En el Congreso de la Unión los legisladores se reparten las comisiones como si fueran canicas.
Como siempre ha ocurrido al interior del Legislativo, las presidencias de las comisiones ordinarias son un botín más que apetecible para los grupos parlamentarios y la asignación de las mismas obedece a factores que nada tienen que ver con la búsqueda de los perfiles más adecuados o de un trabajo destacado de los partidos respecto a los asuntos que se tratan en las mismas.
Los acuerdos entre los grupos y partidos políticos suelen estar por encima de las capacidades o la conveniencia para la integración y dirección de las mismas, eso no es ninguna novedad, pero el cambio en los equilibrios políticos tras las últimas elecciones y su consecuente reacomodo en las Cámaras ha traído su dosis de controversia.
El ejemplo más popular en los últimos días ha sido el del PES, un partido que está en proceso de perder su registro, que en su plataforma política se pronuncia en contra de la interrupción legal del embarazo y que presidirá la Comisión de Salud, una de las más relevantes en la Cámara de Diputados, simplemente por haber sido aliado de Morena en la coalición ‘Juntos Haremos Historia’.
El líder del grupo parlamentario del PES en San Lázaro ha querido minimizar la polémica afirmando que independientemente de que ostenten la presidencia, la comisión de salud respetará la pluralidad que existe en el pleno de la Cámara de Diputados, donde la coalición ‘Juntos Haremos Historia’ tiene amplia mayoría.
No es el único caso, basta recordar que el Partido Verde encabezará la de Medio Ambiente, Sustentabilidad, Cambio Climático y Recursos Naturales. Quizá los legisladores de otros partidos se hayan dejado ‘apantallar’ por el nombre de la institución, porque su aporte a la política mexicana ha estado más caracterizada por los escándalos de sus líderes que por sus contribuciones al medio ambiente.
El PT por ejemplo, quinta fuerza política, tendrá la presidencia de la Comisión de Relaciones Exteriores. Tal vez la razón por la que se le otorgó esta posición sea por la experiencia que ha tenido su líder nacional Alberto Anaya y algunos de sus principales dirigentes en su intento de estrechar lazos con gobiernos autoritarios como el de Corea del Norte o Venezuela.
El PRI, tercera fuerza política, apenas alcanzó cuatro comisiones en el ‘reparto’, una de ellas la de Grupos Vulnerables, no se sabe si fue el propio tricolor quien solicitó esta comisión por sentirse representativo de estos grupos.
El presidente de cada comisión tiene la facultad de convocar a las reuniones, de marcar la agenda en ese campo de la política pública y en su caso dictaminar las iniciativas o enviarlas a la congeladora. Sin embargo, es la Junta de Coordinación Política (en manos de Morena) la que decide si se lleva o no el dictamen al pleno.
“Sí ellos tienen el control de la asamblea, las comisiones van a tener menos relevancia que cuando el gobierno no tenía control sobre la mayoría. La Junta de Coordinación Política es el órgano que controla la agenda del pleno, entonces si no meten el tema en el orden del día no se va a votar”, señala la Doctora Luisa Béjar, investigadora del Centro de Estudios Políticos de la UNAM.
Lo ideal y lo real
En la Ley Orgánica del Congreso General se establece que las comisiones “son órganos constituidos por el Pleno que a través de la elaboración de dictámenes, informes, opiniones o resoluciones, contribuyen a que la Cámara cumpla sus atribuciones constitucionales y legales”.
En la práctica, las comisiones funcionan más como una oficialía de partes, un órgano administrativo de las Cámaras, un espacio para otorgar cargos a los legisladores para su propia promoción y lucimiento personal, pero cuya aportación a la eficiencia del trabajo legislativo está al menos, en duda.
Es cierto, al presidir una comisión, los grupos parlamentarios tienen una mejor posibilidad de impulsar su agenda particular en los temas que son objeto de estudio de la misma, aunque eso no garantiza que sus iniciativas sean dictaminadas, ni mucho menos discutidas y votadas en el pleno. La gran mayoría de ellas están destinadas al limbo legislativo.
