viernes, 29 de septiembre de 2017

EL PAPEL DE LA CLASE TRABAJADORA EN LA LUCHA CONTRA LAS SOCIEDADES TRANSNACIONALES


EL PAPEL DE LA CLASE TRABAJADORA EN LA LUCHA CONTRA LAS SOCIEDADES TRANSNACIONALES (II)



por CEPRID


Alejandro Teitelbaum

CEPRID

4. En el nivel subregional la Decisión 24 de la Comisión del Acuerdo de Cartagena (6) del 31 de diciembre de 1970, sobre el régimen común de tratamiento a los capitales extranjeros y sobre marcas, patentes, licencias y regalías, tuvo un enfoque muy positivo desde el punto de vista del interés nacional y regional. Pero la orientación fue cambiando con decisiones posteriores, hasta la Decisión 291 de 1991, que marca definitivamente el giro neoliberal.

5. El caso de la ley francesa de 2017 guillotinada por el Consejo Constitucional.

Después de cuatro años de debates, el Parlamento francés aprobó en febrero de 2017 una ley llamada del deber de vigilancia de las sociedades transnacionales (loi nº 2017-399), técnicamente imprecisa, pero que preveía sanciones para las empresas transgresoras. Requerido por la derecha parlamentaria, el Consejo Constitucional, siempre sensible al lobby empresario, declaró inconstitucional la parte de la ley que contemplaba sanciones (7).

Lo cierto es que en 2017, a cuatro años de la catástrofe de Rana Plaza en Bangladesh , se tienen pruebas evidentes de que las grandes empresas transnacionales siguen gozando de total impunidad.

6. El intento en curso en el Consejo de derechos Humanos.

En setiembre de 2013 la delegación de Ecuador presentó al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas una Declaración Conjunta apoyada por unos 85 países para generar un instrumento jurídicamente vinculante que establezca las responsabilidades de las empresas transnacionales en materia de derechos humanos. Dicha iniciativa fue apoyada por unas 150 organizaciones y movimientos sociales de distintas regiones del mundo (http://www.treatymovement.com/statement), las que elaboraron en 2014 un Tratado Internacional de los pueblos para el control de las empresas transnacionales.( http://omal.info/spip.php?article6438).

Con relación a la iniciativa de Ecuador, es imprescindible conocer los antecedentes que hemos mencionado para anticipar y evitar las trampas que inevitablemente se tenderán, provenientes de gobiernos, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, para que la iniciativa se diluya, fracase o resulte en un nuevo gatopardismo: cambiar algo para que todo siga igual. Y tener claras las principales cláusulas que debe ineludiblemente contener un Tratado internacional referido a las sociedades transnacionales que sea realmente eficaz (8).

La iniciativa de Ecuador fue aprobada por una minoría de Estados miembros del Consejo de Derechos Humanos: 20 votos a favor sobre 47. Hubo 14 votos en contra y 13 abstenciones.

Votaron a favor : Algeria, Benin, Burkina Faso, China, Congo, Côte d’Ivoire, Cuba, Ethiopia, India, Indonesia, Kazakhstan, Kenya, Morocco, Namibia, Pakistan, Philippines, Russian Federation, South Africa, Venezuela (Bolivarian Republic of), Viet Nam.

En contra : Austria, Czech Republic, Estonia, France, Germany, Ireland, Italy, Japan, Montenegro, Republic of Korea, Romania, the former Yugoslav Republic of Macedonia, United Kingdom of Great Britain and Northern Ireland, United States of America .

Abstenciones: Argentina, Botswana, Brazil, Chile, Costa Rica, Gabon, Kuwait, Maldives, Mexico, Peru, Saudi Arabia, Sierra Leone, United Arab Emirates]

Votaron en contra Estados Unidos y todos los Estados de Europa occidental con representación en el Consejo. Y de América Latina se abstuvieron los Gobiernos “progresistas” de Dilma Roussef y de Cristina Kirchner, además de Chile, Costa Rica, México y Perú.

