En las guerras cibernéticas no hay rivales débiles
Foto: army-news.ru
La
dependencia directa entre la supremacía tecnológica y el grado de
vulnerabilidad hace del espacio cibernético un campo ideal de combate en
un conflicto contemporáneo. Un poco parafraseando el viejo proverbio
norteamericano, podemos decir que “Dios creó a las personas y el
ordenador las igualó”. Es posiblemente lo que tenían en cuenta las
autoridades sirias cuando amenazaban a Washington con ciertas medidas
asimétricas, en el caso del comienzo de una agresión.
A comienzos de la semana que termina se supo de la intrusión de los hackers
del ejército electrónico sirio en el sitio web del cuerpo de la
Infantería de Marina de EEUU. Los sirios, después de llamar “hermanos” a
los militares estadounidenses, los instaban a no cumplir las órdenes
del mando. En general, ya está en marcha la guerra cibernética entre
Siria y EEUU. Alexánder Vlasov, director de desarrollo de los negocios
de la compañía Grotek señala:
–El
mundo entró en una época sino de guerras cibernéticas, por lo menos de
sus ataques. Y todo país, como sea, va a dedicarse a la preparación para
repeler esos ataques cibernéticos. Poner fuera de servicio los sistemas
de dirección de tropas causa un daño considerablemente menor que, la
alteración del funcionamiento de los sistemas automatizados de gestión
de los procesos tecnológicos, sobre todo en los centros críticamente
importantes y peligrosos.
Hay
que reconocer que estamos puestos ante la dependencia de las
computadoras, lo que algunos consideran desmesurado. Confiamos al
cerebro electrónico el control de la presión en los oleoductos, el
funcionamiento de los sistemas energéticos, el vuelo de los aviones, el
trabajo de los hospitales y de los servicios de emergencia. Mientras
mayor autonomía tengan los sistemas de gestión, más alta es probabilidad
de un desperfecto crítico. Oleg Demidov, experto del Centro PIR afirma:
–Y
no solo porque los nuevos ataques y los nuevos virus se tornan cada vez
más sofisticados. Sino porque, cada año crece, en un grado mayor, la
dependencia de las infraestructuras de los países desarrollados de las
tecnologías informáticas. Me refiero al paso, a sistemas digitales de
gestión, de las estaciones hidroeléctricas, de las centrales nucleares,
de las redes distribuidoras de energía, de las instalaciones logísticas
en el transporte automovilístico, aéreo y ferroviario. Allí donde hay
computadoras existe la amenaza latente de la intrusión y de la
alteración de su régimen de funcionamiento debido. Allí surge la amenaza
de catástrofe tecnológica.
En el mundo contemporáneo, el arma más terrible es el notebooken manos de un hacker
profesional. De ahí que Rusia esté empeñada en que la comunidad se una
en torno a la necesidad del establecimiento del control del espacio
cibernético. Por lo demás, una parte de los Estados, junto con concordar
con el objetivo final, propone una vía alternativa para lograrlo,
señala Oleg Demidov:
–Existen
varias iniciativas destinadas a la formación de un régimen
internacional que garantice la seguridad en la esfera de las tecnologías
informáticas. Están los proyectos, de conformidad con los que a los
Estados se propone, en los casos de conflictos cibernéticos, aprovechar
la experiencia existente del derecho humanitario internacional y del
derecho de los conflictos bélicos. En particular, se trata de los
proyectos periciales del centro de la OTAN, en Tallin, de defensa
cibernética.
Otro
punto de vista consiste en que es necesario redactar y aprobar
convenciones internacionales especiales que regulen la conducta de
sujetos responsables de derecho internacional, en cuanto a impedir el
uso malintencionado de la tecnologías cibernéticas. Rusia propicia
activamente este criterio, el que tiene sus pros y sus contras. Sobre lo
primero, se persigue el noble y ambicioso objetivo de lograr la
prohibición total de la creación y empleo del arma cibernética. Lo malo
consiste en que miles de millones de habitantes del planeta tienen
acceso a las tecnologías cibernéticas. El genio se dejó ya escapar del
ánfora y resulta tarea difícil de cumplir encerrarlo de nuevo.
Existe
la idea de que una defensa de los ataques cibernéticos podría ser el
paso a la dirección manual de las infraestructuras críticamente
importantes. Ello requiere de algunos esfuerzos, incluidos sicológicos.
Caso contrario, el Estado será cautivo de su propia supremacía
tecnológica. De ahí justamente que las innumerables variantes pavorosas
de “Pearl Harbour digitales” sean de actualidad para EEUU.
sb/kg/sm
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
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