Hay cosas que el dinero no puede cambiar y las ricas monarquías del Golfo no se libran de los destructivos efectos del coronavirus. Con poblaciones locales muy pequeñas, por ejemplo Catar, de casi tres millones de habitantes, solo 250.000 son nativos, la mayoría son trabajadores extranjeros asiáticos o africanos.
En casi todos estos países, donde se han producido ya reiteradas denuncias sobre las condiciones de vida que soportan estos trabajadores, muchos se encuentran ahora confinados en sus barrios por culpa del virus. Pero el confinamiento supone para ellos un grave riesgo, ya que la mayoría vive hacinada en pequeños apartamentos. A veces diez personas comparten una misma habitación para ahorrar frente a los altos alquileres en estos países.
En Catar, donde ha aumentado mucho el número de trabajadores, por los preparativos para el mundial de futbol de 2022, el gobierno decretó recientemente un confinamiento en la zona industrial de la capital, Doha, donde vive un gran número de ellos. La orden se dio después de que aparecieran allí 238 casos de coronavirus.
Según el diario británico The Guardian, que cita fuentes de residentes del barrio, ahora acordonado por la policía, algunos trabajadores han dejado de cobrar y solo tienen cubierta la vivienda y la comida. Los trabajadores dicen que algunos han entrado en estado de pánico y que las cosas pueden empeorar.
Además del cierre de fronteras, supresión de vuelos internacionales, reducción o supensión del transporte público, según cada país, cierres de lugares de ocio y comercios, colegios y Universidades, Arabia Saudí tomó sus particulares medidas como custodio de los lugares santos y en Meca el coronavirus dejó una insólita imagen muy diferente a su estampa habitual, donde mares de personas giran en círculos delante de la Kaaba en la Mezquita al Haram, esta vez el recinto se encontraba vacío.
Las autoridades decidieron prohibir temporalmente el acceso como medida preventiva y también suspender la peregrinación, la Umrah, que a diferencia del Hajj o peregrinación que se hace después de la fiesta del sacrificio, se puede hacer en cualquier momento del año. Otra medida ha sido el cierre de la provincia de Qatif, de mayoría chií y donde aseguran que se ha producido el mayor número de casos. Las relaciones con esta provincia siempre han sido tensas y hay residentes que se consideran desde hace tiempo marginados y discriminados del resto del reino.
Mientras, el precio del petróleo es otra víctima del virus, aunque detrás de ello se encuentre también el conflicto entre dos grandes productores Arabia Saudí y Rusia, pero eso es ya, otro tema.
En casi todos estos países, donde se han producido ya reiteradas denuncias sobre las condiciones de vida que soportan estos trabajadores, muchos se encuentran ahora confinados en sus barrios por culpa del virus. Pero el confinamiento supone para ellos un grave riesgo, ya que la mayoría vive hacinada en pequeños apartamentos. A veces diez personas comparten una misma habitación para ahorrar frente a los altos alquileres en estos países.
En Catar, donde ha aumentado mucho el número de trabajadores, por los preparativos para el mundial de futbol de 2022, el gobierno decretó recientemente un confinamiento en la zona industrial de la capital, Doha, donde vive un gran número de ellos. La orden se dio después de que aparecieran allí 238 casos de coronavirus.
Según el diario británico The Guardian, que cita fuentes de residentes del barrio, ahora acordonado por la policía, algunos trabajadores han dejado de cobrar y solo tienen cubierta la vivienda y la comida. Los trabajadores dicen que algunos han entrado en estado de pánico y que las cosas pueden empeorar.
Kuwait, las medidas más drásticas
Catar y Arabia Saudí son los países con más casos, poco más del millar, sin embargo es Kuwait el que ha tomado las medidas más drásticas de toda la zona; toque de queda desde las cinco de la tarde a las cuatro de la madrugada y multas para los que lo incumplan de 10.000 dinares kuwaitíes, unos 30.000 euros así como penas de cárcel de hasta 3 años.Además del cierre de fronteras, supresión de vuelos internacionales, reducción o supensión del transporte público, según cada país, cierres de lugares de ocio y comercios, colegios y Universidades, Arabia Saudí tomó sus particulares medidas como custodio de los lugares santos y en Meca el coronavirus dejó una insólita imagen muy diferente a su estampa habitual, donde mares de personas giran en círculos delante de la Kaaba en la Mezquita al Haram, esta vez el recinto se encontraba vacío.
Las autoridades decidieron prohibir temporalmente el acceso como medida preventiva y también suspender la peregrinación, la Umrah, que a diferencia del Hajj o peregrinación que se hace después de la fiesta del sacrificio, se puede hacer en cualquier momento del año. Otra medida ha sido el cierre de la provincia de Qatif, de mayoría chií y donde aseguran que se ha producido el mayor número de casos. Las relaciones con esta provincia siempre han sido tensas y hay residentes que se consideran desde hace tiempo marginados y discriminados del resto del reino.
El precio del petróleo, la otra víctima
La policía en Dubai vigila con drones los lugares públicos para que no se congregue la gente. Los Emiratos Árabes Unidos, centro del turismo y los negocios en la región, es uno de los más afectados económicamente por la pandemia. Su línea aérea Emirates, una de las más grandes del mundo, ha dejado de operar con pasajeros, a excepción de los vuelos de repatriación.Mientras, el precio del petróleo es otra víctima del virus, aunque detrás de ello se encuentre también el conflicto entre dos grandes productores Arabia Saudí y Rusia, pero eso es ya, otro tema.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario