lugar. Si Estados Unidos, como Trump prometió,
se concentra en sus problemas internos y deja a la humanidad sola,
entonces ya no hay razón para odiarlos.
Después de todo, no es Norteamérica, sino sus
élites, las que impusieron agresivamente a la humanidad valores
antinaturales, repulsivos y destructivos, y subyugaron estados,
sembraron el terror y el caos bajo el disfraz de la "democracia",
derramaron océanos de sangre e invadieron estados soberanos. Trump no
pertenece a estas élites. Él no es uno de ellos. Esto significa que
apoyará otros valores, conservadores, americanos y cristianos. Sus
políticas hacia el resto del mundo serán diferentes.
Los liberales europeos han perdido a su
consejero. Cuando llamen patéticamente a Washington para preguntar
dónde y cuándo debe celebrarse el próximo desfile gay, Merkel o Hollande obtendrán ahora una rústica y ruda respuesta estadounidense: "Vete al infierno".
Las redes globalistas de un sinnúmero de ONGs y
agentes extranjeros en Rusia perderán aún más apoyo. Si quieren ayudar a
la Norteamérica de Trump, entonces pueden ir a los Estados Unidos y
trabajar sin descanso. No se asignarán más fondos para combatir y
degradar otras culturas y tradiciones. A diferencia de Clinton, Trump no
considera que el LGBT, el feminismo y el posmodernismo sean las últimas
palabras del progreso, sino una enfermedad. Lo más que podrá salir de
América ahora es el tratamiento para sus perversiones. La Fundación
Soros, una organización que ya está prohibida en Rusia, según parece
será reconocida en un futuro próximo como extremista en Estados Unidos.
Todo esto y mucho más es el trabajo de Donald Trump.
Algunos replican que sobreestimamos a Trump. Ayer
se burlaron de nosotros cuando predijimos su victoria. Hoy ha llegado el
momento. Esta es una ventana de esperanza y está abierta. Si no la
usamos ahora, entonces tendremos que culparnos a nosotros mismos.
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