Una importante obra sobre el tema anunciado en el título
Por Iñaki Urdanibia
Por Iñaki Urdanibia
La
visión que habitualmente se tiene de los nazis, y de sus grupos de
vanguardia y combate, es la de una banda de boronos descerebrados que
arrastraban con todo lo que pillaban delante, a su marcial paso, siempre
que esto oliese a judío o a doctrinas pervertidas por éstos; la
detallada obra de Christian Ingrao, « Creer y destruir. Los intelectuales en la máquina de guerra de las SS» ( Acantilado, 2017) echa por tierra esta grosera simplificación que acabo de indicar.
En principio , parece contradictorio que gente destacada en el terreno
del saber pudiera caer en las redes del nazismo, más normal pudiera
parecer que grises funcionarios cumpliesen las órdenes por más bestiales
que estas fuesen que gente dedicada a actividades intelectuales, aunque
de inmediato vienen a la mente algunas luminarias que se inclinaron,
con ropas y bagajes, del lado de la bestia parda ( ¡ ay Ernst Jünger! ¡
ay Carl Schmitt!, ¡ ay Martin Heidegger…por no pasar lista en el campo
de la ciencia , o de los directores musicales, o…), estos ya eran
mayorcitos en el momento de su compromiso; una fiebre parece haber
afectado a no pocos de los intelectuales alemanes como prendió en una
gran parte del pueblo alemán, que no que engañado sino que vio el las
soflamas del führer y epígonos, un impulso de orgullo patrio, que
había sido humillado por los enemigos…que en su demencial y paranoica
explicación estaban guiados por un complot orquestado por torbos judíos.
En la obra que leo,
el objetivo está puesto en los jóvenes, ochenta, que no pasaban de los
treinta años, con expedientes universitarios brillantes, y que prestaron
sus servicios ( economistas, lingüistas, filósofos o historiadores) al
poder nacionalsocialista. Christian Ingrao se ha sumergido en los
archivos del SD y de las SS y ha seguido el rastro a una serie de
universitarios que llegaron a ocupar cargos de responsabilidad,
ideológica y práctica, en la planificación, y ejecución, de la muerte al
por mayor. [ el retrato que se nos ofrece nos hace ser conscientes, si
es que no estaba claro, de la falacia que esconde la tan manida
afirmación, publicitaria, de que el leer nos hace mejores personas…nos
hará otra cosa, pero el terreno moral queda lejos de los libros y sus
supuestos automáticos beneficios]. Como ya queda señalado la ideología
que empapaba el inconsciente colectivos germano penetró en todas las
capas y estratos sociales: cerrar filas contra el enemigo, y para ello
nada mejor que exterminarlo, en bien de la pureza aria, mera cuestión de
higiene racial.
El
historiados desvela las redes académicas y de amistad que jugaban un
papel esencial a la hora de reclutar a lo mejor de cada facultad y los
mecanismos de captación y ascenso nos son puestos ante los ojos de una
manera que huye de la pesadez de algunos textos propios de la disciplina
en la que se mueve el autor: aquí se cumple el clásico enseñar
deleitando, o aun no llegando a tanto, la lectura sí que resulta
llevadera, hasta el punto de hacernos sentir frente a un texto propio de
la narrativa: vidas de personas que se presentan intrincadas en la
vorágine de la tempestad asesina del nazismo.
Queda despejada en la obra la óptica de una causalidad meramente
económica que cierto es que afectaba al pueblo alemán, el desempleo, las
clases medias en declive, y la desesperación generalizada ante la falta
de perspectivas…y que jugó una papel clave en el ascenso del nazismo y
en el criadero de futuros afiliados al NSPD, que se presentaba como una
salida enérgica a la debilidad de la república de Weimar; como digo sin
negar tales cuestiones, Ingrao pone el foco en los aspectos ideológicos;
decía el otro que las ideas cuando prenden en las masas se convierten
en un arma material poderosa. Es lo que queda claramente expuesto en la
obra en la que se va desmenuzando el camino que condujo de la creencia a la destrucción.
La cultura germana – y no me refiero a la cultura de la muerte, que
también- estaba presente en no pocos de los responsables de los campos,
aficionados a las más sofisticadas composiciones de la música clásica,
mas esta cultura también empujó a la muerte que más propio parecía que
quedase encargada a desclasados furiosos o a funcionarios celosos de la
obediencia debida, en este desplazamiento de la mirada y la
responsabilidad reside el centro de gravedad de la documentada historia
de ochenta universitarios en los años que van de los veinte hasta el
proceso de Nuremberg, periodo en el que los personajes estudiadas no
mostraron mala conciencia alguna.