Y el Gobierno de Ecuador, autor de la iniciativa, fue objeto en diciembre de 2016, de críticas por parte de un Grupo de Expertos en derechos humanos de las Naciones Unidas a raíz de las medidas represivas de dicho Gobierno contra Acción Ecológica, una ONG que apoya a los indígenas shuar que tratan de detener las actividades mineras en lo que consideran sus tierras.

“Es irónico”, añadieron los expertos, “que el mismo gobierno de Ecuador que encabeza el esfuerzo internacional positivo para hacer que las empresas rindan cuentas a través de un tratado vinculante, estén reduciendo el espacio para que los grupos locales le pidan que rindan cuentas”(9).

El de Ecuador es un caso paradigmático de la contradicción entre el discurso y los hechos que caracteriza al populismo « progresista » o “de izquierda”.

Ahora está al orden del día la denuncia y la lucha contra el Tratado Transatlántico o Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP o TAFTA), que negocian la Unión Europea y los Estados Unidos, contra el CETA (acuerdo comercial firmado por Canadá y la Unión Europea el 30 de octubre del 2016) y contra el TiSA (Acuerdo de comercio de Servicios). Si las elites dirigentes logran su objetivo, las consecuencias serán extremadamente graves para las condiciones de vida y de trabajo de las poblaciones afectadas e implicarán una aun mayor subordinación de las instituciones políticas y jurídicas nacionales a las estrategias devastadoras del poder económico trasnacional.

Con el apoyo de la mayoría de las elites políticas, el poder económico transnacional avanza en este terreno. En efecto: en febrero de 2017 el Parlamento Europeo ratificó el CETA (Comprehensive Economic and Trade Agreement), con el voto a favor de los conservadores, la mayoría de los socialdemócratas y los liberales y el voto en contra de la Izquierda Unitaria, los Verdes y algunos socialdemócratas.

Pese a ello, la lucha debe continuar y continúa.

El papel de los trabajadores

Los trabajadores deben desempeñar un papel decisivo en esta lucha, que es una lucha contra el sistema capitalista. Porque el antagonismo principal en el sistema capitalista es entre los explotadores, dueños del capital en sus diversas formas y los trabajadores manuales e intelectuales, los explotados, que son los que producen los bienes que constituyen el patrimonio material e inmaterial del género humano. Dicho de otra manera: los dos actores en la contradicción fundamental del sistema capitalista que consiste en la propiedad privada de los instrumentos y medios de producción y de cambio, por un lado y la producción social, por el otro.

El patrimonio de la humanidad creado por el trabajo está cada vez más desigualmente distribuido y cada vez peor gestionado por los que se quedan con la mayor parte del mismo. Con tremendas consecuencias para las condiciones de vida, ambientales, sanitarias, alimentarias, habitacionales, educacionales y culturales de las grandes mayorías.

Dicha gestión catastrófica del patrimonio de la humanidad no cabe atribuirlo a la incompetencia de quienes lo administran sino al hecho de que éstos se guían por una regla para ellos invariable: la obtención del máximo beneficio en el mínimo de tiempo, cualesquiera sean las consecuencias para la humanidad en el corto, mediano y largo plazo.

De modo que además del antagonismo principal entre los trabajadores y los capitalistas existen otros que oponen a estos últimos y a la inmensa mayoría de la humanidad, antagonismos que no pueden resolverse de otra manera que socializando la propiedad y la gestión de los instrumentos y medios de producción, para que éstos estén al servicio de toda la humanidad y no sean, en manos de unos pocos, el instrumento de su pérdida.

Esto implica que junto a los trabajadores, deben participar de esta lucha los movimientos sociales que reivindican diferentes derechos humanos fundamentales (a la salud, a la alimentación, a un medio ambiente sano, a la educación, a una vivienda digna, a la libertad de expresión y de información, a una democracia verdaderamente representativa y participativa, etc, Y por cierto, a condiciones de trabajo decentes, a un salario digno e igual para hombres y mujeres por el mismo trabajo) que hemos mencionado en el curso de este escrito.

