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De cómo Tsipras y Varoufakis pasaron olímpicamente del programa de Syriza
Kaos en la red
Según
Yanis Varoufakis, su colaboración con Alexis Tsipras y su alter ego,
Nikos Pappas, se remonta a 2011, y se amplía progresivamente a partir de
2013, para incluir a Yanis Dragasakis, nombrado viceprimer ministro en
2015. Hay una constante en las relaciones entre Varoufakis y Tsipras: el
primero abogaba, con constancia, por modificar la línea seguida por
Syriza. Varoufakis afirmaba que Tsipras, Pappas y Dragasakis querían,
claramente, adoptar una orientación política diferente, mucho más
moderada, de la que había decidido su partido.
El relato
de Varoufakis tiene su aspecto picante. Mediante su testimonio, vemos
cómo, en dos etapas muy importantes, se tomaron decisiones a espaldas de
Syriza y en detrimento de los principios democráticos más elementales.
Varoufakis
se atribuye el papel central y, efectivamente, ejerció su influencia
sobre la línea adoptada por el trío Tsipras-Pappas-Dragasakis. También
es cierto que Tsipras y Pappas buscaron entablar, por fuera de Syriza,
relaciones más o menos estrechas con personas e instituciones, con el
fin de poner en práctica una política que se alejaría progresivamente de
la línea propia de Syriza. Varoufakis no era la única persona
contactada por ellos, pero, en un determinado momento, Tsipras y Pappas
consideraron que era el hombre adecuado para negociar con las
instituciones europeas y el FMI.
Comienzos de 2011, los primeros contactos de Varoufakis con Tsipras y Pappas
Varoufakis
describe su primer encuentro con Alexis Tsipras y Nikos Pappas a
comienzos de 2011. Pappas le había citado en un pequeño hotel
restaurante próximo al local de Syriza.
“Cuando llegué
al hotel, Alexis y Pappas ya estaban pidiendo su comida. Alexis tenía
una voz cálida, una sonrisa sincera y me dio la mano como a un amigo.
Pappas tenía una mirada más luminosa y una voz más alta. (…) Era
evidente que tenía toda la atención del joven príncipe y que él mismo le
servía a la vez de guía, de freno y de acicate, una impresión que, a lo
largo de los tumultuosos años que vendrían, la tuve siempre: dos
jóvenes hombres de la misma edad pero de temperamentos diferentes, que
actuaban y pensaban como un solo hombre [1]”.
Varoufakis
explica que Tsipras dudaba sobre la orientación política a tomar ante
una salida eventual del euro. “Desde 2011, Syriza estaba desgarrada por
las divisiones internas frente al problema: ¿Era necesario sostener
oficialmente el Grexit (abandonar la zona euro, pero no necesariamente
la Unión Europea)? Encontraba la actitud de Alexis, frente a esa
cuestión, a la vez arrogante e inmadura. Su objetivo era dominar las
tendencias rivales en el seno del partido más que hacerse una opinión
clara y personal del problema. A juzgar por las miradas cómplices que
Pappas me dirigía, era evidente que compartía mi punto de vista. Contaba
conmigo para ayudarle a impedir que el líder del partido jugara con la
idea del Grexit”.
“Hice lo mejor que pude para
impresionar a Alexis y convencerle de que tener como objetivo el Grexit
era un error tan grave como el de no prepararse en absoluto para el
mismo. Reproché a Syriza que se comprometiera a la ligera (…).”
Tsipras
presentó a Varoufakis la idea de amenazar a los dirigentes europeos con
una salida de Grecia de la zona euro, en el caso de que rechazaran el
cuestionamiento de la política de los memorandos. Varoufakis le
respondió que evitaría salir de la zona euro ya que, mediante la
negociación, era posible obtener una solución favorable para Grecia como
una nueva reestructuración de su deuda.
Tsipras replicó
que algunos economistas renombrados, como Paul Krugman, afirmaban que a
Grecia le iría mucho mejor fuera del euro.
Varoufakis
prosigue su relato: “Le respondí que iría mucho mejor si nunca hubiera
entrado en la zona euro, pero no entrar era una cosa, y otra muy
diferente, salir. (…) Para persuadirlo de que abandonara ese
‘razonamiento perezoso’, le planteé el escenario de lo que nos esperaba
en caso de Grexit. Contrariamente a Argentina, que renunció a la paridad
peso-dólar, Grecia no tenía ni monedas ni billetes en circulación”.
Para convencerle, Varoufakis hizo observar a Tsipras que “crear una
nueva moneda demanda meses”.
En realidad, ese argumento
que ha sido utilizado muchas veces por Varoufakis, y otros oponentes a
la salida del euro, no era sólido. Efectivamente, era posible adoptar
una nueva moneda y utilizar los billetes de euro después de hacerlos
estampillar. Los distribuidores automáticos de los bancos habrían
entregado billetes de euro que, previamente, habrían sido sellados. Es
precisamente lo que economista estadounidense James Galbraith había
explicado en una carta a su amigo Varoufakis en julio de 2015[2].
En
realidad, lo que deseaba Varoufakis era convencer a Tsipras de que era
posible permanecer en la zona euro aunque se rompiera con la política
antisocial aplicada hasta ese momento: “Exigiremos una renegociación que
implicará un new deal para Grecia, que nos permitirá tener una economía
social viable en el seno de la zona euro; si la UE y el FMI rechazan
esa negociación, no aceptaremos nunca más el más mínimo préstamo
envenenado pagado por los contribuyentes europeos. Y si replican
echándonos del euro, lo que tendría un gran coste para ellos y para
nosotros, dejadles elegir la política de la catástrofe”.
Para
Varoufakis, por lo tanto, no era necesario preparar la salida de la
zona euro y si un día se tuviera que hacer, sería la peor de las
soluciones.
Varoufakis continúa:
“Pappas
afirmaba con su cabeza con entusiasmo, pero Alexis tenía la mente en
otro sitio, hasta que le obligué a salir del silencio. Su respuesta me
confirmó que estaba más preocupado por las relaciones de fuerza en el
seno de Syriza que presto a tomar el toro por los cuernos en el caso de
un Grexit. No me dejé impresionar. Nuestra reunión terminaba y, a pesar
del riesgo de parecer condescendiente, le di un consejo benévolo, no
solicitado, que no tenía nada que ver y que habría podido ofenderlo:
–Alexis, si quieres ser primer ministro, es necesario que aprendas inglés. Haz cursos, es esencial”.
Cuando
Varoufakis volvió a su casa, su esposa Danae le preguntó cómo le había
ido la cita, y él respondió: “El tipo es simpático, pero no creo que
tenga la talla necesaria”.
Varoufakis, la auditoría de la deuda y la suspensión de pagos
En
su relato de los acontecimientos del año 2011, Varoufakis no menciona
en ningún momento la importante iniciativa de la auditoría ciudadana de
la deuda, en la que se negó a participar.
