Casa Real Corrupción — 26 junio 2014
Junto a “Urdangarin: un conseguidor en la Corte del Rey Juan Carlos” (Ed. La Esfera de los Libros) son los tres volúmenes que, cargados de pruebas, servirían para sentar al anterior monarca ante el banquillo junto a su hija Cristina y su yerno Iñaki antes de que el PP apruebe en solitario su fuero especial. Un juicio en el que además, si fuera un país libre con igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, Felipe de Borbón y Grecia, conocido hoy como Felipe VI, debería aclarar porqué su cuñado Iñaki presentó y difundiónante la prensa que había aceptado la presidencia de honor de la Copa América, bajo que condiciones y funciones y si hubo o no contraprestación económica o algún tipo de dádiva por aceptar el cargo.
El primero en desvelar que Juan Carlos había sido algo más que un suegro comprensivo y cariñoso fue el periodista el periodista José L. Lobo (El Confidencial.com) quien afirmó que “el Rey no sólo conocía las actividades presuntamente ilícitas de su yerno, sino que las avaló y, además, movió todos los hilos a su alcance para ayudar a Urdangarin en sus negocios”. El dio con el libro “Urdangarin y la Copa América” de Diego Torres, que había tenido que ser publicado en Canadá y con pseudónimo ante la falta de libertad en España, y que aporta las pruebas para la incriminación del padre del actual Felipe VI.
El autor de Urdangarin y la Copa América también apunta al resto de miembros de la familia real, incluido el príncipe Felipe de Borbón: “Los documentos incluidos en el sumario muestran que la infanta Cristina también conocía el proyecto Ayre, hacía de intermediaria en algunas gestiones del Rey y aceptó cargos en el equipo como asesora deportiva. La infanta Elena también había dado su aprobación a participar en el proyecto, y el propio Príncipe aceptó la presidencia de honor y figuraba en el organigrama que se presentó a los medios de comunicación”. Se refiere al hoy llamado Felipe VI y que no es otro que Felipe de Borbón y Grecia.
Juan Carlos ejerció el tráfico de influencias para conseguir dinero para él y Urdangarín a través de Miguel Fluxá, presidente del Grupo Iberostar, al que en el Congreso se relaciona con Martí Fluxá, un alto cargo del PP que ejerce de mediador de la Casa Real en instituciones públicas y privadas. Martín Fluxá fue secretario de Estado de Seguridad con Mayor Oreja y está presente en el Consejo de la Universidad Rey Juan Carlos, mientras que Miguel Fluxá fue “tocado” por el rey para que le pidiese dinero al presidente del BBVA, Francisco González. El monarca también hizo gestiones con el regatista Pedro Perelló para que ayudase a Urdangarín y a la infanta Cristina y pretendía repartirse con Urdangarín y su amiga Corinna 110 millones de euros que querían sacarle al rey saudí Abdullah.
“En abril de 2012, Torres ya entregó al juez José Castro, instructor del caso Nóos, una remesa de correos electrónicos en la que implicaba directamente al Rey como conseguidor en los negocios de su yerno. En uno de esos emails, fechado en agosto de 2007, Urdangarín escribe a Torres: “Hemos conseguido que el Rey se viera con Pedro para presentarle el proyecto. La reunión fue muy bien, y aparte de parecerle bien armado, ha ofrecido toda su ayuda para encontrar ayuda [sic] financiera”. El duque de Palma se refería al regatista mallorquín Pedro Perelló, íntimo amigo suyo y de la infanta Cristina”, escribe Lobo.
Y añade: “En otro de los correos, de fecha 20 de septiembre, Urdangarin relata a Perelló: “El Rey me comenta que un amigo suyo ha hecho la gestión que le pedimos a Fluxá“, en alusión al presidente del grupo Iberostar, Miguel Fluxá. “Por otro lado, le he transmitido [a Fluxá] la buena sintonía con BBVA y que le iba a dar un empujón a Paco González“, en referencia al presidente de esa entidad bancaria, Francisco González”.
Juan Carlos también hizo gestiones con el rey Abdullah de Arabia Saudí para conseguir 110 millones de euros, que iba a repartirse con Urdangarín y Corinna en el denominado “proyecto Ayre” (un patrocinio de la Copa América de Vela) pero todo les salió mal, a pesar de que utilizó instituciones del Estado e incluso galardones oficiales para conseguir sus fines:
“El Rey le dijo a Urdangarin, absolutamente entusiasmado por sus logros, que Arabia Saudí iba a aportar nada menos que 110 millones de euros“, prosigue. “Es decir, no haría falta buscar más fondos, porque la totalidad del presupuesto quedaría cubierta con un solo patrocinador principal”. El exvicepresidente del Instituto Nóos recuerda que en junio de 2007, cuatro meses antes de su reunión con el duque de Palma en el palacete de Pedralbes, el rey Abdullah, hijo del fallecido rey Fahd (al que siempre unió una estrecha amistad con Don Juan Carlos), viajó a España en su primera visita oficial. Y el 18 de junio el monarca español le concedió el Toisón de Oro, la mayor distinción que puede otorgar a título personal”, señala Lobo.
“Dos meses más tarde, el 27 de agosto, “Don Juan Carlos se desplazó sorpresivamente a Marbella, interrumpiendo sus vacaciones en el palacio de Marivent”, para visitar al príncipe Salman, hermano del desaparecido rey Fahd, tío de Abdullah y gobernador de Riad. En ese encuentro, celebrado en el palacio Al Riyadh que Salman posee en Marbella, este y Don Juan Carlos pactaron, según Torres, que la familia real saudí aportaría los 110 millones de euros que Urdangarin necesitaba para el proyecto Ayre.
“Lo que pocos sabían en ese momento”, añade el autor, “es que alguien más estaba ayudando al Rey a gestionar la relación con los saudíes”. El exsocio del duque de Palma se refiere a Corinna zu Sayn-Wittgenstein, “que en esos momentos estaba negociando con Arabia Saudí un importante contrato de venta de carros de combate. Además, el 19 de junio, un día después de la concesión del Toisón de Oro al rey Abdullah, Corinna participó en la presentación del Fondo Hispano-Saudí de Infraestructuras en el palacio de El Pardo. Todo apunta a que ella también fue clave en el logro de los 110 millones de euros para el proyecto de Urdangarin“.
“Dada la magnitud de la operación y la importancia estratégica del patrocinador”, continúa el relato, “Urdangarin solicitó, suponemos que siguiendo instrucciones del Rey, la máxima discreción al respecto hasta que no se firmara la operación. Lamentablemente todo se torció, pero por motivos ajenos al proyecto Ayre. Con la desaparición del evento, el equipo carecía de sentido, y el patrocinio logrado por el Rey nunca se materializó”. En efecto, la Copa del América no se celebró porque el equipo Alinghi se enzarzó en una batalla legal con el BMW-Oracle que acabó en los tribunales, lo que paralizó la competición durante más de un año y medio”, concluye el periodista.
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