ESPAÑA, MINADA DE SECTAS (IV)
Portada del libro "Invasores de la Cristiandad", publicado por los protestantes españoles a principios de la década de los 70 del siglo XX |
LA APERTURA... DE LA CAJA DE LOS TRUENOS
Manuel Fernández Espinosa
"¿Hay mejor prueba de la deficiencia de nuestra fe que el que no haya para nosotros ya dioses falsos?".
E. M. Cioran, "Los nuevos dioses".
Hasta
aquí creo que ha quedado claro que la "libertad religiosa" en España no
es en modo alguno mérito ni de la transición democrática ni tampoco de
la Constitución de 1978. Pero si todavía queda alguna duda, no hará
falta que nos remontemos al siglo XIX para encontrar las raíces de esta
"apertura" como hicimos ayer (ver enlace).
Los antecedentes de la libertad religiosa en la España contemporánea
hay que irlos a buscar en la última etapa del franquismo: esto tal vez
cueste un poco de trabajo asimilarlo, tanto a los católicos afectos al
franquismo como a los detractores del franquismo. Pero es así, lo
trataré de exponer muy resumidamente.
Aunque
todavía en los márgenes de la clandestinidad, el protestantismo se
difunde en España entre los años 1940 y 1955. Y uno de los españoles
protestantes, aunque no sea el único, que más hizo por la expansión del
protestantismo en la España franquista fue el catalán D. Samuel Vila
Ventura (1902-1992) que, tras la guerra civil, puso en marcha el
Departamento de Publicaciones de la Misión Cristiana Española. Fueron
miles los ejemplares de libros evangélicos los que publicó este pastor
protestante, en colaboración con dos impresores barceloneses (Salvador
Salvadó y Rafael Serrano) y todo ello en la clandestinidad, por lo que
fue continuamente incomodado por las autoridades que lo investigaban muy
de cerca. Otro protestante español que lucharía denodadamente por la
libertad religiosa fue D. José Cardona Grigori (1918- 1995) que en 1958
sería secretario ejecutivo de la Comisión de Defensa Evangélica
Española. Samuel Vila y José Cardona insistirían en reclamar al
franquismo la libertad religiosa, empleando todos los medios a su
alcance, presionando en el interior como en el exterior.
Los protestantes españoles encontraron un interlocutor gubernamental en Fernando María Castiella (1907-1976), ministro
franquista de Asuntos Exteriores que intentó infructuosamente recuperar
Gibraltar y que también se había estrellado en sus propósitos de
incorporar España a Europa, pero que sin embargo, en 1963, llegó a un compromiso con
los protestantes españoles para modificar la situación concerniente a
la libertad religiosa que se les impedía. Y así, en efecto, en junio de
1967 se promulga la Ley44/1967 que regulaba el ejercicio del derecho
civil a la libertad religiosa en materia religiosa.
Para
esa fecha ya había empezado en España la protestantización de una
importante parte de la comunidad gitana. En los años 60 del siglo XX,
los protestantes se empeñaron en "misionar" a los gitanos. Ya en el
siglo XIX George Borrow, el misionero de la Sociedad Bíblica, había dado
cuenta de sus intentos en "evangelizar" a los gitanos, pero aquellos
gitanos decimonónicos no parece que le hicieran mucho caso. Mayor eco
encontró en la segunda mitad del siglo XX
la llamada Iglesia de Filadelfia, el "culto" como los mismos gitanos le
llaman. No hemos de descartar que la Iglesia Católica con mucha
propabilidad, en términos generales, fracasó en su evangelización del pueblo gitano,
pero que gran parte de los gitanos que estaban bautizados en la Iglesia
Católica apostataran de ella y se convirtieran en protestantes es un
asunto muy complejo que merecería un estudio más profundo. Salta a la
vista que en España ha existido por desgracia un constante y
multisecular recelo entre españoles gitanos y españoles no-gitanos que
tuvo su momento más trágico y vergonzoso con la llamada Gran Redada de
1749 (he tenido ocasión de tratar este tema en mi artículo Gitanos en España); debería ser un motivo de orgullo para los católicos españoles -si se supiera como debiera, claro- que los conventos católicos acogieran como refugiados a muchos gitanos en aquellos años del siglo XVIII, cuando se perpetró aquella persecución que se hizo en nombre de los sobrevalorados "valores" de la Ilustración racionalista y laicista: los defensores de la Ilustración parece que no quieren recordar este asunto y prefieren silenciarlo, para mantener en la ignorancia al pueblo y seguir jactándose de modernos, progresistas y avanzados. Pero, volviendo al tema que nos ocupaba en este párrafo, el hecho es que la inveterada incomprensión general entre gitanos y no-gitanos españoles debe ser tenida como una de las claves que llevarían
a abrazar el protestantismo a muchos gitanos españoles: algo similar
sucedió -recordémoslo- en la conversión de muchedumbre de afroamericanos
de USA al islam, pasando a militar en la llamada Nation of Islam,
organización religiosa y política que tiene fuertes connotaciones de
reacción racial a uno de los racismos estatales más tardíamente
desmantelados, aunque todavía muestra dar coletazos: el de Estados
Unidos de Norteamérica. Nuestros gitanos también pudieron encontrar en
la iglesia evangélica de Filadelfia un modo de auto-afirmarse
étnicamente contra el común de los españoles que tradicionalmente era
católico.
