viernes, 23 de junio de 2017

Brexit: ¿duro y despacito?


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Brexit: ¿duro y despacito?

 

 

Sputnik

El Reino Unido tragó. Afirman con una sonrisa relajada desde Bruselas, respecto a las condiciones que se vanaglorian de haber impuesto a Londres para comenzar a ejecutar la salida. Es decir, primero acordar el divorcio, para después empezar a hablar de la futura relación, básicamente el pacto comercial.
También hubo consenso, o imposición, según quién lo diga, para crear tres grupos de trabajo sobre puntos fundamentales para Bruselas en la "salida ordenada" que ofrece a Londres. Habrá un foro de expertos dedicado a los derechos de los ciudadanos; otro sobre la minuta que deberá y pagará el Reino Unido a la UE cuando se produzca la estampida; y un tercero para resolver los problemas de fronteras. Todos ellos, los foros, integrados por representantes de ambas partes.
Los medios europeos hacen propaganda de la venta, por parte del bloque, de la piel de un oso, que aún no han cazado. Así, tras la reunión de los jefes de las negociaciones de ambas partes, Michel Barnier por el lado europeo, y David Davis por el británico, ponen en boca de este último la admisión de la derrota. Pero lejos del "si 'bwnana'", Davis, dejó para el último momento su flema inglesa, y lanzó que "lo importante no es cómo se empieza, sino cómo se acaba".
El profesor de Economía Política del País Vasco, Joaquín Arriola, observa que Gran Bretaña tiene dos objetivos básicos en este proceso. Por un lado, tiene que "satisfacer a la población, sobre todo a la que votó por el Brexit", y señala que para ello, "el tema del control de la inmigración es una de las claves, independientemente de que no puede dejar de aceptar la llegada de inmigrantes porque se paralizaría la economía del país".
La otra clave, según el economista, es "cómo va a resolver para tener el papel que sigue teniendo la City de Londres en la gestión de las finanzas globales, y en particular de las Europeas". Al respecto, explica Arriola, "lo más probable es que concedan a la UE ciertas demandas (…), pero a cambio van a mantener la línea dura en aspectos que no son tan llamativos desde el punto de vista de los medios de comunicación, como es la libertad de movimiento de capitales, desde Gran Bretaña hacia la Unión Europea y viceversa, y la política fiscal", señala el experto.
"El objetivo de Gran Bretaña es convertirse en la sede de las multinacionales europeas con una política fiscal muy favorable para el capital", advierte Arriola.
Entretanto, la primera ministra Theresa May puede verse afectada de cara a las negociaciones del Brexit tras el resultado de las
elecciones
 que anticipó para salir fortalecida, meta que no alcanzó. Pero además, ahora los díscolos de su Gobierno aprovechan para sacar leña del árbol caído. Es el caso del ministro de Economía Philip Hammond, quien afirmó: "no votamos Brexit para ser más pobres".
"Hoja de cálculo" Hammond, como le dicen en Inglaterra, abogó esta semana por que en la negociación de salida se dé preferencia a la economía: empleos y nivel de vida, frente al reforzamiento de la soberanía nacional y el control de la inmigración, puntas de lanza de los tories para forzar el Brexit.
Arriola explica que en este sentido, "la clave es en qué medida el liderazgo de Jeremy Corbyn en el partido Laborista se consolida, y es capaz de introducir en el debate, elementos nuevos que no están presentes".
"Uno de los caballos de batalla del líder laborista es el empobrecimiento de la mayoría de la población británica no se debe a los flujos migratorios, sino a las políticas fiscales y de empleo seguidas por los Gobiernos conservadores, y anteriormente por las administraciones social-liberales de Tony Blair y compañía", explica Joaquín Arriola.

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