Sólo en la anterior legislatura se presentaron más de seis mil iniciativas en la Cámara de Diputados, de las cuáles únicamente se aprobó el 13 por ciento, según datos de la consultoría Integralia.
En los últimos años, ante la ausencia de una mayoría absoluta en el Congreso, quienes presidían las comisiones tenían también la ventaja de dictar la agenda de las mismas, e incluso impulsar o en dado caso frenar alguna iniciativa que le conviniera a otro grupo político o fracción parlamentaria buscando algún beneficio.
Sin embargo, con el partido Morena consolidado como la mayoría absoluta en el Legislativo, el papel de las comisiones podría ser más testimonial. Aún cuando un diputado de oposición quiera impulsar una iniciativa y dictaminarla, Morena podría bloquear su discusión y votación en el pleno.
Acción Nacional también presidirá otras importantes como Comunicaciones y Transportes y Justicia, desde donde podría impulsar iniciativas de Ley que verdaderamente puedan tener trascendencia, pero para ello tendrán que negociar invariablemente con el partido hegemónico.
Sí es cuestionable que a un partido como el PES, con una agenda política regresiva encabece la Comisión de Cultura y Cinematografía, pero, ¿ha tenido esta comisión legislativa alguna aportación relevante en materia de cultura en el país o en fomentar la producción cinematográfica nacional?
En la pasada Legislatura, la Comisión de Cultura y Cinematografía fue una a las que menos iniciativas turnaron con un total de 50. En contraparte, la de Salud, que también presidirá el PES recibió el turno de 441 iniciativas, según información de la Cámara de Diputados.
Hay una realidad que sobresale por encima de esta discusión: existe una gran diferencia entre lo que son en el papel las comisiones legislativas (o lo que deberían de ser) y lo que realmente son.
Además, según el último Informe Legislativo de Integralia, muchas veces ni siquiera se cumple con lo establecido en la Ley Orgánica del Congreso General.
Históricamente el funcionamiento de las comisiones no ha servido realmente como contrapeso al Ejecutivo, la realidad es que no han ayudado a hacer más eficaz el trabajo legislativo y han sido utilizadas más como espacios particulares de poder.
En este contexto, las presidencias de las comisiones podrían no ser más que un membrete o una repartición como parte de una negociación.
La académica sostiene que al haberse quedado con el control de los órganos parlamentarios y las presidencias de las principales comisiones, Morena tendrá en la práctica el control de la agenda legislativa, reduciendo notoriamente el campo de acción de las demás fuerzas políticas.
Si ellos tienen el control de la asamblea, las comisiones van a tener menos relevancia que cuando el gobierno no tenía control sobre la mayoría. Eso nos habla ahora de una legislatura que ya no va a ser contrapeso y que eventualmente tampoco va a articular ni va a debatir”, asegura.
Para la investigadora, la nueva dinámica en el Congreso, y en especial la pérdida de peso de las comisiones (sobre todo las que presida la oposición) es una regresión para la democracia mexicana, y en términos prácticos significaría volver a reproducir los tiempos de la hegemonía priista.
“A mí un poco lo que me apura es que en Comisiones es en donde se escucha a la sociedad civil. Cada pieza de legislación tiene distintos puntos de vista, y supuestamente confrontando diferentes puntos de vista pues se puede llegar a mejores soluciones.
Como siempre ha ocurrido al interior del Legislativo, las presidencias de las comisiones ordinarias son un botín más que apetecible para los grupos parlamentarios y la asignación de las mismas obedece a factores que nada tienen que ver con la búsqueda de los perfiles más adecuados o de un trabajo destacado de los partidos respecto a los asuntos que se tratan en las mismas.
