Así sería el mundo dominado por Donald Trump y Vladimir Putin
No se conocen en persona pero son pródigos en piropos el uno al otro. Hace unos meses, Donald Trump consideraba que Putin “es mucho mejor líder que Obama” al mismo tiempo que la red ardía en memes que jugaban con la mirada de odio profundo que se habían dedicado el presidente de Estados Unidos y el de Rusia en la cumbre del G-20 en China. Putin, hombre parco en palabras y tipo duro por antonomasia, no ha sido del todo insensible a las zalamerías del republicano. En diciembre del año pasado, según la agencia rusa de noticias Tass, Putin dijo de Trump que, sin duda, “es un hombre brillante y con talento”.
El amor ha llegado, por fin, a la relación entre los dos países más poderosos del mundo, ancestralmente enfrentados desde los tiempos de la Guerra Fría. Aunque en Rusia ya no hay comunismo, el estilo de gobernar de Putin es autoritario y estatalista. Y litigios como la revolución en Ucrania, que se saldó con la expulsión del presidente prorruso –y que, según Putin, fue financiada por Estados Unidos–, la invasión y anexión de Crimea y, sobre todo, la guerra en Siria –donde Putin es el principal sostén económico y militar del dictador Basher Al-Asad– han acabado por complicar unas relaciones siempre complicadas.
Trump es pródigo en elogios a Putin y, semana sí semana también, aprovecha ensalzar su estilo de liderazgo “duro” que compara con el liderazgo blando de un Obama al que ve como un pusilánime en el escenario internacional. La alianza entre ambos líderes, que Trump ha situado como una de sus principales prioridades, ya se habría producido según Hillary Clinton, que ha acusado a los servicios secretos rusos de estar detrás del hackeo de miles de emails de empleados del partido demócrata que demostraban que el aparato de la organización se decantaba claramente por Hillary en contra del “rebelde” Bernie Sanders cuando está obligado a permanecer neutral en las primarias.
No solo el equipo de campaña de Clinton: los principales diarios estadounidenses dieron por hecho, consultando a expertos, que los rusos habían sido los responsables de un hackeo que vio la luz un día antes de que arrancara la convención demócrata, momento de gloria para Clinton, cuando más daño podrían hacer. ¿En qué se parecen Putin y Trump? No son pocos sus puntos en común. Y ahora que ha ganado Trump, su afinidad podría cambiar el mundo tal y como lo conocemos. Para bien o para mal, son los votantes estadounidenses quienes tienen la última palabra.
Aunque Donald Trump nunca se ha hecho fotos a sí mismo sin camiseta y sabemos que a pesar de haber sido un buen atleta en su juventud no hace deporte porque lo considera “una pérdida de tiempo”, es evidente que Putin y el magnate neoyorquino comparten la actitud del macho-macho. Preguntado por Hillary, Putin dijo que es una persona “débil” y que es mejor “no discutir con mujeres”. Cuando el presidente de Israel tuvo que dimitir porque diez mujeres lo acusaron de acoso sexual, la reacción del presidente ruso fue decir que “ha resultado ser un semental. Todos le envidiamos”. Trump es ese hombre que cuenta que si llega a casa y no está la cena “se sube por las paredes” o que aseguró que “todas las mujeres de mi reality show tratan de ligar conmigo”.
UN PUNTO LES DESUNE: TRUMP ESTÁ A FAVOR DE LOS DERECHOS DE LOS HOMOSEXUALES Y EN SU DISCURSO DE ACEPTACIÓN DE LA NOMINACIÓN REPUBLICANA LO DEJÓ CLARO ANTE UN PÚBLICO NO MUY ENTUSIASTA EN ESTE ASUNTO.
Sin embargo, un punto les desune. Trump está a favor de los derechos de los homosexuales y en su discurso de aceptación de la nominación republicana lo dejó claro ante un público no muy entusiasta en este asunto. La política de persecución a la comunidad LGTB de Putin es bien conocida.
UN ESTADO FUERTE
Trump no solo ha desbaratado todos los principios del partido republicano con sus salidas de tono sobre la valla de Mexico o la prohibición de la entrada a musulmanes. Su política económica también desafía todos los postulados tradicionales del partido de Reagan y del propio líder del partido, Paul Ryan. Trump ha prometido bajar los impuestos pero al mismo tiempo quiere iniciar la mayor era de gasto público de la historia de Estados Unidos con su idea de “reconstruir” el país haciendo lo que además mejor sabe hacer: pico y pala.
Los bajos niveles de gasto público de Estados Unidos comparado con Europa han debilitado unas infraestructuras públicas inferiores a las que aquí estamos acostumbrados. En Norteamérica no hay AVES, ni servicio de trenes regulares en muchas ciudades ni transportes públicos que conecten las ciudades con los aeropuertos. Trump, además, propone masivos recortes de impuestos para esa clase media que dice liderar. Su plan, que promete al mismo tiempo recortes de impuestos y más inversión pública, es inviable según muchos economistas pero él dice que el crecimiento espectacular de la riqueza del país lo compensará.
En Rusia, Putin ha impuesto una especie de capitalismo que combina impuestos bajos, lo cual ha dado lugar a esos famosos billonarios que inundan Londres, con una “tarifa plana” del 13% junto a una fuerte presencia del Estado basado en su estilo autoritario de gobernar. Como el candidato de “la ley y el orden” se presentó Trump en la convención republicana como sosias de ese Putin que ha arrasado a fuego Chechenia para “pacificarla”. Si Putin dice que representa los valores de la “Rusia eterna” que no se deja contaminar por Occidente y conquista a amplias capas de la sociedad con su nacionalismo a ultranza, Trump se presenta como el hombre que hará “otra vez grande a América”.
SIRIA
La alianza entre Putin y Trump crearía un nuevo escenario en Siria. Por una parte, ambos países cooperarían de manera intensa para derrotar al ISIS, lo cual lo debilitaría de forma drástica. Ahora mismo luchan contra los islamistas cada uno por su lado. Una administración de Trump levantaría el principal escollo entre ambos países, Basher Al Asad. Mientras Hillary Clinton y Obama no aceptaban que el dictador sirio siga en su puesto, lo más probable es que sea mucho más fácil llegar a un acuerdo con Trump, que mantendría intactos todos los privilegios de la base militar rusa en el Mediterráneo.
UN NUEVO ORDEN MUNDIAL
En caso de que se produzca una alianza entre Estados Unidos y Rusia las consecuencias podrían ser imprevisibles en muchos escenarios. Ahora mismo, la UE y la Casa Blanca están en sintonía en su política de contención frente a Rusia y también reina el acuerdo en cuestiones como Ucrania o el deterioro de los derechos políticos en el país de Putin. Un cambio de alianzas debilitaría a la Unión Europea, sin duda uno de los atractivos para Trump en esta jugada, y potenciaría el papel del antiguo estado soviético en el viejo continente. A sumar la intención de Trump de cargarse el tratado de libre comercio entre Europa y Estados Unidos, el nuevo escenario aislaría a la Europa continental frente a un ex aliado que quiere formar junto a la Gran Bretaña del Brexit un nuevo eje de poder anglosajón que sitúa a China y Asia como socios comerciales preferentes y área de expansión económica.
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