El Movimiento 5 Estrellas, ante el riesgo de la desilusión
Daniel Verdú
Un senador conservador esboza su teoría mientras deja
enfriar un plato de rigattoni con legumbres en una trattoria cercana al
Palacio Madama. “No olvide que Italia le lleva 20 años de ventaja al
resto de Europa. La antipolítica, el populismo si quiere llamarlo así,
no la ha inventado el Movimiento 5 Estrellas ni Beppe Grillo”. Hace dos décadas el país descubrió con el caso de corrupción Tangentopoli cómo el llamado establishment había devorado la república. De aquel malestar emergieron Silvio Berlusconi (Forza Italia) o Umberto Bossi (Liga Norte),
incapaces finalmente de dar respuestas y multiplicando la frustración
colectiva. Con la crisis económica, concluye el senador, nació en 2009
el M5S. Una arrolladora fórmula que encierra algo de Podemos, de Trump,
del Ukip
o de las revueltas en las plazas. Hoy, casi un tercio de los votantes
italianos se inclinaría por la formación que lidera Grillo, aunque él
mismo no se haya presentado a ningún cargo. Pero el M5S acelera para
materializar su éxito antes de que algunos tics de la vieja política
-guerra de dossieres incluida- e incipientes entuertos judiciales puedan
convertir la ilusión en rechazo.
Italia le lleva 20 años de ventaja al resto de Europa. La
antipolítica aquí no la han inventado el Movimiento Cinco Estrellas ni
Beppe Grillo”, señala un senador
El movimiento, que ha declinado oficialmente participar y
dar explicaciones para este reportaje, tiene hoy 38 alcaldías, 15
parlamentarios europeos, 92 diputados y 36 senadores y 1.000 concejales.
Sus mayores éxitos escapan a la lógica norte-sur, tan presente en
Italia, o al tradicional eje izquierda-derecha. No aceptan concurrir a
las elecciones formando coaliciones -algo que les perjudicará si quieren
gobernar-, aunque su posición sobre la UE y la inmigración a veces les
ha acercado peligrosamente a la Liga Norte. Un tercio de sus votantes
tiene menos de 35 años y su espectro ideológico se reparte casi
simétricamente.
Sus defectos más señalados se hallan en los
bandazos en política internacional y una cierta improvisación en el
programa. Ellos lo llaman democracia directa, sus detractores,
“populismo”. El politólogo Piero Ignazi,
conocedor del movimiento, lo explica así. “Tienen una visión del
nosotros y el vosotros muy marcada; de los buenos y los malos. Ahí sí
hay un fuerte elemento populista. Pero ellos nunca hablan del pueblo,
como si lo hace Trump, con esa idea de devolverle el poder. El M5S se
refiere a los ciudadanos y tiene un sustrato cultural que no es el del
pueblo, es una referencia mucho más liberal”, señala.
Una idea basada en la transparencia, la lucha contra la
corrupción y en incuestionables gestos como renunciar a los 42,7
millones de financiación pública que le corresponderían o que los cargos
electos devuelvan parte de su sueldo. “La verdadera revolución es la
honestidad”, declaraba Grillo a este periódico hace un año. Por eso
asuntos como la
investigación ahora de la fiscalía a la alcaldesa de Roma, Virgina
Raggi, por falso testimonio, abuso de poder y por una rocambolesca
historia de seguros de vida, son tan comprometedoras. En un intento
por acallar las voces críticas que llegan desde dentro del partido
Grillo escribió ayer en su blog que quién esté contra la regidora de
Roma, estará contra el movimiento. Pero el caso, en las antípodas del
éxito de su compañera y alcaldesa de Torino, Chiara Appendino, abre el
inevitable debate sobre si conviene perder votos apoyándola, o perderlos
aceptando que Roma sea el primer gran escenario fallido.
El M5S
entró en casa de los italianos antes de nacer en 2009. El germen que
levantó a la gente del sofá, como se suele decir, se gestó en los
escenarios de los shows de Grillo y en algunos programas de
sátira política. Giovanni Orsina, docente de sistemas políticos
italianos en la universidad Luiss Guido Carli, le pone fecha. “Fue a
principios de los 90. Ahí Berlusconi ya era un elemento de crisis de la
política convencional”, señala. Il Cavaliere cambió la manera de votar a
través del mando de la televisión. Grillo, que fundó el movimiento con
el fallecido Gianroberto Casleggio, empresario experto comunicación e Internet, logró algo parecido a través de la Red.
Los activistas no tienen un análisis critico de lo que sucede y
tienden a justificar todo lo que pasa", critica el alcalde Parma y ex
M5S, Federico Pizzarotti
Mediante un software llamado Rousseau,
los ciudadanos inscritos proponen leyes, modificaciones, votan a
candidatos (a Raggi la nombraron candidata solo 1.724 activistas),
deciden sobre aspectos de los programas… ¿Un ejercicio de democracia
directa o “un partido convertido en algoritmo”, como lo definió Matteo
Renzi”. “¿Están en contra o a favor del euro? Un referéndum y fuera. Lo
mismo hicieron con las Juegos Olímpicos en Roma. Y eso les permite ser
coherentes sin decir nada, es una idea genial”, critica el profesor
Orsina. Pero no todas las decisiones, se quejan otros, son ya tan
consensuadas. El actual alcalde de Parma, Federico Pizzarotti,
fue suspendido del partido al ser investigado por abuso de poder en
mayo de 2016. Al archivarse el caso, no se restituyó su militancia y
decidió dar un portazo con el resto de cargos de su Ayuntamiento. Por
teléfono explica a EL PAÍS sus impresiones. “Nosotros siempre fuimos
autónomos y antepusimos los intereses de la ciudad a los del movimiento.
Con Raggi hay una defensa distinta, cuanto menos, discutible. Mucha
gente me escribe ahora diciendo que están desilusionados”. Pizzarotti
cree que del M5S se ha ido mucha gente y que han quedado demasiados
“yesman”. “Antes se quería siempre decidir juntos. Se ha pasado de eso, a
las decisiones unidireccionales de Grillo, Casaleggio Jr. o de los
dirigentes romanos. Ahora los activistas no tienen un análisis critico
de lo que sucede y tienden a justificar todo lo que pasa. Es el gran
cambio del movimiento: buscar siempre una fórmula con la que no se
equivoca nunca”.
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