No. El primer criterio es siempre el tamaño de la bancada, esto quiere decir que si eres mayoría puedes optar por las comisiones más importantes, y mientras mayor sea tu diferencia respecto a otros grupos parlamentarios, más comisiones puedes tenerAún así, el grupo hegemónico en esta legislatura, Morena, tiene que hacer ciertas cesiones a los otros grupos -aliados o no- y otorgarles posiciones. Una lógica que ha permitido que en la reciente asignación se encuentren algunas contradicciones que generan polémica.
Los acuerdos entre los grupos y partidos políticos suelen estar por encima de las capacidades o la conveniencia para la integración y dirección de las mismas, eso no es ninguna novedad, pero el cambio en los equilibrios políticos tras las últimas elecciones y su consecuente reacomodo en las Cámaras ha traído su dosis de controversia.
El ejemplo más popular en los últimos días ha sido el del PES, un partido que está en proceso de perder su registro, que en su plataforma política se pronuncia en contra de la interrupción legal del embarazo y que presidirá la Comisión de Salud, una de las más relevantes en la Cámara de Diputados, simplemente por haber sido aliado de Morena en la coalición ‘Juntos Haremos Historia’.
El líder del grupo parlamentario del PES en San Lázaro ha querido minimizar la polémica afirmando que independientemente de que ostenten la presidencia, la comisión de salud respetará la pluralidad que existe en el pleno de la Cámara de Diputados, donde la coalición ‘Juntos Haremos Historia’ tiene amplia mayoría.
No es el único caso, basta recordar que el Partido Verde encabezará la de Medio Ambiente, Sustentabilidad, Cambio Climático y Recursos Naturales. Quizá los legisladores de otros partidos se hayan dejado ‘apantallar’ por el nombre de la institución, porque su aporte a la política mexicana ha estado más caracterizada por los escándalos de sus líderes que por sus contribuciones al medio ambiente.
El PT por ejemplo, quinta fuerza política, tendrá la presidencia de la Comisión de Relaciones Exteriores. Tal vez la razón por la que se le otorgó esta posición sea por la experiencia que ha tenido su líder nacional Alberto Anaya y algunos de sus principales dirigentes en su intento de estrechar lazos con gobiernos autoritarios como el de Corea del Norte o Venezuela.
El PRI, tercera fuerza política, apenas alcanzó cuatro comisiones en el ‘reparto’, una de ellas la de Grupos Vulnerables, no se sabe si fue el propio tricolor quien solicitó esta comisión por sentirse representativo de estos grupos.
Morena se quedó con la mayoría de las comisiones (21) y con las más importantes como Presupuesto, Gobernación y Puntos Constitucionales. Tiene además la Mesa Directiva y la presidencia de la Junta de Coordinación PolíticaAún cuando una comisión en poder de la oposición quisiera llevar al pleno un dictamen, Morena, con su mayoría y el control de los órganos parlamentarios podría simplemente bloquear su llegada al pleno. En este sentido, el papel de las comisiones durante la próxima legislatura quedaría sensiblemente disminuido.
El presidente de cada comisión tiene la facultad de convocar a las reuniones, de marcar la agenda en ese campo de la política pública y en su caso dictaminar las iniciativas o enviarlas a la congeladora. Sin embargo, es la Junta de Coordinación Política (en manos de Morena) la que decide si se lleva o no el dictamen al pleno.
“Sí ellos tienen el control de la asamblea, las comisiones van a tener menos relevancia que cuando el gobierno no tenía control sobre la mayoría. La Junta de Coordinación Política es el órgano que controla la agenda del pleno, entonces si no meten el tema en el orden del día no se va a votar”, señala la Doctora Luisa Béjar, investigadora del Centro de Estudios Políticos de la UNAM.
Lo ideal y lo real
En la Ley Orgánica del Congreso General se establece que las comisiones “son órganos constituidos por el Pleno que a través de la elaboración de dictámenes, informes, opiniones o resoluciones, contribuyen a que la Cámara cumpla sus atribuciones constitucionales y legales”.