La posición
del CADTM comenzó a ser conocida en Grecia a partir de 2010. Varias
entrevistas fueron publicadas en la prensa griega. Por ejemplo, la
revista griega Epikaira publicó una larga entrevista que me hizo
Leonidas Vatikiotis, periodista y militante político de extrema
izquierda muy activo [3]. En ella expliqué las causas de la explosión de
la deuda pública griega y por qué la experiencia de Ecuador podría ser
una fuente de inspiración para Grecia en la concepción de una auditoría y
de una suspensión del pago de la deuda. Como conclusión a la pregunta
¿Qué debe hacer Grecia?, respondí: “Se debería constituir rápidamente
una comisión de auditoría con personalidades prestigiosas y
experimentadas. Mi consejo es categórico: ¡Abrid los libros de la
contabilidad! Debéis examinar todos los contratos del Estado con total
transparencia y en presencia de la sociedad civil (…) y descubrid qué
parte de la deuda es fruto de la corrupción, y en consecuencia ilegal y
odiosa, según la doctrina internacional, y denunciadla [4]”.
Por
su lado, el economista Costas Lapavitsas, en varios artículos
profusamente difundidos en Grecia, defendía también activamente la
necesidad de crear una comisión de auditoría [5]. En uno de ellos,
afirmaba: “La Comisión internacional de auditoría podría tener el papel
de catalizador contribuyendo a la transparencia de la investigación. Esa
comisión internacional, compuesta por expertos de la auditoría de las
finanzas públicas, de economistas, de sindicalistas, de representantes
de los movimientos sociales, deberá ser totalmente independiente de los
partidos políticos. Se deberá respaldar en las numerosas organizaciones
que permitirán movilizar a amplios sectores sociales. Es así como
comenzará a ser una realidad la participación popular necesaria frente a
la cuestión de la deuda [6]”.
El 9 de enero de 2011, el
tercer diario de mayor tirada (en ese momento), Ethnos tis Kyriakis, me
hizo una entrevista y la tituló “No es normal reembolsar las deudas que
son ilegítimas. Los pueblos de Europa tienen también el derecho de
controlar a sus acreedores [7]”. El diario explicaba que “el trabajo
del Comité en Ecuador fue recientemente mencionado en el Parlamento
griego por la diputada Sofía Sakorafa”.
Efectivamente,
en diciembre de 2010, la diputada Sofía Sakorafa había intervenido en el
Parlamento griego para afirmar que era necesaria una Comisión de
auditoría de la deuda, inspirada por lo que había pasado en Ecuador. El
Parlamento, en ese entonces dominado por el PASOK y Nueva Democracia, no
tenía ningún interés en investigar la deuda, y esa propuesta fue, por
lo tanto, rechazada. Sin embargo, el combate fue librado en otros
terrenos, fuera de los profesionales de la política. En marzo de 2011,
fue lanzado el comité griego para la auditoría de la deuda (ELE),
resultante de los grandes esfuerzos de convergencia entre personas que
apenas o nada se conocían algunas semanas antes. El proceso de creación
fue catalizado por la amplitud de la crisis en Grecia. Para lanzar ese
comité, Costas Lapavitsas difundió un llamamiento internacional, apoyado
por el CADTM, que tuvo gran resonancia.
Costas
Lapavitsas me consultó sobre el contenido del llamamiento internacional
de solidaridad con la constitución del comité, y yo hice algunas
enmiendas. Después de eso, comenzamos a buscar apoyos entre las
personalidades susceptibles de ayudarnos a aumentar el eco y la
credibilidad de esa iniciativa. Me encargué de recoger un máximo de
firmas de personalidades internacionales a favor de la instauración del
comité de auditoría. Conocía desde hacía años a varias como Noam
Chomsky, con el que estoy en contacto para abordar el tema de la deuda
desde 1998, Jean Ziegler (Suiza), en ese momento relator especial de las
Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación, el escritor,
director de cine e historiador Tariq Ali (Reino Unido), así como a
numerosos economistas.
En mi búsqueda de firmas, sufrí
solo un rechazo, el de James Galbraith. Debatimos desde hace varios años
en las conferencias sobre globalizaciónfinanciera,
donde nos hemos encontrado. Más tarde, recibí una parte de la
explicación de ese rechazo. James Galbraith, como él mismo lo confirmó
en un libro publicado en 2016, había apoyado a Yorgos Papandreu, el
primer ministro que introdujo el primer memorando en mayo de 2010.
Galbraith criticaba ese memorando, pero aceptaba el relato de Papandreu a
propósito de la crisis, como lo indica la introducción que escribió
para su libro Welcome to the Poisoned Chalice. The destruction of Greece
and the future of Europe, publicado en 2016 [8].
La
segunda razón que llevó a James Galbraith a no firmar ese llamamiento
fue el consejo que le dio Yanis Varoufakis. Éste explicó públicamente en
2011 por qué se había negado a firmarlo. Declaró que Galbraith lo había
contactado para preguntarle si se debía apuntarse y que él le recomendó
que no lo firmara. Ese rechazo de Varoufakis permite comprender mejor
su actitud distante con respecto al Comité para la Verdad sobre la Deuda
Griega cuando fue ministro de Finanzas en el primer Gobierno de Alexis
Tsipras en 2015 [9].
En una larga carta pública
publicada en la primavera de 2011, Yanis Varoufakis justificó su rechazo
a apoyar la creación del comité ciudadano de auditoría (ELE). Declaró
que si Grecia suspendía el pago de la deuda, debería salir de la zona
euro y se encontraría de golpe en la edad neolítica (¡sic!). Varoufakis
explicaba, además, que las personas que habían tomado esa iniciativa
eran muy simpáticas y bien intencionadas y que, en principio, él era
favorable a una auditoría pero que, en las circunstancias en las que se
encontraba Grecia, no era oportuna [10].
El documental Debtocracy,
difundido a partir de abril 2011, permitió que la propuesta de
auditoría ciudadana de la deuda y la necesidad de la anulación de su
parte ilegítima y odiosa tuvieran una gran repercusión [11]. Los
periodistas Aris Chatzistefanou y Katerina Kitidi, que realizaron este
documental con la colaboración del también periodista Leonidas
Vatikiotis, me asociaron de forma activa al contenido desde comienzos de
febrero de 2011, y aceptaron mi propuesta de filmar una parte del
documental en Dakar con ocasión del Foro Social Mundial, que se celebró
del 6 al 11 de febrero de 2011. La película se terminó en un tiempo
récord y comenzó a circular por internet. En Grecia, fue descargada por
más de un millón y medio de personas durante seis semanas de esa
primavera. Para una población de 10 millones, era una proporción
importante, teniendo en cuenta, además, que ninguna cadena de TV la
difundió en ese momento.
