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¿Cómo
EE.UU. planteó su estrategia de dominio global, que le llevó a crear la
OTAN para usar la fuerza militar contra la ex URSS y los países ricos
en petróleo?
Finalizada la II Guerra Mundial, EE.UU., Estados
Unidos bajo mandato de Franklin D. Roosevelt (1933-1945), puso en marcha
la estrategia de dominio global, según escribe el brasileño Carlos
Alberto Libânio Christo, más conocido como Frei Betto, que se inspira en
algunos ensayos del politólogo estadounidense Noam Chomsky.Para lo cual se prepuso controlar las reservas energéticas mundiales, en especial de los países productores de petróleo, a fin de tener “un control sustancial del mundo”, suscribe Betto, cuyas opiniones las recoge el domingo el portal Cubadebate.
Así pues, EE.UU. planificó dominar una gran área, en la que estarían incluidos todo el hemisferio occidental, el Extremo Oriente y los territorios del antiguo Imperio Británico.
Trazado este dominio geopolítico tan vasto, la Casa Blanca se aseguraba un “poder incuestionable”, con “supremacía militar y económica” sobre todas estas áreas, y de este modo, le aportaría grandes beneficios.
Para dar cumplida a esta empresa y que ninguno de los países comprendidos en este tal ambicioso proyecto de dominio global se interpusiera a sus planes, EE.UU. debía garantizarse el poder de limitar cualquier ejercicio de soberanía por parte de estas naciones.
Es aquí donde EE.UU. forjó la idea de crear la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), pues temía que la Europa Occidental de la posguerra adoptara un rumbo independiente de la hegemonía controlada por Washington.
La Alianza Atlántica vio la luz en 1949, con el pretexto de establecer un frente común occidental contra la ahora extinta Unión Socialista de Repúblicas Soviéticas (URSS), subraya el también fraile dominico.
Una vez desintegrada la URSS en 1991, EE.UU. se afianzó aún más en su principio estratégico del dominio global. Años después, el expresidente Bill Clinton (1993-2001) se reafirmó en esta idea apostando por exportar la “democracia occidental” a regiones donde Washington se veía con derecho de intervenir para moldear a su antojo la voluntad de los gobiernos de dichas zonas.
Con este planteamiento presidencial, el Departamento de Defensa estadounidense (el Pentágono) iniciaría el despliegue de sus tropas “permanentemente movilizadas” en Europa y en Asia, lugares donde EE.UU. se veía con derecho de usar la fuerza militar para garantizar “el acceso irrestricto a los principales mercados, abastecimientos energéticos y recursos estratégicos”, conforme relata el escritor brasileño.
Tales principios desembocaron en la invasión de Irak, de Afganistán, de Libia y de Siria. Justificándose por estas intervenciones bélicas, EE.UU. alegaba que quería proveer una democracia a la occidental a estas naciones.
krd/ktg/tas
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