Grupo EEUU acusa al papa de proteger a pederastas
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BUENOS AIRES (AP) -- Una organización católica estadounidense
afirmó que el papa Francisco se demoró en tomar medidas contra dos
sacerdotes argentinos que fueron acusados y condenados de abuso sexual;
le pidió que se disculpe por la supuesta protección que la Iglesia
católica argentina le habría ofrecido a los clérigos y le solicitó que
haga público los expedientes de ambos casos.
Un
abogado de algunas de las víctimas dijo que el hoy papa Jorge Mario
Bergoglio no se había reunido con las personas que sufrieron abusos ni
las había ayudado y denunció que funcionarios de nivel medio de la
Iglesia Católica, que trataron de encubrir uno de los casos, siguen en
sus puestos de trabajo.
The Associated Press
intentó comunicarse sin éxito el martes con Federico Walls, portavoz del
Arzobispado de Buenos Aires para conocer su opinión sobre las
acusaciones de la organización, que salieron a la luz pública en
momentos en que el papa Francisco era entronizado como tal en una
ceremonia litúrgica en el Vaticano que le dio la vuelta al mundo.
La
exigencia de la organización Bishop Accountability (Rendición de
Cuentas de Obispos), que rastrea casos de menores víctimas de abusos, se
refiere a los sacerdotes Julio César Grassi y Napoleón Sasso, a quienes
la justicia argentina condenó por pederastia.
Grassi
encabezó la Fundación "Felices los Niños", que tiene a cargo hogares
para menores y fue condenado a 15 años de cárcel en primera instancia en
junio de 2009 por la justicia argentina, por el abuso sexual de un
menor. El sacerdote permanece en libertad hasta tanto la apelación no
sea resuelta por la Cámara de Casación argentina.
El
recurso jurídico fue presentado ante el tribunal en su nombre por la
Iglesia católica argentina, entonces encabezada por Bergoglio como
arzobispo de Buenos Aires.
El hoy papa también
supervisaba la conferencia obispos de Argentina cuando Napoleón Sasso
fue designado a un comedor popular instalado en una capilla y cuando más
tarde se convirtió en un fugitivo, que se escondió durante un año
dentro de una propiedad de la Iglesia en la misma diócesis, dijo Ernesto
Moreau, abogado de parte de las víctimas.
Dicha
designación ocurrió después de que Sasso recibió psicoterapia en un
sitio para sacerdotes descarriados, al que se le envió tras de ser
acusado de cometer abusos sexuales en una remota provincia argentina.
Tras
su paso por ese comedor, Sasso fue condenado en noviembre de 2007 a 17
años de cárcel por haber abusado de un grupo de 25 niñas de entre 3 y 16
años que iban al centro en la localidad bonaerense de Pilar, entre 2002
y 2003.
Desde noviembre de 2012, este sacerdote goza del beneficio de salir una vez al mes de la prisión.
La
co-directora de Bishop Accountability, Anne Doyle, dijo a la AP que
estos casos demuestran que Bergoglio se demoró en tomar acciones en la
lucha global de la Iglesia católica por enfrentar los abusos sexuales de
sus sacerdotes, un escándalo que estalló en 2002, cuando miles de casos
se hicieron públicos en Estados Unidos y el mundo.
"El
hecho es que lo hizo hace cinco años, cuando otros obispos de otros
países ya se habían reunido con las víctimas y habían aplicado estrictas
leyes que los obligan a presentar informes", dijo Doyle. "Esto lo pone
detrás de algunos de sus colegas estadounidenses, eso es seguro".
"Las
víctimas de estos dos sacerdotes son los mismos hijos de Dios sobre
quien estaba hablando en su homilía de hoy", agregó Doyle. "Ellos son
los más vulnerables entre los pobres. Esperamos que Francisco haga de
esto una prioridad, que se comunique con las víctimas y rectifique su
terrible indiferencia para con ellos cuando era arzobispo".
