La Paz. En 1879 Bolivia perdió no solo su acceso al mar, 120 mil
kilómetros cuadrados de territorios ricos en minerales y 400 kilómetros
de costa, sino también la oportunidad de exportar cobre, litio, plata y
otros recursos de gran valor en el mercado mundial.
Esa condición de mediterraneidad, que cercenó al país, causó pérdidas económicas que actualmente rondan el 2 por ciento del Producto Interno Bruto, según estudios citados por especialistas del Banco Central de Bolivia y otras instituciones financieras.
La falta de un puerto propio obliga a transportar productos a través de Arica, al norte de Chile. Ello encarece el comercio exterior e implica costos por concepto de aranceles.
Según el Libro del Mar, que cita la publicación Doing Business del Banco Mundial, las exportaciones bolivianas por contenedor son 55 puntos porcentuales más caras que las de Chile y 60 por ciento más que las peruanas.
Bolivia tiene los costos de transporte más altos de América del Sur, con 31 puntos porcentuales más que la media continental, refiere la publicación.
El volumen reproduce también un informe del secretario general de Naciones Unidas del año 2012, en el cual se estima que 15 de los Estados Sin Litoral en desarrollo ocuparon los puestos más bajos de la clasificación del Índice de Desarrollo Humano.
En este sentido, destaca en el caso boliviano que el país experimentó un impulso por el crecimiento del Producto Interno Bruto a partir de 2006, cuando asumió la presidencia Evo Morales.
Sin embargo, acota que “si la nación andino amazónica tuviera mejores posibilidades de expandir su comercio exterior a través de una salida soberana al mar, su crecimiento económico sería mayor”.
Según el texto editado por la cancillería boliviana, a pesar de la tendencia creciente en desarrollo humano, Bolivia sigue manteniendo una distancia importante con los países de la región.
Otro de los ejemplos plasmados en el Libro del Mar, es que entre 1960 y 2000 Chile recibió 218 mil millones de dólares por concepto de exportación. A su vez, de 2003 a 2013 recibió 346 mil 216 millones de dólares, según el Banco Central del país austral.
“Esta realidad indica que a precios de hoy, Chile ha recibido mucho más de 900 mil millones de dólares por el cobre extraído de lo que fue territorio boliviano”, refiere el documento.
En dicho tribunal, con sede en la ciudad holandesa de La Haya, transcurrió a mediados de marzo la última fase de la interpelación boliviana a Chile, interpuesta en 2013, para que este negocie de buena fe su pedido de un acceso soberano al océano Pacífico.
De un lado, Bolivia le exige a Chile que dialogue para solucionar su mediterraneidad, condición vigente desde 1879. Del otro, y basándose en el Tratado de 1904, el país austral esgrime que no existe nada pendiente en materia limítrofe con Bolivia.
El mencionado acuerdo selló los límites territoriales entre ambas naciones tras la Guerra del Pacífico (1879-1883) que perdió Bolivia e involucró también a Perú. Como resultado, el país ganador se hizo con 120 mil kilómetros cuadrados de territorios ricos en minerales y 400 km de litoral.
Tras admitir la demanda en 2015, la fase oral del contencioso tuvo lugar en marzo de este año en La Haya. Allí, el equipo de juristas bolivianos y extranjeros expuso ante la Corte que el pedido no toca ni con el pétalo de una rosa la letra o el espíritu de ese documento.
Sin embargo, el canciller chileno Roberto Ampuero, quien lideró la delegación de su país, dijo que Bolivia pretende desconocer los tratados.
El pacto validó y concretó el cercenamiento boliviano y, a cambio, Chile comprometió una serie de facilidades para que La Paz accediera al libre comercio a través de los puertos de Arica y Antofagasta.
No obstante, Bolivia afirma que el Tratado de 1904 fue impuesto, injusto e insiste en que la demanda no es sobre ese documento histórico.
La comitiva boliviana, encabezada por el presidente Morales -fue la primera vez que un jefe de Estado asistió a una audiencia de ese tipo en la Corte-, demostró que en varias ocasiones Chile reconoció que pueden sentarse a hablar.
La Paz apela al artículo 31 del Tratado Americano de Soluciones Pacíficas (Pacto de Bogotá, vigente desde 1948) y cita una decena de compromisos escritos asumidos por altos representantes chilenos entre 1920 y 2010 para negociar ese pedido.
Chile, a su vez, afirma que no hay nada pendiente sobre el tema. Ese ha sido su accionar durante todos estos años: cautela. Ejemplo de ello fue la Agenda de los 13 puntos, negociada durante el primer mandato de Michelle Bachelet, que incluía el abordaje del tema marítimo, pero que nunca se concretó.
La causa marítima boliviana comprende no solo cuestiones de soberanía, sino ejemplos concretos de daños económicos al país.
Laura Bécquer Paseiro*/Prensa Latina
*Corresponsal en Bolivia.
