China versus Estados Unidos: la colisión que viene
José Valenzuela Feijóo, Juan Salazar Vázquez y Samuel Ortiz Velásquez
Rebelión
A lo largo de su historia, el régimen capitalista muestra una gran disparidad en materias de crecimiento. Por lo mismo, suele darse un periodo histórico en el cual tal o cual país funciona como líder o potencia hegemónica. Para luego avanzar a otro período en que es otra la potencia dominante. Por ejemplo, si miramos hacia atrás se habla de Holanda, de Inglaterra, de Francia, de Estados Unidos (EEUU), etc. Cuando finaliza la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se convierte en la gran superpotencia, abrumadoramente superior en lo económico y lo militar. En el cuarto de siglo que le siguió, Europa y Japón crecen muy rápido y se acercan a EEUU y hasta le dan cierto alcance. Pero luego, con el ascenso del neoliberalismo, los ritmos de crecimiento tienden a acompasarse. Y el deterioro de EEUU respecto a Japón y Alemania, pareciera detenerse. Por lo menos no agudizarse. Pero al iniciarse el siglo XXI (o antes) aparece un nuevo desafío: el de China. Este país viene desde muy abajo y de un período en que bajo la dirección de Mao-Tse-Tung, buscó avanzar al socialismo. Proyecto que es cancelado y que ha dado lugar al despliegue de una vía capitalista en que el país crece a ritmos desaforados. Y de hecho empieza a desafiar a la que todavía es la gran superpotencia: Estados Unidos.
Pareciera que este país sigue siendo la primera potencia mundial. Pero pudiera ser que China lo esté alcanzando y hasta superando. Para el caso, conviene recordar algunos datos básicos.
En términos del Producto por habitante, usando tipos de cambio de paridad, el FMI, estima que en el 2015 el PIB per cápita de EEUU llegaba a los $U.S. 52.704 y el de China a $U.S. 13.572. O sea, China se situaba en un 26% del nivel de EEUU. Y como el diferencial de tasas de crecimiento es muy diferente (v.gr., entre 1990-2015, el PIB per cápita de China creció a una tasa media anual de 9.13%, mientras el de EEUU creció apenas al 1.4%), el desnivel se va reduciendo más y más [1]
De hecho, en términos globales, el PIB total de China ya supera al de Estados Unidos. En el 2015, EEUU explicaba un 15.8% del PIB mundial y China un 17.1%.
En cuanto al PIB industrial, si hacemos igual a 100 el PIB de EEUU tenemos que en el año 2014 el de China era igual a 125, a precios constantes del año 2000. A precios corrientes en el mismo año 2014, tenemos que EEUU = 100 y China = 130. La superioridad china, en consecuencia, es evidente.
¿Qué sucede con las exportaciones?
Examinemos rápidamente la dinámica de esta crucial variable. Midiendo en dólares corrientes, para 1970 tenemos que EEUU explicaba un 15.7% del total mundial y China un pequeño 0.6%. En el 2003, la porción de EEUU había descendido a un 11.1% y la de China subido a un 4.9%. Luego, en el 2015, la parte de EEUU experimentó un leve descenso: llegó a un 10.8%. Entretanto, la cuota de China saltó hasta un 11.6%.
El avance científico-técnico resulta también crucial en la lucha por la supremacía económica y política. Y se puede esperar que en este campo el atraso relativo de China sea mayor. No obstante, en los últimos años ya se observan cifras muy respetables. Consideramos el gasto en I&D asociado a la industria manufacturera (A) y la llamada “intensidad en I&D”, que se entiende como gastos en I&D aplicados en el sector sobre el Valor Agregado del sector (B). Para países seleccionados en el 2011, se tiene:
Cuadro I: Gastos en Investigación y desarrollo asociados al sector manufacturero, 2011.
País
Gastos en I&D (A); billones $U.S. (*)
Intensidad I&D (B)
Estados Unidos
201.36
10.56 %
Alemania
55.77
7.93 %
Japón
100.36
12.35 %
China
162.47
3.78 %
(*) Tipos de cambio de paridad. Fuente: UNIDO, “Industrial Development Report 2016; pág. 89. N. York, 2016.
Según se puede observar, los gastos absolutos de China ya alcanzan un monto considerable: sólo son superados por EEUU. En cuanto a la intensidad, todavía está muy por debajo de la vigente en Japón, EEUU y Alemania. O sea, en este indicador China tiene todavía un amplio campo para su expansión tecnológica. Baste pensar que si China llega a una intensidad en I&D igual a un 8.0% (es decir, semejante a la que ahora maneja Alemania), su gasto absoluto se iría a los 325 billones de dólares, cifra que superaría ampliamente a la de Estados Unidos. Y se debe subrayar: en el plano científico y tecnológico lo que cuenta son las cifras absolutas del gasto.