El antagonismo irreductible entre capitalistas y trabajadores, propio del sistema capitalista, es el ingrediente objetivo de una lucha consecuente y sin renunciamientos de estos últimos. Y de su eventual capacidad para ayudar a las grandes mayorías a superar sus vacilaciones, sus tomas de posición inestables y pendulares y/o oportunistas y paras atraerlas a participar en un proyecto radical de transformación social.

Pero actualmente los trabajadores se hallan en una posición de debilidad. En primer lugar para negociar sus condiciones de trabajo frente a los capitalistas a causa de lo que François Chesnais llama la “mundialización del ejército industrial de reserva”(10), que tiene diversos aspectos: la dispersión mundial de la producción hacia los países con salarios más bajos, ya sea deslocalizando las propias plantas industriales o delegando la producción a subcontratistas o licenciatarios locales; la amenaza de la deslocalización de la empresa de su sede originaria si los trabajadores no aceptan las condiciones impuestas por la patronal; la contratación de trabajadores extranjeros peor pagados (los llamados trabajadores desplazados, institucionalizados por la Unión Europea, con la intervención del Consejo, del Parlamento y de la Comisión Europeas) e imponiendo la negociación por empresa, en lugar de la negociación por rama o por sindicato. A lo que hay que agregar los contratos precarios, la llamada “flexibilidad” laboral, el trabajo a tiempo parcial y la desigualdad de los salarios entre hombres y mujeres por el mismo trabajo (11).

Además, un examen descarnado y sin complacencias de los hechos lleva a la conclusión de que la mayoría los trabajadores no están actualmente ideológicamente capacitados (debilidad de conciencia de clase) para desempeñar su papel protagonista en las luchas populares. Este déficit de conciencia de clase se debe, por una parte, a las condiciones creadas por el mismo capitalismo y, por otra, a la extinción de lo que en algún momento fue una izquierda política con una ideología revolucionaria y que ha dejado un vacío ideológico-político que hasta ahora permanece casi totalmente desocupado. O ocupado por distintas variantes del populismo, de derecha y de “izquierda” o “progresista” que, en sus discursos y en sus prácticas políticas, ocultan el carácter esencialmente nefasto del sistema capitalista y la imperiosa necesidad de superarlo con el impulso decisivo de la lucha de clases. Con el agravante de que el populismo de derecha, utilizando la competencia entre los trabajadores creada por el capitalismo mundializado (12), fomenta la división y la guerra entre trabajadores nacionales y extranjeros, por el color de su piel, por su religión, etc.

El mismo capitalismo contribuyó al progresivo debilitamiento de la conciencia de clase con el taylorismo u “organización científica del trabajo” y su aplicación en la práctica, el fordismo, que se basó en la idea de hacer del trabajador un mecanismo más en la cadena de montaje: el obrero, en lugar de desplazarse para realizar su tarea se queda en su sitio y la tarea llega a él en la cadena de montaje. La velocidad de ésta última le impone inexorablemente al trabajador el ritmo de trabajo.

El primero en aplicarlo en la práctica fue Henry Ford, a principios del siglo XX, para la fabricación del famoso Ford T. Este trabajo embrutecedor agotaba a los obreros, muchos de los cuales optaban por dejarlo.

Ante una tasa de rotación (turn over) del personal sumamente elevada Ford encontró la solución: aumentar verticalmente los salarios a 5 dólares por día, cosa que pudo hacer sin disminuir los beneficios dado el enorme aumento de la productividad y el pronunciado descenso del costo de producción que resultó de la introducción del trabajo en cadena. Los nuevos salarios en las fábricas de Ford permitieron a sus trabajadores convertirse en consumidores, inclusive de los autos fabricados por ellos.

Los trabajadores, que no se sentían para nada interesados por un trabajo repetitivo que no dejaba lugar a iniciativa alguna de su parte, recuperaban fuera del trabajo su condición humana (o creían recuperarla) como consumidores, gracias a los salarios relativamente altos que percibían.