En la práctica, las comisiones funcionan más como una oficialía de partes, un órgano administrativo de las Cámaras, un espacio para otorgar cargos a los legisladores para su propia promoción y lucimiento personal, pero cuya aportación a la eficiencia del trabajo legislativo está al menos, en duda.
Es cierto, al presidir una comisión, los grupos parlamentarios tienen una mejor posibilidad de impulsar su agenda particular en los temas que son objeto de estudio de la misma, aunque eso no garantiza que sus iniciativas sean dictaminadas, ni mucho menos discutidas y votadas en el pleno. La gran mayoría de ellas están destinadas al limbo legislativo.
Sólo en la anterior legislatura se presentaron más de seis mil iniciativas en la Cámara de Diputados, de las cuáles únicamente se aprobó el 13 por ciento, según datos de la consultoría Integralia.
Mientras que en el Senado se presentaron cerca de 2 mil y la tasa de aprobación fue de apenas el 5 por cientoLas comisiones sólo atienden una mínima porción de las iniciativas, la mayoría ni siquiera se desecha, simplemente se quedan en la ‘congeladora’.
En los últimos años, ante la ausencia de una mayoría absoluta en el Congreso, quienes presidían las comisiones tenían también la ventaja de dictar la agenda de las mismas, e incluso impulsar o en dado caso frenar alguna iniciativa que le conviniera a otro grupo político o fracción parlamentaria buscando algún beneficio.
Sin embargo, con el partido Morena consolidado como la mayoría absoluta en el Legislativo, el papel de las comisiones podría ser más testimonial. Aún cuando un diputado de oposición quiera impulsar una iniciativa y dictaminarla, Morena podría bloquear su discusión y votación en el pleno.
A pesar de que en el papel se asegura que las comisiones contribuyen a que la Cámara cumpla sus atribuciones constitucionales y legales, esto dista mucho de una realidad en donde estos puestos han sido utilizados principalmente para la promoción personal de quienes las presidenAl PAN, por ejemplo, segunda fuerza política en la Cámara de Diputados, le corresponde la presidencia de la comisión de Hacienda y Crédito Público. Es parte de un acuerdo histórico que le da Presupuesto al partido en el poder y Hacienda a la oposición.
Acción Nacional también presidirá otras importantes como Comunicaciones y Transportes y Justicia, desde donde podría impulsar iniciativas de Ley que verdaderamente puedan tener trascendencia, pero para ello tendrán que negociar invariablemente con el partido hegemónico.
Sí es cuestionable que a un partido como el PES, con una agenda política regresiva encabece la Comisión de Cultura y Cinematografía, pero, ¿ha tenido esta comisión legislativa alguna aportación relevante en materia de cultura en el país o en fomentar la producción cinematográfica nacional?
En la pasada Legislatura, la Comisión de Cultura y Cinematografía fue una a las que menos iniciativas turnaron con un total de 50. En contraparte, la de Salud, que también presidirá el PES recibió el turno de 441 iniciativas, según información de la Cámara de Diputados.
Hay una realidad que sobresale por encima de esta discusión: existe una gran diferencia entre lo que son en el papel las comisiones legislativas (o lo que deberían de ser) y lo que realmente son.
Cantidad no es calidad
En un escenario ideal se buscaría que quienes encabecen las comisiones fuesen los legisladores más aptos o con mejor perfil según el objeto de estudio específico de cada una.México es uno de los países a nivel mundial que más comisiones tiene en su Congreso, sin embargo, esto nunca ha ayudado a hacer más eficaz el trabajo legislativo ya que han sido utilizadas más como espacios particulares de poderQue la discusión y dictamen de las iniciativas se basaran en un debate objetivo, en un análisis profundo y no en acuerdos políticos, en resumen que las comisiones realmente ayudarán a eficientar el trabajo legislativo.