Entre las personalidades
griegas que firmaron el llamamiento en 2011, estaba Euclides Tsakalotos
(nombrado ministro de Finanzas del Gobierno de Alexis Tsipras en
reemplazo de Yanis Varoufakis, en julio de 2015; luego mantuvo ese
ministerio en el segundo Gobierno de Tsipras que comenzó en septiembre
de 2015), Panagiotis Lafazanis (uno de los principales dirigentes de la
Plataforma de Izquierda dentro de Syriza, ministro de Energía en el
Gobierno de Tsipras entre enero de 2015 y el 16 de julio de 2015;
fundador y líder de Unidad Popular, organización creada a fines de
agosto de 2015 por el sector que abandonó Syriza al oponerse al tercer
memorando), Nadia Valavani (también miembro de la Plataforma de
izquierda, viceministra de Finanzas del 27 de enero al 15 de julio de
2015, y también miembro de Unidad Popular), Sofía Sakorafa (elegida
eurodiputada por Syriza en mayo de 2014, y con escaño como independiente
desde septiembre de 2015 al estar en desacuerdo con la capitulación),
Georges Katrougalos (viceministro de la Reforma administrativa desde
enero de 2015 hasta julio de 2015, nombrado seguidamente ministro de
Trabajo a partir de agosto de 2015, continuando con las mismas funciones
en el marco del segundo Gobierno de Alexis Tsipras. A partir de
noviembre de 2016, ocupa la función de viceministro de Relaciones
Exteriores), Notis Maria (elegido eurodiputado en mayo de 2014 en la
lista del partido soberanista de derecha ANEL, y con escaño como
independiente desde enero de 2015).
Varoufakis no
menciona tampoco a la conferencia internacional celebrada en Atenas en
marzo de 2011, organizada por Synaspismos (el principal componente de
Syriza, presidido por Alexis Tsipras) y por el Partido de la Izquierda
Europea, en la que, sin embargo, el propio Varoufakis había participado.
Unas
palabras sobre esa conferencia. Tuvo lugar, como ya he dicho, a
comienzos de marzo de 2011 en Atenas. Yo fui invitado a intervenir por
Synaspismos, corriente principal de Syriza, y por el partido de la
Izquierda Europea. Durante la conferencia intervinieron Alexis Tsipras,
Yanis Varoufakis, Oskar Lafontaine (uno de los fundadores de Die Linke),
Pierre Laurent (dirigente del PCF y del Partido de la Izquierda
Europea), Mariana Mortagua del Bloco de Esquerda de Portugal, Euclides
Tsakalotos (que fue sucesor de Varoufakis, cuando éste renunció, en el
Ministerio de Finanzas), Yanis Dragasakis, viceprimer ministro en el
primer y segundo Gobierno de Tsipras, yo mismo y otros invitados.
En
esa conferencia, hablé sobre las causas de la crisis, la importancia
vital de reducir radicalmente la deuda mediante medidas de anulación
ligadas a la realización de una auditoría de la deuda con participación
ciudadana [12]. Varoufakis presentó lo que llamó una modesta
proposición, que retomó durante la primera fase de las negociaciones con
los acreedores en febrero de 2015, o sea, cuatro años más tarde. Hubo
entre 600 y 700 ponentes y varias de las comunicaciones, entre las
cuales la de Tsipras, Varoufakis y la mía fueron reunidas en un libro
publicado en inglés por el Instituto Nikos Poulanzas con el título The
Political Economy of Public Debt and Austerity in the EU[13].
Si
menciono esta conferencia, es para indicar que, en esa época, era
evidente introducir en su programa una intervención sobre la necesidad
de una auditoría de la deuda, tema que fue totalmente evitado por
Varoufakis, tanto en la línea política que defendió como en el relato de
lo que había pasado en 2011.
La conferencia
internacional de apoyo a la auditoría ciudadana de la deuda griega que
se celebró en Atenas en mayo de 2011 tuvo indudablemente un gran éxito,
con la asistencia de cerca de 3.000 personas durante los tres días que
duró el evento. El CADTM formaba parte del grupo de organizaciones que
había convocado esa reunión. Durante esa conferencia, coordiné el primer
panel de discusión en el que participaron especialmente Nadia
Valavani[14], que luego fue viceministra de Finanzas del primer Gobierno
de Tsipras, y Leonidas Vatikiotis. El CADTM había contribuido, junto a
los organizadores griegos y a otros movimientos no griegos, a convencer a
un número significativo de organizaciones de Europa para que apoyaran
la conferencia y aprobaran colectivamente la Declaración de la Conferencia de Atenas sobre la deuda y la austeridad, que conserva total vigencia.
Durante
una discusión que tuve con Varoufakis el 9 de noviembre de 2016 en
Atenas [15], le pregunté por qué no había apoyado la iniciativa de la
auditoría ciudadana de la deuda a partir de 2011. Me respondió que esa
iniciativa no era buena ya que cuestionaba la legitimidad y la legalidad
de la deuda. Según él, no había lugar para cuestionar la legalidad o la
legitimidad de la deuda griega.
El exministro de
Finanzas adoptó la posición del economista terco que solamente ve la
deuda en términos de sostenibilidad financiera y de acceso a las fuentes
de financiación. No había entendido en absoluto la importancia de una
auditoría ciudadana. Mientras que en su libro insiste en la importancia
del movimiento de ocupación de las plazas que tuvo lugar entre junio y
julio de 2011 en Grecia, no captó el eco que la iniciativa de auditoría
ciudadana había tenido en ese potente movimiento.
Por lo
tanto, fui testigo directo del rechazo de Varoufakis a sostener la
auditoría ciudadana en 2011, y constaté su capacidad para convencer a
James Galbraith de que no firmara el llamamiento internacional que
habíamos lanzado con Costas Lapavitsas. Después de leer atentamente el
libro de Varoufakis, estoy convencido de que intervino activamente para
convencer a Tsipras, al menos a partir de mayo-junio de 2012, de
abandonar el apoyo a la auditoría de la deuda y a la reivindicación de
la suspensión de pagos de la deuda durante la realización de la misma.
En
el seno de la dirección de Syriza y de los consejeros económicos de
Tsipras, había varias personas clave que también eran opuestas a la
auditoría de la deuda y a la suspensión de pagos. Yanis Dragasakis, uno
de los responsables de Syriza en materia económica (nombrado viceprimer
ministro en los gobiernos de Tsipras I y II), tampoco era favorable,
como le había declarado a Yorgos Mitralias, cuando éste había intentado
convencerlo en 2010 para apoyar el proyecto de la creación de una
comisión de auditoría. Georges Stathakis, del equipo de economistas que
rodeaba a Tsipras, por su lado, había declarado a la prensa en 2013 que
no había ningún motivo para poner sobre el tapete la cuestión de la
deuda odiosa, ya que no representaba más que el 5% de la deuda total.
Stathakis fue ministro de Economía en el primer Gobierno de Tsipras y
durante un año en el segundo. Luego fue nombrado, en septiembre de 2016,
ministro de Energía y de Medio Ambiente.
Fines de 2011, fortalecimiento de la colaboración de Varoufakis con Tsipras y Pappas
A
finales de 2011, Pappas contactó nuevamente con Varoufakis para tener
otra reunión. “Esta segunda cita, como todas las que siguieron, me
sorprendió gratamente: Alexis se había transformado. Terminaron las
complacencias, las luchas internas en Syriza que lo obsesionaban y la
ligereza con respecto al Grexit. Había hecho sus deberes (…). Incluso me
anunció, con orgullo, que había contratado un profesor de inglés y que
progresaba. (…) La ventaja más evidente de esas discusiones fue la
clarificación y la puesta a punto de nuestro objetivo común”.
