viernes, 27 de junio de 2014

El caso del ex nuncio acusado por abusos sexuales, una brasa caliente para Bergoglio

El caso del ex nuncio acusado por abusos sexuales, una brasa caliente para Bergoglio


Cuando se anuncie el proceso penal, que luce inevitable, el escándalo estallará y será inédito: el arzobispo polaco Josef Wesolowski, hasta agosto embajador del Papa en la República Dominicana, destituido por Francisco, será probablemente el primer condenado a cumplir prisión en el Vaticano por abusos sexuales a menores.
La acusación es de actos de pederastía con escándalo público, agravados por la pasión del nuncio por las bebidas alcohólicas, en un barrio de mala fama de Santo Domingo, donde monseñor Wesolowski consumaba sus correrías en compañía de un cura también polaco que, cuando estalló el caso, decidió desaparecer inmediatamente de la escena.
El Papa argentino tiene en sus manos un carbón ardiente y, por lo que se sabe, Francisco quiere que se siga adelante con las investigaciones, es decir, el proceso canónico que castigará a su ex embajador en República Dominicana, que era también delegado apostólico en Puerto Rico, y la consecuencia inevitable: iniciarle un proceso penal.
El 21 de agosto, el Papa Bergoglio destituyó a monseñor Wesolowski. El nuncio polaco, protegido por la inmunidad diplomática, viajó enseguida a Roma y desde entonces sigue aquí, amparado por la soberanía vaticana.
El gobierno dominicano no ha pedido su extradición, pero Polonia pidió información a las autoridades del Vaticano sobre el status legal del arzobispo.
El pedido fue formulado por la fiscalía de Varsovia porque una ley impone en Polonia perseguir a los nacionales que se manchen de delitos graves en el exterior.
El portavoz del Papa, padre Federico Lombardi, respondió hace unos días que la Santa Sede no autoriza la extradición de sus ciudadanos. El nuncio, como representante directo del Pontífice, tiene el pasaporte vaticano.
Un proceso penal en el Vaticano es muy raro. Ni siquiera hay una verdadera cárcel para albergar a los condenados por causas legales de ese tipo. En la época moderna, por ejemplo, el único juicio consumado fue contra el mayordomo personal del Papa Benedicto XVI, Paolo “Paoletto” Gabriele, por haber robado documentos secretos de los aposentos pontificios y hasta del escritorio de Joseph Ratzinger, para pasarlos a periodistas y vaya-a-saber-a-quién. El caso tuvo una enorme repercusión internacional y dio lugar a conocido como “VatiLeaks”, en alusión a la filtración de papeles privados del Sumo Pontífice y que revelaron una áspera lucha por el poder en la cúpula de la curia romana.
“Paoletto” fue condenado a una pena casi ridícula de un año y medio de prisión y prontamente perdonado por el Papa y liberado.
El nuevo proceso penal será más grave y el Vaticano debe afrontarlo porque ayer reiteró que sólo tiene jurisdicción sobre sus ciudadanos, como es el caso del obispo acusado de abusador sexual reiterado. Hace poco, la Santa Sede rechazó el pedido de las Naciones Unidas de responder a un cuestionario sobre unas cuatro mil investigaciones eclesiásticas que las diócesis hicieron llegar a la Congregación para la Doctrina de la Fe, el dicasterio que durante 24 años presidió Joseph Ratzinger. Adujo que se trataba de cuestiones de derecho canónico y no de leyes civiles. Pero con monseñor Wesolowski, esas leyes deberán ser aplicadas.
VATICANO. CORRESPONSAL

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