En este muy breve recuento podemos dar un breve vistazo al poderío militar. Para ello, consideramos las cifras del gasto militar de China, de Estados Unidos y total mundial. Entre el 2001 y el 2014, el gasto militar mundial sube un 85% (al 4.8% anual). El gasto de Estados Unidos se eleva en un 45.9% (2.9% anual) y el de China sube un 283% (10.9% anual). La dinámica del gasto militar es tremendamente desigual (en favor de China) aunque ésta, todavía está, en términos absolutos, muy por debajo de Estados Unidos. En el 2001 los gastos chinos equivalían al 12% de los estadounidenses, en el 2007 al 16% y en el 2014 a un 33%. China se acerca, pero aún está distante.
En el plano global hay que considerar la muy posible alianza de China con Corea del Sur, un bloque que sería formidable. Y si a él se le pudiera agregar Japón, el desplazamiento del centro del poder mundial sería inevitable [2]
Cuadro II: Gastos Militares, China y EEUU, 2001 al 2014, dólares constantes de 2014. (**).
Países
2001
2007
2014
Índice (*)
1) Total mundial
946891.50
1548707.87
1752621.76
185.1
2) EEUU
418135.44
635921.05
609914.00
145.9
3) China
52179.22
103715.57
199651.44
382.6
4) EEUU + China
470314.65
739636.62
809565.44
172.1
5) = 2 / 4
0.89
0.86
0.75
6) = 3 / 4
0.11
0.14
0.25
(*) 2014 sobre 2001. (**) Millones de dólares. Fuente: SIPRI, base de datos (3/03/2017).
En lo indicado se observa una situación que, en términos históricos, no es nueva: la potencia dominante conserva un poder militar superior, pero va perdiendo terreno en el plano económico. Al cabo, si esta tendencia se mantiene, se debe producir una muy fuerte disociación entre los poderes económicos y los militares. Entretanto, en la potencia emergente, el poder económico crece y va, hasta cierto momento, muy por encima del poder militar. Al cabo, el poder militar debería alcanzar al económico, siendo éste, muy probablemente, el momento del desplazamiento de la vieja potencia hegemónica por la nueva. En el caso, que nos preocupa, si las tendencias se mantienen, la mutación pudiera darse en unos 10 o 15 años más.
También es necesario cuidar de extrapolaciones ingenuas. Los problemas internos de China hasta ahora no resultan muy visibles, pero son agudos. El régimen de explotación de la fuerza de trabajo obrera y campesina, a partir de la reversión al capitalismo (empujada por Teng-Siao-Ping et al), ha sido inmisericorde. De hecho, se puede hablar de una dictadura en contra de los trabajadores del campo y la ciudad. Y esta situación debería dar lugar, más tarde o más temprano, a reclamos y protestas. Después de todo, alguna memoria debe quedar de los tiempos revolucionarios, de la larga marcha y de la revolución cultural. En breve, no se puede augurar un camino terso por el lado chino.
La revisión, aunque somera, basta para comprobar lo que ya muchos saben: China ha empezado a alcanzar e incluso superar, al poderío económico de Estados Unidos. Fenómeno que en los próximos años se debería acentuar. Y que, muy probablemente, debería dar lugar a colisiones de orden mayor. Para el caso, valga recordar un texto clásico:
“el capital financiero y los trusts (…) acentúan la diferencia entre el ritmo de crecimiento de los distintos elementos de la economía mundial. Y si la correlación de fuerzas ha cambiado, ¿cómo pueden resolverse las contradicciones, bajo el capitalismo, si no es por la fuerza?”. También podemos leer: “en el terreno del capitalismo, ¿qué otro medio puede haber que no fuera la guerra, para eliminar la desproporción existente entre el desarrollo de las fuerzas productivas y la acumulación de capital, por una parte, y el reparto de las colonias y de las esferas de influencia del capital financiero, por otra?”[3] Bujarin, apuntaba en el mismo sentido: “la internacionalización de la vida económica conduce fatalmente a resolver por las armas las cuestiones en litigio.” [4]
El recurso a la guerra ciertamente no es nuevo (¿acaso no es la continuación de la política por otros medios?) y se sabe lo brutal de sus costos. Pero hay un dato nuevo: ¿qué puede suceder cuando ambos bandos son potencias nucleares? ¿Podría resistir el mundo una guerra con ataques nucleares masivos por ambos lados? Así las cosas, ¿no se llegaría a eliminar la misma existencia humana? Podríamos también suponer (o simplemente desear) que antes, esa humanidad se levantará para poner un alto a tamaño destino [5]
Notas:
1) Las cifras que se manejan (salvo indicación expresa) las tomamos del Banco Mundial, de ONUDI o del FMI.
2) Ver Sit Tsui, Erebus Wong. Lau Kin Chi y Wen Tie Jun, “One belt, one road. China´s Strategy for a New Global Financial Order”; en Monthly Review, Vol. 68, n°8, January 2017.
3) V. I. Lenin, “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, en Obras Escogidas, Tomo 1, págs. 771 y 773. Edit. Progreso, Moscú, 1974.
4) N. Bujarin, “La economía mundial y el imperialismo”, pág. 129. Pasado y Presente, México, 1979.
5) Enarbolando, quizá, el lema de Rosa Luxemburg: “socialismo o barbarie”.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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