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El eje Berlín-París pide cambiar las normas de la UE tras el veto a la fusión Alstom-Siemens
El cabreo de Alemania y Francia con el bloqueo por
parte de la Comisión Europea de la fusión de los gigantes ferroviarios
Alstom y Siemens.
El enfado de Alemania y Francia con el bloqueo por parte de la Comisión Europea de la fusión de los gigantes ferroviarios Alstom y Siemens ha tomado forma de un documento en el que el eje franco-alemán propone una revisión de la política industrial europea. Y lo plantean como una "decisión sencilla": "Unir nuestras fuerzas o permitir que nuestra base y capacidad industrial vayan desapareciendo gradualmente".
Berlín y París consideran errónea la decisión anunciada por Margrethe Vestager, comisaria de Competencia, que explicó que con las normas europeas en la mano Alstom y Siemens no habían tomado las medidas necesarias para garantizar la luz verde de la Comisión Europea.
La temperatura subió, con Bruno Le Maire, ministro de Finanzas francés, asegurando que Bruselas había cometido un grave error y que su decisión servía a los intereses chinos. En concreto el galo se refería al gigante asiático CRRC, una mastodóntica compañía china que, bajo el punto de vista de Vestager, ni está ni se le espera en Europa, por lo que no es necesario crear otro gigante europeo para plantarle cara. La campaña previa a la decisión del Ejecutivo comunitario fue muy agresiva, tanto por parte de Emmanuel Macron, presidente francés, como de la canciller germana Angela Merkel.
Los ataques a la decisión de la Comisión Europea también llegaron desde Berlín y desde uno de los candidatos a presidir el Ejecutivo comunitario, como es el alemán Manfred Weber. La comparación continua con Airbus, ya antes incluso de que Vestager hiciera pública su decisión, fue rechazada por la comisaria danesa: "En el campo aeroespacial antes casi no había actividad europea y era un mercado dominado por Estados Unidos. Airbus logró aumentar la competencia. En ferrocarril, la fusión de Siemens y Alstom la hubiera mermado".
Pero el cabreo no ha disminuido en los gobiernos alemán y francés y este martes han decidido sacar a la luz su propuesta para cambiar las normas de competencia. "Para tener éxito, necesitamos mucho más pensamiento estratégico que en el pasado", señala el nuevo documento franco-alemán. "Es por eso que Francia y Alemania piden una estrategia industrial europea más ambiciosa con objetivos claros para 2030" que "también debería ser una prioridad para la próxima Comisión Europea".
Antes de entrar en profundidad sobre la reforma de las normas de competencia, Alemania y Francia proponen una inversión "masiva" en innovación, haciendo que instituciones europeas y Estados miembros inviertan en proyectos de alto riesgo pero que puedan ofrecer grandes avances. En concreto París y Berlín ponen una atención especial sobre el progreso en la inteligencia artificial.
Después el texto entra en lo que realmente importa a Alemania y Francia, y es la que se refiere a una reforma del marco regulatorio, con un inequívoco subtítulo que se refiere a la reciente decisión de la Comisión Europea: "Solo tendremos éxito si las compañías europeas son capaces de competir en el escenario global".
"Las reglas de competencia son esenciales, pero las reglas existentes deben revisarse" disparan en el primer párrafo. "Hoy, entre las 40 empresas más grandes del mundo, solo 5 son europeas", señalan.
París y Berlín piden más cintura, porque el resto del mundo no se adapta al cinturón que la Comisión Europea utiliza en materia de competencia: "A pesar de nuestros mejores esfuerzos, que debemos perseguir, no existe un campo regulatorio a nivel global. Y no habrá uno en ningún momento cercano. Eso pone a las empresas europeas en una desventaja masiva", señalan.
En una clara referencia a china el documento lanza una pregunta: "Cuando algunos países subsidian fuertemente a sus propias empresas, ¿cómo pueden las que operan principalmente en Europa competir de manera justa?". El eje franco-alemán no dice que las normas de competencia estén mal, pero sí que es mejor dejarlas para otro momento: "Por supuesto, debemos continuar defendiendo un campo de juego a nivel global más justo y más efectivo, pero mientras tanto, debemos asegurarnos de que nuestras empresas realmente puedan crecer y competir", señala el documento.
París y Berlín piden "tener más en cuenta el control estatal y los subsidios para las empresas en el marco del control de las fusiones" y directamente pide que la Comisión Europea tenga "más en cuenta la competencia a nivel mundial, la posible competencia futura". Señalan que de esa forma se tendría un enfoque "más dinámico y a largo plazo de la competencia a escala global".
El eje franco-alemán propone también dar al Consejo, en donde se sientan los Gobiernos nacionales, un derecho de apelación que, en algunas circunstancias, podría permitir anular las decisiones de la Comisión Europea.
El Ejecutivo comunitario tiene el rol de hacer cumplir las normas de competencia europeas, y Vestager se ha convertido en una de las figuras más populares de Bruselas al obligar a grandes corporaciones a pagar miles de millones de euros en impuestos no abonados por acuerdos fiscales ilegales cerrados con distintos Estados miembros. La Comisión Europea es celosa en la protección de sus competencias, y sienten que esta posición franco-alemana refuerza su posición: si proponen reformas es porque, como Vestager defendía, con las normas actuales no se podía dar luz verde a la deseada fusión Alstom-Siemens.
