Xi Jinping, el líder más poderoso de China después de Mao
Xi Jinping, el líder más poderoso de China después de Mao
El nombre y el pensamiento de Xi Jinping ya forman parte de la Constitución china. A pesar de que es el presidente en ejercicio, y de que seguirá siéndolo por los próximos cinco años, el líder del Partido Comunista (PCCh) se convirtió en una institución. Y logró algo que ningún mandatario chino había conseguido en los últimos 40 años: estar casi a la altura de "El Gran Timonel", Mao Tse Tung, que encabezó la Revolución China, fundó la República Popular y fue el líder supremo del país entre 1949 y 1976, cuando murió.
"Xi igualó su nombre al de Mao en los Estatutos del Partido al reflejar su pensamiento como guía ideológica. Mao solo hay uno y dispone de una legitimidad de origen que Xi nunca tendrá, pero sin duda, en solo cinco años ha logrado acumular mucho poder", dijo a Infobae Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política China, con sede en España.
La entronización de Xi fue la principal novedad que dejó el XIX Congreso del PCCh, que es la instancia "electoral" de este régimen autoritario. Los 2.287 congresistas se reunieron para designar a los 205 miembros del Comité Central, del que emanan los 25 integrantes del Politburó, los siete del Comité Permanente y el secretario general, que oficia también de presidente del país. Xi, un ingeniero químico de 64 años, que sucedió a Hu Jintao al frente del partido en 2012, y como jefe de Estado en 2013, asumirá su segundo mandato en marzo del año que viene.
Cualquiera que se oponga a Xi se estará oponiendo también a la Constitución y al Partido Comunista
"Es el líder partidario más poderoso desde Mao. Lo logró con una combinación de impiedad y visión. Se aseguró de que los órganos principales del Estado, en especial el politburó, estén bajo su órbita. Esto fue posible porque derribó a todas sus posibles amenazas, como Bo Xilai (encumbrado dirigente partidario que fue condenado a cadena perpetua por corrupción en 2013). Su efectiva campaña anticorrupción fortaleció la disciplina interna del partido y la rendición de cuentas de los cuadros", explicó David Martin Jones, profesor de la Escuela de Ciencia Política y Estudios Internacionales de la Universidad de Queensland, Australia, consultado por Infobae.
Que su doctrina, "el socialismo con características chinas para la nueva era", haya sido incorporada a la Constitución no tiene un impacto puramente simbólico. "Significa que cualquiera que se oponga a Xi se estará oponiendo también a la Constitución y al PCCh. Eso le da una enorme autoridad para determinar cómo debe ser interpretado el marxismo en China. Además, podrá apelar a ese poder dictatorial para realizar cambios estructurales en el partido, el gobierno y las Fuerzas Armadas", contó a Infobae Charles Burton, profesor del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Brock, en Canadá.
Xi Jinping, en el cierre del XIX Congreso del PCCh (REUTERS/Thomas Peter)
Xi Jinping, en el cierre del XIX Congreso del PCCh (REUTERS/Thomas Peter)
La omnipresencia de Mao hizo que quienes asumieron el control del país tras su muerte adoptaran un perfil bajo, como si no quisieran competir con su espectro. Eso se rompió con Xi, que siempre buscó destacarse como un líder que se alza por encima de la maquinaria del partido. Se nota claramente en su discurso, que es mucho más directo y frontal que el de los otros.
"Además de sus propias características personales, creo que tiene una muy clara conciencia del momento histórico que vive China, que reclama un liderazgo fuerte para completar la modernización del país —dijo Ríos—. La operación de saneamiento del partido en la lucha contra la corrupción y el fortalecimiento de la disciplina le ha permitido deshacerse de muchos rivales. Su discurso acerca del sueño chino le ha granjeado mucha popularidad interna. El aliento nacionalista que apunta a la superación de las humillaciones del pasado concita una amplia unanimidad social".
Su modelo de gestión se sostiene en tres pilares: centralización de la autoridad, disciplina y meritocracia. Desde un principio, Xi se propuso aumentar el control sobre una dirigencia que veía desbandada y proclive a perseguir ambiciones personales antes que a satisfacer las necesidades de la organización. Al mismo tiempo, trató de ubicar en puestos clave a funcionarios altamente calificados, para construir una burocracia de perfil técnico.
