¡Vámonos todos a la informalidad! Al cabo que los ricos no pagan impuestos
Hay más de 27 millones de mexicanos en la informalidad, es decir que no pagan impuestos. Es una manera de evadirlos. La otra fórmula es la de los empresarios, ricos, millonarios y multimillonarios –desde Carlos Slim a Joaquín Guzmán Loera, el Chapo– que cada año fiscal justifican miles de gastos que pueden ser deducidos como donaciones, además de los atajos que les facilitan sus contadores. O como en el caso de Televisa y la lista que circula por internet: esperar años sin cubrirlos a que llegue la medida-programa de Ponte al Corriente, que a Azcárraga le ahorró más de 3 mil millones y sólo entregó 300 millones de pesos.
Ganan
los que pagan casi nada, escudándose en 1 mil pretextos que el Servicio
de Administración Tributaria (SAT)-Hacienda les hace válidos. Pero
entonces el gobierno federal se desquita llevándose todas las utilidades
de Petróleos Mexicanos, con lo cual lo tiene en permanente quiebra; y
para hacerse de unos millones de dólares más, el peñismo insiste en
vender a los estadunidenses “el petróleo que nos escrituró el diablo”.
Peña, como López de Santa Anna, impuso un
cobro por cada gato y cada perro, y uno más por sus alimentos. Vendrán
los impuestos por cada puerta y ventana a las casas que se libraron del
impuesto por renta, compra e hipotecas, que el peñismo finalmente
impondrá a finales del año entrante. Pedro Aspe es el mayor gestor para
fincar impuestos a la clase media, a los trabajadores y a los cautivos
del fisco, y junto con Videgaray, en lugar de favorecer el consumo, el
pago de servicios y algunos bienes, optaron por aumentar impuestos.
De esta manera aumentarán los rateros
disfrazados de funcionarios de todo nivel que cada sexenio van tras el
botín de los ingresos y se los roban, ya sean del Partido Revolucionario
Institucional, del Partido Acción Nacional o del Partido de la
Revolución Democrática. Por eso es que todos los mexicanos debemos irnos
a la informalidad y no pagar impuestos. Los ricos lo hacen, igual que
los banqueros que cobran hasta por entrar a sus edificios, y las Afores
(Administradoras de Fondos para el Retiro) que prestan el dinero de los
jubilados y pensionados, regateándoles intereses.
Los mexicanos se resisten a pagar
impuestos, porque saben que al menos un 70 por ciento de ellos será para
que los grupos que lleguen a los poderes públicos se vayan millonarios y
la impunidad los deje disfrutar del botín. Así que no hay más que dejar
la formalidad –que vuelve cautivos de esos pagos a los que menos
tienen– para ingresar a la informalidad. Muy pronto cobrarán por tener
hijos, por ser gay, por caminar, por respirar, por tener dos gatos, pericos, pájaros, etcétera.
Impuestos directos e indirectos son la
pinza contra los trabajadores para reducir su consumo. Así, pues, no hay
otra opción que todos los mexicanos vayamos a la informalidad. Nos
tratan como esclavos, no como contribuyentes. En las tiendas de raya
del porfirismo explotaban a los pobres hasta matarlos de hambre; ahora
desempeñan ese perverso papel las declaraciones tributarias, la lista negra
del SAT y los cientos de controles para exprimir a los contribuyentes
cautivos. El neoliberalismo económico del peñismo juega a lo de “todos
ponen”, y el señor Videgaray a “llévate todo”. Es una política económica
perversa y abusiva.
*Periodista
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