El enfado de Alemania y Francia con el bloqueo por parte de la Comisión Europea de la fusión de los gigantes ferroviarios Alstom y Siemens ha tomado forma de un documento en el que el eje franco-alemán propone una revisión de la política industrial europea. Y lo plantean como una "decisión sencilla": "Unir nuestras fuerzas o permitir que nuestra base y capacidad industrial vayan desapareciendo gradualmente".
Berlín y París consideran errónea la decisión anunciada por Margrethe Vestager, comisaria de Competencia, que explicó que con las normas europeas en la mano Alstom y Siemens no habían tomado las medidas necesarias para garantizar la luz verde de la Comisión Europea.
La temperatura subió, con Bruno Le Maire, ministro de Finanzas francés, asegurando que Bruselas había cometido un grave error y que su decisión servía a los intereses chinos. En concreto el galo se refería al gigante asiático CRRC, una mastodóntica compañía china que, bajo el punto de vista de Vestager, ni está ni se le espera en Europa, por lo que no es necesario crear otro gigante europeo para plantarle cara. La campaña previa a la decisión del Ejecutivo comunitario fue muy agresiva, tanto por parte de Emmanuel Macron, presidente francés, como de la canciller germana Angela Merkel.
Los ataques a la decisión de la Comisión Europea también llegaron desde Berlín y desde uno de los candidatos a presidir el Ejecutivo comunitario, como es el alemán Manfred Weber. La comparación continua con Airbus, ya antes incluso de que Vestager hiciera pública su decisión, fue rechazada por la comisaria danesa: "En el campo aeroespacial antes casi no había actividad europea y era un mercado dominado por Estados Unidos. Airbus logró aumentar la competencia. En ferrocarril, la fusión de Siemens y Alstom la hubiera mermado".
Pero el cabreo no ha disminuido en los gobiernos alemán y francés y este martes han decidido sacar a la luz su propuesta para cambiar las normas de competencia. "Para tener éxito, necesitamos mucho más pensamiento estratégico que en el pasado", señala el nuevo documento franco-alemán. "Es por eso que Francia y Alemania piden una estrategia industrial europea más ambiciosa con objetivos claros para 2030" que "también debería ser una prioridad para la próxima Comisión Europea".
Antes de entrar en profundidad sobre la reforma de las normas de competencia, Alemania y Francia proponen una inversión "masiva" en innovación, haciendo que instituciones europeas y Estados miembros inviertan en proyectos de alto riesgo pero que puedan ofrecer grandes avances. En concreto París y Berlín ponen una atención especial sobre el progreso en la inteligencia artificial.
Después el texto entra en lo que realmente importa a Alemania y Francia, y es la que se refiere a una reforma del marco regulatorio, con un inequívoco subtítulo que se refiere a la reciente decisión de la Comisión Europea: "Solo tendremos éxito si las compañías europeas son capaces de competir en el escenario global".
"Las reglas de competencia son esenciales, pero las reglas existentes deben revisarse" disparan en el primer párrafo. "Hoy, entre las 40 empresas más grandes del mundo, solo 5 son europeas", señalan.
París y Berlín piden más cintura, porque el resto del mundo no se adapta al cinturón que la Comisión Europea utiliza en materia de competencia: "A pesar de nuestros mejores esfuerzos, que debemos perseguir, no existe un campo regulatorio a nivel global. Y no habrá uno en ningún momento cercano. Eso pone a las empresas europeas en una desventaja masiva", señalan.
En una clara referencia a china el documento lanza una pregunta: "Cuando algunos países subsidian fuertemente a sus propias empresas, ¿cómo pueden las que operan principalmente en Europa competir de manera justa?". El eje franco-alemán no dice que las normas de competencia estén mal, pero sí que es mejor dejarlas para otro momento: "Por supuesto, debemos continuar defendiendo un campo de juego a nivel global más justo y más efectivo, pero mientras tanto, debemos asegurarnos de que nuestras empresas realmente puedan crecer y competir", señala el documento.
París y Berlín piden "tener más en cuenta el control estatal y los subsidios para las empresas en el marco del control de las fusiones" y directamente pide que la Comisión Europea tenga "más en cuenta la competencia a nivel mundial, la posible competencia futura". Señalan que de esa forma se tendría un enfoque "más dinámico y a largo plazo de la competencia a escala global".
El eje franco-alemán propone también dar al Consejo, en donde se sientan los Gobiernos nacionales, un derecho de apelación que, en algunas circunstancias, podría permitir anular las decisiones de la Comisión Europea.
El Ejecutivo comunitario tiene el rol de hacer cumplir las normas de competencia europeas, y Vestager se ha convertido en una de las figuras más populares de Bruselas al obligar a grandes corporaciones a pagar miles de millones de euros en impuestos no abonados por acuerdos fiscales ilegales cerrados con distintos Estados miembros. La Comisión Europea es celosa en la protección de sus competencias, y sienten que esta posición franco-alemana refuerza su posición: si proponen reformas es porque, como Vestager defendía, con las normas actuales no se podía dar luz verde a la deseada fusión Alstom-Siemens.
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