La contundente obra está estructurada en tres partes: La juventud alemana, La entrada en el nazismo: un compromiso y Nazismo y violencia: el paroxismo de 1939-1945.
Y a través de ese camino vamos entrando , a través de los jóvenes y los
ambientes universitarios y culturales que frecuentaban se va tomando el
pulso de lo que se palpaba en aquel tiempo en aquellos tiempos de
posguerra – vivida por su progenitores y transmitida a ellos- y de la
preparación de la lucha contra el enemigo. Más tarde veremos cómo la
afiliación en las filas del partido hitleriano venía a suponer cierta
cura a la angustia acumulada suponiendo a la vez era un horizonte
liberador a la altura de las más logradas utopías. Tal futuro y la
práctica les irá haciendo que desarrollen trabajos en los que florece
con fuerza la mitología y las coartadas raciales acerca del retorno a
las tierras esquilmadas por indeseables que eran precisamente la cara
inversa del verdadero ser alemán, amenazado por los parásitos judíos y
sus ad-láteres bolcheviques. Así el avance hacia el Este era una
recuperación de un necesario espacio vital al tiempo que una labor de
limpieza de quienes ponían en peligro la pervivencia de la patria
germana. Y ya el paso definitivo y brutal es la directa participación en
la fabricación de cadáveres y en los asesinatos al por mayor en tierras
polacas con ocasión del avance de la Wehrmacht. La participación en
tales faenas era tomada por ellos como un deber para con la patria
humillada, teniendo por otra parte una valor redentor en lo personal y
en lo colectivo; una contribución a defender el orden contra el caos que
representaban los judíos y los bolcheviques…el peligro del Este.
No se obvia tampoco los cambalaches y las adecuaciones que hubieron de
idear los jerifaltes nazis para hacer un hueco a los intelectuales,
cuando la llamativa tendencia que definía al partido y a sus secciones
de asalto era precisamente la de un desprecio al pensamiento, como
muestra de blandenguería propia de judíos, para lo cual tuvieron que
poner en pie una figura del intelectual comprometido siempre que este
compromiso se basase en la ideología del conflicto, de la revancha, de
la oposición tajante entre amigos y enemigos, y una planificación
estricta para extender a las geografías invadidas, en las que habían
prácticamente desaparecido las comunidades alemanas, la verdadera
idiosincrasia germana: patria, hogar, higiene, mitos raciales y otros.
Y la prueba de fuego, de sangre y de muerte fue la operación Barabaroja
en la que el avance hacia la patria de los soviets iba acompañada de
una pintura de los orientales como una banda de salvajes, seres rudos y
sin refinamiento alguno, que en el fono no eran más que meros actores de
lo que les dictaba la mano oculta de los judíos; puede verse así la
mentalidad con que las tropas alemanas se enfrentaban a un enemigo
diabolizado y pintado con tonos negros ( ¿ o rojos?). Las escenas de
violencia bruta allá observadas , o narradas con un claro prisma de
aumento, les preparaba psicológicamente, al mismo tiempo que les
confirmaba en la idea que sobre ellos se habían hecho, o habían oído. La
descripción de los diferentes pasos, desde un desorden espontáneo al
empeño por organizar las cosas de una forma más racional( de locura geométrica
hablaría Primo Levi) que van desde la eliminación a tiros de
poblaciones enteras, a la imposición de llevar signos distintivos que
dejasen clara la condición de judíos en quienes habían de portarlas,
hasta la posterior puesta en funcionamiento de los siniestros
transportes y la aplicación del gas primero con los tubos de escape de
camiones, para más tarde la industrialización del Zyklon B…todo en una
lucha defensiva contra los peligros que amenazaban a la patria,
con sus hábitos degenerados. Cambios estos últimos promovidos ante el
desquicie – y el recurso a litros de alcohol quitapenas– de los componentes de la tropa por las situaciones vividas ( los ejemplos de Browning sobre el batallón 101 eran realmente elocuentes ).
Una obra ejemplar, que fue materia de la tesis doctoral de Ingrao, que
en la medida en que estudia, como centro, la participación los casos de
la juventud diplomada, y doctorada en un treinta por ciento y los
favores que estos recibían de cara a engordar sus curriculumes y su
posterior promoción, que al tiempo que avanza abarca también la marcha
de las operaciones bélicas, dejándose acompañar en la tarea por otros
especialistas ( diría que por todos) de los episodios visitados…con
horror, el que provoca la visión de la realidad de los hechos.
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