Esta situación se generalizó en los países más industrializados sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial y de manera muy circunscripta y temporaria en algunos países periféricos. Es lo que se llamó “el Estado de bienestar”.

“El Estado de bienestar no es, como se oye decir con frecuencia, un Estado que llena las brechas del sistema capitalista o que cicatriza a fuerza de prestaciones sociales las heridas que infringe el sistema. El Estado de bienestar se fija como imperativo mantener una tasa de crecimiento, cualquiera sea, siempre que sea positiva y de distribuir compensaciones de manera de asegurar siempre un contrapeso a la relación salarial” (13) .

Es por lo tanto cierto que el “Estado de bienestar” influyó profundamente en la conciencia de los trabajadores. [Los trabajadores] “…terminaron por aceptar la relación salarial y la división del trabajo resultante. Contrariamente a lo que esperaba el marxismo revolucionario, dejaron de cuestionar el paradigma capitalista, contentándose con la ambición más modesta de mejorar su condición en el interior del sistema. Eso significaba también que su esperanza de libertad y de realización personal radicaba en su papel de consumidores. Su objetivo principal pasaba a ser el aumento de sus salarios para poder consumir más”(14).

El Estado de bienestar se terminó más o menos abruptamente con la caída de la tasa de ganancia capitalista y la consiguiente caída de los salarios reales. Para dar un nuevo impulso a la economía capitalista y revertir la tendencia decreciente de la tasa de beneficios, comenzó a generalizarse la aplicación de la nueva tecnología (robótica, electrónica, informática) a la industria y a los servicios(15).

De modo que la nueva tecnología, la organización “científica” del trabajo y el consiguiente aumento de la intensidad del trabajo, aun manteniéndose el mismo horario de trabajo, incrementa el beneficio capitalista como plusvalía relativa (menos trabajo necesario y más trabajo excedente).

Y si aumenta la jornada laboral también aumenta el beneficio capitalista (plusvalía absoluta como la que el capitalista obtiene durante la jornada normal de trabajo) aunque se mantenga la misma proporción entre trabajo necesario y trabajo excedente. Véase Marx, El Capital, Libro I, sección 5, Cap. XIV (Plusvalía absoluta y plusvalía relativa).

La introducción de las nuevas tecnologías requería otra forma de participación de los trabajadores en la producción, que ya no podía reducirse a la de meros autómatas. Había que modificar-perfeccionar el sistema de explotación, pues las nuevas técnicas, entre ellas la informática, requerían distintos niveles de formación y de conocimientos, lo que condujo a que comenzaran a difuminarse las fronteras entre el trabajo manual e intelectual.

Es así como nace el “management” en sus distintas variantes, todas tendentes esencialmente a que los asalariados se sientan partícipes –junto con los patrones– en un esfuerzo común para el bienestar de todos.

Esto no implica la desaparición del fordismo, que sigue vigente para las tareas que no requieren calificación y subsiste esencialmente en la nueva concepción de la empresa: el control del personal –una de las piedras angulares de la explotación capitalista– que se realiza físicamente en la cadena fordista de producción, continúa –acentuado– en la era postfordista por otros medios. “Gracias a las tecnologías informáticas –escribe Lars Svendsen– la dirección puede vigilar lo que sus empleados hacen en el curso de la jornada y cual es su rendimiento” (16).

El nuevo “management” apunta a la psicología del personal. Los directores de personal (o Directores de Recursos Humanos) peroran acerca de la “creatividad” y del “espíritu de equipo”, de la “realización personal por el trabajo”, de que el trabajo puede –y debe– resultar entretenido, (“work is fun”) etc. y se publican manuales sobre los mismos temas. Hasta se contratan “funsultants” o “funcilitators” para que introduzcan en la mente de los trabajadores la idea de que el trabajo es entretenido, de que es como un juego (“gamification” –del inglés “game”– del trabajo) (17).