2012, Varoufakis ayuda a Tsipras a tener eco entre los demócratas de Estados Unidos
Varoufakis,
que en ese momento trabajaba en Estados Unidos, intentó abrirle las
puertas de los ámbitos demócratas a Tsipras. El economista explica que
su estadía en Texas “[le] permitió también construir un puente entre
Washington y [sus] nuevos amigos de Syriza, que no eran aliados
naturales de Estados Unidos”. Y explica: “Como había posibilidades de
que un Gobierno de Syriza provocara un enfrentamiento violento con
Alemania, con la Comisión Europea y con el BCE, lo último que
necesitaban Alexis y Pappas era encontrarse frente a una administración
estadounidense hostil. Desde 2012 hasta 2015, gracias a la ayuda de
James Galbraith y a su red, hice todo lo posible para convencer a los
líderes de opinión estadounidenses y al Gobierno de Obama de que no
tenían nada que temer de un eventual Gobierno de Syriza, cuya prioridad
sería liberar a Grecia de una deuda aplastante”.
Varoufakis, contra el programa electoral de Syriza de mayo-junio de 2012
Varoufakis resume su posición:
“Quería
que Syriza presentara un programa simple, progresista, proeuropeo,
coherente y no populista, un cimiento sobre el que se pudiera construir
la imagen de un gobierno creíble, que negociaría otro plan con la UE y
el FMI. Alexis y Pappas se inclinaban hacia un programa político
diferente, que optimizaba los votos electorales a corto plazo, a costa
(según mi opinión) de una coherencia lógica a largo plazo. En 2012,
cuando descubrí la parte de política económica del manifiesto electoral
de Syriza, estaba realmente tan irritado que no me comprometí
completamente. Al día siguiente, un periodista de televisión griego me
pidió que comentara ese manifiesto. Le dije que tenía tendencia a apoyar
a Syriza, pero que no los votaría si no podía modificar el programa
económico”.
¿Qué contenía el programa electoral de Syriza que irritaba tanto a Varoufakis?
El programa de Syriza de 40 puntos, para las elecciones del 6 de mayo de 2012, era claramente radical.
El primer punto hacía referencia a la deuda y su título era el
siguiente: Auditoría de la deuda pública, renegociación de los intereses
a pagar y suspensión de los pagos hasta que se consolide el crecimiento
económico y la creación de empleo. Entre otras propuestas, se puede
resaltar, junto a una serie de medidas de urgencia para hacer frente a
la crisis humanitaria: el aumento del impuesto sobre la renta hasta el
75% para todas aquellas superiores a 500.000 euros anuales; el aumento
del impuesto a las grandes empresas; la abolición de los privilegios
financieros de la Iglesia y de los armadores; la drástica reducción de
los gastos militares; el aumento del salario mínimo con el fin de llevar
el nivel de vida al de antes del memorando de 2010 (o sea, 750 euros
por mes); la utilización de los edificios del Gobierno, de los bancos y
de la Iglesia para los sin techo; la nacionalización de los bancos; la
nacionalización de las empresas públicas privatizadas en sectores
estratégicos para el crecimiento del país; medidas para restaurar los
derechos de los trabajadores y mejorarlos; la adopción de reformas
constitucionales para garantizar la separación de la Iglesia del Estado;
la realización de referéndum sobre los tratados y otros acuerdos con
Europa; la abolición de los privilegios de los diputados; la supresión
de la inmunidad de los ministros y la autorización de los tribunales
para iniciar procesos contra los miembros del Gobierno; medidas de
protección para los refugiados y migrantes; el aumento de la
financiación de la salud pública para que alcance la media europea (6%,
frente al 3% griego); la gratuidad de los tratamientos realizados por la
sanidad pública nacional; la nacionalización de los hospitales
privados; la eliminación del sector privado en el sistema nacional de
salud; la retirada de las tropas griegas de Afganistán y los Balcanes;
la abolición de la cooperación militar con Israel; el apoyo a la
creación de un Estado palestino según las fronteras de 1967; la
negociación de un acuerdo estable con Turquía; y last but not least: el
cierre de todas las bases extranjeras en Grecia y la retirada de la
OTAN.
Con ese programa Syriza, que agregaba la idea de
“ningún sacrificio por el euro”, cómo sus votos se multiplicaban por
cuatro entre 2009 y mayo de 2012, pasando del 4% al 16%.
El
programa de Syriza de 2012 es realmente interesante y útil, ya que
contiene las principales medidas a poner efectivamente en práctica.
No obstante, había algunos puntos débiles:
–
No existía una jerarquización de los 40 puntos, pese a que se debería
priorizar lo que un Gobierno ha de hacer primero —digamos en los
primeros 100 ó 200 días—. El programa no se presentó de manera
operativa, a pesar de que es importante presentar una hoja de ruta
precisando cómo se prevé realizar los objetivos fijados. En este caso,
es tan importante presentar un plan A como un plan B. El plan A es el
primero que se aplicará y el plan B es un recurso si varios obstáculos
impidieran la realización del plan A. Ejemplo: el plan A propone una
reducción muy importante de la deuda mediante un acuerdo consensuado con
los acreedores (lo que proponía el programa de Tesalónica adoptado en
2014). Si los acreedores del país rechazaran esa reducción de la deuda,
se trataría de decir, en grandes líneas, qué haría el Gobierno en ese
caso, en el marco de un plan B (por ejemplo: suspensión del pago de la
deuda, auditoría de la deuda con participación ciudadana, medidas
destinadas al repudio de la deuda…).
– Se afirmaba la
necesidad de reformas constitucionales, pero sin decir si era necesario o
no convocar elecciones generales para elegir una asamblea
constituyente. Sin embargo, es muy importante pronunciarse sobre la
manera de llevar a cabo esas reformas constitucionales. No es en
absoluto lo mismo encontrarse con una mayoría calificada al interior del
recién constituido parlamento, que comenzar una gestión abierta a toda
la sociedad y hacer una convocatoria a una asamblea constituyente.
Las
elecciones de mayo de 2012 en Grecia no permitieron a ningún partido
obtener la mayoría, y no hubo ninguna coalición de partidos que pudiera
constituir un Gobierno. Esa situación condujo a un nuevo proceso
electoral un mes más tarde. Entre las dos elecciones, Tsipras avanzó
cinco propuestas concretas para comenzar las negociaciones con los
partidos opuestos a la Troika (salvo Amanecer Dorado que, aunque opuesto
al memorando, fue excluido):
1. La abolición de todas las medidas antisociales (incluidas las reducciones de salarios y de pensiones);
2. La abolición de todas las medidas que redujeron los derechos de los trabajadores en materia de protección y de negociación;
3. La abolición inmediata de la inmunidad de los parlamentarios y la reforma del sistema electoral;
4. Una auditoría de los bancos griegos;
5.
La constitución de una comisión internacional de auditoría de la deuda
junto a la suspensión del pago de la deuda hasta el fin de los trabajos
de esa comisión.
Y en esas elecciones, Syriza obtuvo el 26,5% de los votos con esa línea política radical que cuestionaba Varoufakis.
A
pesar del desacuerdo con Varoufakis con el programa de Syriza de 2012,
Tsipras y Pappas le piden que redacte un programa de gobierno
Entre
esas dos elecciones, Varoufakis fue nuevamente contactado por Pappas y
hubo otro encuentro con Tsipras. Pappas le dice: “¡Te das cuenta, si
ganamos serás tú el que lleve las negociaciones con la UE y el FMI!”.
