miércoles, 22 de febrero de 2017

La banca siempre gana, por ahora


La banca siempre gana, por ahora


Corrían años de vino y rosas y los negocios parecían prósperos para los Bancos. El sector contaba con 46.118 oficinas y tenía 278.300 trabajadores y trabajadoras, sus actividades iban de las tradicionales de la usura legalmente regulada a inversiones en industria, conglomerados mediáticos y ladrillo, mucho ladrillo. Por ejemplo, la Caja señera de Alicante, la extinta CAM, aún en el candelero por procesos penales a directivos y por viudas de directores generales tiroteadas en extrañas circunstancias, entonces daba generosos préstamos, que resultaron incobrables, a grandes constructores como Ortiz, Pocero, Hansa Urbana y al PP, a través de la Generalitat Valenciana; contribuyó a negocios especulativos que, a la postre, eran y resultaron ruinosos como Terra Mítica o Ciudad de la Luz; y daba préstamos hipotecarios a Ministros de Trabajo, como Eduardo Zaplana, que se embarcaba en proyectos internacionales en Cabo Pulco (México). Entre tanta abundancia y felicidad, el verano de 2008 empezó a aguarles la fiesta. Los platos rotos del festín y la crisis capitalista la seguimos pagando los trabajadores y trabajadoras.

Desde el 2008 a la actualidad el número de sucursales bancarias se ha reducido un 32%, España tiene el 50% del total de cierre de oficinas de la Zona Euro; paralelamente, el recorte de empleos ha sido del 30% hasta llegar a 194.700 personas empleadas. La banca española tiene un buen ránking en la destrucción de empleos, ella solita representa un 14% del total. No fue suficiente con lo que eufemísticamente llaman aligerar costes laborales, la banca necesitó más y asaltó directamente las arcas públicas. Desde el 2009 el FROB reconoce 53.553 millones de euros entregados en el rescate bancario del que dice haber recuperado un 5%. Otras fuentes cifran en 100.000 millones lo entregado en el rescate de los banqueros. Sea cual sea la cifra exacta, ya se sabe que en el capitalismo “la seguridad de los bancos es la de la economía del país” y, por tanto, el pueblo trabajador tiene que sacrificarse para servir a dicho fin superior. No hay duda, la banca siempre tiene que ganar dinero, hasta… ¡cuando lo pierde! De ahí el invento de la “reordenación del sistema financiero”, impuesta por la UE y el FMI y ejecutada por Gobiernos del PSOE y del PP que ha sido el mayor robo de la historia de España.

Y como la realidad es tozuda y las leyes económicas inexorables, pese a la algarabía de la recuperación económica y el mantra de salida de lo peor de la crisis, la banca se prepara para seguir repartiendo dividendos y sortear las aguas turbulentas de la caída de su tasa de ganancias. Al parecer, los bajos tipos de interés, la perdida de depósitos (que a octubre pasado estaba en torno a 3.500 millones de euros), la competencia de las conocidas como Fintech (pequeñas empresas de alto contenido tecnológico que compiten con la banca tradicional y que le están comiendo el 23 % del negocio), el impacto de las cláusulas suelo y la digitalización han puesto las pilas a los banqueros para levantar unas cuentas de resultados que van a la baja, y se ha desatado lo que la prensa económica burguesa denomina “adelgazamiento”. La dieta a seguir: fusiones, incluidas las transfronterizas, cierres de oficinas y despidos.

El año 2016 fue un “annus horribilis”, con un 3% de las plantillas del sector, cual pañuelos desechables, en la calle. El Banco CEIS se deshizo de 1120 empleados y empleadas, un ERE en el Banco Santander dejó a 1670 personas sin trabajo y cerró el año el Popular con 2592. No obstante, tanto en los ERE como en las bajas incentivadas ofertaron algunas mejoras con respecto al común de quienes se ven despedidos en otros sectores y así las organizaciones sindicales pactaron los despidos. CaixaBank engulló Barclays España y en su digestión el millar de despidos se indemnizaron con 38 días por año y se incentivaron 700 bajas más con 45 días por año, igualmente BBVA indemnizó en 50 días para eliminar plantilla procedente de Catalunya Bank.

Estos modernos corsarios están pensando en mejorar márgenes en el contexto de tipos de interés bajo ahora que pasan momentos “tipo uber” (como denominó un ex consejero de Barclays al incremento de préstamos por entidades que no son Bancos) y la competencia en facetas rentables de su negocio (olvidando las facetas y negocios de los banqueros cuando nos vendían desde una olla a una cubertería pasando por un viaje…), y que sus tejemanejes con el Euribor (que provocó desahucios y el robo de viviendas de la clase trabajadora) les pueden hacer devolver unos 4.000 millones de euros, ¿devolución de lo esquilmado?, eso no está en su ADN… Algo preparan para transformar el negocio. Pueden cobrar más en comisiones, el 26% de sus ingresos provienen de ahí, pueden incrementar riesgos, aunque no está el horno para bollos y pueden reducir costes. ¡Bingo! El negocio telemático y los pagos on line necesitan poca mano de obra. En lo inmediato Bankia y Mare Nostrum tienen anunciados recortes; Banco Sabadell anuncia 800 despidos y, para los “costes fijos” que queden, un convenio hasta 2018 con congelación salarial, sin trienios ni antigüedad y un empleo de baja calidad y con gran número de factores estresantes es la oferta patronal. Esa es la tendencia que nos proponen para próximas temporadas, pero… la clase obrera tiene una propuesta mejor: la nacionalización de toda la banca y del sector financiero.

Ana Muñoz
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