El
grupo dijo que para enviar un mensaje de "cero tolerancia" frente a
estos casos de abuso sexual, el papa Francisco debe pedirle a la
arquidiócesis de Buenos Aires que: 1) haga públicos los expedientes de
estos dos casos; 2) que identifique a otros sacerdotes sobre los que
pendan acusaciones que sean creíbles; 3) que apoye públicamente la
obligación de denunciar ante las autoridades cualquier sospecha de
abuso; 4) que admita que se equivocó al defender a los sacerdotes
condenados; 5) que ofrezca disculpas a las víctimas de Grassi y Sasso y
6) que programe una reunión inmediata con las víctimas.
Bergoglio,
quien se convirtió en cardenal de Argentina en 2001, no ha estado
involucrado directamente en escándalos de abusos sexuales o
encubrimientos, pero no logró destituir a los sacerdotes acusados y se
negó a reunirse con las víctimas, dijo Moreau a la AP.
"Bergoglio
es el hombre más fuerte de la iglesia argentina desde el principio del
siglo", dijo Moreau. "Nunca la cúpula de la Iglesia hizo algo para sacar
las personas de estos lugares, tampoco hizo nada para aliviar el dolor
de las víctimas".
Según Moreau y la
organización Bishop Accountability, Bergoglio se reunía con Grassi y
quiso evitar que ese sacerdote fuera encarcelado después de que se le
condenó a prisión. En una entrevista periodística antes de que su
proceso judicial se fallara en primera instancia, Grassi dijo que el
arzobispo de Buenos Aires "jamás" le "soltó la mano".
Pero
el Comité Argentino de Seguimiento y Aplicación de la Convención
Internacional sobre los Derechos del Niño, que actuó como querellante en
el juicio contra Grassi, dijo en una declaración enviada a AP que nunca
se le solicitó a Bergoglio una audiencia para que recibiera a las
víctimas de abuso del religioso.
El Comité,
que asumió la representación de los menores, incluso destacó que el
ahora papa intervino personalmente para reubicar a los niños del comedor
infantil que dependía de la fundación liderada Grassi y que fue cerrado
por falta de dinero.
Esta organización, no
obstante, espera que en su nuevo rol de papa, Bergoglio tome medidas
concretas contra los sacerdotes pedófilos.
En
Argentina, las críticas contra el ahora papa han estado siempre
dirigidas a su supuesta complicidad con la última dictadura militar
(1976-1983) y no contra el presunto encubrimiento de casos de pederastia
en el seno de la Iglesia católica en el país.
Cuando
se dio a conocer la condena contra Grassi, la Conferencia Episcopal
Argentina, encabezada por el entonces cardenal Bergoglio, no emitió su
opinión al respecto.
La Iglesia puso en
conocimiento de la justicia los resultados de una investigación interna
por el caso de Grassi en 2009, que reiteraba las denuncias sobre las
irregularidades ocurridas en el Hogar San José Obrero de Buenos Aires.
Esa
indagación propició la investigación judicial que luego dispuso el
desalojo de los menores al cuidado de la fundación "Felices Los Niños", a
cargo de Grassi.
En ese entonces, el
arzobispado de Buenos Aires, liderado por Bergoglio, dijo que los
encargados de la indagación interna "obraron correctamente". Entre
ellos estaban monseñor Horacio Benites Astoul.
En
el Vaticano, el papa Francisco será el responsable del trabajo de la
Congregación para la Doctrina de la Fe, que el año pasado le pidió a las
conferencias episcopales de la iglesia en todo el mundo que elaboraran
directrices completas para evitar y manejar los casos de abuso sexual.
Los obispos tienen un año de plazo para elaborar dichas directrices que
incluyen un mejor proceso de selección de los sacerdotes, destituir a
los posibles abusadores, educar a la población laica sobre el problema y
reportar sospechas de abuso sexual a las autoridades civiles en los
países en los que exista el deber de denunciar la comisión de crímenes.
El
biógrafo autorizado del papa, Sergio Rubin, dijo a la AP antes de que
Bergoglio fuera elegido papa, que él había asumido una línea cada vez
más dura sobre los abusos sexuales por parte del clero. Bergoglio
insistió en que los sacerdotes acusados fueran sometidos a juicio, e
impuso un minucioso proceso de selección en un intento de eliminar a los
problemas a futuro, dijo Rubin.