Pappas
le pide a Varoufakis que prepare un documento donde explique las
grandes líneas de la mejor estrategia de negociación en el caso de que
Syriza ganase las elecciones del 17 de junio, tres semanas más tarde.
Varoufakis
se puso a trabajar esa misma noche y desarrolló la idea de que el
capital de los bancos griegos debería pasar bajo control europeo.
Según
Varoufakis, convenía transformar a “los contribuyentes europeos en
propietarios de los bancos griegos: de hecho, los bancos ya no estarían
bajo la responsabilidad del Estado, sino sostenidos por el pueblo
europeo; y con la demanda a las instituciones europeas de gestionarlos
en nombre de ese pueblo. Sería la única manera de restaurar la confianza
en los bancos”. Como está indicado en la primera parte de esta serie,
al proponer a la UE la transferencia de las acciones de los bancos del
país en manos de los poderes públicos griegos, Varoufakis daba otro
dramático paso hacia el abandono completo de la soberanía.
Según
el exministro de Finanzas, eso facilitaría la reestructuración de la
deuda pública y agregaba una segunda propuesta: “En segundo lugar,
cualquier reembolso de la deuda a la UE y al FMI debería someterse a una
condición: que la recuperación del país sea mínimamente comprobable. Es
la única manera que permite que la economía nacional vuelva a
funcionar”.
Es importante precisar que para Varoufakis
la suspensión del pago de la deuda propuesto anteriormente, formaba
parte de la negociación. Esa suspensión debía estar autorizada por los
acreedores y no constituir un acto soberano. Varoufakis continúa con la
evocación de su quimera: “Si se habían activado por consenso, esas dos
palancas de reestructuración anunciarían una nueva era: la Unión Europea
y el FMI ya no serían como Ebenezer Scrooge, el avaro de El Cuento de
Navidad, de Dickens. Serían verdaderos socios. Comprometidos en promover
el restablecimiento de Grecia, sin el que sus préstamos de rescate
estarían, de cualquier forma, ampliamente recortados”. En lugar de
suspender unilateralmente el pago de la deuda, Varoufakis proponía
rechazar cualquier crédito nuevo: “Si estáis preparados para proponer
condiciones razonables y sensatas, pero rechazando nuevos préstamos (…),
la UE y el FMI aceptarían sentarse alrededor de una mesa con vosotros
—un rechazo les costaría muy caro financiera y políticamente—”.
Tsipras tenía dudas frente a la propuesta de Varoufakis concerniente a los bancos griegos.
–
¿Quieres que anuncie que dejamos los bancos griegos en manos de
extranjeros? ¿Cómo quieres que le venda eso a Syriza?, le preguntó
Tsipras durante un encuentro posterior a una reunión del comité central.
– Es exactamente lo que debes hacer (…).
“Alexis
comprendió. Lo que no quiere decir que la idea le gustara. Tanto más
cuando el comité central de Syriza se inclinaba naturalmente por la
nacionalización de los bancos”.
Tsipras objetó, de todas
maneras, que “un Gobierno que no tuviera ningún poder sobre los bancos
comerciales que operan en Grecia, no podría jamás poner en marcha una
política industrial ni un plan de desarrollo y de reconstrucción. ¿Cómo
hacer que se traguen semejante propuesta en el comité central?”.
Varoufakis,
viendo que Tsipras “le había marcado un gol”, le replicó: “Como somos
verdaderos internacionalistas y verdaderos europeos progresistas, le
arrancaremos los bancos en quiebra a los griegos corruptos para
confiárselos a los europeos comunes, a los ciudadanos que inyectan su
dinero en esos bancos”.
Los contactos descritos por
Varoufakis tuvieron lugar después de las elecciones generales que se
celebraron el 6 de mayo de 2012.
Vista la imposibilidad de constituir un Gobierno, se convocaron nuevas elecciones para el 17 de junio de 2012.
Varoufakis
explica que cuando se enteró del discurso de Tsipras del 24 de mayo en
el que detallaba la política económica de Syriza, se dio cuenta del
abismo que separaba lo que se proponía de lo que, concretamente, se
podía poner en marcha en la zona euro. “En la hora siguiente, envié un
mail cáustico a Alexis y Pappas señalando todos los defectos de
construcción de sus promesas (…)”.
Tsipras
comienza un cambio hacia la derecha que lo acerca un poco más a
Varoufakis, después de las elecciones de mayo-junio de 2012
Ahora, aporto mi contribución al relato de Varoufakis, de acuerdo al contacto directo que tuve con Tsipras en octubre de 2012.
En
el espacio de algunos meses, el compromiso de llevar a cabo una
auditoría concreta de la deuda y suspender el pago durante su
realización fue desapareciendo progresivamente del discurso de Tsipras y
de otros dirigentes de Syriza. Todo se hizo con discreción. La quinta
medida propuesta por Tsipras en mayo de 2012 fue reemplazada por la
propuesta de reunir una conferencia europea para, especialmente, reducir
la deuda griega.
Durante una entrevista con Tsipras en
octubre de 2012, mis dudas sobre su cambio de orientación fueron
confirmadas. Dos días antes, The Wall Street Journal había publicado las
notas secretas de la reunión del FMI del 9 de mayo de 2010 que
indicaban explícitamente que una decena de miembros de la dirección del
FMI (de 24 miembros) estaba en contra del memorando, ya que asumían que
no iba a funcionar, puesto que era un rescate de los bancos franceses y
alemanes y no un plan de ayuda a Grecia (Véase Documentos secretos del FMI sobre Grecia con los comentarios de Eric Toussaint (CADTM)).
Se lo dije a Tsipras y a su asesor económico: “Tenéis un argumento
fuertísimo para luchar contra el FMI, porque si se tiene la prueba de
que el FMI sabía que su programa fracasaría y sabía que la deuda no era
sostenible, tenemos el material que nos permite llevar adelante la
campaña sobre la ilegitimidad y la ilegalidad de la deuda”. Tsipras me
respondió: “Pero, escucha…. El FMI se distancia de la Comisión Europea”.
Me di cuenta de que se le había metido en la cabeza que el FMI podría
ser un aliado de Syriza en caso de que éste accediera al Gobierno.
También
le dije a Tsipras que había constatado que ya no hablaba de las cinco
propuestas que había avanzado como prioritarias después de las
elecciones de 2012, y que la cuestión de la auditoría de la deuda ya no
era prioritaria. Me respondió, sin ninguna convicción, que mantenía esas
cinco propuestas y que no era necesario preocuparse por eso.
Al
día siguiente, el 6 de octubre de 2012, Alexis Tsipras y yo dimos una
conferencia pública ante 3.000 personas durante el primer festival de la
juventud de Syriza. Me di cuenta de que mi discurso, que insistía en la
necesidad de adoptar una orientación radical a escala europea, no le
gustaba (Véase este video).
Estoy
convencido que fue después de las elecciones de mayo-junio de 2012
cuando Tsipras y Pappas optaron realmente por apostar por Varoufakis
para que formara parte de un gobierno. Hasta ese momento, lo trataban
para obtener ideas y luego reflexionar ambos sobre la forma de
emanciparse de las decisiones de Syriza.