Si se les pregunta a los asalariados si están satisfechos en su trabajo muchos responderán que sí, que si no trabajaran su vida carecería de sentido. Y esto vale incluso para quienes realizan las tareas más simples.

En la cadena fordista la empresa se apodera del cuerpo del trabajador, con el nuevo “management” se apodera de su espíritu. “Las motivaciones y los objetivos del empleado y de la organización se presume que están en perfecta armonía: El nuevo “management” penetra el alma de cada empleado. En lugar de imponerle una disciplina desde el exterior, lo motiva desde el interior” (Svendsen).

“La explotación material debe esconderse tras la explotación no material y obtener por nuevos medios el consenso de los individuos. La acumulación del poder político sirve como pantalla de la acumulación de las riquezas. Ya no sólo se apodera de la capacidad de trabajo, sino de la capacidad de juzgar y de pronunciarse. No se suprime la explotación, sino la conciencia de la misma (18).

Con el “management” se procura que el trabajador de “cuello blanco”, que es –o tiende a ser– mayoritario en las países más industrializados, centre su vida como persona en el seno de la empresa y llene su tiempo “libre” fuera de ella –orientado por la moda y la publicidad– como consumidor de objetos necesarios e innecesarios (19) y de distinto tipo de entretenimientos alienantes, como espectador de deportes mercantilizados, de series televisivas, como adicto a juegos electrónicos (verdadero flagelo contemporáneo), etc., en la medida que se lo permiten sus ingresos reales y los créditos que pueda obtener (y que, en tiempos de crisis, no puede rembolsar).

Notas:

(6) Acuerdo celebrado entre un grupo de países andinos en 1969.

(7) Observatoire des multinacionales, Quand le Conseil constitutionnel se fait le gardien des intérêts des grandes entreprises. http://multinationales.org/Quand-le-Conseil-constitutionnel-se-fait-le-gardien-des-interets-des-grandes. Interview exclusive de Bernard Thibault, La future loi sur le devoir de vigilance des multinationales. http://cgt.fr/La-future-loi-sur-le-devoir-de.html

(8) En junio de 2014 contribuimos a los trabajos de las ONGs en relación con esta nueva tentativa de encuadrar jurídicamente a las STN con un documento de 42 páginas titulado Algunas cuestiones a tener en cuenta para un proyecto de tratado de cumplimiento obligatorio para las sociedades transnacionales. http://www.argenpress.info/2014/06/algunas-cuestiones-tener-en-cuenta-para.html; https://business-humanrights.org/es/algunas-cuestiones-a-tener-en-cuenta-para-un-proyecto-de-tratado-de-cumplimiento-obligatorio-para-las-sociedades-transnacionales. También fue publicado en el Boletín electrónico del CADTM. Es preciso tener absolutamente claro que un proyecto de Tratado debe ineludiblemente contener, entre otras cosas: 1) El reconocimiento de la obligación de las sociedades transnacionales de respetar las normas internacionales en materia de derechos humanos (económicos, y sociales y culturales en particular) y de su responsabilidad civil y penal en el caso de incurrir en violaciones a los mismos; 2) La responsabilidad solidaria de las STN por las actividades violatorias de los derechos humanos de sus filiales de hecho o de derecho y de sus proveedores, subcontratistas y licenciatarios; 3) La responsabilidad civil y penal de los dirigentes de las sociedades transnacionales (gerentes, miembros del Directorio o del Consejo de Administración) facultados estatutariamente para tomar decisiones en nombre de la empresa; 4) La primacía de los derechos humanos y del interés público sobre el interés económico particular en materia de salud, de alimentación (incluida el agua potable), de educación y de vivienda, previniendo e impidiendo la formación de oligopolios y monopolios privados en esas esferas; 5) La prohibición de patentar formas de vida y establecer un derecho de preferencia del dominio público sobre los inventos y descubrimientos fundamentales para la salud; 6) La obligación de las STN de pagar a sus proveedores y subcontratistas precios razonables por sus productos y servicios de manera que éstos puedan pagar salarios decentes a sus empleados y trabajadores que les garanticen a ellos y a sus familias un nivel apropiado de vida, ofrecerles buenas condiciones de trabajo y, al mismo tiempo, obtener márgenes adecuados de beneficios. Las regalías percibidas por las STN de los licenciatarios deben mantenerse dentro de niveles razonables 7) Con el fin de garantizar la libertad de expresión y el derecho a una información objetiva e imparcial, la prohibición de la formación de sociedades o acuerdos interempresarios, etc., entre empresas de comunicación y otros sectores de actividades industriales, comerciales y financieras. 8) La prohibición para el personal de seguridad de las STN, sus proveedores, subcontratistas y licenciatarios de actuar fuera del recinto de la empresa para la cual trabajan; 9) La prohibición para las STN sus proveedores, subcontratistas y licenciatarios de utilizar a su servicio las fuerzas armadas o de seguridad del Estado, y de contratar milicias privadas; 10) Las STN deben respetar todas las normas internacionales y nacionales que prohíben la discriminación y deben aplicar la discriminación positiva, cuando ésta está prevista en las normas y/o reglamentaciones, etc. 11) La corrupción activa y pasiva debe ser severamente sancionada, en las funciones públicas debe ser totalmente erradicado el conflicto de intereses y debe establecerse la obligación de respetar un lapso prolongado entre el cese del desempeño de un cargo público y la prestación de servicios para empresas privadas.

