UE, de la pérdida de la soberanía a la desaparición total
Fotо: EPA
La
crisis económica y la voluntad política de Bruselas inducen a los
países de la UE al proyecto pomposamente denominado “EEUU de Europa” y,
estaría claro ya que, los entusiastas promotores de la federalización de
Europa extrajeron las lecciones indispensables de la URSS y de EEUU.
Bruselas,
con el objeto de privar a los países europeos incluso de la posibilidad
teórica de abandonar la nueva estructura centralizada, destruye su
soberanía estatal no solo “desde arriba”, a través del recrudecimiento
de la disciplina fiscal y la entrega de la política económica a manos de
la Comisión Europea, sino que también “desde abajo”, a través de la
“regionalización” que priva a los países europeos de la posibilidad de
influir en la política de las autoridades locales. La UE, con la máscara
del desarrollo de la autogestión local, destruye la administración
central de los países europeos. Pareciera que podría impedir a la región
recuperar el poder para la capital, de presentarse tal necesidad. Pero
no, los dirigentes europeos tomaron en cuenta esa posibilidad y, para la
destrucción total de los Estados pusieron en marcha el programa de
creación de las “euroregiones”.
A
diferencia de las provincias corrientes, de los condados o regiones,
las euroregiones están estructuras formadas por pedazos de distintos
países y contarán con programas separados de desarrollo y con un grado
considerable de autonomía de los gobiernos nacionales.
Entre
los políticos europeos escasean los que tienen el coraje suficiente y
el deseo de enfrentar la demolición fáctica de la soberanía de los
Estados europeos. En Francia, Marine Le Pen pugna por la conservación de
la soberanía y de la identidad nacional. En Gran Bretaña, no solo el
opositor Partido de la Independencia del Reino Unido, sino que también
miembros del Gobierno comenzaron a pronunciarse contra los planes de la
UE. Eric Pickles, secretario de Estado de autogestión local, acusaba a
la UE del intento “de borrar a Inglaterra del mapa” y, prometía oponerse
por todos los medios a los dictámenes de Bruselas.
De
entre los países de Europa del Este, solo Hungría trata de oponerse al
proceso de exterminio de la soberanía y de disolución de la identidad
nacional. A pesar de que la UE muestra periódicamente a Hungría la
“zanahoria”, en forma de perspectivas teóricas de creación de
comunidades autónomas húngaras en los países vecinos, Budapest no se
apresura a respaldar esta iniciativa. Es posible que los políticos
húngaros no sean a tal grado ingenuos como para considerar que Bruselas
esté esperando la ocasión para abolir el Tratado de Trianon, de 1920 y,
restablecer la “Gran Hungría”, sino que entienden que la atomización del
país en pequeñas regiones no hace más que favorecer al poder central
europeo.
Después
de la firma del Tratado de Trianon, Hungría perdió dos tercios de su
territorio y la tercera parte de la población, pero se mantuvo como
Estado. Ahora bien, de materializarse los planes de los “federalistas
europeos”, Hungría, al igual que otros Estados europeos dejarán de
existir como sujetos del derecho internacional. Es posible que tal
perspectiva justamente induzca al primer ministro de Hungría, Víktor
Orbán, a renunciar a la colaboración con el FMI, a tolerar las sanciones
económicas de Bruselas y a buscar aliados geopolíticos fuera de la UE.
Angela
Merkel declaró, en noviembre del año pasado que “la Comisión Europea
será un día el Gobierno y el Parlamento Europeo el legislativo”. El día
de esa metamorfosis se acerca cada vez más y la UE ha comenzado a
parecerse ya a una trampa de ratones para los países que se dejen tentar
con las promesas de la prosperidad europea. Próximamente sabremos qué
países podrán salvarse y cuáles van a desaparecer para siempre del
mapamundi, para confundirse en la masa del Estado europeo común.
sb/kg/sm
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
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