El presidente iraní acusa a Occidente de la expansión del Estado Islámico
Rohaní: "Ciertos países han ayudado a crear el extremismo y ahora son incapaces de frenarlo"
Marc Bassets
Nueva York
25 SEP 2014 - 18:12 CEST602
El presidente de Irán, Hasan Rohaní, acusó este jueves a Estados Unidos y a sus aliados de crear las condiciones para el auge del Estado Islámico
y otros grupos extremistas en Oriente Próximo. En un discurso ante la
Asamblea General de la ONU, en Nueva York, Rohaní dijo que un acuerdo
con las potencias occidentales sobre el programa nuclear iraní en las
próximas semanas facilitaría la cooperación en ámbitos como la lucha
contra el terrorismo.
“Los meteduras de pata estratégicas de Occidente en Oriente Medio, Asia Central y el Cáucaso han convertido estas partes del mundo en un santuario para terroristas y extremistas”, dijo Rohaní, un moderado que ha reabierto el diálogo con EE UU tras más de tres décadas sin relaciones diplomáticas.
El presidente iraní citó la injerencia extranjera en Siria como ejemplo de error estratégico. Irán, la potencia chií de la región, ha apoyado al gobierno del alauita Bachar El Asad en la guerra civil que estalló hace más de tres años. La potencias suníes han respaldado a la oposición, compuesta por algunas fuerzas moderadas pero también por grupos afines a Al Qaeda y el Estado Islámico.
“Algunas agencias de espionaje han colocado cuchillas en manos de unos locos, que ahora no dejan a nadie indemne”, acusó Rohaní.
Pese al tono acusatorio, el discurso coincidió en parte con el que el día anterior —la primera jornada de intervenciones de jefes de Estado y de Gobierno en la Asamblea General— pronunció el presidente de EE UU, Barack Obama. Ambos identificaron el auge yihadista el Oriente Próximo como una amenaza central, destacaron el papel que deben tener las fuerzas moderadas locales y reclamaron la unidad mundial ante los terroristas. Pero, mientras que Obama reivindicó el liderazgo norteamericano, Rohaní dijo que deben ser las élites y políticos locales quienes asuman la responsabilidad, sin excluir la cooperación extranjera.
Ni Irán ni el gobierno de El Asad participan oficialmente en la ofensiva de EE UU y sus aliados árabes en Siria. Pero la confluencia de intereses es evidente: el Estado Islámico es el enemigo común. La Administración Obama informó a Damasco y Teherán antes de lanzar los primeros ataques, pero no los coordinó con estos gobiernos ni coordinó con ellos los detalles, según fuentes de la Casa Blanca.
Las negociaciones sobre el programa nuclear iraní pueden ser la llave que desatasque el bloqueo entre Washington y Teherán. El plazo para alcanzar un acuerdo es noviembre. Hace un año, Obama y Rohaní hablaron por teléfono en el marco de la Asamblea General de la ONU. No hay otro encuentro ni conversación prevista en la agenda de esta semana. Los indicios de deshielo entre Washington y Teherán han provocado recelos en Israel —país que considera amenazada su existencia por Irán— y en los aliados árabes de EE UU.
“Estamos decididos a continuar las negociaciones con nuestros interlocutores con seriedad y de buena fe, de acuerdo con el respeto mutuo y la confianza”, dijo el presidente iraní.
“Los meteduras de pata estratégicas de Occidente en Oriente Medio, Asia Central y el Cáucaso han convertido estas partes del mundo en un santuario para terroristas y extremistas”, dijo Rohaní, un moderado que ha reabierto el diálogo con EE UU tras más de tres décadas sin relaciones diplomáticas.
El presidente iraní citó la injerencia extranjera en Siria como ejemplo de error estratégico. Irán, la potencia chií de la región, ha apoyado al gobierno del alauita Bachar El Asad en la guerra civil que estalló hace más de tres años. La potencias suníes han respaldado a la oposición, compuesta por algunas fuerzas moderadas pero también por grupos afines a Al Qaeda y el Estado Islámico.
“Algunas agencias de espionaje han colocado cuchillas en manos de unos locos, que ahora no dejan a nadie indemne”, acusó Rohaní.
Pese al tono acusatorio, el discurso coincidió en parte con el que el día anterior —la primera jornada de intervenciones de jefes de Estado y de Gobierno en la Asamblea General— pronunció el presidente de EE UU, Barack Obama. Ambos identificaron el auge yihadista el Oriente Próximo como una amenaza central, destacaron el papel que deben tener las fuerzas moderadas locales y reclamaron la unidad mundial ante los terroristas. Pero, mientras que Obama reivindicó el liderazgo norteamericano, Rohaní dijo que deben ser las élites y políticos locales quienes asuman la responsabilidad, sin excluir la cooperación extranjera.
Ni Irán ni el gobierno de El Asad participan oficialmente en la ofensiva de EE UU y sus aliados árabes en Siria. Pero la confluencia de intereses es evidente: el Estado Islámico es el enemigo común. La Administración Obama informó a Damasco y Teherán antes de lanzar los primeros ataques, pero no los coordinó con estos gobiernos ni coordinó con ellos los detalles, según fuentes de la Casa Blanca.
Las negociaciones sobre el programa nuclear iraní pueden ser la llave que desatasque el bloqueo entre Washington y Teherán. El plazo para alcanzar un acuerdo es noviembre. Hace un año, Obama y Rohaní hablaron por teléfono en el marco de la Asamblea General de la ONU. No hay otro encuentro ni conversación prevista en la agenda de esta semana. Los indicios de deshielo entre Washington y Teherán han provocado recelos en Israel —país que considera amenazada su existencia por Irán— y en los aliados árabes de EE UU.
“Estamos decididos a continuar las negociaciones con nuestros interlocutores con seriedad y de buena fe, de acuerdo con el respeto mutuo y la confianza”, dijo el presidente iraní.
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