(9) GINEBRA (30 de diciembre de 2016) – Un grupo de expertos* en derechos humanos de las Naciones Unidas criticaron las medidas represivas del Gobierno del Ecuador para asfixiar a la sociedad civil, tras la emisión de una orden de cierre de una ONG que apoya los derechos ambientales e indígenas. El 18 de diciembre, Acción Ecológica pidió una Comisión de Paz y Verdad para explorar los atentados contra los derechos indígenas y ambientales. Dos días después, el Ministerio de Medio Ambiente inició el proceso de disolución, dándole al grupo 24 horas para responder y diez días para presentar pruebas de defensa. La medida contra Acción Ecológica se produce en medio de un conflicto con los indígenas shuar que tratan de detener las actividades mineras en lo que consideran sus tierras. El grupo de defensa, que apoyó vocalmente a los manifestantes indígenas, es el último de una serie de organizaciones afectadas por el gobierno. El grupo de expertos independientes exhortó a las autoridades ecuatorianas a revocar la decisión y reformar la legislación que está utilizando para disolver a los grupos. Los expertos de la ONU ya han criticado al gobierno por disolver grupos como Pachamama y la Unión Nacional de Educadores, e intentar también cerrar la ONG Fundamedios en los últimos tres años. “Parece que el gobierno de Ecuador está disolviendo sistemáticamente las organizaciones cuando se vuelven demasiado vocales o desafían a la ortodoxia oficial”, indicaron. “Esta estrategia de asfixiar la sociedad civil se ha implementado a través de dos decretos -16 y 739- que otorgan a las autoridades poderes para disolver unilateralmente cualquier tipo de organización”. Los expertos advirtieron que “las consecuencias directas son el silenciamiento progresivo de cualquier grupo que desafía u ofrece ideas alternativas a las del gobierno y, por lo tanto, reduce la visibilidad de la situación de las personas vulnerables y marginadas”, señalaron. “Es irónico”, añadieron los expertos, “que el mismo gobierno de Ecuador que encabeza el esfuerzo internacional positivo para hacer que las empresas rindan cuentas a través de un tratado vinculante, estén reduciendo el espacio para que los grupos locales le pidan que rindan cuentas”. “Esta última medida infringe una vez más los estándares internacionales de derechos humanos, incluyendo el ejercicio legítimo de la libertad de asociación”, dijeron los expertos. “Muestra un desprecio sistemático por los reiterados llamamientos de la comunidad internacional para poner fin a las medidas represivas contra los grupos de derechos humanos”. “Disolver grupos es el tipo más severo de restricción a la libertad de asociación,” recalcaron. Los expertos pidieron al gobierno que garantice que todos los miembros de grupos, en particular los que defienden los derechos humanos, puedan ejercer plenamente sus derechos a la libertad de expresión, asociación y reunión pacífica, incluyendo su capacidad de criticar las políticas y prácticas gubernamentales. Los Relatores Especiales de la ONU renovaron una oferta de asistencia técnica al Gobierno Ecuatoriano para reformar la legislación restrictiva vigente. (*) Los expertos: el Sr. Maina Kiai, Relator Especial sobre el derecho a la libertad de reunión pacífica y de asociación; el Sr. David Kaye, Relator Especial sobre la promoción y protección del derecho a la libertad de opinión y de expresión; el Sr. Michel Forst, Relator Especial sobre la situación de los defensores de derechos humanos; el Sr. John H. Knox, Relator Especial sobre la cuestión de las obligaciones en materia de derechos humanos relativas al disfrute de un medio ambiente seguro, limpio, sano y sostenible; y la Sra. Victoria Lucia Tauli-Corpuz, Relatora Especial sobre los derechos de los pueblos indígenas.