Esa condición de mediterraneidad, que cercenó al país, causó pérdidas económicas que actualmente rondan el 2 por ciento del Producto Interno Bruto, según estudios citados por especialistas del Banco Central de Bolivia y otras instituciones financieras.
La falta de un puerto propio obliga a transportar productos a través de Arica, al norte de Chile. Ello encarece el comercio exterior e implica costos por concepto de aranceles.
Según el Libro del Mar, que cita la publicación Doing Business del Banco Mundial, las exportaciones bolivianas por contenedor son 55 puntos porcentuales más caras que las de Chile y 60 por ciento más que las peruanas.
Bolivia tiene los costos de transporte más altos de América del Sur, con 31 puntos porcentuales más que la media continental, refiere la publicación.
El volumen reproduce también un informe del secretario general de Naciones Unidas del año 2012, en el cual se estima que 15 de los Estados Sin Litoral en desarrollo ocuparon los puestos más bajos de la clasificación del Índice de Desarrollo Humano.
En este sentido, destaca en el caso boliviano que el país experimentó un impulso por el crecimiento del Producto Interno Bruto a partir de 2006, cuando asumió la presidencia Evo Morales.
Sin embargo, acota que “si la nación andino amazónica tuviera mejores posibilidades de expandir su comercio exterior a través de una salida soberana al mar, su crecimiento económico sería mayor”.
Según el texto editado por la cancillería boliviana, a pesar de la tendencia creciente en desarrollo humano, Bolivia sigue manteniendo una distancia importante con los países de la región.
Otro de los ejemplos plasmados en el Libro del Mar, es que entre 1960 y 2000 Chile recibió 218 mil millones de dólares por concepto de exportación. A su vez, de 2003 a 2013 recibió 346 mil 216 millones de dólares, según el Banco Central del país austral.
“Esta realidad indica que a precios de hoy, Chile ha recibido mucho más de 900 mil millones de dólares por el cobre extraído de lo que fue territorio boliviano”, refiere el documento.
Serenidad, clave de la espera
El próximo 1 de octubre, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) anunciará el fallo sobre la causa boliviana. Por lo pronto, las autoridades del país andino amazónico han pedido serenidad en espera del trascendental fallo.En dicho tribunal, con sede en la ciudad holandesa de La Haya, transcurrió a mediados de marzo la última fase de la interpelación boliviana a Chile, interpuesta en 2013, para que este negocie de buena fe su pedido de un acceso soberano al océano Pacífico.
De un lado, Bolivia le exige a Chile que dialogue para solucionar su mediterraneidad, condición vigente desde 1879. Del otro, y basándose en el Tratado de 1904, el país austral esgrime que no existe nada pendiente en materia limítrofe con Bolivia.
El mencionado acuerdo selló los límites territoriales entre ambas naciones tras la Guerra del Pacífico (1879-1883) que perdió Bolivia e involucró también a Perú. Como resultado, el país ganador se hizo con 120 mil kilómetros cuadrados de territorios ricos en minerales y 400 km de litoral.
Tras admitir la demanda en 2015, la fase oral del contencioso tuvo lugar en marzo de este año en La Haya. Allí, el equipo de juristas bolivianos y extranjeros expuso ante la Corte que el pedido no toca ni con el pétalo de una rosa la letra o el espíritu de ese documento.
Sin embargo, el canciller chileno Roberto Ampuero, quien lideró la delegación de su país, dijo que Bolivia pretende desconocer los tratados.
El pacto validó y concretó el cercenamiento boliviano y, a cambio, Chile comprometió una serie de facilidades para que La Paz accediera al libre comercio a través de los puertos de Arica y Antofagasta.
No obstante, Bolivia afirma que el Tratado de 1904 fue impuesto, injusto e insiste en que la demanda no es sobre ese documento histórico.
La comitiva boliviana, encabezada por el presidente Morales -fue la primera vez que un jefe de Estado asistió a una audiencia de ese tipo en la Corte-, demostró que en varias ocasiones Chile reconoció que pueden sentarse a hablar.
La Paz apela al artículo 31 del Tratado Americano de Soluciones Pacíficas (Pacto de Bogotá, vigente desde 1948) y cita una decena de compromisos escritos asumidos por altos representantes chilenos entre 1920 y 2010 para negociar ese pedido.
Chile, a su vez, afirma que no hay nada pendiente sobre el tema. Ese ha sido su accionar durante todos estos años: cautela. Ejemplo de ello fue la Agenda de los 13 puntos, negociada durante el primer mandato de Michelle Bachelet, que incluía el abordaje del tema marítimo, pero que nunca se concretó.
La causa marítima boliviana comprende no solo cuestiones de soberanía, sino ejemplos concretos de daños económicos al país.
Laura Bécquer Paseiro*/Prensa Latina
*Corresponsal en Bolivia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario