China podría adquirir nuevos misiles antiaéreos rusos
Foto: RIAN
El
nuevo misil desarrolla una velocidad de hasta mil metros por segundo,
tiene un alcance de hasta dieciséis kilómetros y es capaz de abatir
objetivos a una altura de diez kilómetros.
Los
sistemas Tor-M2, que empezaron a suministrarse a las FFAA rusas en
2012, están dotados de controles de fuego más modernos y pueden seguir
simultáneamente cuarenta y ocho objetivos, disparando contra cuatro de
ellos.
Entre
1996 y 1999, China recibió treinta y cinco sistemas Tor-M1 y al cabo de
poco procedió a copiarlos. Los sistemas fabricados en China empezaron a
suministrarse a las tropas solo en 2011-2012. El tiempo invertido por
la industria china en copiar un arma rusa nada nueva era aproximadamente
igual al que necesitó Rusia para modernizarlo.
Aunque
en algunas publicaciones chinas se afirma que HQ-17 es la versión
modernizada de Tor-M1, cuesta mucho creerlo. De todas formas, por sus
características técnicas es muy inferior a Tor-M2.
El
ahorro que obtuvo China al renunciar a la compra de la licencia de
producción rusa, también es dudoso. El trabajo de ingenieros y obreros
durante varios años tuvo que ser remunerado.
A
medida que los armamentos se tornan cada vez más complicados, el
esquema chino de copiarlos se hace cada vez menos atractivo. En varias
ocasiones, condujo a que tan solo en la década actual, China haya
empezado a producir armamento desarrollado en la URSS en los años
ochenta del siglo pasado.
La
imitación podría ser una de las vías de fomento de la producción de
artículos de uso civil, tales como turismos, puesto que por su contenido
tecnológico son más sencillos y la información sobre ellos es más
accesible. Pero con el material bélico todo es distinto. Además, la
imitación no contribuye a la formación profesional de ingenieros,
capaces de generar nuevas ideas, reprimiendo más bien su creatividad.
Las
imitaciones, no avaladas por licencias, de armamentos soviéticos o
rusos, como el J-15 o HQ-17, ocupan demasiado tiempo y conducen a la
creación de modelos obsoletos.
La
adquisición de licencias supondría un fuerte desembolso, centenares de
millones de dólares, lo que, a propósito, está al alcance de la China
actual. Pero en este caso el gigante asiático obtendría un resultado
rápido en forma de sistemas de armamento aptos para el empleo, pudiendo
centrarse en el desarrollo de originales modelos de armamento de nueva
generación. Esto contribuiría asimismo a reducir los recelos de los
socios extranjeros de China, ampliando el acceso de la industria de
defensa china a las modernas tecnologías militares rusas y occidentales.
ach/as/sm
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
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