(10) Chesnais, La lucha de clases en Europa y las raíces de la crisis económica mundial. http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-49/la-lucha-de-clases-en-europa-y-las-raices-de-la-crisis-economica-mundial

(11) Teitelbaum, El capitalismo vampiriza y mata.

(12) El economista francés François Chesnais en el prefacio al libro de Claude Pottier “Les multinationales et la mise en concurrence des salariés” escribe: “Los grupos industriales multiplican las experiencias tecnológicas y de organización que les permiten obtener niveles de productividad elevados en los NIP (nuevos paises emergentes) y en Europa del Este. Estos no son exactamente los mismos que en los países de origen, pero son mucho más elevados que antes y aumentan constantamente”…”buscan sacar ventaja de la situación extraordinariamente favorable que les ofrece esa convergencia “milagrosa” entre el aumento de la productividad y el mantenimiento de disparidades muy acentuadas en materia de salarios, de condiciones de trabajo (seguridad e higiene) y de niveles de protección social”… “Los países llamados “en desarrollo” siempre han representado para las empresas de los países industriales del centro del sistema capitalista mundial una reserva de mano de obra con la que pueden contar según sus necesidades, al ritmo y en la escala que les conviene. Durante la fase (1950-1975) de crecimiento rápido de las economías todavía autocentradas y de producción fordista, hizo falta “importar” esa mano de obra, organizar los flujos migratorios hacia las metrópolis industriales. Era ya una forma de establecer la competencia entre los asalariados, pero con límites estrictos. Las relaciones políticas y sociales internas impedían excluir completamente a los inmigrantes de los sistemas de protección social. Aparte de la construcción, las normas de seguridad eran las mismas para todos los trabajadores. Para defender los salarios de los trabajadores más calificados, los sindicatos se vieron obligados, aunque no estuvieran realmente interesados en ello, a defender los salarios de los trabajadores inmigrantes no calificados. La nueva configuración de la competencia entre los trabajadores es completamente diferente. Las empresas van al encuentro del ejército de reserva de trabajadores para explotarlos “in situ”, allí donde viven. Se aprovechan de la disciplina política, de la competencia local entre los trabajadores, y de las condiciones de bajo costo de la reproducción de la fuerza de trabajo en los países de implantación. La convergencia de los niveles de productividad permite a las empresas internacionalizar la competencia entre los trabajadores, tomando como referencia los niveles de salario y de protección social más bajos. Al mismo tiempo se reducen las necesidades de mano de obra inmigrante. Las implicaciones de este proceso sólo comienzan a discutirse y analizarse. Mientras eso no comience a hacerse, será difícil decir, más allá de los análisis macroeconómicos mundiales relativos a los callejones a que conduce este esquema de acumulación, cómo deben actuar los asalariados de los países industrializados, sus sindicatos y los partidos que todavía quieren defender los intereses de los explotados allí donde éstos estén”. Este párrafo de Chesnais permite comprender mejor el papel negativo de las sociedades transnacionales, que da lugar a problemas sociales para los que todavía falta formular respuestas acertadas y coherentes. (Del libro de Teitelbaum La armadura del capitalismo. El poder de las sociedades trasnacionales en el mundo contemporáneo.Editorial Icaria, 2010, págs. 95-96).