La
Ley de 1967 constituyó el reconocimiento de la personalidad jurídica de
las comunidades religiosas y el ejercicio público del culto sin
cortapisas, algo que supuso un avance indudable en esta materia. Los
protestantes lograban su reconocimiento jurídico, varias "iglesias"
protestantes (Hermanos de Plymouth, Unión Evangélica Bautista, Iglesia
Cristiana Adventista, etcétera) empezaron a ejercer su derecho a la
libertad religiosa, pero con ellas no tardaron mucho en aparecer otros
grupos que, pese a haber nacido en un contexto protestante, no son
reconocidos en cuanto a cristianos ni por los mismos protestantes: el
caso más destacable lo constituye el de los Testigos de Jehová que por
estas fechas, debido al desconocimiento de nuestras autoridades,
empezaron a crecer en España acogiéndose al derecho de libertad
religiosa. Pero
no sólo eran sectas cristianoides las que penetraban en España, sectas
mucho más inquietantes también aparecieron: en 1976 se establece la
Iglesia de Satán en España (esta
secta satanista había sido fundada en USA por Anton Szandor LaVey en
1966) y a España la trajo nada más y nada menos que un diplomático del
aparato franquista de turismo que había estado trabajando en USA como Jefe de la Oficina Nacional Española de Turismo en San Francisco.
Multitud de otras organizaciones que se presentaban como asociaciones
culturales también llegaron a España, aprovechando la legislación
pertinente al derecho de asociación o al religioso: sectas satanistas, ufológicas (cazadores de OVNIs), pseudo-filosóficas, etcétera echaron su semilla en nuestro suelo.
Hasta
tal punto se iba convirtiendo España en una receptora de las más
extrañas y extravagantes sectas que el más arriba citado conspicuo
protestante español D. Samuel Vila que, hemos dicho, tanto había peleado
por la libertad religiosa en España vería oportuno traducir, aunque
parcialmente, un libro -"Chaos of cults"- escrito por J. Karel van Baalen y publicado por vez primera en 1938
en inglés. El pastor Vila y Ramón Taibo Sienes realizarían una
selección del libro de Van Baalen y lo publicarían bajo el elocuente
título: "Invasores de la cristiandad" en la barcelonesa
Editorial Clie, en el año 1971. Curioso que los mismos que habían
reclamado la libertad religiosa tuvieran que alertar a su grey propia y,
por extensión, a los demás de lo que estaba produciéndose a pasos
agigantados: una invasión de ideas pseudo-religiosas preocupante para
todos, también -como vemos- para los protestantes.
Pero,
¿cómo había podido ser que la España tardofranquista abriera la caja de
los truenos? El hibridaje nacional-católico crujía, incluso a
regañadientes de los menos dispuestos a un aperturismo en materia
religiosa. Muchas circunstancias habían precipitado esta situación hasta
irse de las manos, como vemos que a día de hoy se ha ido.
Los
intentos de reconocimiento internacional del régimen franquista habían
forzado, en el curso del franquismo, a una cada vez mayor flexibilidad
en materia religiosa, pues no olvidemos de quién era el aliado, aunque
no estuviera incorporado a la OTAN, el franquismo: el amigo americano.
De todos aquellos discursos pomposos que evocaban el Imperio Español iba
quedando cada vez menos. Lo único que parecía que quedaba en las
postrimerías del régimen de Franco era el anticomunismo (y el
antimasonismo). El anticomunismo tenía en pie todavía a la terrible
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y el Pacto de Varsovia. Y
cerrando filas contra esa "amenaza" del bloque soviético, el franquismo
había llegado a un entendimiento con los Estados Unidos de Norteamérica,
paladines de occidente contra el comunismo de la URSS y España era el "centinela" de esos USA. Con el tiempo se vería todavía mejor que todo movimiento político que no es otra cosa que un "anti-" (como el anticomunismo) deja de tener absolutamente sentido cuando desaparece lo que se le enfrentaba, pero nadie sabía por aquellas fechas de la Guerra Fría que la URSS implosionaría, dejando en la más enorme de las confusiones a los comunistas de todo el planeta, confusión sólo parangonable a la que supondría el Concilio Vaticano II para todos los católicos. Pero, en aquel tiempo, los USA asentaban sus bases en nuestro territorio español y a la vez daban también pasos firmes en presionar todo lo que podían para que la España nacional-católica no fuera nacional-católica nada más que de nombre. Tampoco puede olvidarse el Concilio Vaticano II que, con su aperturismo y aggiornamento,
dejó a los católicos españoles en la grotesca situación de aquel al que
le han cambiado el escenario y sigue interpretando un papel del todo
anacrónico.
Pero eso del Concilio Vaticano II y su interacción con el franquismo crepuscular lo tendremos que ver en la próxima.
Continuará...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario