Aprender a Morir
La libertad prohibida
Hernán González G.
N
o elegimos cómo nacer,
pero podemos elegir cómo morir. Sin embargo, en el Documento de
Voluntad Anticipada esta opción es excluida, y en su rechazo a toda
forma de eutanasia y de suicidio asistido se refugia en el vago término
ortotanasia o muerte correcta.
Un listado delirante dice que el moribundo tiene derecho a: 1) Ser
tratado como un ser humano vivo hasta el momento de su muerte. 2) Ser
cuidado por personas capaces de mantener una situación de optimismo por
cambiantes que sean las circunstancias. 3) Expresar sus sentimientos y
emociones sobre su forma de entender la muerte. 4) Participar en las
decisiones que incumben a sus cuidados.5) Esperar una atención sanitaria y humana continuada, aun cuando los objetivos de curación tengan que transformarse en objetivos de bienestar. 6) No morir solo. 7) No experimentar dolor, sin medida del costo. 8) Que sus preguntas sean respondidas con sinceridad. 9) No ser engañado. 10) Disponer de ayuda de y para su familia a la hora de aceptar su muerte.
11) Morir en paz y con dignidad. 12) Mantener su individualidad y no ser juzgado por decisiones propias que puedan ser contrarias a las creencias de los otros. 13) Discutir y acrecentar sus experiencias religiosas o espirituales, cualquiera que sea la opinión de los demás. 14) Esperar que la inviolabilidad del cuerpo humano sea respetada tras su muerte o según su voluntad, y 15) Ser cuidado por personas solícitas, sensibles y entendidas, que intenten comprender las necesidades del moribundo y sean capaces de obtener satisfacción del hecho de ayudarlo a afrontar su muerte.
Además de las remotas posibilidades de contar con personas
optimistas que, por solidaridad o un sueldo, nos cuiden los años, los
meses o las semanas previas a nuestra partida física, el deseo de
esperar una atención adecuada y continua, ¿garantiza ésta? Y algo tan
importante como evitado: el hecho de manifestar mis sentimientos y
emociones sobre mi forma de enfocar no la muerte, sino mi muerte,
¿incluye respetar mi voluntad de morir aunque no padezca dolores ni
agonías? Esta libre decisión de dejar de vivir, ¿no es respetable si
contraviene órdenes del Estado y amenazas de las religiones?
Con miedos y castigos, el humanismo hipócrita prohíbe la opción del individuo para acabar de estar en este mundo. Pero libre albedrío y autodeterminación resultan más factibles entre quienes asumen, con madura claridad, su tiempo de morir.
Con miedos y castigos, el humanismo hipócrita prohíbe la opción del individuo para acabar de estar en este mundo. Pero libre albedrío y autodeterminación resultan más factibles entre quienes asumen, con madura claridad, su tiempo de morir.
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