Varoufakis vuelve sobre su colaboración con Tsipras y Pappas a comienzos de 2013
En
su libro Varoufakis cuenta que redactó el discurso que Tsipras
pronunció en la Brookings Institution, un think tank con sede en
Washington, bastante próximo a los demócratas. Varoufakis resume el
discurso en dos puntos: en primer lugar, Syriza era un partido
proeuropeo que haría todo lo posible para que Grecia permaneciera en la
zona euro. Pero para permanecer en la zona euro y que ésta sobreviva,
hacía falta un nuevo plan cuya prioridad absoluta era la
reestructuración de la deuda, seguida de reformas que socavarían el
control de la oligarquía griega sobre la economía. En segundo lugar,
Estados Unidos no tenía nada que temer de la política económica o
extranjera de un eventual Gobierno de Syriza.
Esa
orientación política defendida por Varoufakis, y asumida por Tsipras,
estaba claramente en oposición al programa de Syriza que prometía la
salida de Grecia de la OTAN.
Varoufakis se encuentra con el equipo de economistas de Syriza en mayo de 2013
En
mayo de 2013, en Atenas, Varoufakis conoció al equipo de economistas de
Tsipras: “Además de Pappas y Dragasakis, ministro de Finanzas [del
Gobierno en la sombra de Syriza], estaba formado por otros dos diputados
de Syriza que conocía y que estimaba mucho: Euclides Tsakalotos, colega
y amigo de la Universidad de Atenas, y Georges Stathakis, profesor de
Economía de la Universidad de Creta”.
En esa reunión, les explicó la propuesta de programa que Tsipras le había pedido.
“Estaban
todos alterados, lo que demostraba que había tenido éxito en disuadir a
Alexis de centrarse en el Grexit y de blandirlo como una amenaza. Perdí
muchos amigos de la izquierda, en sentido amplio, y de Syriza, que
jamás me perdonaron haber contribuido a excluir el Grexit de los
objetivos de Syriza. Por el contrario, el entorno cercano de los
economistas de Alexis tenía en mente encontrar una solución viable en el
seno de la zona euro”.
¿Una nueva conferencia de Londres? La esperanza de una cooperación internacional frente a una acción soberana unilateral
Retomo
un testimonio personal que tiene que ver con la segunda reunión de
trabajo que tuve con Tsipras. Se celebró en Atenas a finales de octubre
de 2013, en su despacho de diputado en el recinto del Parlamento griego.
Una
de las iniciativas que deseaba emprender Tsipras era la convocatoria de
una gran conferencia internacional sobre la reducción de la deuda en
Atenas en marzo de 2014. Tsipras, bajo la presión de Sofia Sakorafa,
diputada de Syriza desde 2012, me contactó de nuevo en octubre de 2013 y
me pidió que contribuyese a la celebración de esa conferencia
convenciendo a una serie de personalidades internacionales para que
respondieran afirmativamente a la invitación. Confeccioné una lista de
participantes y la discutí con Alexis Tsipras, Sofia Sakorafa y Dimitri
Vitsas, secretario general de Syriza en ese momento. Había propuesto que
se invitara a personalidades como Rafael Correa, Diego Borja
(exdirector del Banco Central de Ecuador), Joseph Stiglitz, Noam
Chomsky, Susan George, David Graeber, Naomi Klein, así como a miembros
de la comisión de auditoría ecuatoriana que habían trabajado conmigo en
2007 y 2008. Me di cuenta de que, de la lista propuesta, Rafael Correa
no le interesaba para nada. Tsipras quería al expresidente de Brasil,
Lula, y a la presidenta de Argentina, Cristina Fernández. Para Tsipras,
Ecuador era demasiado radical. Y, por supuesto, quería a Joseph Stiglitz
y a James Galbraith, totalmente justificado. Sin embargo, en su cabeza,
todo eso no era para constituir una comisión de auditoría, sino para
convocar a los Estados miembros de la UE a una conferencia europea
sobre la deuda, a imagen y semejanza del acuerdo de Londres de 1953,
cuando los vencedores de la segunda guerra mundial concedieron una reducción de deuda muy importante a Alemania del Oeste.
Le dije que no había ninguna posibilidad de que se pudiera realizar.
Como dirigente de Syriza, tenía toda la legitimidad para avanzar ese
plan A, pero era impensable que Draghi, Hollande, Merkel o Rajoy lo
consintieran. Le dije que era necesario un plan B en el que debía haber
una comisión de auditoría de la deuda. También lo declaré ante la prensa
griega. Aquí tengo un extracto de una entrevista que me hicieron y que
publicó El diario de los editores, próximo a Syriza. El periodista me
preguntó qué pensaba de la conferencia europea sobre la deuda que
proponía Alexis Tsipras, basándose en la conferencia de Londres de 1953,
y le respondí: “Se trata, por supuesto, de una demanda legítima (…)
pero no podréis convencer a los gobiernos de las principales economías
europeas y a las instituciones de la UE a hacerla. Mi consejo es el
siguiente: la última década nos ha mostrado que podemos llegar a
soluciones equitativas aplicando actos soberanos unilaterales. Es
necesario desobedecer a los acreedores que reclaman el pago de una deuda
ilegítima e imponen políticas que violan los derechos humanos
fundamentales, que incluyen los derechos económicos y sociales de las
poblaciones. Pienso que Grecia tiene argumentos sólidos para actuar ya
mismo, para formar un Gobierno, apoyado por la ciudadanía, que
exploraría las posibilidades en esa dirección. Un Gobierno popular y de
izquierdas podría organizar un comité de auditoría de la deuda con una
amplia participación ciudadana, que permitiría determinar qué parte de
la deuda es ilegal y odiosa, suspendería unilateralmente los pagos y
repudiaría luego la deuda identificada como ilegítima, odiosa y/o ilegal
[16]”.
Finalmente, Tsipras me propuso preparar con él y
con Pierre Laurent, presidente en ese momento del Partido de la
Izquierda Europea, una conferencia europea en la que uno de los temas
fuera la deuda. Se debería realizar en Atenas en marzo de 2014. No se
pudo concretar porque durante una reunión celebrada en Madrid en
diciembre de 2013, el Partido de la Izquierda Europea decidió convocar
una conferencia en Bruselas, en lugar de Atenas, en la primavera de
2014. En esa conferencia de Bruselas, que tuvo muy poca repercusión,
estuvieron presentes entre otros Alexis Tsipras, Pierre Laurent, Gabi
Zimmer (miembro de Die Linke y presidente del grupo parlamentario de la
GUE/NGL en el Parlamento europeo) y Willy Meyer, eurodiputado de IU. Yo
participé como conferenciante en un panel con Euclides Tsakalotos, que
se convertiría en ministro de Finanzas de Alexis Tsipras a partir de
julio de 2015. Me di cuenta en ese mismo momento de que este no era en
absoluto favorable a un plan B que contemplara la deuda, los bancos, la
fiscalidad. El plan de Tsakalotos era negociar a cualquier precio con
las instituciones europeas para obtener una reducción de la austeridad
sin recurrir a la suspensión de pagos de la deuda ni a la auditoría.
Durante esa conferencia, reiteré mi argumento a favor de un plan B, que
debía incluir la auditoría y la suspensión del pago de la deuda.