(13) Dominique Meda, Le travail, une valeur en voie de disparition. Ed. Aubier, Paris, 1995, pág. 135.

(14) Lars Svendsen, Le travail. Gagner sa vie, à quel prix? Editions Autrement, Paris, setiembre 2013, pág. 140.

(15) “…En toda la historia del capitalismo, desde la gran revolución industrial de fin del siglo XVIII hasta nuestros días, el sistema económico se ha desarrollado por movimientos sucesivos de inversiones y de innovaciones tecnológicas. Esos movimientos parecen principalmente vinculados a las dificultades inherentes al proceso de acumulación del capital: este, en un momento dado, se traba y todo se cuestiona: la regulación, los salarios, la productividad. La innovación tecnológica es una manera de salir de la crisis, pero no viene sola: ella afecta directamente, a veces el nivel del empleo, siempre la organización del trabajo y el control ejercido por los trabajadores sobre su oficio y sobre sus instrumentos de trabajo y por sus organizaciones sobre el nivel de los salarios, sobre la disciplina en el trabajo y la seguridad laboral…”. Alfred Dubuc, Quelle nouvelle révolution industrielle? en: Le plein emploi à l’aube de la nouvelle révolution industrielle. Publicación de la Escuela de Relaciones Industriales de la Universidad de Montreal, 1982. https: //papyrus. bib. umontreal. ca/jspui/handle/1866/1772

(16) Un estudio detallado de la organización del trabajo en las empresas que han incorporado la robótica se puede encontrar en Benjamín Coriat, L’atelier et le robot. Essai sur le fordisme et la production de masse à l’age de l’électronique. Ediciones Christian Bourgois, Francia. 1990. Sobre el mismo tema: de Michel Freyssenet, Trabajo, automatización y modelos productivos. Grupo Editorial Lumen, Argentina 2002.

(17) Véase, en el sitio http://www.changeisfun.com/about/leslie.html, la ejemplar biografía y bibliografía de Leslie Yerkes, presidente de Catalyst. Su biografía comienza así: “La especialidad de Leslie está ayudando a las organizaciones a convertir los retos en oportunidades. Su filosofía es simple: La gente es básicamente buena, bien intencionada, valiente y capaz de aprender, y el trabajo de Leslie consiste en proporcionar un marco en el que la gente puede recurrir a sus propios recursos internos para encontrar soluciones creativas”.

(18) Hans Magnus Enzensberger, Culture ou mise en condition? Collection 10/18, Paris 1973, págs. 18-19.

(19) Es el llamado efecto de demostración o de imitación, que en el plano económico fue formulado por James Stemble Duesenberry quien se refiere a la tendencia de los miembros de un grupo social a imitar los comportamientos de consumo de la capa de mayores ingresos de ese mismo grupo o de la capa inmediatamente superior para tratar de identificarse con estos últimos (Duesenberry, James, Income, Saving and the Theory of Consumption Behaviour. Harvard University Press, 1949). La moda y las marcas promueven ese efecto. En un plano más general, se llama también efecto de demostración o de imitación al hecho de que las clases populares (por lo menos una buena parte de ellas) tienden a imitar los modos de pensar y los comportamientos de las elites dirigentes. Incluso, en no pocos casos, tratan de copiar los comportamientos delictuosos de las elites (todos roban yo también), con la creencia de que, como aquéllas, beneficiarán de impunidad.

Ponencia presentada en un seminario organizado por el sindicato vasco Langile Abertzaleen Batzordeak (LAB) (Comisiones de Obreros Abertzales) en Gasteiz, España, el 24 de mayo de 2017.

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