En el libro
`Sobre el Cielo y la Tierra', editado en 2012, en el que Bergoglio y el
rabino Abraham Skorka entablan un diálogo religioso, el entonces
cardenal dijo que la iglesia no debe ignorar el abuso sexual de menores
por parte de sacerdotes.
"Cuando eso sucede,
no se debe pasar por alto", dijo. "No se puede estar en una posición de
poder y destruir la vida de otra persona". También dijo que los clérigos
culpables de esos delitos deberían ser despojados de su derecho a
desempeñar funciones sacerdotales.
Las
acusaciones contra Sasso habían quedado al descubierto en 1994 cuando
comenzó el tratamiento psicoterapéutico mientras estaba en la provincia
de San Juan, en el oeste argentino. El religioso fue trasladado a Buenos
Aires y tres años después le fue encomendada la dirección de un comedor
para pobres, según trascendió en el juicio de 2007 que lo condenó.
El
comedor estaba en una capilla, dónde Sasso tenía un dormitorio y un
baño que contaba con dos puertas y que compartía con la comunidad.
"El
baño tenía dos puertas", dijo el abogado Moreau. Las niñas "iban a baño
por una puerta externa y el sacerdote las hacía pasar a su dormitorio,
donde abusó sexualmente de ellas. Era gente muy humilde que iba a comer
mientras sus padres trabajaban. Se encontró un enorme material pedófilo
en su computador, semen, condones y un enorme desorden en su
habitación".
Un sacerdote médico y una monja
se dieron cuenta de los abusos y acudieron a autoridades de la iglesia
que les dijeron que tuvieran "paciencia", según Moreau.
Pero
con el tiempo, ambos llevaron los casos a autoridades superiores y la
indagación penal se inició. Los funcionarios de nivel medio que
encubrieron los crímenes de Sasso siguen en sus puestos, mientras que el
sacerdote y la monja se vieron obligados a trabajar en otros lugares,
dijo el abogado.
Tiempo después, Sasso se
convirtió en un prófugo y se escondió durante un año en propiedades de
la misma diócesis donde ocurrieron los casos de abuso, dijo Moreau.
En
Estados Unidos, los archivos confidenciales de cientos de sacerdotes
pedófilos se han hecho públicos en procesos civiles, conciliaciones o
por órdenes judiciales. Los archivos pusieron de manifiesto cómo altos
funcionarios de la Iglesia católica trabajaron tras bambalinas para
controlar el escándalo y evitar que las autoridades y los feligreses se
enteraran de lo sucedido.
En Latinoamérica,
esos archivos confidenciales no se han hecho públicos, las víctimas
tienen menos probabilidades de denunciar a los curas pedófilos y de
presentar una demanda civil por daños y perjuicios.
Ramón
Luzarraga, experto en la Iglesia católica en América Latina, dijo que
la justicia ha llegado más lentamente a Argentina, en buena medida,
porque la sociedad hasta hace poco no debatía públicamente los casos de
abuso sexual. "La democracia de la Argentina es todavía relativamente
joven y, en comparación con Estados Unidos, las personas no están
aclimatadas a hablar clara y honestamente ante la injusticia".
Esta
circunstancia ha producido que las víctimas de los abusos del clero en
Estados Unidos y sus aliados cuestionen al papa sobre los casos
ocurridos en otros lugares, dijo Luzarraga, profesor de teología en la
Universidad de Dayton, en Ohio.
Los cientos de
archivos confidenciales sacerdotales, que se han hecho públicos en
Estados Unidos, han reforzado la visión de los críticos porque la gente
común y corriente puede ver con sus propios ojos cómo la iglesia
estadounidense ha manejado los casos de los sacerdotes abusivos, agregó.
"Esa es una gran diferencia", dijo. "La información es poder".
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Los
periodistas de The Associated Press Gillian Flaccus en Los Ángeles y
Nicole Winfield en Roma contribuyeron para este despacho.
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