La
discusión sobre la necesidad de un plan B no proviene de 2015, puesto
que se remonta claramente a 2013-2014. El núcleo dirigente alrededor de
Tsipras decidió excluir la preparación de un plan B y se aferró a un
plan A irrealizable.
Volvamos al relato presentado por
Varoufakis. Algunos días después del encuentro que tuve con Tsipras a
fines de octubre de 2013 en Atenas, éste viajó a Texas a un seminario
organizado por Varoufakis y su amigo y colega James Galbraith.
Noviembre de 2013, Varoufakis organiza la visita de Tsipras a la Universidad Lyndon B. Johnson, en Austin, Texas
“En
noviembre de 2013, James Galbraith y yo organizamos un coloquio de dos
días en la Universidad de Texas sobre el tema ‘¿Puede salvarse la zona
euro?’ Alexis, Pappas y Stathakis eran muy esperados y debían
intervenir. El objetivo era presentar a los tres dirigentes de Syriza a
algunas figuras de las élites europeas y estadounidenses, dirigentes de
sindicatos, universitarios y periodistas.
En el curso
del coloquio, Pappas y Alexis asistieron a un debate particularmente
acalorado entre Heiner Flassbeck, un economista alemán de izquierda,
exministro de Finanzas del Gobierno de Schroeder, y yo. Flassbeck
afirmaba que era imposible liberar a Grecia de su prisión por deudas si
se la mantenía en la zona euro. Un gobierno de Syriza debía apuntar al
Grexit, decía, y en todo caso, esa era la mejor amenaza que se le podía
hacer a los acreedores. Ese era también el punto de vista de la
Plataforma de izquierda, uno de las corrientes de Syriza, que contaba
entre sus miembros a un tercio del comité central del partido. Ese día,
en Austin, tuve la convicción de que Alexis no estaba de acuerdo con ese
análisis; si alguien amenazaba al país con el Grexit, debía ser la
Troika y no Syriza”.
Junio de 2014, nuevo encuentro con el equipo de economistas de Tsipras
“Volví
a Grecia para las vacaciones de verano en junio de 2014, y me encontré
con Alexis y su pequeña banda de economistas para prevenirles de una
nueva amenaza que se perfilaba”. Varoufakis explica que los puso en
guardia contra la acción que el BCE preveía hacer a partir de comienzos
de 2015: cerrar el grifo de la liquidez a los bancos de algunos países
de la zona euro y sólo abrirlo para una liquidez de urgencia. Y eso
apuntaba especialmente a Grecia.
“Dos días más tarde, tuve una nueva cita con Alexis y Pappas.
–
¿Te das cuenta de que eres el único que puede supervisar la puesta en
marcha de la estrategia que propones?, me preguntó Pappas, –¿Estás
preparado?”.
Varoufakis continúa: “Una semana más tarde,
Wassily Kafouros, un amigo que había conocido cuando era estudiante en
Inglaterra, sembró nuevamente dudas en mi espíritu. Según él, yo era la
última persona en ignorar que Dragasakis era extremadamente próximo a
los banqueros.
– ¿Qué pruebas tienes, Wassily?
–
No tengo pruebas, pero eso se sabe. Se le conoce por mantener
excelentes relaciones con los banqueros, desde su paso por el partido.
– Pensaba que era una acusación infundada”.
Varoufakis
demostraba claramente su desconocimiento de Syriza y de sus dirigentes.
Efectivamente, Dragasakis había mantenido desde hacía años estrechas
relaciones con los banqueros. El propio Dragasakis había sido
administrador de un banco comercial mediano. De alguna manera, era el
puente entre Tsipras y los banqueros. Syriza, era una formación nueva y,
por lo tanto, con líderes políticos que tenían relativamente poco
arraigo en las esferas del Estado –contrariamente al PASOK, cuya
historia está ligada a la República y a la gestión de los asuntos de
Estado–. Antes de enero de 2015, entre los dirigentes de Syriza no había
nadie que hubiera ocupado una función dentro del Estado. Así que
Dragasakis fue el único que había sido ministro en un momento dado,
durante algunos meses en 1989, en un gobierno de coalición entre la
derecha de Nueva Democracia y el Partido Comunista (KKE) del que
Dragasakis formaba parte. Este hombre, que se oponía claramente a que se
tocaran los intereses de los bancos privados griegos, también se oponía
a la auditoría de la deuda y a una suspensión de pagos, siendo
favorable al mantenimiento de Grecia dentro de la zona euro.
Agosto de 2014, las dudas sobre Dragasakis y la voluntad de cambiar el programa de Syriza
En agosto de 2014, Varoufakis acaba compartiendo sus dudas sobre Dragasakis.
“–Escucha,
Alexis, oí decir que Dragasakis mantiene estrechas relaciones con los
bancos. Y, en forma más general, que hará como que encuentra una salida,
mientras que lo que busca es mantener el statu quo.
No me respondió de inmediato. Miró a lo lejos hacia el Peloponeso antes de volverse hacia mí y soltarme:
– No, no lo pienso. Es bueno.
Me
quedé desconcertado por su laconismo. ¿Sería porque también tenía dudas
pero prefería creer en la probidad de un camarada de más edad? ¿Era una
manera de ignorar el problema? Todavía hoy no lo sé. En ese momento me
dijo que yo no tenía elección: de todas maneras, yo tendría un papel
esencial en las negociaciones[17]”.
Varoufakis confirma
que Tsipras podía contar con él, pero plantea una condición: quiere
poder intervenir en la elaboración del programa económico de Syriza
antes de las elecciones. Tsipras acepta.
Varoufakis contra el programa de Tesalónica de septiembre de 2014
“Un
mes más tarde, estaba en Austin cuando escuché en las noticias que
Alexis había presentado las grandes líneas de la política económica de
Syriza en un discurso en Tesalónica. Sorprendido, me procuré el texto y
lo leí. Me invadió una ola de náusea y de indignación”. Varoufakis hizo
una declaración pública para criticar duramente el programa y esperaba
que eso pusiera fin a su colaboración con Tsipras.
Pero
se produjo un giro imprevisto: Pappas le telefoneó, alegre como un
pajarito como si nada pasara, para proponerle un nuevo encuentro.
Varoufakis expresó su sorpresa y Pappas le respondió: “Espera, eso no
cambia nada. El Programa de Tesalónica fue un grito de guerra para
reunir a nuestras tropas. Nada más que eso. Contamos contigo para dar
forma al verdadero programa económico de Syriza”. Varoufakis consintió,
bajo esas condiciones, continuar la colaboración y terminaría por
aceptar convertirse en ministro de Finanzas. Así explica que en la
reunión durante la cual dio su consentimiento, se produjo el siguiente
intercambio:
“Como sabéis, tengo serias reservas sobre
el Programa de Tesalónica. Incluso tengo muy poco respeto por ese
programa. Ya que ha sido presentado al pueblo griego como vuestra
profesión de fe económica, no veo cómo podría, con toda honestidad,
aceptar la responsabilidad de ponerlo en marcha desde mi cargo de
ministro de Finanzas.
Pappas tomó al vuelo la ocasión
para decirme y repetirme que en ningún caso yo debía considerar ese
programa como una obligación.
– Tú ni siquiera eres miembro de Syriza.
– De acuerdo, ¿esperáis que lo sea cuando acepte el cargo?
