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El presidente de Egipto pospuso el voto de condena a Israel en la ONU tras una llamada de Trump
Juan Carlos Sanz
El
próximo inquilino de la Casa Blanca no actuó por cuenta propia, según
fuentes israelíes, sino a petición del primer ministro del Estado judío.
Netanyahu temía que la Administración Obama se negara esta vez a
ejercer su derecho de veto —como hizo en 2011 ante un debate similar en
la ONU— y se limitara a abstenerse, de manera que la resolución egipcia
quedaría previsiblemente aprobada. Cuando el Gobierno israelí tomó
conciencia tras repetidos silencios de la Casa Blanca y del Departamento
de Estado de que el veto no iba a ser la opción de EE UU en el Consejo de Seguridad,
sus representantes diplomáticos entraron en contacto con “el más alto
nivel” del equipo de transición de Trump para pedirle que interviniera.
El resultado de la inusual gestión de un presidente electo no se hizo esperar. La Presidencia egipcia
ha reconocido este viernes que Al Sisi recibió una llamada del nuevo
mandatario de EE UU. "La llamada telefónica afectó al proyecto de
resolución ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre los
asentamientos israelíes", puntualizaba un comunicado oficial en El
Cairo. "Los dos líderes coincidieron en la importancia de darle a la
nueva Administración (estadounidense) la oportunidad de tratar de manera
exhaustiva todos los aspectos de la causa palestina para lograr un
arreglo integral", añadía la nota de la Presidencia.
Trump, que había prometido durante la campaña trasladar de Tel Aviv a Jerusalén la Embajada norteamericana, defendió sin rodeos que Washington debería usar su veto para bloquear la propuesta egipcia. "La resolución que se está considerando en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas con respecto a Israel debería ser vetada", dijo a través de Twitter. De ser aprobada, argumentó más tarde en un comunicado, "situaría a Israel en una posición muy débil para negociar (…) La paz entre israelíes y palestinos solo llegará a través de un acuerdo negociado por ambas partes y no por las imposiciones de Naciones Unidas”.
El presidente Al Sisi, quien expresó su admiración por Trump durante la campaña electoral, intenta reforzar su relación con Estados Unidos, que ofrece a Egipto una ayuda militar anual de 1.300 millones de dólares desde hace casi cuatro décadas, la segunda más eleva después de la que recibe Israel. Egipto se ha ido alejando de sus tradicionales aliados árabes suníes a causa de su posición favorable al presidente Bachar el Asad en el conflicto de Siria, y ha perdido gran parte del generoso apoyo financiero que le ofrecían Arabia Saudí y las monarquías del Golfo tras el golpe de Estado de 2013 en el que derrocó al presidente islamista Mohamed Morsi.
La propuesta egipcia de condena a los asentamientos no ha caído aún en saco roto. Cuatro Estados miembros del Consejo de Seguridad –Nueva Zelanda, Venezuela, Malasia y Senegal– han anunciado que presentarán la misma iniciativa a votación si el Gobierno de El Cairo no toma este viernes una decisión clara sobre si la mantiene o la retira. El borrador establecía que “los asentamientos israelíes en territorios palestinos, incluido Jerusalén Este, no tienen validez legal” (…) “y constituyen una flagrante violación de la ley internacional y un gran obstáculo para conseguir la solución de los dos Estados, así como una paz firme, duradera y completa”.
La propuesta también reclamaba que Israel debe cesar “inmediatamente” todas sus actividades en los territorios ocupados, y advertía de que la comunidad internacional no reconocerá ninguna alteración de las fronteras establecidas antes de la guerra de 1967 si no hay un acuerdo previo entre las partes. En caso de salir adelante, la resolución puede abrir la vía a una imposición de sanciones internacionales a Israel.
Unos 600.000 colonos se han instalado desde hace casi medio siglo en la parte oriental de la Ciudad Santa, anexionada por el Estado judío, y en más de dos centenares de colonias repartidas a lo largo de Cisjordania. Tras los Acuerdos de Oslo de 1993, el Ejército de Israel ejerce el control pleno sobre el 60% de territorio cisjordano e interviene alegando razones de seguridad en el resto; mantiene además un bloqueo terrestre y naval sobre la Franja de Gaza, de donde se retiró hace una década.
La Administración del presidente Obama ha defendido la solución de los dos Estados y se ha opuesto a la expansión de las colonias. La Casa Blanca impulsó negociaciones de paz entre israelíes y palestinos a partir de 2012, pero el diálogo directo entre ambas partes permanece roto desde 2014. Un alto responsable del Gobierno israelí dijo a Reuters que sospechaba que el actual Gobierno de Estados Unidos había actuado de forma coordinada con los palestinos para organizar una “emboscada” en el Consejo de Seguridad. “Ha sido una violación del compromiso básico (de EE UU) de proteger a Israel en la ONU”, agregó la misma fuente. “Imploramos a la Casa Blanca que no siguiera adelante”, reveló otro alto cargo a la cadena CNN, “y les advertimos de que, en caso contrario, no tendríamos más remedio que recurrir a Trump
Netanyahu canceló el jueves su agenda oficial tras verse sorprendido por el anuncio de una votación en el Consejo de Seguridad que consideraba contraria a los intereses de Israel. El primer ministro había expresado en reiteradas ocasiones su temor a que Obama pudiese dejar de vetar una resolución de condena a las colonias tras las elecciones del pasado noviembre, que dieron la victoria al republicano Trump, pero no esperaba que se fuera a producir de forma inmediata.