Nada más lejos de la realidad. Hasta antes de que la actual legislatura decidiera reducir el número de comisiones ordinarias y eliminar las especiales, en el Congreso Mexicano, la suma de las comisiones tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado llegaba a 187 entre ordinarias y especialesEn diversas ocasiones, esta multiplicación de comisiones, más que ayudar, entorpecía el funcionamiento de las Cámaras, se duplicaban funciones y se ‘perdían’ iniciativas en el tránsito entre varias comisiones cuyo objeto de estudio era similar.
Además, según el último Informe Legislativo de Integralia, muchas veces ni siquiera se cumple con lo establecido en la Ley Orgánica del Congreso General.
Por ejemplo, ninguna de las 56 comisiones ordinarias de la pasada legislatura en la Cámara de Diputados cumplió con la obligación de sostener una reunión mensual a lo largo de los 34 meses de vigencia de la mismaLa Comisión de Cultura y Cinematografía, una de las que ha generado polémica, únicamente sesionó en 7 ocasiones durante los 3 años de la legislatura anterior y la de salud en 15. Otras tan relevantes como la de Seguridad Pública (que presidirá Morena en esta legislatura) también sesionó 15 veces, menos de la mitad del mínimo reglamentario.
Históricamente el funcionamiento de las comisiones no ha servido realmente como contrapeso al Ejecutivo, la realidad es que no han ayudado a hacer más eficaz el trabajo legislativo y han sido utilizadas más como espacios particulares de poder.
En este contexto, las presidencias de las comisiones podrían no ser más que un membrete o una repartición como parte de una negociación.
Pierden relevancia
Con el control de la Mesa Directiva, la presidencia de la Junta de Coordinación Política y la mayoría absoluta de la Cámara de Diputados en manos de Morena, las comisiones legislativas tendrán mucho menor relevancia durante la próxima legislatura, asegura la investigadora del Centro de Estudios Políticos de la UNAM, Luisa Béjar Algazi.La académica sostiene que al haberse quedado con el control de los órganos parlamentarios y las presidencias de las principales comisiones, Morena tendrá en la práctica el control de la agenda legislativa, reduciendo notoriamente el campo de acción de las demás fuerzas políticas.
La nueva dinámica en el Congreso y en especial la pérdida de peso de las comisiones es una regresión para la democracia mexicana“La cuestión es que Morena tiene el control del pleno y tener el control del pleno le da oportunidad de que si eventualmente en una comisión controlada por la oposición se intentara presentar algo que a ellos no les gusta, pues no le van a dar entrada a la Asamblea del Pleno que es donde se aprueba.
Si ellos tienen el control de la asamblea, las comisiones van a tener menos relevancia que cuando el gobierno no tenía control sobre la mayoría. Eso nos habla ahora de una legislatura que ya no va a ser contrapeso y que eventualmente tampoco va a articular ni va a debatir”, asegura.
Para la investigadora, la nueva dinámica en el Congreso, y en especial la pérdida de peso de las comisiones (sobre todo las que presida la oposición) es una regresión para la democracia mexicana, y en términos prácticos significaría volver a reproducir los tiempos de la hegemonía priista.
“A mí un poco lo que me apura es que en Comisiones es en donde se escucha a la sociedad civil. Cada pieza de legislación tiene distintos puntos de vista, y supuestamente confrontando diferentes puntos de vista pues se puede llegar a mejores soluciones.
La fuerza con la que cuenta Morena en el Congreso de la Unión inevitablemente le quita poder a las comisiones debido a que tienen el control del pleno, lo que les permite bloquear las iniciativas enviadas por la oposición que no les gustenSi no hay entrada a esa multiplicidad de visiones no hay representación. Es la visión de una sola persona o de un solo grupo, lo que ellos quieran representar. Lo único que se va a hacer es que se va a legislar con puntos de vista del Ejecutivo o de la gente que esté a su alrededor y esa es la visión que se va a imponer sobre los temas, sin tomar en cuenta a la sociedad mexicana que es la destinataria de las leyes”, advierte.
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