El partido le concedió un poder sin precedentes a su secretario general (REUTERS/Damir Sagolj)
El partido le concedió un poder sin precedentes a su secretario general (REUTERS/Damir Sagolj)
"Es muy consciente de la necesidad de que los cuadros partidarios sean competentes y eficientes —contó Jones—. El acceso a los cargos pasó a depender más del mérito que de las conexiones. También reconoció que es central para la estabilidad del partido tener el control sobre los medios de comunicación, los militares y la economía. Perder esos soportes es lo que llevó al colapso de la Unión Soviética y al trauma de la Plaza Tiananmen".
Sin embargo, no se puede comprender sólo desde un punto de vista individual el poder que acumuló Xi en su primer quinquenio como presidente. Su ascenso se explica también por cambios estructurales en el régimen chino, que lo hicieron posible.
"Xi se volvió prominente al mismo tiempo que se desarrollaba la crisis financiera global, que llevó a los líderes del PCCh a concluir que Occidente era más débil de lo que creían, y que Estados Unidos no podía mantener por mucho tiempo más su posición en Asia. Por eso China pasó a ser más agresiva a nivel regional. Un liderazgo más fuerte en el país era congruente con la idea de buscar un lugar más ambicioso a nivel internacional", afirmó Brendan Forde, especialista en estudios sobre Asia-Pacífico de la Universidad Nacional Australiana, en diálogo con Infobae. "No podemos descartar que la aparente concentración de poder e influencia en torno a Xi sea el resultado de un proyecto deliberado por parte de la elite del PCCh".
La relación con el presidente Donald Trump será una de las claves de su próximo mandato (AP Photo/Alex Brandon)
La relación con el presidente Donald Trump será una de las claves de su próximo mandato (AP Photo/Alex Brandon)
Los planes de Xi para el futuro de China
En sus mensajes, se percibe que Xi pretende encarnar el "sueño chino". Lo que se esconde detrás de ese lema es la ambición de que la República Popular consolide su papel como potencia mundial. Ése será el objetivo estratégico de su segundo quinquenio.
"En líneas generales veremos una continuación de las ambiciosas políticas de su primer mandato. En la escena internacional, se verá un mayor esfuerzo para desempeñar un rol de liderazgo, y más acciones contra Estados Unidos en la región asiática. En sus medidas habrá que leer las señales que dé en el sentido de buscar un tercer mandato", afirmó Forde. Para ello sería necesaria una reforma constitucional que lo habilite a quedarse más de diez años en el poder. Después del XIX Congreso no parece imposible.
Tratará de evitar el conflicto con Washington en los próximos años, sobre todo uno impulsado por Corea del Norte
A nivel regional, Xi deberá demostrar sus dotes en el manejo de la geopolítica fina, ya que la tensión entre Estados Unidos y Corea del Norte amenaza con desestabilizar a toda su área de influencia. "Procurará ser más firme en el Mar del Sur de China, pero el proceso será gradual —dijo Jones—. Tratará de fragmentar a la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), de negarle el acceso a ciertas zonas a Estados Unidos, y de desarrollar una tecnología misilística y naval que esté a su altura. Pero tratará de evitar el conflicto con Washington en los próximos años, sobre todo uno impulsado por Corea del Norte, que sabe que debe contenerse, dada la impredecibilidad de Estados unidos con Donald Trump".
La economía será otro de sus grandes desafíos. Xi entiende que el ciclo de una industrialización con baja tecnología y mano de obra barata se está agotando. "El cambio en el modelo de desarrollo es una prioridad absoluta —dijo Ríos—. Esto va a exigir muchos ajustes y sacrificios que él no dudará en imponer al coste que sea, para alcanzar el bien máximo de la modernización plena".
A nivel de la política interna, lo que se espera hacia adelante es más represión y más nacionalismo. "Se restringirá más el debate político y se limitará la influencia exterior —dijo Burton—. China cerrará sus mercados a las empresas extranjeras en favor de una campaña más agresiva para imponer el 'China primero'. Las religiones consideradas como 'no chinas' serán más reprimidas y se virará hacia una asimilación dura de las minorías étnicas. Esto será una tragedia para los uigures y los tibetanos, que ya están muy debilitados y luchando por sobrevivir".