– No, de ninguna manera, intervino Alexis, cuya respuesta fue muy estudiada.
–
No quiero que seas miembro de Syriza. No quiero que sufras por las
tomas de decisión colectivas, largas y alambicadas del partido”.
Conclusión
Varoufakis
era un electrón libre, sin influencia en Syriza (no era miembro del
partido). Tsipras consideraba que podría, en caso de necesidad, pedirle
la dimisión sin provocar grandes revuelos en el partido. El perfil de
Varoufakis correspondía al casting definido por Tsipras y Pappas:
economista universitario, brillante, buen comunicador, manejando la
provocación y la conciliación con una sonrisa, que domina perfectamente
el inglés.
Alexis Tsipras decidió funcionar en petit
comité, a espaldas de su propio partido, más que poner en práctica una
línea política decidida de manera colectiva en el seno de Syriza y
aprobada democráticamente por la población griega. Nombrar a Yanis
Varoufakis ministro de Finanzas y recomendarle no ser miembro de Syriza
correspondía a una lógica de gobernanza tecnocrática según la cual la
responsabilidad de Varoufakis no podría comprometerse ni ante Syriza ni
ante los electores griegos, sino únicamente ante Alexis Tsipras y su
pequeño círculo. Es evidente que la falta de participación popular y de
mecanismos democráticos en la elaboración de la orientación política iba
en contra de la necesidad, para un Gobierno de izquierda, de llamar a
la movilización popular con el fin de poner en práctica el programa
político radical bajo el que se eligió el Gobierno. El recordatorio de
los acontecimientos que se sucedieron entre 2011 y fines de 2014 es
indispensable para comprender lo que pasó después de la victoria
electoral de Syriza en enero de 2015.
Fin.
——————
Éric Toussaint es portavoz de la red internacional del Comité para la abolición de las deudas ilegítimas (CADTM),
que contribuyó a fundar. También es miembro del Consejo Científico de
ATTAC Francia. Entre abril y noviembre del 2015 fue coordinador
científico de la Comisión de la Verdad sobre la Deuda Pública griega,
puesta en marcha por la presidenta del Parlamento griego, entre febrero y
octubre del 2015, Zoe Konstantopoulou.
Traducción de Griselda Pinero.
Este artículo se publicó en la página web del CADTM (Comité para la abolición de las deudas ilegítimas).
Notas:
1. Yanis Varoufakis, Adults in the Room, Bodley Head, Londres, 2017, cap. 3, p. 57. Todas las citas provienen de los capítulos 3 y 4.
2.
Véase el texto de esta carta en el libro de James K. Galbraith, Welcome
to the Poisoned Chalice: The Destruction of Greece and the Future of
Europe, Yale University Press, New Haven y Londres, 2016.
3. Cinco años más tarde, Leonidas Vatikiotis formaba parte del Comité para la verdad sobre la deuda griega
5.
En enero de 2015, Costas Lapavitsas fue elegido diputado en el
Parlamento griego por la lista de Syriza. Debido a la capitulación,
contribuyó a fundar Unidad Popular.
7.
En 2011, Ethnos tis Kyriakis, de centro izquierda, era el tercer diario
griego de acuerdo a la tirada (100.000 ejemplares). Aquí pueden leer la versión en francés de la entrevista.
8.
James K. Galbraith, Welcome to the Poisoned Chalice. The destruction of
Greece and the future of Europe, Yale University Press, New Haven,
2016. Véase este extracto de la introducción: “Cuando Georges Papandreu
fue elegido primer ministro, en octubre de 2009, fui invitado a hacerle
una visita, para asesorarlo y (sobre todo) ofrecerle mi apoyo moral.
Durante esos encuentros, mi papel fue limitado. Papandreu había hecho
campaña promoviendo un programa de protección social y crecimiento
económico que la crisis financiera y de la deuda hicieron fracasar
rápidamente. Desde mayo de 2010, fue obligado a aceptar un plan de
austeridad, en contrapartida de un préstamo colosal, para evitar el
desplome del sistema bancario griego, fuertemente expuesto por sus
inversiones en deudas de un Estado insolvente”. Esta última frase
presenta un relato que no corresponde a la realidad. El sistema bancario
griego no estaba amenazado de derrumbe debido a su exposición a las
deudas públicas griegas y el Estado griego no se había vuelto
insolvente. Los bancos griegos estaban particularmente amenazados por el
estallido de la burbuja del crédito privado que los mismos bancos
habían contribuido a generar, con los bancos franceses y alemanes. Si
los bancos griegos se desplomaban, eso habría causado grandes pérdidas a
los bancos franceses, alemanes y griegos. En lugar de la opción elegida
por Papandreu, las autoridades europeas y el FMI, se tendría que haber
impuesto pérdidas a los bancos extranjeros, socializar el sector
bancario en Grecia y reducir radicalmente la deuda pública griega. Dicho
esto, a pesar de las críticas que le dirijo por la manera en la que
James Galbraith presenta lo que pasó en 2010, recomiendo la lectura de
su libro, ya que contiene unas informaciones muy interesantes.
9.
En el libro ¿Y los pobres sufren lo que deben?¿Cómo hemos llegado
hasta aquí y por qué es necesario un plan B para Europa?, publicado en
2016, Yanis Varoufakis no hace ninguna mención al Comité para la verdad
sobre la deuda griega. Tampoco menciona la acción de la presidenta del
Parlamento griego, Zoé Konstantopoulou.
10. Véase en griego ΣχόλιαΓιάνης Βαρουφάκης Debtocracy: Γιατί δεν συνυπέγραψα,
publicado el 11de abril de 2011. En ese largo texto, Varoufakis da su
opinión crítica sobre el documental Debtocracy en el que es
entrevistado.
11. A propósito de Debtocracy, este artículo: Dette: les Grecs et la Debtocracy, publicado el 13 de julio de 2011. En el documental aparecen a Yanis Varoufakis, Costas Lapavitsas y a mí. En castellano se encuentra en Youtube.
12. Véase mi presentación: Éric Toussaint, Greece: Symbol of Illegitimate Debt,
publicado el 12 de marzo de 2011. Las principales propuestas que
sobresalen de mi conferencia están explicadas en este texto: Eric
Toussaint,Ocho propuestas urgentes para otra Europa, publicado el 4 de abril de 2011.
13.
Elena Papadopoulou y Gabriel Sakellaridis (eds.), The Political Economy
of Public Debt and Austerity in the EU, Nissos Publications, Atenas,
2012, 290 p., ISBN: 9-789609-535465. La mayoría de los nombres clave de
Syriza aparecen como autores de algún capítulo.
14.
Nadia Valavani es una personalidad pública griega, respetada por su
coraje en la lucha contra la dictadura de los coroneles (1967-1974),
encarcelada y duramente reprimida por el ejército.
15.
Daniel Munevar también participó en esta discusión. Formó parte del
equipo de consejeros de Varoufakis cuando éste era ministro de Finanzas.
16. Véase: “El llamamiento de Alexis Tsipras a una Conferencia Internacional sobre la deuda es legítimo”.
17. Yanis Varoufakis, opus cit., capítulo 4, p. 85. Las citas que siguen provienen también del capítulo 4.
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