Después de reunir al Gabinete de Seguridad —los ministros clave del Ejecutivo que toman las decisiones en caso de guerra o graves crisis– Netanyahu organizó durante más 10 horas, según el diario Haaretz una estrategia de presión diplomáticas para intentar paralizar la votación en la ONU. Lo consiguió después de mantener repetidos contactos telefónicos y a través de sus representantes en Washington y la ONU.
Altos cargos de la Oficina del primer ministro israelí hablaron también con dirigentes egipcios, aunque no hay confirmación de que Netanyahu conversara telefónicamente con El Sisi, con quien mantiene una fluida y estrecha relación. La cooperación antiterrorista entre ambos se ha incrementado hasta niveles no conocidos antes a causa de la amenaza que representa la presencia de grupos afines al Estado Islámico en la frontera común en la península del Sinaí.
Trump, que había prometido durante la campaña trasladar de Tel Aviv a Jerusalén la Embajada norteamericana, defendió sin rodeos que Washington debería usar su veto para bloquear la propuesta egipcia. "La resolución que se está considerando en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas con respecto a Israel debería ser vetada", dijo a través de Twitter. De ser aprobada, argumentó más tarde en un comunicado, "situaría a Israel en una posición muy débil para negociar (…) La paz entre israelíes y palestinos solo llegará a través de un acuerdo negociado por ambas partes y no por las imposiciones de Naciones Unidas”.
El presidente Al Sisi, quien expresó su admiración por Trump durante la campaña electoral, intenta reforzar su relación con Estados Unidos, que ofrece a Egipto una ayuda militar anual de 1.300 millones de dólares desde hace casi cuatro décadas, la segunda más eleva después de la que recibe Israel. Egipto se ha ido alejando de sus tradicionales aliados árabes suníes a causa de su posición favorable al presidente Bachar el Asad en el conflicto de Siria, y ha perdido gran parte del generoso apoyo financiero que le ofrecían Arabia Saudí y las monarquías del Golfo tras el golpe de Estado de 2013 en el que derrocó al presidente islamista Mohamed Morsi.
La propuesta egipcia de condena a los asentamientos no ha caído aún en saco roto. Cuatro Estados miembros del Consejo de Seguridad –Nueva Zelanda, Venezuela, Malasia y Senegal– han anunciado que presentarán la misma iniciativa a votación si el Gobierno de El Cairo no toma este viernes una decisión clara sobre si la mantiene o la retira. El borrador establecía que “los asentamientos israelíes en territorios palestinos, incluido Jerusalén Este, no tienen validez legal” (…) “y constituyen una flagrante violación de la ley internacional y un gran obstáculo para conseguir la solución de los dos Estados, así como una paz firme, duradera y completa”.
La propuesta también reclamaba que Israel debe cesar “inmediatamente” todas sus actividades en los territorios ocupados, y advertía de que la comunidad internacional no reconocerá ninguna alteración de las fronteras establecidas antes de la guerra de 1967 si no hay un acuerdo previo entre las partes. En caso de salir adelante, la resolución puede abrir la vía a una imposición de sanciones internacionales a Israel.
Unos 600.000 colonos se han instalado desde hace casi medio siglo en la parte oriental de la Ciudad Santa, anexionada por el Estado judío, y en más de dos centenares de colonias repartidas a lo largo de Cisjordania. Tras los Acuerdos de Oslo de 1993, el Ejército de Israel ejerce el control pleno sobre el 60% de territorio cisjordano e interviene alegando razones de seguridad en el resto; mantiene además un bloqueo terrestre y naval sobre la Franja de Gaza, de donde se retiró hace una década.
La Administración del presidente Obama ha defendido la solución de los dos Estados y se ha opuesto a la expansión de las colonias. La Casa Blanca impulsó negociaciones de paz entre israelíes y palestinos a partir de 2012, pero el diálogo directo entre ambas partes permanece roto desde 2014. Un alto responsable del Gobierno israelí dijo a Reuters que sospechaba que el actual Gobierno de Estados Unidos había actuado de forma coordinada con los palestinos para organizar una “emboscada” en el Consejo de Seguridad. “Ha sido una violación del compromiso básico (de EE UU) de proteger a Israel en la ONU”, agregó la misma fuente. “Imploramos a la Casa Blanca que no siguiera adelante”, reveló otro alto cargo a la cadena CNN, “y les advertimos de que, en caso contrario, no tendríamos más remedio que recurrir a Trump
Netanyahu canceló el jueves su agenda oficial tras verse sorprendido por el anuncio de una votación en el Consejo de Seguridad que consideraba contraria a los intereses de Israel. El primer ministro había expresado en reiteradas ocasiones su temor a que Obama pudiese dejar de vetar una resolución de condena a las colonias tras las elecciones del pasado noviembre, que dieron la victoria al republicano Trump, pero no esperaba que se fuera a producir de forma inmediata.
Después de reunir al Gabinete de Seguridad —los ministros clave del Ejecutivo que toman las decisiones en caso de guerra o graves crisis– Netanyahu organizó durante más 10 horas, según el diario Haaretz una estrategia de presión diplomáticas para intentar paralizar la votación en la ONU. Lo consiguió después de mantener repetidos contactos telefónicos y a través de sus representantes en Washington y la ONU.
Altos cargos de la Oficina del primer ministro israelí hablaron también con dirigentes egipcios, aunque no hay confirmación de que Netanyahu conversara telefónicamente con El Sisi, con quien mantiene una fluida y estrecha relación. La cooperación antiterrorista entre ambos se ha incrementado hasta niveles no conocidos antes a causa de la amenaza que representa la presencia de grupos afines al Estado Islámico en la frontera común en la península del Sinaí.
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