Centenares
de distribuidores de estupefacientes, el último eslabón del
narcotráfico que llega directamente al consumidor, son detenidos y
juzgados cada año en las distintas audiencias de Galicia. Un negocio en
alza difícil de atajar por la elevada demanda del mercado, que en el
argot policial se denomina tráfico medio de estupefacientes o menudeo, y
que se enfrenta a brigadas especializadas para combatirlo.
Dependiendo de las cantidades de droga que les han sido incautadas a los vendedores, siempre que estos no tengan antecedentes penales, el promedio de las condenas que se están solicitando por parte de las fiscalías son de cuatro años de prisión, además de las multas que se calculan en función del valor del estupefaciente que el acusado había vendido o tenía intención de hacerlo.
Los acuerdos de conformidad contemplados en el Código Penal
permiten a los acusados poner fin al proceso al aceptar previamente los
hechos ante el fiscal, a cambio de una sustancial rebaja de las
condenas. Pero los narcos van más allá en su estrategia y en el
banquillo se confiesan consumidores habituales, un atenuante para lograr
todavía más beneficios penitenciarios y que está siendo admitida con
frecuencia por los tribunales.
El consumo esporádico de estupefacientes por parte de los distribuidores de drogas sirve a los jueces no solo para fundamentar una reducción de las penas solicitadas por el Ministerio Fiscal, sino que, en algunos casos, incluso se ha llegado a decretar la suspensión de las condenas liberando a los traficantes de ir a la cárcel.
Una tendencia considerada “permisiva”, en opinión algunos fiscales y jueces consultados, porque permite que muchos acusados por narcotráfico utilicen este argumento como táctica para evitar el ingreso en prisión, cuando esta es inferior a tres años. Además, sostienen que estas sentencias repercuten en la reincidencia del delito.
Otra de las tácticas empleadas por los vendedores es llevar encima una dosis mínima de estupefacientes y alegar que es para consumo propio. "Pero no se trata de corregir el consumo de un sujeto sino de la protección de las condiciones de salud pública de los ciudadanos en su conjunto”, apunta un representante del Ministerio Público.
Y añade que muchas sentencias difuminan la clara división que estableció el legislador entre autoconsumo impune y represión de la difusión a terceros, lo cual propicia una falta de criterio unitario en la aplicación de la Ley Penal.
Ambos fueron detenidos después de que la policía les hiciera un seguimiento diario y constatara cómo en apenas quince días ambos traficantes confesos habían realizado hasta siete transacciones de droga a clientes de la ciudad. A la espera de lo que dictamine el tribunal, el fiscal había pedido una condena de 4 años y 100.000 euros de multa para cada uno y luego modificó su escrito de acusación en tres años y medio y 65.000 euros de pena.
Los dos procesados se mostraron arrepentidos pero alegaron que en el momento de los hechos eran consumidores y que se sometían a tratamientos de desintoxicación, después de admitir que se dedicaban a la venta y distribución de cocaína desde su casa donde se encontraron los instrumentos para pesar y preparar las dosis y casi 10.800 euros en billetes.
Dependiendo de las cantidades de droga que les han sido incautadas a los vendedores, siempre que estos no tengan antecedentes penales, el promedio de las condenas que se están solicitando por parte de las fiscalías son de cuatro años de prisión, además de las multas que se calculan en función del valor del estupefaciente que el acusado había vendido o tenía intención de hacerlo.
El consumo esporádico de estupefacientes por parte de los distribuidores de drogas sirve a los jueces no solo para fundamentar una reducción de las penas solicitadas por el Ministerio Fiscal, sino que, en algunos casos, incluso se ha llegado a decretar la suspensión de las condenas liberando a los traficantes de ir a la cárcel.
Una tendencia considerada “permisiva”, en opinión algunos fiscales y jueces consultados, porque permite que muchos acusados por narcotráfico utilicen este argumento como táctica para evitar el ingreso en prisión, cuando esta es inferior a tres años. Además, sostienen que estas sentencias repercuten en la reincidencia del delito.
Otra de las tácticas empleadas por los vendedores es llevar encima una dosis mínima de estupefacientes y alegar que es para consumo propio. "Pero no se trata de corregir el consumo de un sujeto sino de la protección de las condiciones de salud pública de los ciudadanos en su conjunto”, apunta un representante del Ministerio Público.
Y añade que muchas sentencias difuminan la clara división que estableció el legislador entre autoconsumo impune y represión de la difusión a terceros, lo cual propicia una falta de criterio unitario en la aplicación de la Ley Penal.
Desparasitante para ganado
El caso más reciente de reconocimiento del delito y la adicción a las drogas se ha visto la semana pasada en la Audiencia de Pontevedra. La Fiscalía ha rebajado su petición de pena para Carlos Emilio C.S., y e hijo Carlos Eduardo, acusados de vender cocaína en dosis que preparaban en el piso donde vivían, en Vigo. En ocasiones, adulteraban la droga con levamisol, un fármaco retirado de algunos mercados debido al riesgo de efectos secundarios graves, por lo que, en la actualidad, se utiliza fundamentalmente en la medicina veterinaria como desparasitante para el ganado.Ambos fueron detenidos después de que la policía les hiciera un seguimiento diario y constatara cómo en apenas quince días ambos traficantes confesos habían realizado hasta siete transacciones de droga a clientes de la ciudad. A la espera de lo que dictamine el tribunal, el fiscal había pedido una condena de 4 años y 100.000 euros de multa para cada uno y luego modificó su escrito de acusación en tres años y medio y 65.000 euros de pena.
Los dos procesados se mostraron arrepentidos pero alegaron que en el momento de los hechos eran consumidores y que se sometían a tratamientos de desintoxicación, después de admitir que se dedicaban a la venta y distribución de cocaína desde su casa donde se encontraron los instrumentos para pesar y preparar las dosis y casi 10.800 euros en billetes.
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