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Mauricio Macri consiguió el capital político para hacer las reformas
Por Roberto Cachanosky 23 de octubre de 2017
No sólo logró un triunfo a nivel país como había logrado en las PASO,
sino que, lo más relevante, consiguió la victoria en la provincia de
Buenos Aires derrotando a Cristina Kirchner, quien dentro del arco
político argentino representa el populismo más crudo y con aspiraciones
autoritarias.
No obstante, es importante que la victoria electoral no se transforme
en una borrachera de continuemos con lo mismo. Quiero recordar que
en 1983 Alfonsín ganó las presidenciales y luego de hacer agua con la
política económica durante 2 años, lanza el Plan Austral en 1985
de la mano del ministro Juan Sourrouille, generando un fuerte cambio en
las expectativas de los agentes económicos, al punto que en las
elecciones de medio término de ese año logra una victoria importante con
el 42% de los votos, aplastando nuevamente al PJ que fue dividido. No
obstante, dado que el Plan Austral tenía un diseño inconsistente, en 1987 el radicalismo pierde las elecciones.
Si bien se podrán marcar todas las diferencias históricas del caso, es
bueno hacer un poco de ejercicio de memoria para advertir que lo que sirve para ganar una elección no necesariamente sirve para gobernar luego y mucho menos para hacer crecer la economía.
Es importante que la victoria electoral no se transforme en una borrachera de continuemos con lo mismo
Imagino que Mauricio Macri sabe perfectamente que no puede seguir eternamente tomando deuda para financiar el déficit fiscal.
Encima esa deuda hay que transformar en pesos, es decir, el Tesoro le
entrega dólares al BCRA y éste le da a pesos para que haga los pagos, lo
que implica un ingreso importante de pesos en el mercado que le exige
al BCRA reabsorberlos mediante la colocación de Lebac, stock de deuda,
que, a su vez, devenga un interés que dispara el gasto público.
El gradualismo económico extremo pende de un hilo delgado
Mi impresión es que el gradualismo económico extremo que estuvo
aplicando el Gobierno pende de un hilo muy delgado que consiste en
seguir consiguiendo financiamiento externo para financiar el rojo
fiscal. Por lo tanto, luce muy arriesgado continuar con este esquema que se acerca más a parálisis que a gradualismo.
Poniéndolo negro sobre blanco, para evitar seguir apostando al
endeudamiento hay que bajar el déficit fiscal, pero también hay que
bajar la carga tributaria para atraer inversiones, esto implica
inevitablemente comenzar con una reestructuración del estado para bajar
el gasto público.
Los tres rubros sobre los que se puede trabajar son:
1) los planes sociales. Hay que empezar a aplicar un plan serio de límite en el tiempo y en la cantidad de planes;
2) cantidad de empleados públicos; y
3) seguir con la eliminación de subsidios a la energía, el gas, el agua, etc.
Para evitar seguir apostando al endeudamiento hay que bajar el déficit fiscal, pero también hay que bajar la carga tributaria para atraer inversiones
Pero es importante resaltar que la eliminación de subsidios, que tiene como contrapartida la suba de tarifas, debe ser acompañada de una reducción de impuestos en las tarifas de los servicios públicos
porque el sector privado no puede soportar un aumento de tarifas de los
servicios y un impuestazo encubierto con la carga tributaria que tienen
las cuentas de luz, gas, etc. La eliminación de esos impuestos
aliviaría enormemente la presión sobre el sector privado. Es hora que sea el sector público el que soporte, de una vez por todas, el ajuste.
Al mes de agosto, la industria manufacturera estaba utilizando el 67%
de su capacidad instalada, esto quiere decir que todavía queda margen
para que aumente la producción sin hacer inversiones.
Condiciones para la inversión
Sin embargo, otros sectores ligados a los servicios sí tienen margen para aumentar sus inversiones pero con dos condiciones:
1) menor carga tributaria; y
Menor carga tributaria implica bajar en serio los impuestos empezando
por ingresos brutos y ajustando los balances por inflación para no pagar
impuestos sobre utilidades ficticias.
Reforma laboral significa ponerle un techo a las indemnizaciones por despido. El problema básico es la industria del juicio
por la cual alguien que es despedido luego de cobrar su indemnización
le hace un juicio a la empresa por cualquier causa y la justicia,
generalmente, le da la razón al empleado. Esta imprevisión sobre los
costos laborales en caso de despidos hace que las pequeñas y medianas
empresas piensen seriamente antes de tomar más personal. Puesto en otras
palabras, una gran empresa pueda bancarse pagar el juicio, pero a una
Pyme directamente la destroza.
Según datos del Ministerio de Producción, en Argentina hay 650.000
empresas de las cuales el 99% son microemprendimientos y Pymes.
Microemprendimientos son hasta 9 empleados y Pymes hasta 200 empleados.
Como dice mi amigo y colega Gustavo Lazzari, basta con que cada una de
esos microemprendimientos y Pymes tomen un empleado por año y en un año
se crean 650.000 nuevos puestos de trabajo. En 5 años se resuelve el
problema de la desocupación, se crean puestos de trabajo para que
empleados del sector público pasen al sector privado y los 250.000
jóvenes que anualmente se incorporan al mercado laboral pueden encontrar
trabajo.
La dirigencia política y sindical tiene que entender que reforma laboral no es para despedir gente,
sino para incentivar a las empresas a tomar gente. Si se combina la
baja de impuestos con reforma laboral, el proceso de creación de puestos
de trabajo se acelera porque las 650.000 empresas actuales pueden pasar
a ser 700.000 o más en poco tiempo. Hay que pensar la actual legislación laboral como el cepo cambiario.
Nadie lleva sus capitales a un país del cual luego no pueda salir. El
cepo cambiario es una barrera al ingreso de capitales. Bien, la actual
legislación laboral es lo mismo. Es una inmensa barrera a la creación de
nuevos puestos de trabajo.
En síntesis, Macri logró un segundo gran paso: derrotar directamente a
Cristina Fernández y acumular un importante capital político. Ahora
tiene que decidir si se lanza a un giro en la política económica para
hacer sostenible el crecimiento de largo plazo o se limita a continuar
tomando deuda creyendo que con el solo transcurrir del tiempo los problemas se resuelven solos.
Tener acceso al crédito externo no es sustituto de reformas estructurales
No nos engañemos, tener acceso al crédito externo no es sustituto de
reformas estructurales. Eso ya lo vivimos y sabemos que no funciona. Sí puede funcionar tomar deuda para reestructurar el sector público para aliviar la carga sobre el sector privado y de esa forma atraer inversiones.
Nadie pide cambiar 70 años de decadencia en 4 años de gobierno.
Nadie pide cambiar 70 años de decadencia en 4 años de gobierno.
Sólo se pide girar el timón y enfilar la nave hacia aguas menos
turbulentas que las que transitamos en el pasado por no querer hacer las
reformas estructurales.
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